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jueves, 12 de mayo de 2016

III CORREGIDORTES EN TIEMPOS DE CARLOS I. RODRIGO DE ALFARO.

A través del nombramiento del corregidor Rodrigo de Alfaro, podemos describir algunas características del cargo y reconstruir el amplio poder que ejercían en la ciudad
            Nombramiento

            Fueron nombrados , en los primeros años, por el emperador y por su madre la reina doña Juana, y posteriormente por el propio emperador. Lo llevaban a cabo mediante una provisión real que dirigían a los tres cabildos municipales que integraban el corregimiento y al corregidor cesante con esta palabras:
A vos el concejo, justicia, regidores, caballeros, escuderos e oficiales e omes buenos de la ciudad de Alcalá la Real, salud y gracia.


            Finalidad

            Trataban de que cumplieran  el cumplimiento del servicio del emperador, la justicia, la pacificación y el gobierno de las ciudades encomendadas.

            Competencias      

            Le incumbía al corregidor el ejercicio de ejecutar la justicia, la jurisdicción civil y criminal, el nombramiento de las alcaldías mayores, alguaciles y podía moderar y presidir el cabildo municipal. Podía nombrar un lugarteniente o teniente de corregidor. Generalmente por los datos que tenemos de las tres ciudades, solía ser un bachiller o licenciado que procedía de Granada en donde había conseguido la formación de jurisprudencia básica para asesorarlo o ejercer con garantías el gobierno de cada una de las ciudades. Pues, en los tres lugares del corregimiento, se le denominaba por alcalde mayor y, en muy pocos, aparece un teniente de corregidor y un alcalde mayor al mismo tiempo.
 Principalmente, el corregidor permanecía en Alcalá, donde cobraba el máximo salario y, en la ausencia de las visitas a los otros municipios de Loja y Alhama, se le privaba del salario que incumbía al sitio donde residiera.
            A través de sus principales competencias se derivaban un gran número de obligaciones, que  se ejercía por la simple ejecución de los mandatos reales o acuerdos del cabildo. Desde la puesta en marcha de las levas militares hasta el encarcelamiento por negarse a acudir a la llamada al servicio militar, desde la presidencia en los actos protocolarios de las fiestas de la ciudad hasta la preparación de los fastuosos actos con motivo de las celebraciones extraordinarias de la Corona, desde la moderación a la hora de equilibrar las votaciones del cabildo hasta la imposición de su criterio para defender los mandatos reales que eran desobedecidos por el propio ayuntamiento, desde la protección de los límites y caminos de la ciudad hasta la persecución de los que se adentraban en terrenos de propios o invadían con su ganados las tierras comunales y así un sinfín de deberes que afectaban toda la vida de la ciudad.

            Duración del mandato

            Se concedía el oficio del corregimiento por un año, que solía prorrogarse por un nuevo año. Al final, de cada año se enviaba un pesquisidor que llevaba a cabo un juicio de residencia por el que se analizaba la gestión de su mandato, atendiendo las acusaciones de los vecinos afectados y los incumplimientos en el ejeciicio de su poder y en el del resto de los cargos municipales, regidores y oficiales del cabildo. Al final del juicio de residencia, se permitía alegar a los afectados y pagar lo que hubiera supuesto todo tipo de medidas de abuso de poder, malversación de fondos públicos, y cauqluier delito contra la hacienda pública.

            Salario


            Variaba de una ciudad a otra y del tiempo de permanencia, además solía acumularse cierta cantidad de cada una de ellas. Por los libros de cuentas del cabildo alcalaíno, solía cobrar 36.000 maravedíes anuales en Alcalá Real, siempre que permaneciese en la ciudad, pues el computo se llevaba a cabo mediante el sistema de división de dicha cantidad por días de estancia y, en su lugar, lo cobra el  alcalde mayor, que también recibía parte de algunas penas de ordenanza.

 LICENCIADO  RODRIGO DE ALFARO

La reina Juana y el emperador Carlos le prorrogaron el corregimiento el 22 de diciembre de 1518, firmando la carta de cédula real el rey en Maguncia, la cual se conserva en el Archivo municipal de Alcalá la Real y en la que le advierte específicamente de la obligación de cumplir la nueva bula sobre el habito de los clérigos y el de los de tonsura según nuevo acuerdo de la Santa Sede, así como la obligación de publicar las bulas los tres primeros domingos de cuaresma, lo que se mantuvo en los dos siglos siguientes. En Alcalá su teniente corregidor fue el bachiller Juan de Santa Cruz. En Loja, tuvo problemas con el alcalde mayor García Hurtado que no se incorporó al puesto y debió hacer caso a las protestas del pueblo nombrando como teniente al jurado Diego de la Puerta. Se quejaban los vecinos de que no conocían a la gente de la ciudad ni su estilos e importunaban a la gente, haciéndole sinrazones.
Fue un año de peste que se acercó hasta la comarca lojeña sin sufrir ninguna muerte gracias a las prevenciones de guardas y cerco de la ciudad. En este año se celebraron con alegrías el nombramiento de emperador a Carlos V.
En el dieciocho de diciembre de  1518 se anuló a Loja el privilegio de franquicias de alcabalas y en el 1520, se le quiso imponer el cabezón sobre todos los productos de cada gremio. Hubo un concejo abierto de entre todos los productores y gremios de toda la población que rechazaron dicha imposición. No obstante se llegó a un acuerdo con el recaudador Gómez de Molina, dejando exentos el pan y muchos cereales y productos de artesanos siempre que se traficaran en la plaza de la ciudad, compensando la cantidad con una acordada globalmente.
            En Alcalá se recibió una ejecutoria real , a través del teniente corregidor de Jaén 
Licenciado Sánchez Marañón, por el alguacil mayor Gonzalo de Ávalos, en el que se le imponía un repartimiento a la ciudad de 127,453 con motivo de las guerras y ayuda a la Armada por mandato del rey y la reina. Lo trató de ejecutar el alguacil , pero se opuso el regidor Juan de Aranda, que acudió a la Corte. Pues defendió que Alcalá había cooperado con una incursión de los turcos en Almuñécar, requerida por el conde de Tendilla. Tuvo una recompensa de 76.504 maravedís.

            Cesó en el cargo el veintiocho de febrero de 1520.



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