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miércoles, 31 de diciembre de 2014

PLANO DE lLA MOTA Y SUS ALREDEDORES DE ALCALA LA REAL









PLANO DE  LA MOTA Y SUS ALREDEDORES DE ALCALA LA REAL


            Pasar de un cerro, árido e inhóspito, hasta una ciudad fortificada significó una conquista del hombre horadando rocas, aprovechando cuevas y allanando peñas para convertirlo en el hábitat de varias civilizaciones que han dejado su huella en  este recinto histórico de Alcalá la Real denominado fortaleza de la Mota.
            En primer lugar, como muestra del más antiguo hábitat del entorno se encuentran las cuevas naturales y artificiales,  especialmente la  existente en la ladera norte del cerro  de  la Mota, dentro de la muralla que rodea la fortaleza. Corresponden a la presencia de unos asentamientos de la Edad del Cobre, que han dejado restos de algún  horno, utensilios  y materiales arqueológicos[1]. A ello hay que añadir que el subsuelo del cerro y de su ladera  es un conjunto de silos, de estratos de poblamientos prerromanos y de minas que se remontan a los albores del Neolítico.
            Pero, dejando atrás los pocos restos de la época ibérica y romana, el primer testigo de la conquista musulmana es el qal'at o castillo, situado en la parte nororiental del cerro de la Mota que pronto se amplió con un recinto amurallado encerrando a  la ciudad fortificada, tal como aparece entre los autores árabes  distinguiendo su jerarquía administrativa  frente a otros núcleos de la comarca con las denominaciones de al qal´at, hins, amal, yuz y  iqulim de la cora de Elvira.  Pero el nombre más extendido fue  el de al qal´at por muchos autores al que añadieron los apelativos de Astalir[2], Yashub[3]  y Banu Said[4] haciendo referencia a una ciudad fortificada desde los primeros años de la conquista musulmana. La  fuerte castellanización de los nombres del  recinto ha perdido nombres como la calle de la Zubia, hoy Romancero, que se acercaba a la fortaleza y aludía a un canal de agua. 
En la parte más elevada del cerro, el alcázar, compuesto por tres torres, la del Homenaje, la Mocha y la de Campana o Vela,  todavía se nos ofrece con un recinto amurallado, que hasta el siglo XVI se extendía hasta la torre y puerta de la Barbacana, muy propia de la arquitectura almohade[5]. Esta puerta debió ser su primer  acceso a  la fortaleza, al que se llegaba  a través de caminos subterráneos, pasadizos y adarves cubiertos. El patio  de Armas, actualmente un espacio escénico, sirve de distribuidor de  las diversas estancias y entradas  ofreciendo  dos huecos de posibles aljibes o mazmorras. Se accede a este castillo a través de un pasadizo  zigzagueante o en recodo de la puerta sur, donde  se  nos muestran las diversas fases  de  ampliación el recinto fortificado desde la época árabe hasta la cristiana. Epítome de estilos y épocas es el  último y fiel testigo de la torre del Homenaje cuya sala principal destaca por su atrevimiento constructivo con su  bóveda octogonal sobre trompas, muy del gusto de la arquitectura civil castellana en las fortificaciones  fronterizas de   la época con influencia mudejar[6]
            En torno al  castillo, se adosaron las mansiones de los caballeros musulmanes  que debieron pasar, tras la conquista  de Alfonso XI en 1341, a manos de los caballeros cristianos. Pues es muy significativa la  participación de Qalat  Banu Said en acontecimientos bélicos de los siglos VIII y XII. En época cristiana, destacaban las casas de las familias de las ramas de  los Aranda, que representaron las tenencias de alcaldías, la de los Pineda, Cabrera y Góngora. Actualmente, presentan una reconversión en  viviendas de uso agrícola para  almacén y  producción del vino, cuyo testigo más importante es la bodega adjunta a la muralla oriental del Trabuquete.
            Años más tarde a la conquista  musulmana,   el recinto fortificado se amplió en todo el perímetro del cerro, haciéndose en varias fases por medio del amurallamiento y la colocación de torres estratégicas: una primera por el flanco noroccidental  hasta la primera cresta del cerro, cuyo fiel testigo es la puerta  recién excavada junto a la casa de Cabrera  y otra que afectó a la ampliación de la anterior y de otras partes  de dificil acceso como la parte meridional.
