Este caballero, PROCEDENTE DE TIERRAS GALLEGAS,en concreto de Miranda de Lugo, y que había entablado un pleito de hidlaguía en Valladolid por los años treinta amparándose en su abuelo Diego Hermandez de Guinzo, hace la
residencia al corregidor Juan Álvarez de Toledo desde el mes de marzo hasta junio de 1525, asistido por el bachiller
Alonso Melgarejo y a partir del mes de agosto por Diego de Herri como alcalde
mayor.
En Loja la situación era caótica
hasta el punto que el propio corregidor impidió que entrara en la ciudad un
aposentador a causa del hambre y de la peste que se había extendió en muchos
pueblos de Andalucía.
En Alcalá la Real, continuaba la entrada de
ganaderos vecinos, sobre todo, vacuno, ovino y caprino, que acudían de las
tierras de las Campiñas, donde pronto se les acababa el pasto y solían venir
afectados por diversas epidemias. Esto obligaba a establecer nuevas ordenanzas
a los que se hacían pasar por vecinos, por lo que se les impidió que la
tuvieran en el mes de marzo de 1525(17.3).
No sólo los labradores de campos
de cereal y viñadores solían enfrentarse con los ganaderos sino que por otros
productos comenzaron a surgir disputas. Así, en el este mismo mes, tuvo que
hacerse una nueva ordenanza en defensa de los que se beneficiaban de los
zumacales, producto tan estimado en aquella época para el tinte. Las hortalizas
se regularizaron también con el precio que establecía el diputado en la plaza
pública, y se impendió la venta entre particulares en las huertas (11.8.25)
La ciudad se engrandecía cada
año más, y los yeseros abusaban del precio de elaboración de este producto por
la poca calidad de las canteras, el trabajo de extracción y el transporte de
este material, en el mes junio de este año (23-6), se fijó el precio del cahiz
de yeso en dos reales, puesto en el yeso, sin piedras y limpio. Para
proteger los montes cercanos, que en invierno solían abastecer a la ciudad de
leña para calentarse, en este mismo mes y día se dictó una ordenanza que
impedía la corta de leña desde ladera de Montefrío que iba al Cañuelo hasta el
cortijo de Cristobal de Linares, que estaba situado encima de la Fuente Granada.
Las prebendas
de los cargos públicos eran significativas, como el beneficio de un caballo por
parte del mayordomo. Ante los abusos de este oficial del cabildo, se reglamentó
que debían restituirlo en el caso de su muerte o venta( 25.6.25)
Las fiestas de
toros eran ya una realidad por el día de San Juan y, para ello, se
reglamentaron la participación de los caballeros y mozo, pues solían producirse
muchos accidentes, incluso mortales 23.6.1525).
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