Época Romana
De sobra es conocida la presencia genérica del olivo en las comarcas
subbéticas de la Turdetania en tiempos
de la época romana tal como señalaba Estrabón[1]. Al hablar de ella decía:
“De Turdetania se exporta trigo y vino en cantidad, y aceite no
sólo en cantidad sino también la mejor calidad”
La antigua Ipocobulco, tan famosa y tan desconocida en su localización
geográfica, tuvo que estar rodeada de un
gran número de villae rusticae, en las que los agricultores sembraron los
campos de cereales y plantaron los
terrenos más abruptos con olivos tal como se ha puesto de manifiesto en algunas
excavaciones arqueológicas de su entorno en las que aparecen restos de ánforas, algunos
molinos de prensado y, de rodezno.
Incluso, en lugares cercanos a esta comarca
de la Sierra Sur, se encuentran algún tipo de marca para las ánforas de
exportación que eran trasladadas a Roma
y, actualmente, se localizan en el monte Testaccio.
No digamos la importancia que
tuvo la Alcaudete romana, que Plinio recoge con el nombre de Unditunum, con la presencia de un importante núcleo
urbano que se mantuvo hasta la época árabe.
La misma Encina Hermosa,
antiguo poblado iberorromano ubicado en el término del Castillo, compartía con
Alcaudete un núcleo estratégico
importante, donde sus primeros habitantes tuvieron
necesidad de producir trigo en sus valles y, probablemente, de plantar los primeros
olivos. De ahí que en excavaciones del siglo pasado, aparecieron varias medidas
de bronce, destinadas a líquidos, y con una gran perfección artística, cuyo uso
podría ser para el aceite.
En una de las divisiones de la Bética, que tenía como capital Astigi,
el conventus astigitano comprendía gran
parte las tierras de la Sierra Sur y, del aceite de ellas, debieron surtirse otros lugares y
emplear las ánforas que posteriormente se hallaron en muchos lugares del
Imperio. Telesforo Ulierte Ruiz[2] insinúa la hipótesis de
que la Sierra de Orbes era la sierra de los Rulos, lugar donde se sacaba la
piedra para hacer rulos para moler el aceite
y afirmaba muy rotundamente de esta zona de Alcaudete:
“Orbes viene del mundo
íbero-romano y como lugar de procedencia de algo concreto: los orbes- rulos.
Nos encontramos en una zona de rancia raigambre oleícola: no fueron los árabes,
sino los íberos los que produjeron y los
romanos los que industrializaron la producción ancestral de aceite en nuestra
comarca”
Época musulmana
No
está muy estudiada la agricultura de la
época visigoda ni la musulmana para comprender la importancia del olivar entre
la población. Tampoco, los estudios arqueológicos han abierto nuevos horizontes
sobre los recursos económicos de la zona.
Simonet aludía en el siglo pasado al carácter fronterizo y militar de
Calat ibn Said, mientras a Alcaudete ya el poeta a´l –Idrisi ya se le
considerzba como un buen recinto fortificado provisto de un gran
mercado que le permitía , según, Ibn al-Jatib, ser una plaza fuerte de bien conocida celebridad, por su magnífica
posición, sus fértiles planicies, su buen agua. [3]Sin
embargo, el mantenimiento de las antiguas villas rústicas y su transformación
en alquerías medievales, así como la existencia de algún que otro molino de
aceite, nos hace pensar que el cultivo
del olivar debió existir en la comarca.
Con la conquista por los castellanos, la
comarca sufrió varios procesos, pues
mientras las ciudades del norte de la Sierra Sur fueron conquistadas por el rey
Fernando III y, al principio, estuvieron asignadas a la Orden de
Calatrava, y Alcaudete posteriormente al
condado de Montemayor, las más
meridionales tardaron algo más en
serlo hasta la llegada de Alfonso XI en el año 1341. Las referencias de los documentos medievales
nos hace pensar una tierra de paso y de intercambio comercial, en la que el
aceite era uno de los productos del mercado entre los reinos granadinos y cristiano.
No obstante, las Crónicas y los Anales reflejan
que en las correrías, razzias y rebatos solían producirse talas de
tierras de cereales, arbolado y otros cultivo, donde figuran los olivos, como
fue el caso de la campaña de la campaña
de 1.148 que recoge la Crónica del Emperador Alfonso:
In Era 1.148. et in mense
Maio. Y otros castillos junto al río que llaman Guadalquivir, y muchas ciudades
corrieron depredando por muchos días, y apresaron todas las tierras de Jaén y
Baeza, y Úbeda, y Andújar, y muchísimas otras ciudades, y pusieron fuego en
todas las villas a dondequiera que fueron, las sinagogas de ellos destruyeron,
y los Libros de las Leyes de Mahoma los quemaron a fuego, y los doctores fueron
despedazados; las viñas y los olivos, y
las higueras, y todos los árboles los hicieron cortar, y todos los lugares que
corrieron en su cabalgada quedaron devastados”
La conquista castellana
Un poeta de aquel tiempo y que
suele relacionarse su origen con Alcalá de Aben Zayde, Juan Ruiz de Cisneros, el Arcipreste de Hita,
cantaba al olivo en la vida de Santa
Oria.
Si tenemos en cuenta que, posteriormente, se manifiesta una presencia
del olivo desde las tierras de Alcaudete y
en algunos terrenos del Castillo para su autoconsumo e insuficiente para
el abastecimiento de Alcalá, dos tipos de actividades distinguen la zona en el
medievo: una de producción del olivar en
los terrenos del señorío de Alcaudete y
la tierras de las Orden de Calatrava, y otra agropecuaria, con presencia de la
vid y el ganado, en tierras alcalaínas
y de Valdepeñas.
Las tierras alcalaínas, por
otra parte, son las que, en concreto, mejor ilustran de una economía basada
principalmente a la ganadería mediante unas ordenanzas que regulaban los usos del territorio por los
vecinos para pasto o uso doméstico. Pues en Alcalá la Real, abundan este tipo
de normativa que con frecuencia topaba
con los intereses agrícolas. Estos generalmente comenzaron a desarrollarse con los viñedos, consiguiendo un privilegio
especial de venta en Granada y demás
pueblos, y con los cereales tras los diversos
repartimientos de tierra que desde Alfonso XI hasta Felipe II se hicieron entre
los conquistadores para mantener la frontera al principio, y posteriomente,
para afrontar las cargas municipales y, lo que era más frecuente, la política hacendística de los Austrias que tenía que
mantener, mediante las guerras, un imperio tan extenso como lo fue el
español en los siglos XVI y XVII.
En Alcaudete[4], recogemos las notas sobre
la agricultura del siglo XVI de Antonio Rivas:
El olivar no tenía ni mucho
menos su actual importancia. Estaba a veces asociado a los cereales , con pocas
plantas por fanega de tierra: La zona en la que los olivares ocupaban una mayor
extensión era en la Vega y camino de Alcalá, aunque existieran plantaciones en
otros muchos parajes. El valor de su producción suponía más o menos el diez por
ciento del de los cereales, lo cual da una idea de su consideración. Apenas si
cubría el consumo local. El precio del litro de aceite era muy alto.
[2] ULIERTE RUIZ, Telésforo.
Sierra-Orbes.: el enigma de su nombre. Alcaudete Programa de feria 1997.
[4] RIVAS MORALES, A. La villa de Alcaudete en el siglo XVI. Granada
1989..
[4] AMAR.
Acta del cabildo del cinco de abril de 1603.
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