Estamos acostumbrados a la literatura creativa de autores conocidos o
renombrados en los diversos ámbitos. Pero existe un ámbito de la creación
literaria que versa sobre al traducción de las obras originales, que, hasta
ahora, no se ha revalorizado en la medida de lo que significa de creatividad,
originalidad y adaptación a la lengua española u otra cualquiera. Este es el
caso que traemos con el texto de Catón, escrito por Cornelio Nepote, en sus
Vidas. Y lo hacemos por se un personaje
universal, que ha quedado impreso en la retina de muchos escolares de otros
tiempos. Fue un ejemplo a imitar fijado en las pastas de las portadas
escolares. Este es nuestro intento de versión al español.
CATÓN
Marco Catón, natural del municipio de
Túsculo, antes de alcanzar cargos públicos, vivió durante su adolescencia en el país
de los sabinos , porque allí había heredado un terreno de su padre. Una
vez completada esta etapa de su vida´, a instancias de Lucio Valerio Flaco,-al que
tuvo como compañero en el consulado y la censura-, según suele narrar el censor
Marco Perpenna, emigró a Roma y se
inició en la carrera civil. En su primer
puesto de su carrera política, recibió su primera paga en el ejercicio de la milicia a la edad de 17 años. Bajo el consulado de
Quinto Fabio y Marco Claudi, fue tribuno militar en Sicilia. Cuando regresó de esta isla, militó bajo las órdenes de Claudio Nerón, y destacó
por su valor y tenacidad militar en la
batalla junto al río Sena, donde murió
Asdrúbal, hermano de Aníbal. Le correspondió ser cuestor de Publio Cornelio
Escipión, con el que convivió no como debía
corresponder a la buena fortuna de haberle tocado como colega; pues, mientras aquel
estuvo vivo, estuvo enemistado
con él. Compartió el cargo de edil de la plebe con Cayo Helvio. Durante el
tiempo de la pretura, gobernó la provincia de Cerdeña, de donde, al retirarse
en tiempos anteriores de su cuestura, se había traído al poeta Ennio, cosa o
que consideramos que deba ser valorada más
que cualquier otro triunfo importantísimo de Cerdeña.
II
Fue cónsul con Lucio Valerio Flaco,
habiéndole correspondido en suerte gobernar la provincia de la Hispania Citerior ,
y logró grandes triunfos durante su mandato. Como Catón permaneciese allí durante
mucho tiempo, Escipión el Africano, en
su segundo consulado, - en el primero de Catón este había sido cuestor-, quiso
echarlo del gobierno de la provincia y suplantarlo; pero no pudo conseguirlo del senado, a pesar de que
Escipión era el personaje más importante de Roma, (porque la república se gobernaba, no
solo por el la fuerza del poder, sino también por la ley). Por esta razón, Catón,
al estar contrariado con el Senado, y una vez cumplido el tiempo de su
consulado, se mantuvo como un simple ciudadano en la ciudad. Pero, una vez nombrado
censor junto con el mismísimo Flaco, se
portó con la mayor rectitud. Pues, no
sólo castigó a muchos notables, sino también
introdujo muchas novedades en forma de edicto para reprimir el lujo, que
ya empezaba a pulular en Roma. Durante unos 80 años, desde su adolescencia
hasta el final de su vida, no dejó de recibir enemistades a causa de su amor por la república. Pero, a pesar de haber sido sufrido muchas acusaciones por muchas personas, no solo no
tuvo detrimento alguno en ser estimado, sino que, mientras vivió, fue alabado con creces por su valor.
III
En todas las ocasiones, se comportó con prudencia y laboriosidad; pues fue un avispado agricultor, conocedor de
la administración pública, buen jurisconsulto,
gran general, excelente
orador, y muy amante de la literatura.
Aunque se había inclinado, en su edad madura,
por la pasión literaria, sin embargo tanto progresó que, difícilmente,
podemos encontrar algo que le sea desconocido de los griegos o de los romanos.
Desde joven, compuso discursos. De viejo comenzó a escribir historias. Tiene
siete libros de Hostia. El primero contiene las hazañas de los reyes del pueblo
romano; el segundo y el tercero, de
dónde se originó cada una de las ciudades itálicas; por el cual motivo, se le
tituló, según se cree, Orígenes. En el cuarto,
se contiene la Primera Guerra
Púnica; en el quinto, la Segunda Guerra
Púnica. Todas están escritas sucintamente.
Escribió las restantes guerras de igual modo hasta la pretura de Servio Galba,
que saqueó a los pueblos de Lusitania; y
no nombró los generales de estas guerras, sino que escribió los sucesos sin nombres. En estos mismos libros, expuso
qué acontecía en Italia y en las Hispanias o lo que parecía digno de
admiración; en los cuales se pueden descubrir mucha laboriosidad y diligencia, y ninguna
erudición. Sobre su vida y costumbres hemos escrito en aquel libro, que
hicimos, por separado sobre Catón a
instancias de Tito Pomponio Ático. Por esta razón, remito a los que desean
saber de la vida de Catón a este volumen del libro.
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