INICIA APRENDE SU LENGUA Y SUS
ORÍGENES
Los romanos llamaban a las aldeas o concentración de
varias villas rústicas “vicus”. Por eso, no sé con seguridad cómo se llamaba la
que existía en nuestro entorno. En ella, no había una escuela oficial, tan sólo
nos servíamos de los conocimientos de nuestros familiares para aprender desde
pequeños muchos aspectos culturales de los romanos. Lo primero que le pedía a mi padre fue que me
explicara cómo se llamaba y me dijo que GAIUS TULLIUS INICIUS. Me quedé
sorprendido porque yo, tan sólo, recibía un nombre y él, aunque los vecinos le
llamaban Gaius o G.Tullius, sin embargo en sus documentos oficiales aparecían
tres palabras. Inmediatamente, le pregunté:
-Pater meus, ¿qué significan estos
nombres que observé en el medallón del
arca de tu cuarto?
-Nada, filia mea, recogen toda mi
familia, mi nombre y mi apodo comarcal.
¡Qué me dices!
-Así es, el nombre es la palabra que ocupa la parte central de los tres
nomina, que has visto, y se refiere a gens
o conjunto de familias que tienen
un tronco común y a la que pertenezco;
en concreto, yo soy de los Tullios, una famosa familia romana que dio
muchos héroes y literatos a Roma, los romanos le llaman a esta palabra nomen;
el primero, es una palabra que nosotros la calificamos como un presentador del
nombre de la familia y le llamamos praenomen ( tan sólo hay, un poco más de una
decena de nombres y suele aparecer en las inscripciones en abreviaturas, son
muy frecuentes en nuestra lengua latina; si tienes dificultad vete a tu
diccionario y te completará la abreviatura); y el tercero, el cognomen, apodo
o palabra que distingue a la familia y a
ese miembro suyo: por cierto que
existirían muchos, con un apodo; en este caso, el mío era Inicius ( algo así como el que siempre viene
el primero, el que se lanza primero, también puede significar habitante del
Egeo).
-Por
eso, yo me sé los preanomen, aunque me los
escribían en iniciales. G. o C, les llamo Gayo, M, Marco, Q. Quinto; A.
Aulo;
- y P punto, entonces, Publio; Ti
Tiberio y St. Stacio
-Claro que sí, así podríamos completar
toda la gama de prenomen.
-Pero, de las mujeres, ¿qué me dices?
-Tan sólo, tomaba n el nombre de
la gens, tu deberías llamarte Tullia,
pero te he dado el nombre de mi apodo, y te he llamado INICIA.
-La habitante del mar Egeo. Casi griega, ¡la verdad que los griegos
y romanos formamos una sola cultura, la grecorromana!
-¿Cuándo me pusiste en nombre?
-Lo hice el día del bautizo, el dies lustrificus,
cuando te tomé entre mis brazos, te elevé, te reconocí dentro de mi familia, y
te puse INICIA en la bolsita de oro, que cuelga sobre tu cuello. Te la rellené
de amuletos de la Sierra
del Camello: trozos de pata de una cabra y un exvoto de barro.
-Eso fue cuando era infans, una niña que no hablaba.
Como es lógico, yo no me he acordado nunca de esa
etapa y de esos momentos tan solemnes. Pero, de la etapa de puella o la de mis hermanos que se iniciaba a los siete años, no me olvidaré, fueron los
años más felices de mi vida y la de mi hermano Quinto hasta que llego el día
que nos convertimos en adulescentes. Mi padres se encargaron de mi educación.
Mi padre nos enseñaba a leer y contar y me explicaba las leyendas de nuestros
antepasados y de los dioses romanos. Luego, mi padre iniciaba en otras tareas a
mis hermanos, y mi hermana me enseñaba a cocinar, tener limpia la casa,
devanear, hilar y tejer nuestra túnica.
Me he referido a las leyendas, qué interesante cuando
me explicaba mi padre cómo sus antepasados habían llegado a este lugar de la Hispania , tan lejano y
tan desconocido por Roma.
Me remontaba su origen latino a unos pueblos que surgieron de las estepas rusas y desde el tercer milenio antes de Cristo
fueron bajando hacia las tierras del Sur; los indoeuropeos; después, un gran
tronco de ellas se fue hacia Oriente y les llamó rama india u oriental; otro
vino hacia el Occidente, y se llamó
primero germánica, luego europea. ¡Ah, por eso, me dicen que hay una
lengua común en su principio, el indoeuropea! Me repitió muchas veces que teníamos
el origen de la rama europea, que era
el mismo para los griegos, germánicos,
balto eslavos, albaneses, celtas, y , como es lógico , de todas las lenguas y pueblos que se hablaban en torno al siglo VIII antes de Cristo, mas o
menos cuando se fundaba Roma. Me lo dijo con rotundidad que, al principio el
itálico entró por el norte de Italia, llamándose a la lengua itálica, y
que dio lugar a varias lenguas. Osco,
umbro, o latín.
No me interesaban muchos los otros pueblos y los pasé por alto, así como todas estas lenguas itálicas anteriores. Por
eso, le dije a mi padre:
-¿Donde se asentó el pueblo latino y, al
principio, se hablaba el latín?
