Parece como si Alcalá la Real y Antequera, estas dos ciudades de dos
provincias algo alejadas entre sí, Jaén y Málaga, no tuvieran relación alguna a lo largo de
la historia y en el compartir proyectos
e ilusiones comunes. Sin embargo, a veces, se necesita que alguien toque las fibras más
sensibles para comprender que ambas urbes se subieron al tren de la historia y
del progreso en muchas ocasiones. Lo comprendimos con motivo del viaje de la
agrupación socialista a tierras antequeranas. Lo hicimos con gran
agrado para apoyar el conjunto formado por los dólmenes, la Peña de los Enamorados y el
Torcal como lugares de Patrimonio de la Humanidad. Casi, están a punto de ser una realidad.
Y no fueron solamente razones históricas sino,
incluso, fundamentos geográficos que se remontan a un mar de Tetis, que dejó
dos puertos fundamentales de entrada para el reino de Granada, el de Alcalá y
el de Antequera. Unos enclaves muy estratégicos para el mundo de una
frontera, que cantaron los juglares y recogieron los romances fronterizos con
aquellos versos que describían en 1410 la toma de Antequera por el infante don
Fernando: Dando voces vino un
moro/con la cara ensangrentada:/-Con tu licencia, el rey,/ te diré una nueva
mala; /el infante don Fernando/ tiene Antequera ganada, /muchos moros dejan
muerto;/ yo soy quien mejor librara;/ siente lanzadas yo traigo,/ el cuerpo
todo me pasan;/ los que conmigo escaparon/ en Archidona quedaba. Es verdad que es un lazo trágico el que
vincula las dos poblaciones, pero, a pesar de la adversidad, constata una intercomunicación del mundo y
relevancia de dos grandes ciudades de frontera. Y, en este caso, los antepasados alcalaínos
sufrieron los platos rotos, porque la venganza ocurrió en Alcalá, el día 29 de septiembre del mismo ,cuando el
rey granadino Yusuf reaccionó y atacó los campos alcalaínos: Con la tal nueva el rey,/ la cara se le demudaba/manda juntar sus
trompetas /que toquen todas al arma; /manda juntar a los suyos, /hace muy gran
cabalgada,/ y, a las puertas de Alcalá/ que la Real se llamaba,/ los cristianos y los moros/ una
escaramuza traban./Los cristianos eran muchos,/ Más llevaran orden mala; los
moros que son de guerra, /dádoles mucha carga, /de ellos matan, de ellos
prenden,/de ellos toman en celada. /Con la victoria los moros /va la vuelta de
Granada,/ a grandes voces decían:/-¡la victoria ya es cobrada!
Su mundo de frontera entre el reino
musulmán y el cristiano no fue el único peldaño de una escalera o el solitario
eslabón de una cadena de muchos acontecimientos compartidos, sino que las
relaciones entre las clases
privilegiadas mediante el enlace de los hidalgos de ambos pueblos-por ejemplo
los Narváez o Durán-, las influencias de emigrantes a tierras alcalinas de
personajes republicanos que luego
renovaron el turnismo imperante del siglo XIX, Y, sobre todo, las conexiones actuales entre programas y
proyectos de Ciudades Medias, Tu
Historia, Escuela Taller o Caminos de Pasión, o , la inserción en el mundo del aceite en las cooperativas de
segundo grado para llevar conjuntamente
una mejor comercialización de
este producto.
No hay ninguna puerta que reciba el nombre de Alcalá, ni a
la inversa; pero con Antequera mira por donde luego tuvimos la suerte de
recordar en su museo la relación de los
diputados conservadores alcalaínos con Romero Robledo en tiempos de la
monarquía turnista de finales del siglo XIX y principios del XX. O de
experimentar los adelantos de la medicina con el los miembros de la familia
Solano,(padre que fue médico y comenzó a experimentar y publicar su adelantas
pulsistas en la ciudad malagueña; e hijo
que experimentó los conocimientos de la pulsión
y conservó la última obra de su padre en tierras alcaláinas. a saber , Observaciones sobre la
pulsión). .
No fue este el único personaje. También
lo fueron el antequerano Francisco Gutiérrez que construyó la techumbre de la Iglesia Abacial de la Mota ; el alcaláino Mateo
Primo que lo hizo en la iglesia del Carmen; la escuela antequerana de
imaginería que recibió la huella y enseñanza de las manos del alcalaíno Pablo
de Rojas, Y, esas manos como Fernando del Pino y el director de este medio
informativo que redoblaron las pulsaciones de las fibras de estos tiempos
actuales, en los campos del voluntariado y de la información. Por eso, nunca
olvida Antequera su tierra natural, y ya son auténticos alcalaínos, hijos
adoptivos por sus méritos y su amistad
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