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viernes, 27 de mayo de 2016

LA FIESTA DEL CORPUS EN ALCALÁ LA REAL (ii)

Nuevos elementos diferentes a los siglos anteriores se manifiestan en estos siglos.  En el año 1725, en la víspera del Corpus, aprovechándose de la presencia del Regimiento de Dragones Pavía, se iluminó la plaza del Ayuntamiento en la calle Real, se hicieron  salvas de fusilería por las tropas y una velada, alternada entre la capilla de música de la iglesia Mayor y los cuatro oboes del Regimiento.
Por los años treinta del siglo XVIII, se escribe en el forro de las portadas de los libros de Cabildo, el dato de la probanza de los dulces del Corpus por parte de todos los regidores y oficiales del Ayuntamiento, señalando la fecha exacta de dicho acontecimiento, como un acto importante de la festividad.


Es frecuente que el cabildo costee la cera de la iglesia de los regidores.[1] Esta  se dedicaba a altar de la Iglesia Mayor, al gobernador, los ministros y el cuerpo de la ciudad. Por las circunstancias adversas o económicas, en años como el 1744, se restringe el adorno de la plaza y se sugiere que sea lo menos costoso posible, ocurriendo el caso de que se suspendan las propinas que se daban a los munícipes y los gastos de danzas.[2]
En la misma línea de restricción de gastos, se aceptó en el año 1749 que se cambiaran los dulces y propinas que daban a los miembros del Cabildo por la parte correspondiente de tela de lana para las chupas.[3]
El año 1753 nos ilustra de los elementos constitutivos de la fiesta al presentar las cuentas los diputados encargados de ellas: Los adornos de la plaza, el altar,la cera, los dulces y, curiosamente, la Danza de los Valencianos completaban el montante de unos siete mil trescientos cincuenta y dos reales. Aunque no quieren introducir estilos ni perjudicar lo esencial de la fiesta, la nueva danza de los Valencianos es una novedad de la fiesta, que se repetirá en el año siguiente en el día de la función en el de la Octava al contratarse a Pascual Millares.[4] Unos días después, se nos especifica la reiterada probanza y convite de dulces y además se manifiesta que la procesión salía de la iglesia de San Juan hasta la Plaza Nueva. Una arroba de cera para la hermandad del Santísimo Sacramento, veintitrés libras para la iglesia( preste, diáconos, curas, beneficiados, sochantres, sacristanes, organistas, maestro de ceremonias, capellanes, campanero y caniculario), cuarenta y cuatro velas de media libra para el día del Corpus y Octava, catorce velas de media libra para para el preste y altar en los días señalados, otra al abad y gobernador, al fiscal, notario y mayordomo. No se olvidaban de la media libra del paje del Gobernador. El altar de la plaza alcanzaba los dos mil quinientos reales. Los dulces se repartían una arroba para el abad y media para el gobernador, en la misma proporción el corregidor y el alcalde mayor y los regidores y jurados recibían seis libras, dos los escribanos, tres los abogados, dos el capellán del cabildo, dos el contador y el alguacil mayor, administradores de propios y Pósito, y una en el mayordomo, el fiscal, el portero y el trompetero. No obstante, este año se restringió el refresco del Día de la Octava.[5] A veces,se amplia el derecho de cera a los miembros del Tribunal Eclesiástico como en el año 1763. En otras ocasiones, se distingue al corregidor con una cera especial como en el año 1780 [6]. Durante muchos años los presupuestos fijados ascendieron los doscientas y cincuenta mil maravedís.

A mediados de siglo se constata que una familia granadina va ser la encargada de la organización de todos los preparativos, ornamentos, aderezos, danzas, altares, y demás elementos de la Fiesta del Corpus. Era la familia de los Perea, que provenían del Corpus de la ciudad de la Alhambra y, mediante conciertos de siete y ocho años, se obligarán de padres a hijos a organizar los principales actos y adornos. En concreto, el 1757, Juan Perea firma un contrato cuyo memorial recoge el acta del cabildo del día ocho de enero, donde se compromete a a hacer todos los años la función del Corpus y tener pertrechos suficientes, que eran los adornos y altar de la plaza

juntamente con las tres danzas de dichos días [1]. El período de duración del contrato suele establecerse con una periodicidad de siete años, que a veces prorrogan como es el caso de este mismo en el año 1763, aunque cada vez exigen nuevos elementos y materiales: en este año precisamente las tablas, madera y rollizo de los altares y de los toldos.[2] Al morir en el año 1772, sus hijos, tulelados por Felipe Guillén, mantienen las mismas cláusulas[3]. En el año 1784, finalizó este contrato y el propio cabildo quien organiza la tramoya del toldo e iluminarias[4].



[1] AMAR. Acta del cabildo ocho de enero de 1757 y otras del  1761
[2] AMAR. Acta del Cabildo del catorce de abril del 1763.
[3] AMAR. Acta del cabildo del soasw febrero de 1772.
[4]AMAR.Acta del cabildo.

[1] AMAR.Acta de Cabildo del siete de abril de 1742.
[2] AMAR. Actas de cabildo del dieciséis y veintiuno de abril, y cuatro de mayo ( libranza de 3.067 reales) de 1744.
[3] AMAR. Acta de cabildo del veintitrés de junio de 1749.
[4] AMAR. Acta del cabildo del dieciocho de junio de 1753, y del año 1754.
[5] AMAR. Acta del cabildo del diecinueve de junio de 1753.
[6]AMAR. Acta del cabildo del veintisiete de mayo de 1780.

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