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viernes, 13 de mayo de 2016

DEL PARTIDO DE LAS CASERÍAS A LAS CASERÍAS DE SAN ISIDRO








LA CIUDAD Y SU ENTORNO RURAL


En el siglo XVII, los partidos del campo del municipio eran: el de Frailes, Riberas y Mures que limitaba con el camino de Granada; el del Palancares, Valdegranada, el de la Hortichuela hasta el camino de Priego;  el de Rábita y Fuente Álamo;  de las Caserías; el de Charilla;  y el de Santa Ana. A lo largo de sus grandes extensiones, se encontraban diseminados los cortijos y los núcleos rurales, formados por una concentración de éstos. Unos eran de propiedad particular, y en ellos los propietarios concedían permiso para  levantar capillas que mantenían con fundaciones, otros eran terrenos de baldíos o de propios que la ciudad daba licencia para que fueran habitados y construidos en forma de albergues sin más requisitos que el levantamiento de la construcción por el solicitante, que solía edificarlo junto con un corral donde encerraba al ganado. Este fue el origen de muchas aldeas a lo largo de estos dos siglos e intensificado en los últimos cincuenta años del siglo XVIII. A esto había que añadir las continuas reformas que se realizan en los cortijos de propios pertenecientes al cabildo municipal, que dio lugar a su permanencia y su grado de atracción para formación de estos departamentos rurales. Así, el cortijo del Piojo, Pinillo, Acequia Alta y Baja en el futuro asentamiento de Ermita Nueva. Allozarejo, en Villalobos. Sapillo en Valdegranada. Medianil, Atalaya en Mures.
Una división particular venía dada por la protección de los montes ante las clandestinas talas y roturaciones de las tierras. Los guardas divididos en parejas de dos vigilaban seis zonas correspondientes:
-Encina Hermosa, Fuente Tétar
-Hoya Redrada, Robledo, Cueva el Moro y Loberuelas
-Navasequilla y Mures
-Camello, Llano de los Muchachos, Chaparral de Nubes
-Dehesa de Fuente Álamo, Rabita y Sierra de san Pedro.


EL PARTIDO DE LAS CASERÍAS

Antes de que recibiera el nombre de Caserías de San Isidro, aparece con el genérico nombre de Caserías, incluso Caserías de la Moraleda en los siglos anteriores al siglo XVII. Este partido de campo no ofrece un núcleo tan definido como el de Santa Ana, Frailes o, incluso, las Riberas. Desde el rey Alfonso hasta Carlos III, los diversos repartimientos dieron lugar a importantes haciendas compuestas de grandes extensiones de tierra de labor, monte y alguna que otra viña.

DE FUENTE DE LA MORALEDA A FUENTE DE SAN ISAIDRO

Sin embargo, poco a poco, la ermita de san Isidro ubicada en tierras de un hidalgo relacionado con la familia del abad Moya y los Aranda, definió la zona que se denominará como Caserías de san Isidro. Era un paso importante en el camino hacia Priego y sus puentes y fuentes van  a ser lugares protegidos de la ciudad para el abrevadero de ganados. La fuente y el pilar que se  encontraba entre las dos moraledas era objeto de mantenimiento por parte del cabildo municipal y hay constancia de una obra importante de arreglo en 1671. Las fuentes públicas es una preocupación de la ciudad tanto en el casco urbano como los abrevaderos de animales en las aldeas. Entre las primeras, destacamos la Fuente de la Mora Vieja y Nueva, la del Pozuelo de san Juan, la de los Álamos o Fuente Nueva, y Fuente Tejuela, más a las afueras del casco urbano en el ruedo , el Cañuelo,  Granada, el Conejo y la  Pilillas. Todas ellas eran fuentes que se habían realizado por importantes artistas del renacimiento alcalaíno, los hermanos Martín y Miguel de Bolívar. Sin embargo, a lo largo de estos siglos, reciben una transformación importante de encañamiento y de alcantarillado. Para ello, el ayuntamiento alcalaíno se vale de los maestros alarifes o de obras locales con la colaboración de maestros granadinos. Hay constancia de que en el siglo XVI, vino a la ciudad el maestro mayor de la Alhambra Francisco de Potes y en el siglo XVII el maestro mayor del agua, descendiente de los Machuca, Francisco de Machuca, que junto a Antonio Martín Espinosa de los Monteros emprendieron una reforma muy importante del encañamiento del agua desde la Mora Vieja, reformando la red en los puntos del pilar de las Tórtolas o Mari Ramos y en dirección hacia una nueva fuente como la del Tesillo. Lo mismo sucedió con la fuente de los Álamos y la del Pozuelo de san Juan. También, las fuentes de las aldeas son puntos importantes que permitirá el desarrollo de núcleos urbanos a lo largo de estos siglos. Las fuentes también jugaron un papel importante como abrevaderos de ganados como la Fuente Ardales, que fue diseñada por Antonio Martín. En las aldeas, la fuente de Santa Ana data de principios del siglo XVII, y será realizada por canteros alcalaínos, la de la Fuente Rey y Somera en el partido de santa Ana, la de la Hoya en la zona de la Pedriza y Villalobos, la de Piedra en Valdegranada,  la de la Encina en Fuente Álamo, esta  de san Isidro, que fue reconstruida en el siglo XVII, del Piojo en Ermita Nueva, la de las Pilas de la Fuente el Soto, la Blanquilla en la Rábita, dan lugar al nacimiento de los partidos del campo y definen zonas rurales, ya que era el sitio de abastecimiento de la población y, muchas de ellas, abrevaderos de animales.
Por otro lado, muchas de ellas se transforman con el paso del tiempo en lugar de lavadero público como es el caso de la Fuente Rey, donde acudían a la labor de lavandería las mujeres de aquellos entornos y, reedificadas y techadas con la ayuda del abad Mendoza. Lo mismo  sucedió en las fuentes de la localidad como la de los Álamos o su ruedo como la Fuente Granada.

La importancia del abastecimiento de la ciudad va a ser tan significativa que los antiguos maestros alarifes, encargado de informar, tasar, e, incluso, realizar todas las pequeñas obras de la  ciudad se van a transformar en los maestros cañeros como Juan Manuel de Contreras en el 1783.

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