SE ACERCA LA NAVIDAD
Parece como si se acercara un tiempo nuevo en
el momento, en el que el poste mal colocado frente a la Fuente de los Álamos-un
atentado al patrimonio histórico artístico- queda adornado con el
comercializado y trepador papá Noel o se muestra coronado con la estrella de Navidad, . Es como si se diera el pistoletazo para que aparezcan
olas de luces multicolores desde la Tejuela hasta la Avenida de Andalucía
anunciando nuevos escaparates que invitan a consumir por consumir, por eso de que
se acercan las fechas más entrañables del año. Las asociaciones de
consumidores se multiplican para
acercarnos a sus tiendas y provocar que adquiramos sus productos; un
bosque artificial surge como si fuera ab ovo en las aceras de las calles, se
ensalza al consumidor como si fuera un rey o un gran embajador alfombrando sus
entradas y entrando por las puertas entre
banderolas de campos de motivos navideños.
Y no solo se multiplican las
actividades comerciales, sino que proliferan por doquier las acciones benéficas, las comidas de
hermandades, cofradías, asociaciones y ONGs.
Un
día, cierto voluntario, cubierto con un
peto de campaña solidaria, te invita entregar una ayuda alimentaria como si
hubiera sustituido a los antiguos
auroros que recorrían toda la ciudad de la Mota al compás de la zambomba
y triángulos improvisados e interpretando las canciones navideñas ( sin
embargo, en este caso, sin música de cuerda,
ni de percusión, ni interpretando cantos
de villancicos ni insinuando la rifa del aguilando del día de la fiesta de Navidad). Otro día, se celebran, como antesala de las fiestas, a
la manera de las antiguas vísperas y mascaradas, concursos de villancicos,
recitales de canciones protesta, muestras
de belenes cofrades y solidarios de tal modo que el medioambiente queda asaltado
por la proliferación de los árboles de
navidad, que no son sino pinos
abombillados como si fueran unos tiovivos de la feria. También, simulando el
programa de otro tipo de celebraciones, se lleva a cabo la publicata de la
Navidad mediante el pregón navideño y estallan por la calle más petardos de lo
que es frecuente a lo largo del año. La fortaleza de la Mota se cubre en su frontal
con una diadema estrellada que ilumina la llegada de las familias que acuden a
reunirse con sus progenitores por estos días.
Y
curiosamente, frente al poste del comercializado papa Noel, se encuentra el
belén viviente y diario. Son los nuevos niños que han venido al mundo de nuestra
comarca buscando un rincón de afecto y amor. Y lo reclaman con sus manos
buscando el pan nuestro de cada día y ofreciendo su trabajo en compensación a su entrega laboral. El
lugar no es una cueva, pero se presenta en forma de antro sin comodidad alguna. Como en Belén, el
escenario es tan desnudo y frío que no existe ni una candela para calentarse;
los animales- el burro y el buey-
han desaparecido y se han retirado de la escena por eso de las nuevas
tecnologías que ni siquiera pueden ofrecerse en un sitio desamparado ya cuento de que probablemente fue un montaje de ficción histórica; sin embargo, los personajes- José, María y el Niño- , se han multiplicado y se
ofrecen pobres y desnudos como vino
Jesús al mundo. Lo que no faltan son los
pastores y los reyes de Oriente-qué digo de Oriente, de nuestra propia tierra,
los que pueden cambiar la vida de los personajes centrales-. No faltan, porque
todos pasan de largo, miran de reojo y, como si no interesara la escena- nadie
le ofrece regalo alguno y menos oro, incienso y mirra.
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