-En torno a la
región de la desembocadura del Tiber, una región bastante pequeña solamente.
-Pater, ¿de allí procedemos?
-De allí, coge tu tablilla de cera, el punzón, que te
lo voy explicar con un mapa. Dibuja el
contorno desde la India
hasta Hispania. Verás cómo se va extendiendo el pueblo latino, se romanizan
otras tierras, y el latín se hace universal.
-Vamos, manos a la obra.
-Filia, señala Roma y
su entorno.
-Hecho está; he puesto
una leyenda (siglo VIII) y lo he
coloreado con amarillo.
-. A continuación señala con otro color u otra marca de tu punzón toda la península
Itálica y pon otra leyenda, conquista de
los romanos hasta el siglo III antes de Cristo.
-También lo he señalado en mi tabella.
-Luego, señala Sicilia, Hispania, Grecia, y el Norte
de Italia. Pon en la leyenda, durante las Guerras Púnicas y de la conquista de
Grecia, Coloréalo con otro color.
-Conseguido, ¿ Cómo avanzaba el pueblo latino con sus
legiones!
-Y, con los pactos,
-Es verdad, los romanos le mantenían sus costumbres,
por su parte los indígenas les pagaban tributo
-Nuestras legiones les protegían de los enemigos.
-Y ellos veían cómo era mejor nuestra cultura.
-Déjate de
fanfarronadas, pon ahora, y
anota Gallia, Germania, Helevetia,
Britania, Mauritania, Numidia, Libia, Aegiptus, Palestina, Asia Minor,
-Hecho está. Me atrevo a poner otra leyenda hasta
Augusto.
-Anda, colorea
casi todo lo que fue el Imperio romano, Iliria, Dálmacia, Decia,
Rumania, y pon lo que enmarcaba la línea de la frontera, lo que los romanos
llamaban limes. Esto hasta el siglo I después de Cristo.
Mi padre se adentró en el momento que
vino a Hispania un antepasado suyo con motivo de las Guerras Púnicas, y me hizo
borrar la tabella con la parte plana del
punzón. Me puso el contorno de Hispania y me señaló Hispania Ulterior y
Citerior; luego me escribió la
Bética , Lusitania y Tarraconensis; luego me dividió esta en
Cartaginensis y Galecia. Como previendo el futuro, me dijo que se avecinaba la
división de esta tierra, también la del Imperio, y que se hablarían muchas lenguas derivadas
del latín, me afirmaba que se llamarían romances. Le pregunté:
-Te atreves a darle nombre.
-Pues, según las provincias en las que se ven nacer.
Rumano en Rumania; galo y provenzal en Galia y Provenza, toscano en Tosacania,
sardo en Cerdeña, y, aquí en tu
Hispania: aragonés, leonés, mozárabe… pero me parece que triunfarán el castellano, el catalán, y el galaicoportugués.
-Padre, qué me dices del vasco?
-Nada quedará domo una lengua que no pudimos asimilar,
no es nuestra.
Mi padre se
esforzaba en contarme algunas leyendas, la de Rómulo y Remo, aquellos niños
que habían sido víctimas de la lucha por
el poder entre su tío abuelo Amulio y su
propio abuelo Numitor, por haber sido, a su vez, los hijos descendientes
de la futura reina Rea Siliva y Marte. En concreto, ambos abuelos pretendían el trono del Lacio. Pero, a
la hora de la verdad y derecho
hereditario . le pertenecía el trono a Numitor.
Mas a Numitor le destronó Amulio y ocultó a sus
sobrinos Rómulo y Remo, que eran unos
recién nacidos, en una cesta que arrojó al río Tiber, con el fin de que no tomaron
el poder cuando fueran mayores.
Pero a estos los recogió una loba, que los amamantó
durante algún tiempo; luego el pastor Fasutulo
se los llevó a su casa y los crió
hasta que, de mayores, les desveló su origen. Esto dio lugar a que se vengaran
de Amulio restituyera en el trono a
Numitor.
Mi padre se
preocupaba mucho de que mi hermano Quinto y yo aprendiéramos a leer. Me
dijo que el alfabeto latino era muy
parecido al griego, porque había venido de Grecia y se había reformado en algunos
sonidos. Me obligaba a escribirlo en la tabella, me insistía en algunos sonido: la C
se pronuncia k, la G no j SINO GA, GUE, GUI, GO, GU; la V me decía
que se pronunciaba U y me silabeaba PU-E-L-L-A.Cuando yo pronunciaba KE por QUE, me rectificaba y corregía KUE.
Como mi padre sabía griego, me enseñaba, al mismo
tiempo, el alfabeto griego: alfa, beta, ganma, delta. Me obligaba a escribir
las letras mayúsculas y minúsculas. Luego, me daba un codex de la Eneida y me obligaba a
leer, luego lo hacía con la
Ilíada.
Me costaba mucho trabaja, reconocer los espíritus, los
acentos y la elipsis, coronis…..
Algunas veces me quedaba dormido, sobre todo cuando me
enseñaba los números romanos I, V, L,C, D… y me decía que cuanto costaba una
vaca si valía 100 jornales de a XXIII ases cada uno. Lo intentaba con los
dedos, colocaba cien XXIII en la pizarra, un lío, pero lo conseguía con la
ayuda de mi hermano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario