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viernes, 5 de diciembre de 2014

ALGUNOS DATOS SEGUROS SOBRE EL OLIVO. XIV,XV. Y XVI. ALCAUDETE Y CASTILLO. Y ALCALÁ ?



Una fuente indirecta para conocer las tierras de olivos en siglos de conquista: los diezmos.

 

Desde el siglo XIV, tras la conquista de Alfonso XI,  el viñedo  junto con los cereales fueron los productos más importantes, en una comarca en la que la ganadería jugaba un gran papel económico. No obstante, por los datos  indirectos a través de documentos eclesiales de recogida de diezmos,  podemos comprobar que  en  la comarca de la abadía existían dos núcleos: uno formado  por el Castillo de Locubín y Alcalá y otro por Priego y Carcabuey, en los que se equilibraba las distintas  producciones. Pues, mientras la comarca alcalaína  era autosuficiente en cereales y  deficitaria en el olivar, salvo algunos pequeños ingresos por los olivares del Castillo de Locubín., en Priego y  Carcabuey  la producción olivarera es importante. Como decíamos en un reciente artículo:

Escasos son los referentes al olivar que se concretaban en la zona del Castillo de Locubín, aunque se percibe poco a poco un aumento del cultivo en los años finales del siglo XVIII. Lugares frecuentes eran la Alberquilla, la Morenita y la Peña de Lamagrán.”[4]

            Curiosamente, en los huertos de los solarines de las casas de los hidalgos y labraderos predominaban  algún que otro olivar que apenas servía ni para el gasto del año.  Por eso, no nos extraña que  sea  diferente el trato impositivo que  los agravaba con relación a las distintas  administraciones  y  medidas. Principalmente,  mientras que en  Priego y el Castillo de Locubín  los olivares solían  encuadrarse dentro del diezmo, en Alcalá y Carcabuey  se recogía la imposición a través de las minucias por la escasa importancia de su producción y los pocos terrenos que  se plantaban de olivares. Un claro ejemplo es  cualquier recuento de un año en las que las cifras de los diezmos de la ganadería  en cualquier rama animal superaba con creces al conjunto de las minucias, en las que se comprendía junto al aceite la miel, la caña, las hortaliza, los productos de huerto, las habichuelas  y una gama muy  heterogénea.

            El carácter testimonial del olivo en  el término alcalaíno contrasta con el  de  Alcaudete que poco a poco va progresando la introducción de este cultivo. Así en Alcalá, conforme los viñedos viejos de los alrededores de la ciudad se perdían y  los solares de los barrios antiguos se abandonaban en  las faldas de la Mota y San Bartolomé, el olivo aparecía distribuido sin control ni cuerda en los linderos o en medio de las viñas.  Lo mismo le acontecía a los Villares y   Valdepeñas en muchos de los pagos de las nuevas parcelaciones agrarias que se otorgaban a lo vecinos con motivo de las compensaciones fiscales producidas por las medidas hacendísticas de los periodos de los Austrias . Sin embargo,  en Alcaudete, las fincas  de olivar se hacen más extensivas y se prodigan los molinos.

 

 


XVI Y XVII


 

El olivar no se desarrolló  intensamente, en la comarca, salvo en el Castillo de Locubín y Alcaudete; en su inmensa mayor parte, la población se abastecía del aceite de  los mercados de los pueblos cordobeses y jiennenses de la Campiña Sur.

Prueba de ello es la nueva ordenanza del vino y aceite que aprobó el cabildo alcalaíno en el año 1603. Simplemente era una traslación de la normativa de la ciudad de Jaén, realizada por don Pedro de Vera el 11 de enero de 1602. En ella[5] se refleja que la mayoría de los artículos, que hacen  referencia al vino, regulan todo tipo de sus actividades como el comercio, los corredores, los controles, el almacenamiento y la vigilancia de los viñedos, mientras omiten aspectos como la molienda y la venta de aceite en los molinos de aceite y , por otro parte, estas normas reguladoras del olivar, en su mayor parte, aluden a la villa del Castillo de Locubín e, incluso, ni recogen artículos aplicados en la capital del Santo Reino donde la producción del aceite era mucho más significativa. Son variados los artículos que mencionan a los productores de aceite, uno de ellos implicaba a los cosecheros con estas palabras:
 
Que, dentro del dicho término,, los vecinos dueños de heredades y grangerías, y otras cualesquiera personas presente todo el aceite y vino que tuvieren, aunque sea para el gasto de sus casas ante el escribano del cabildo sin que para este registro lleven dineros algunos”
Otro hacía referencia a los hurtos de aceitunas en costales y zurrones y sus correspondientes castigos. Como la parte sur de esta comarca era una zona de paso para los pueblos de los caminos de Levante( Nolejo, Guadix, Iznalloz y Campilo) e, incluso, para Granada, Motril, y Málaga, se regulaba el paso de los arrieros y de los comerciantes que traían el aceite de otros lugares anteriomente mencionados.
De su aspecto de mercado, inferior a la producción  vitivinícola, y en posesión de los pequeños propietarios son las siguientes ordenanzas, que fueron recogidas años más tarde, en el siglo XVIII como resumen  de lo anteriormente legislado y en donde se recogen algunas utilidades de la aceituna y el núcleo productor del Castillo[6]:
 
“Que no se compre azeitunas al por menor.
Otro si prohibimos el pernizioso y detestable abuso, de que, desde que empieza a sazonar la aceituna,  empiezan a hurtarla, unos para venderla y echar en agua, y otros para llevarla a los Moloinos, lo que ya se ha hecho trato y grangería, pues los que compran  por zelemines y quartillas y hasta una fanega, la consiguen al prezio que quieren, y son causa de continuos hurtos sin poder facilmente ser conocidos, por eso mandamos que ninguna persona compre azeitunas por zelemines, de mugeres. Muchachs o personas que no tienen olivar, sopena de mil maravedís, y por cada vez y pedida la azeituna que se hallare, pero si alguno fuere denunziado trez vezes y no tuviere remedio, la pena en veinte ducados.
Mandamos que los vezinos de la villa del Castillo, por sacar de ella a vender y verdear en la plaza de esta ciudad las cargas de uva y azeituna, traygan zédulas de los alcaldes de la villa, en que para ello les dé la lizencia para todo el tiempo que nezecitaren, explicando de qué posesiones es aquel fruto y qualquiera que sin dicha zédula se aprendiere le penamos a quinze reales”.       
En el Castillo, unos años más tarde, en el 1628,  los mayores hacendados declararon todos sus bienes con el fin de conseguir la independencia de Alcalá y , más tarde, para impedir la compra de ella por parte del Maqués de los Trujillos, y en muchos de ellos se encuentran pequeños pagos de olivar que no alcanzan la fanega de tierra en los sitios de la Viñuelas,  Picacho, Pozuelo, Hoya del Peñón,  Picacho, zonas junto al río y Camino de la Nava, Colmenillas,   Pozuelo,  Barrero, Colmenero, Primaltos  y el Batán[7] . a veces, se encontraba mezclado con el viñedo como fue el caso de dos aranzadas y viña en el cerro de la Cogolla.
Por  los pregones  que se realizaban  en las ciudades que  exportaban el aceite, se  observa que Alcaudete ya en el siglo XVI lo producía , pero los puntos más frecuentes de los abastecedores de las tiendas de aceite de la fortaleza de la Mota y del resto de la ciudad eran Martos, Torredonjimeno, Arjona, Lopera, Arjonilla, Bujalance, Écija, Córdoba, Montilla, Aguilar, Castro, Montemayor,  Rambla, Lucena, Priergo, Espejo y Baena.  Conforme nos acercamos al siglo XIX, Martos es el pueblo regulador del mercado de todas ellas  y exporta la mayor parte de aceite a Alcalá[8].  La distribución se llevaba a cabo mediante una subasta  que obligaba al mejor postor a  tener a disposición de las tiendas de la ciudad  el aceite  almacenado en sus bodegas  con un precio establecido previamente en la subasta, que generalmente difería entre los meses de campaña y el resto del año. 
A pesar de estas conclusiones, algunos escritores de épocas pasadas comentan que  el olivar era importante. Por citar uno de ellos, Francisco Henriquez de la Jorquera refería sobre Alcalá es regalada en frutas, carne y aceite con buena cecina, con abundancia de caza y aves domésticas[9]. Repitiendo casi las mismas palabras en el año 1645, Rodrigo de Silva afirma que es abundantísima de pan, vino, aceite, casas, ganado con gran trato y labor de famosos tafetanes, habítanla dos mil vecinos, mucha nobleza[10].
Prosiguiendo con la presencia del olivar a finales del  siglo XVII,  en una declaración de bienes de los propietarios alcalaínos y castilleros, se encuentran  datos importantes para toda la comarca Sur. Se confirma que el Castillo de Locubín y Alcaudete poseían algunas extensiones de olivar en las mismas tierras que principios de siglo, añadiendo a las anteriores pagos del Castillo  Paguillo en los ruedos del pueblo, como el Calvario, Dornajo, Buenos Vinos, Zorrero,  capellanía de Alonso Sánchez, Lagunilla, Hornero, Cuesta del Roble, Cañada del Pozolín, Endrinal, Cruz de San Roque, vadillo de Jaén, erilla el Collado, Muladar, la Zarza, Romero, Cerro de la Postiga, Nacimiento del río, Redondal y Cañaverejo. Incluso,  se constata la presencia de un molino de aceite, propiedad de la hidalga alcalaína doña María de Valenzuela y probanblmente, uno de los molinos de don Bernardo de Aranda en el caz del río.
 Alcaudete  debió se importante, pues aparece, incluso, un escribano alcalaíno Juan Rodriguez de Cebreros  que poseía un cortijo de con mayor número de  tierras de olivar que de secano  y un molino de aceite;
 
