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jueves, 4 de diciembre de 2014

HISTORIA DEL OLIVO EN LA SIERRA SUR. ALCLÁ LA REAL. II .


           

 

Época Romana


 

De sobra es conocida la presencia genérica del olivo en las comarcas subbéticas de la Turdetania en  tiempos de la época romana tal como señalaba Estrabón[1]. Al hablar de ella decía:

“De Turdetania se exporta trigo y vino en cantidad, y aceite no sólo en cantidad sino también la mejor calidad” 

La antigua Ipocobulco, tan famosa y tan desconocida en su localización geográfica, tuvo que estar rodeada de un gran número de villae rusticae, en las que los agricultores sembraron los campos de cereales y plantaron  los terrenos más abruptos con olivos tal como se ha puesto de manifiesto en algunas excavaciones arqueológicas de su entorno en las que aparecen restos de ánforas, algunos molinos de prensado y,  de rodezno. Incluso, en lugares cercanos a esta comarca  de la Sierra Sur, se encuentran algún tipo de marca para las ánforas de exportación  que  eran trasladadas  a  Roma y, actualmente, se localizan en el monte Testaccio.

No digamos  la importancia que tuvo la Alcaudete romana, que Plinio recoge con el nombre de Unditunum,  con la presencia de un importante núcleo urbano que se mantuvo hasta la época árabe.

La misma  Encina Hermosa, antiguo poblado iberorromano ubicado en el término del Castillo, compartía con Alcaudete un núcleo  estratégico importante, donde sus primeros habitantes tuvieron necesidad de producir trigo en sus valles y, probablemente, de plantar los primeros olivos. De ahí que en excavaciones del siglo pasado, aparecieron varias medidas de bronce, destinadas a líquidos, y con una gran perfección artística, cuyo uso podría ser para el aceite.

En una de las divisiones de la Bética, que tenía como capital Astigi, el conventus astigitano  comprendía gran parte las tierras de la Sierra Sur y, del aceite de  ellas, debieron surtirse otros lugares y emplear las ánforas que posteriormente se hallaron en muchos lugares del Imperio. Telesforo Ulierte Ruiz[2] insinúa la hipótesis de que la Sierra de Orbes era la sierra de los Rulos, lugar donde se sacaba la piedra para hacer rulos para moler el aceite  y afirmaba muy rotundamente de esta zona de Alcaudete:

 

“Orbes viene del mundo íbero-romano y como lugar de procedencia de algo concreto: los orbes- rulos. Nos encontramos en una zona de rancia raigambre oleícola: no fueron los árabes, sino los íberos  los que produjeron y los romanos los que industrializaron la producción ancestral de aceite en nuestra comarca”        

 

Época musulmana


 



No está muy estudiada la agricultura  de la época visigoda ni la musulmana para comprender la importancia del olivar entre la población. Tampoco, los estudios arqueológicos han abierto nuevos horizontes sobre los recursos económicos de la zona.  Simonet aludía en el siglo pasado al carácter fronterizo y militar  de  Calat ibn Said, mientras a Alcaudete ya el poeta a´l –Idrisi ya se le considerzba  como un buen  recinto fortificado provisto de un gran mercado que le permitía , según, Ibn al-Jatib, ser una plaza fuerte de bien conocida celebridad, por su magnífica posición, sus fértiles planicies, su buen agua. [3]Sin embargo, el mantenimiento de las antiguas villas rústicas y su transformación en alquerías medievales, así como la existencia de algún que otro molino de aceite,  nos hace pensar que el cultivo del olivar debió existir en la comarca.

