LAS NUEVAS MEDIDAS DE LOS
AUSTRIAS MENORES
Sin embargo, no coincidía esta
postura con la nueva línea administrativa y hacendística del Estado que trataba
de controlar a sus reinos con la creación de nuevos órganos como la Junta de
Millones, la potenciación de los corregidores de las capitales de los reinos y
el fortalecimiento de los procuradores de las ciudades representadas en las
Cortes, a los que recompensaba sus servicios con los cargos y oficios que
emanaban de su decisiones, valiéndose de familiares y de adeptos a la hora de
poder contar con su apoyo. En esta línea, hay que comprender el gran número de
corregidores de origen jiennense que proliferan en el siglo XVII en el
corregimiento alcalaíno. Y, además, el convecimiento de las autoridades
jiennenses que asumían una nueva distribución territorial, en la que daban por
supuesto la ubicación de la capital de la Junta de Millones en la sede del
Santo Reino. Por eso, respondían rotundamente a las alegaciones del cabildo
alcalaíno con estas palabras:
"la ciudad de Jaén
respondió al dicho requerimiento que le ha hablado en todas las cortes por sí y
su tierra, partido y provincias en que se comprehenden la dicha ciudad de
Alcalá la Real e la villa del Castillo de Locubín e que ansí contribuyeran en
el servicio de los ocho millones, que se otorgío a el rey nuestro Señor, que
aya gloria, en virtud de la real cédula que se le envió, fecha del ocho de
septiembre de 1590, en que se mandó que, sin perjuicio de los dichos
privilegios, se pagasen un quento y quatro cientos diecisiete maravedís, que se
imponga de dicha sisa"[1]
A todo ello coadyuvaba la
urgencia y la perentoriedad para afrontar
las necesidades militares de las guerras, la dificil situación económica, y, lo
que era más evidente, la tendencia a un
estado cada vez más centralizado, donde la influencia de las ciudades era menos
notoria por medio de otros modos de organización, en los que se rompiera el
difícil equilibrio entre los súbditos y la Corona. Ahora, interesaba más la
creación de un cuerpo nacional organizado del ejército que las milicias
urbanas, que no ofrecían suficiente garantía para asumir guerras en lugares alejados
de su entorno y en detrimento de la producción económica al dejar abandonados
sus campos y sumida la población en la pobreza. Interesaba también una
organización hacendística en la que las fuentes de ingresos fueran estables y no agoviaran a los vecinos con contínuos
repartimentos, impuestos y donativos. Este era el objetivo, pero la realidad
alcalaína quedaba sumida en un periodo de transición por el que no llegó a
liberarse hasta muy avanzado el siglo XVIII. En esta situación hay que enmarcar
a los corregidores del siglo siglo XVII.
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