Escribo estas líneas unas horas antes de dar las doce campanadas en el reloj de la Plaza del Ayuntamiento y, en
una copa tengo colocadas las tradicionales doce uvas. Parecen que tienen sabor
agridulce, porque su huesecito es el símbolo de lo que se nos ha atragantado el
año anterior, pero la vulva proyecta la dulzura del porvenir.
La primera me recordaba el hotel
de tres estrellas del "marino"
y me anunciaba las muestras de amor de los alcalaínos; la segunda me
rememoraba los conflictos irresueltos
y , a la vez, alentaba por trabajar por la paz; la tercera me traía a mi mente los hogares que quedaron
sin luz y encendía la luminaria de la
alegría con nuevos puestos de trabajo;
la cuarta era rémora de la tristeza de las familias sin techo y abría el corazón de la solidaridad para con ellos; la quinta se
acordaba de tantas personas que sufrían la
enfermedad imprevista, pero apostaba por los nuevos descubrimientos de
la salud; la sexta tenía la amargura de la desunión y ensalzaba los lazos
comunes; la séptima se lamentaba del egoísmo humano y apostaba
por la generosidad entre la humanidad; la octava se hacía
infantil con su malnutrición y anunciaba
nuevos éxitos de los programas de la
UNICEF ; la nona era un
testimonio de los muchos jóvenes sin trabajo y hacía exigencias para saciar las
ilusiones de las generaciones mejor preparadas; la décima se encontraba triste
en medio del Llano Mazuelos y preveía
nuevos proyectos de futuro para los desempleados; la décima agriaba el paladar
con la acidez del pesimismo de algunos maleintencionados y se mezclaba con
grandes dosis de optimismo para levantar los ánimos de los convecinos y
ciudadanos; la undécima roe hacía
reflexionar sobre la insensatez y la
osadía y
recomendaba la cordura a la hora de tomar decisiones; la última se
mostraba fría como los últimos fríos de
invierno y la tuve que completar con muchos Kilos de ilusión y
esperanza para el año 2015. FELIZ AÑO NUEVO 2015
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