CONÓN
I
El
ateniense Conón empezó a manejar los negocios de la república
durante la guerra del Peloponeso, y en ella fue muy importante su
intervención. Pues, como jefe se puso al frente de los ejércitos de a pie y, como almirante de la armada, obtuvo grandes victorias en el
mar. Por estos motivos, los atenienses honraron singularmente a
Conón. Pues, sólo gobernó todas las islas. En este mandato tomó
Faras, colonia de los espartanos. También fue general en la última
guerra del Peloponeso, cuando las tropas de los atenienses fueron
derrotadas junto el río Egos. Pero, por entonces estuvo
ausente, y la empresa salió mucho más preparada que si hubiera estado
presente. Pues era un jefe práctico y activo en el arte militar. De
tal manera no cabía duda alguna en estos tiempos que, si él
hubiera estado presente, los atenienses no habrían sufrido aquella
derrota.
II
En
tal situación de aflicción de los atenienses, habiendo sabido
por oídas que la ciudad era asediada, no preguntó dónde el viviría
con seguridad, sino que desde dónde podría socorrer a sus
paisanos. Y, así, se reunió con Farnabazo, sátrapa de Jonia y
Lidia, y así mismo yerno y allegado del rey persa, a pesar de que le costó mucho
esfuerzo y peligro el granjearse enteramente su amistad ante su
presencia.
Pues,
como no cumplieran los lacedemônios a los conciertos de la liga, que
habían hecho con Artajerjes, una vez derrotados los atenienses, y
hubiesen enviado a Agesilao a hacer la guerra a Ásia, impelidos
principalmente por Tisafernes, que, siendo de los privados del Rey, se
lê había rebelado y había hecho alianza con los lacedemônios, en contra de Farnabazo fue considerado general, mas en realidad
Conón era que estaba al frente del ejército y que todas lãs empresas se llevaban a cabo según su criterio. Cortó Conón todos sus planes a Agesilao, generalísimo de los lacedemônios y muchas veces
desbarató sus propuestas hasta el punto de que se vio claramente que. si aquel no
hubiera estado presente, Agesilao habría conquistado al rey de Ásia
hasta Tauro. Después que sus paisanos lê hicieron volver a
Lacedemônia, porque los beocios y los atenienses lê habían
declarado la guerra a los lacedemônios, Conón no menos se mantenía
entre los jefes del Rey sino que era muy necesario , porque todos se servían de
él.
III
Hubiese rebelado Tisafernes contra el Rey, y esto no era tan notorio para
Artajerjes como para los demás; pues tênia mucha autoridad por
sus muchos y grandes servicios prestados con el Rey aun en medio de
haber faltado a su fidelidad. Y no le debía extrañar a llegar a
comprender fácilmente esto, porque se acordaba de que había vencido
a su hermano con todo su empeño. Para acusar a Tisafernes, Conón fue
enviado por Farnabazo ante el rey, y después que llegó, según la
costumbre de los Persas, primero se presentó a Titraustes, jefe de
la guardia que ocupaba el segundo mando del reino; y le mostró que
el quería personalmente hablar con el rey. Pues a nadie se le daba
licencia sin el permiso de este. Aquel le dijo a Conón:
“No hay impedimento, pero considera si quieres reunirte con él o
poner por escrito lo que piensas. Pues no hay necesidad de que, si te pusieses en su presencia, te postres delante del rey( proskinesim lo
llamaban aquellos). Si esto te cuesta trabajo, por mi mano no menos,
dándome por escito tu comisión lograrás lo que deseas”. Entonces
Conón le respondió: “En
verdad que no se me hace cuesta arriba honrar al rey, pero tengo el
miedo de que sirva de afrenta a mi país com el cumplir el
ceremonial de los extranjeros antes que el de Atenas, puesto que me
he marchado de ella, que acostumbra a mandar a los demás pueblos”.
Así pues entregó escritas aquellas cosas que quería decir al rey.
IV
Una
vez conocidas estas cosas, el rey se perturbó tanto por su
prestigio que consideró a Tisafernes como enemigo, y ordenó
atacar a los lacedemonios con la guerra y le permitió elegir a quien
el quisiera para pagar la tropa y hacer las provisiones de la guerra.
Conón le dijo que esto no era de su responsabilidad sino del propio
rey, que debía conocer inmejorablemente a sus súbditos, pero su
consejo radicaba en que se le diese este cargo a Farnabazo. Tras esto,
habiendo recibido muchos regalos, y una vez que fue enviado al mar,
para mandar que contribuyeron con galeras las ciudades de Chipre y
púnicas y juntar la armada, con la que pudiese vigilar el mar en la
próxima campaña, dándole por compañero Farnabazo, tal como el
mismo había querido . Cuando esto se le comunicó a los
lacedemonios, con preocupación, se ocuparon del asunto, porque
pensaban que que estaba inminente una guerra más grande, que si
luchaban solamente contra los bárbaros. Pues consideraban que un
jefe valiente, al que no podían derrotar ni por estrategia ni con tropas, estaría al frente del ejército del rey con prudencia y
lucharía contra ellos. Con ese plan juntaron su armada. ; y
marcharon bajo el mando de Pisístrato. Conón, habiéndoles
atacado cerca de Cnido, los puso en fuga en un gran combate,
apresó muchas naves, y echó al fondo a otras muchas. Por esta victoria,
no sólo Atenas, sino también toda Grecia, que había estado bajo el
poder de los lacedemonios, fue liberada. Conón con parte de las
naves llegó a su patria, procuró reconstruir los muros destruidos del Pireo y Atenas,por Lisandro y les concedió a sus paisanos
cincuenta talentos de dinero que había recibido de Farnabazo.
V
Aconteció
a este el ser menos considerado en la prosperidad que en la
adversidad, lo que suele acontecer a los demás mortales. Pues, una
vez derrotada la armada de los peloponesios, pensando que el había
vengado los ultrajes de su patria, ansió más que pudo llevar a
término. Sin embargo estas cosas no fueron buenas ni dignas de
alabanza, porque prefirió aumentar el poder de la patria ates que
el del rey. Pues habiéndose granjeado un gran prestigio en aquella
batalla naval que había dado a la altura de Cnido , no sólo
entre los bárbaros, sino también entre todas las ciudades de
Grecia, empezó a procurar secretamente volver al dominio de los
Atenienses sobre la Jonia y Eólida. No habiendo estado est plan tan secreto
como debía, Tiribazo, que mandaba a la ciudad de los sardes, llamó
a su presencia a Conón fingiendo que quería enviarlo ante el rey
para tratar sobre un gran asunto. Obediente al mensaje de este,
habiendo llegado a este país, le pusieron en la cárcel. Después de
esto, algunos dejaron escrito, que, una vez llevado ante el rey,
allí murió. Por el contrario, el historiador Dinón, de quien no
nos fiamos mucho sobre los asuntos de los persas, escribió que logró
escaparse; pero duda si aquello fue hecho sin saberlo Tiribazo o no
sabiéndolo.
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