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miércoles, 11 de enero de 2017

IFÍCRATES



I

El ateniense Ifícrates se hizo famoso no tanto por la grandeza de sus hazañas como por su disciplina militar. Pues fue un jefe de tal categoría que no solo se podría comparar con los más famosos de su tiempo, sino que tampoco ninguno de sus antepasados le excedía. Por cierto, se ejercitó en la guerra. Y a menudo estuvo al frente del ejército; en ninguna ocasión por su culpa acabó mal la guerra, siempre salió victorioso por su pericia militar y hasta tal punto influyó en el arte militar que hizo muchas innovaciones, y otras veces las mejoró existentes. Pues cambió las armas que usaba de infantería. Como quiera que, antes entrar en el mando, se usaran escudos redondos, cortas lanzas y pequeñas espadas, el, por el contrario, cambió la pelta por la parma- por lo que, posteriormente, se llamaban peltastas a los soldados de pie-para que fuesen más ligeros para los despliegues y choques; hizo las picas otro tanto más largas; y convirtió las espadas en más largas. Dejó el mismo tipo de corazas e hizo que llevasen lorigas en lugar de correas de lienzo. Hecho esto, , hizo más expeditivos a los soldados, pues quitado el peso, procuró de cubrir por igual el cuerpo para defenderse y que fuera más ligero.
II
Llevó a cabo la guerra contra los tracios, rescató a su reino a Seute, aliada de los atenienses. En las cercanías de Corinto, se puso al frente del ejército con una seriedad tan grande no hubo nunca en Grecia ninguna tropa más preparada ni más obediente a los mandos de jefe; y los acostumbró a que, ante una señal dada por el peritísimo jefe, se colocaban su tropas ordenadas sin que los obligare el jefe, de modo que parecía que cada soldado estaba ordenado por un jefe muy diestro. Con este ejército pasó a cuchillo a la “mora o escuadrón” de los espartanos, lo que fue muy celebrado por toda Grecia.  Además, puso en fuga en la misma guerra a todas sus tropas, y, hecho esto, consiguió una gran fama. Cuando Artajerjes quiso hacer la guerra al rey de Egipto, reclamó a Ifícrates como jefe a los Atenienses, con el fin de ponerlo al frente del ejercito extranjero tomado a sueldo, cuyo número fue de 12.000 soldados: Y lo adiestró en todo tipo de disciplina militar de tal modo que, a la manera que los soldados romanos fueron llamados fabianos, así los ipacretenses fueron muy alabados entre los griegos. El mismo, habiendo marchado en auxilio de los espartanos, contuvo la rapidez de las conquistas de Epaminondas. Pues, si su llegada no hubiera llegado prontamente, los tebanos nos habrían retirado de Esparta antes que la hubiesen destruido con un incendio tras haberla conquistado.
III

Fue, además, un hombre grande de cuerpo y ánimo y con porte de de jefe, de modo que cualquiera, con su propia presencia, se admiraba de su persona; pero, también, en medio de las penosidades fue muy flojo y poco sufrido, tal como Teopompo no lo recordó por escrito; mas era un buen ciudadano y muy fiel en sus tratos y de palabra. Esto quedó manifiesto no solo en otros acontecimientos, sino también en proteger a los hijos de Amintas el Macedonio. Pues Eurídice, madre de Perdicas y Filipo, se acogió a Ifícrates con sus dos niños, tras la muerte de Amintas, y fue defendida con todas sus fuerzas. Vivió hasta la vejez, tras aplacar los ánimos de los ciudadanos con respecto a su persona por varias acusaciones. Una vez, solo, defendió en juicio la causa de su vida en tiempos de la guerra social, junto con Timoteo, y en el mismo juicio fue absuelto. Dejó tras de sí a un hijo llamado Menesteo, nacido de una mujer de Tracia, hija del rey Coto. Ante la pregunta que le hicieron a su hijo si tenía en más valor a su madre o a su padre, respondió : “A su madre”. Pero, ante la sorpresa de todos, dijo: “Con razón estimo más a mi madre; pues mi padre cuanto estuvo de su parte, me hizo de Tracia, por el contrario mi madre me hizo ateniense”.  

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