     Con la conquista por los castellanos, la comarca sufrió varios  procesos, pues mientras las ciudades del norte de la Sierra Sur fueron conquistadas por el rey Fernando III y, al principio, estuvieron asignadas a la Orden de Calatrava,  y Alcaudete posteriormente al condado de Montemayor, las más  meridionales  tardaron algo más en serlo hasta la llegada de Alfonso XI en el año 1341.  Las referencias de los documentos medievales nos hace pensar una tierra de paso y de intercambio comercial, en la que el aceite era uno de los productos del mercado entre los reinos granadinos y cristiano. No obstante, las Crónicas y los Anales reflejan  que en las correrías, razzias y rebatos solían producirse talas de tierras de cereales, arbolado y otros cultivo, donde figuran los olivos, como fue el caso de la campaña de  la campaña de 1.148 que recoge la Crónica del Emperador Alfonso:

In Era 1.148. et in mense Maio. Y otros castillos junto al río que llaman Guadalquivir, y muchas ciudades corrieron depredando por muchos días, y apresaron todas las tierras de Jaén y Baeza, y Úbeda, y Andújar, y muchísimas otras ciudades, y pusieron fuego en todas las villas a dondequiera que fueron, las sinagogas de ellos destruyeron, y los Libros de las Leyes de Mahoma los quemaron a fuego, y los doctores fueron despedazados; las viñas y los  olivos, y las higueras, y todos los árboles los hicieron cortar, y todos los lugares que corrieron en su cabalgada quedaron devastados”   

 

La conquista castellana

 

Un poeta de aquel  tiempo y que suele relacionarse su origen con Alcalá de Aben Zayde,  Juan Ruiz de Cisneros, el Arcipreste de Hita, cantaba al  olivo en la vida de Santa Oria.

Si tenemos en cuenta que, posteriormente, se manifiesta una presencia del olivo desde las tierras de Alcaudete y  en algunos terrenos del Castillo para su autoconsumo e insuficiente para el abastecimiento de Alcalá, dos tipos de actividades distinguen la zona en el medievo:  una de producción del olivar en los terrenos del señorío  de Alcaudete y la tierras de las Orden de Calatrava, y otra agropecuaria, con presencia de la vid y  el ganado, en tierras alcalaínas y  de Valdepeñas.

 Las tierras alcalaínas, por otra parte, son las que, en concreto, mejor ilustran de una economía basada principalmente a la ganadería mediante unas ordenanzas  que regulaban los usos del territorio por los vecinos para pasto o uso doméstico. Pues en Alcalá la Real, abundan este tipo de normativa que  con frecuencia topaba con los intereses agrícolas. Estos generalmente comenzaron a desarrollarse con  los viñedos, consiguiendo un privilegio especial de venta en Granada  y demás pueblos,  y  con los cereales tras los diversos repartimientos de tierra que desde Alfonso XI hasta Felipe II se hicieron entre los conquistadores para mantener la frontera al principio, y posteriomente, para afrontar las cargas municipales y, lo que era más frecuente,  la política hacendística de los Austrias  que tenía que  mantener, mediante las guerras, un imperio tan extenso como lo fue el español en los siglos XVI y XVII.

En Alcaudete[4], recogemos las notas sobre la agricultura del siglo XVI de Antonio Rivas:

El olivar no tenía ni mucho menos su actual importancia. Estaba a veces asociado a los cereales , con pocas plantas por fanega de tierra: La zona en la que los olivares ocupaban una mayor extensión era en la Vega y camino de Alcalá, aunque existieran plantaciones en otros muchos parajes. El valor de su producción suponía más o menos el diez por ciento del de los cereales, lo cual da una idea de su consideración. Apenas si cubría el consumo local. El precio del litro de aceite era muy alto.





[1] ESTRABÓN. Geografía. Hispania y la Galia.Planera. Barcelona, 1992.


[2] ULIERTE RUIZ,  Telésforo. Sierra-Orbes.: el enigma de su nombre. Alcaudete  Programa de feria 1997.


[3] CANO ÁVILA, P. Alcalá la Real en los autores musulmanes. Diputación Provincial de Jaén. 1984.


[4] RIVAS MORALES, A. La villa de Alcaudete en el siglo XVI. Granada 1989..

[4] AMAR. Acta del cabildo del cinco de abril de 1603.

 

 

 

 

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