Nuevo año, nueva
serie de artículos. Iniciamos hace años nuestra colaboración con este medio, y
proseguimos con mucho gusto con otra nueva. De los meses del año y refranero pasamos a los miradores y
la torres para acabar el último año con el capítulo relacionado al sintagma entrecorchetado
entre dos lugares o dos temas de nuestro derredor. Alcalá la Real es un
municipio singular, como lo es Priego de Córdoba; ambos no pueden concebirse
sin su entorno rural. Alcalá es la ciudad y sus aldeas, sus núcleos dispersos
en la pie de la paloma desplegada que
forma su territorio. Y Alcalá se despliega en
el plano de las calles que se extienden desde el cerro de la Mota hasta la
Cruces y desde el Llano de las Aves Frías a la Tejuela, pero no pueden
olvidarse las calles de campo que, antaño, salían de la fortaleza de la Mota y
alcanzaban los núcleos más dispersos, a través de caminos, veredas y senderos.
Recorrer los campos alcalaínos es percibir los peldaños de una historia que, en
algunos casos, se remonta a siglos anteriores a la prehistoria. Este es el caso del partido de campo de Cantera Blanca,
que era como se llamaban las divisiones territoriales que se implantaron desde
el siglo XVII. Como una manilla del reloj, los caminos radiales servían
de cuadrante espacial para ejercer los servicios o cumplir los deberes
cívicos, y al mismo tiempo cimentó la conciencia de pertenencia a la tierra
chica. Entre las divisiones de los 12
partidos de campo de la comarca o municipio alcalaíno, destacaba, a
mediados del siglo XIX, el de CANTERA
BLANCA, compuesto por varios núcleos: dispersos como el de Villalobos, el de
Cantera Blanca y el propio de la Pedriza, que actualmente da nombre a los dos últimos en detrimento de
Cantera Blanca y la separación como aldea de Villalobos. Escribimos lo siguiente sobre sus tierras: "Geológicamente corresponde, como todo el término municipal de Alcalá la
Real, por el corte desde el Menchón hasta la Hondonera al Mioceno y a la
subdivisión del Subbetico septentrional y
meridional, en el que se detectan varias fases tectónicas de mayor
o menor intensidad- la de mayor intensidad durante el Tortoniense (...) es un
paisaje alomado y plano, donde aparece una gran llanura proveniente de la
acción de varios arroyos y barrancos que coinciden en esta área. Junto a
cabalgamientos de materiales sobre materiales triásicos encuentran alomamientos de margas del
Cretácico y Terciario.. O por la parte Norte de la Sierra se pueden encontrar cerros testigo
pertenecientes a restos no erosionados de cabalgamientos superficiales de unos
materiales sobre otros. Son tierras de muy buena calidad, pertenecientes a la
zona suroriental del término de Alcalá la Real, formado por un conjunto de
colinas cortadas de barrancos, cañadas y vertientes de aguas llovedizas,
cuyas partes más llanas se roturaron y
se convirtieron en tierras de secano, productoras de cereales, las cuales,
actualmente, han sido conquistadas por el
olivar en su mayor parte, salvo las partes de las cimas que conservan la
vegetación y flora del monte mediterráneo con predominio del encinar (Camello)
y algún que otro quejigo, alcornoque, y
fresno y algunas zonas de huertos y hortalizas junto a los arroyos y
pozos de extracción artificial que producen hortalizas, arbolado de frutas,
alamedas, etc. "
Pasear
por las tierras de Cantera Blanca es palpar la huella del homo neanderthalensis
en los cerros cercanos al Castellón, embaucarse en el espíritu legendario de
las alquerías musulmanas de Fuente Nubes y Bajacar, pisar las tumbas de los
pueblos de la Edad de los Metales en el Llano de los Muchachos, comprobar la
huella histórica en los extensos campos y los cortijos de los primeros repartimientos del rey Alfonso
XIII en las cercanías de la actual Cantera Blanca y, posteriormente, los de
Carlos V junto a las riberas del arroyo de Palancares. Adentrarse por los
cerros que suben a la cruz de Matute es comprobar que la naturaleza transformó
aquellos cerros mediterráneos en planteras de olivos de los cortijos como La
Perrera. Cantera Blanca es un paisaje que cambió una zona cerealística,
residual en las zonas más llanas, en un mar de Minerva y amuñuñado por
algunos rincones de encinares. Mantiene
el acceso a los pueblos norteños de la provincia de Granada a través del camino de Agreda y de Carboneras y los que
conectan con el de los playeros. Pero , siempre con el encanto de que lo rural
no se ha visto invadido por las urbanizaciones de segunda vivienda de otros
lugares del municipio alcalaíno. Ceres venció por estos terrenos al urbano
Mercurio.
En
el siglo XXI, el núcleo de Cantera Blanca es un canto de cisne dedicado a un
sitio que fue el centro de aquel entorno y partido, con la capilla casi desparecida,
y en otros tiempos desde el siglo XVI
dedicada a la Santa Cruz. Es un campo de esparragal sobre los restos de piedras de la cantera
blanca que surtió a los canteros de las portadas de los edificios religiosos
del patrimonio alcalaíno. Las roturas o recuras, como lo denominan los vecinos
del lugar, cultivan aquellos campos que dejan entrever algunos cerezos y
membrillos entre los olivos.
Cantera Blanca se yergue como
testimonio histórico de la influencia del sector primario en los núcleos
rurales. Otro modelo son los núcleos que
surgieron de ella : La Pedriza y Villalobos. El campo y el preludio de villa.
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