“Registró nobenta aranzadas de olivar, quatro cahices de tierra calma, poco más o menos, con su casa y almazen para el capataz y con cuerpo aparte para molino de aceite, todo de teja en el término de Alcaudete”.
. Curiosamente, ni un solo caso,  se encuentra en Alcalá por lo que respecta al olivar  en ninguna tierra[11] del mencionado registro, salvo algunos topónimos que pueden hacer referencia al olivar salvaje  como el paraje de la Cornicabra y las propiedades de los alcalaínos en el Castillo.
El mismo anterior escribano refiere que posee una aranzada y media de olivar en Valdepeñas, lo que nos dmuestra la presencia del olivar en estas sierras. A ello se añade que los diezmos también se imponen sobre el aceite.





[1] ULIERTE RUIZ,  Telésforo. Sierra-Orbes.: el enigma de su nombre. Alcaudete  Programa de feria 1997.


[2] CANO ÁVILA, P. Alcalá la Real en los autores musulmanes. Diputación Provincial de Jaén. 1984.


[3] RIVAS MORALES, A. La villa de Alcaudete en el siglo XVI. Granada 1989..

[3] AMAR. Acta del cabildo del cinco de abril de 1603.


[4] MARTÍN ROSALES. F. Aspectos derivados de las fuentes económicas de la Abadía. Las capellanías de la parroquia de Santa María la Mayor .Segundas Jornadas de Historia de la abadía de Alcalá la Real 1999. 


[5] AMAR. Acta del cabildo del cinco de abril de 1603.


[6] AMAR. Libro de ordenanzas del año 1760.


[7] ARCHIVO HISTÓRICO DE Jaén. Escribano Jordán. 15 de febrero de 1628.


[8] AMAR. Legajo 50. Pieza 1. Sobre el abasto de aceite. 1582.


[9]  HENRÍQUEZ DE LA JORQUERA, F. Anales XVIII


[10]  RODRIGO DE SILVA. La población general de España. 1645.


[11] AMAR. Legajo 154. Pieza 5 y  4.  Registro de posesiones de Alcalá y Castillo de Locubín 1683.
 

 

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