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domingo, 15 de mayo de 2016

DIARIO DEL RUTERO DE LA ROMERÍA DE SAN ISIDRO

Hoy, no esperaba que nos juntáramos más de cincuenta personas para emprender la ruta de la romería de San Isidro. Y, al llegar a la plaza de Juan Carlos I, el grupo era bastante grande. Calle arriba Isabel la Católica, pasamos de largo por la de Juan XXIII, y tras la curva de la cruz de los Muladares- la del fin del recinto urbano hasta el siglo XX- ascendimos por la calle de la familia de los Vegas a la ermita de san Blas soslayando el camino de la antigua Cuesta del Cambrón- ese cardo espinoso que se asemeja a un término de dicado a los violentos-. Por la Carrera de los caballos, breves notas sobre el tercer anillo de muralla, la torre ladeada, las calles de ronda, interior y exterior, y algunos comentarios sobre el Rastro y la Alhóndiga. Luego , tras cruzar el antiguo entorno de san Bartolomé, pasar el camino de San Sebastián, y dejar de lado el del cerrillo de los Caballeros y Roahuevos continuamos por la vereda de san Bartolomé, recordando aquella viña en la que compartí vivencias con mi padres, incluso le escribí una elegía en un día en el que perdió la vida tras allanar la sombra de aquellos árboles de la antigua alquería.
 Por el camino, parada antes de la descendida, y visualizar la muralla del Aire o de Santiago, el palenque, la puerta de San Bartolomé  Rastros, el cerro de los Palacios,  la primera muralla con su torre de la Especería y  el lugar de los duelos y escaramuzas con los musulmanes por las tropas cristiana.
Entre olivos, algún que otro trigal por la parte baja y almendros en los linderos, bajamos al camino junto al arroyo de Guadalcoton y Chinares, el de la Casilla Romero,  tras unos breves pasos por un puente que nos permitía salvar la N 432, nos dirigimos al camino de la Piedra del Molino, entre un verde veteado por el amarillo de las flores salvajes, los lirios morados de campo y las rosaćeaas  bocas de león. Casi paralelos con la carretera que se dirige a Priego, este camino recordaba el camino nuevo de Prego, llegamos al viejo olmo herido por el hacha taladora que no por el rayo y , entre zarzales, ns desviamos entre columnas de olivos  pisando las pasadas hojas de olivo hasta llegar al camino que nos condujo a la ermita de san Isidro. Contemplamos carrozas con sabor a los antiguos aceituneros y salas de estar de los antiguos cortijos, y, entre tiendas , cohetes y sonidos de un coro andaluzas, nos quedamos escuchando la función de iglesia, dirigida por un padre trinitario entre banderas de la cofradía y un altar orlado por las imágenes de san Isidro y la Virgen del Carmen. Tras el altar, la familia y hermanos mayores de fiestas, la era estaba a rebosar de gente sentada en los bancos de la iglesia, antiguos campesinos y labradores de la zona,  Me encanto la voz de la solista del coro que resaltó las partes de rezo comunitario con su interpretación de bellas alegrías, cuidados fandangos, y otros cantaes menores del flamenco. La ofrenda muy original envuelta con elementos del campos.
Tras la misa , rodeados de personas con aldeanos , trajes de flamenco y el nombramiento de hermanos para otros años, un pequeño grupo nos volvimos por el mismo camino debido a asuntos familiares. La banda de múśica se escuchaba con sus sones mientras caminamos, cruzamos con varias carrozas y caballistas. Se quedaron otros a la comida del arroz caldoso.




























































Por el camino de la Casilla Romero nos dirigimos hasta la carretera de Montefrío, pero troceamos por al vereda del Aceitunillo por un suelos muy herboso y lodoso hasta pasar por el cementerio. Recordé al bueno Luís, qué hombre más optimista , de sonrisa feliz y cariñoso. También , me acordé de Justa, esa mujr de bien y del barrio de San Juan, que siempre rezaba al Cristo de la Salud en la mañanas dominicales.  Sin darnos cuenta en una hora habíamos llegado al Tipi Tapa, y comimos otro arroz.

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