A ello se añadió  un tercer circulo de murallas  que dio lugar al barrio de Santo Domingo, cuyo centro era  la antigua mezquita transformada en iglesia del santo liberador de cautivos. El  acceso entre este barrio y  la fortaleza se hacía a través del Cañuto,  un camino cubierto que salía del Gabán hasta la iglesia de Santo Domingo, hoy desparecido, y se  incardinaba dentro de la muralla  hasta llegar a través de varios bancales o ronzales hasta la Puerta Zayde, situada al pie de la torre de la  Cárcel. A este barrio,  su vez,  se accedía por  varias puertas, las del Arrabal, la de Martín Ruiz[7], la de Herrera, la del Cambrón o Granada y la de Zayde. Ocupaba su parte central  la mezquita transformada en iglesia mudéjar y reedificada con estilo gótico y renacentista. Junto a ella, había un horno de la ciudad. 
Varias torres albarranas y puertas de acceso  cotejan estos perímetros que dieron nombre a algunos flancos de la muralla. Tras formarse en la parte noroccidental un nuevo  barrio exterior, de nombre Bahondillo,  también  se recompuso la fortaleza  estableciendo varios flancos de murallas, denominadas del Trabuquete ( en la parte oriental), la del Gabán ( al sur) y la del Aire o Santiago ( en la parte occidental). Todo este círculo se recorría, interiormente,  a través del anillo, una calle o adarve ocupado en los siglos XVI por los patios  y  caballerizas de los solares de la ciudad fortificada. Actualmente,  se encuentran  cortadas  varias  partes del recorrido, a consecuencia de los derrumbamientos, abandono  o destrucciones de casas, especialmente por la zona del Alcázar, el Bahondillo y el Gabán. Por otro lado, varias puertas permitían el acceso al recinto fortificado dentro del antemural de la barbacana, diseñado en tiempos de los almohades. En concreto, a través de  la puerta del Aire o de Santiago con el arco de la Pescadería, a la fortaleza accedían los vecinos del barrio de San Sebastián  y Arrabal Nuevo o de San Francisco y lo primero que encontraban eran las caballerizas del señor abad. Posteriormente, hacia principios del siglo XVI, se abrió la Nueva o de San Bartolomé, en le centro de este  flanco occidental, obra de Martín de Bolívar, que permitía el acceso de los vecinos del barrio de la Peña Horadada, San Bartolomé y  el Campo. No hay restos de las torres de Especería que  comunicaba el perímetro primero con el segundo recinto. En el flanco suroriental,  un antemuro  abrió un nuevo adarve, de nombre las Entrepuertas, que era el barrio comercial de la  ciudad, donde se ubicaban gran cantidad de tiendas artesanales, el hospital del Dulce Nombre de Jesús y la Casa de la Mancebía hasta mediados del siglo XVI. Este adarve permitió el acceso desde la calle Real flanqueado por tres puertas, de las que se conservan la de las Lanzas y la de la Imagen. También se observan restos del barrio del Albayzín y pasadizos interiores, así como muchas cuevas horadadas en  las faldas del cerro. Junto a la puerta de la Imagen, las Carnicerías, de estilo renacentista obra de Ginés Martínez de Aranda, cerca de la torrecilla del Trabuquete;  y, junto a la Torre de Aguilera o del Argamasón, la Casa del maestro de Gramática, hoy desparecida.  También, por la puerta del Postigo del Arrabal el barrio antiguo de Santo Domingo, todavía  se comunica  con  el tramo final de las Entrepuertas y el Cañuto.
             La repoblación anterior a la conquista cristiana debió influir  para racionalizar el recinto en torno a varios espacios y ejes viarios que definieron los espacios administrativos y de vivienda. En torno a las calles  de Despeñacaballos, la Calancha y dos Reales, se  distribuyeron todas las viviendas y, mansiones, y, en derredor de las plazas, Alta y Baja,  se ubicaron los  edificios públicos religiosos y civiles. La Calancha  servía de enlace conectivo desde la Iglesia hasta  el Alcázar, y  a ella se abrían  callejuelas y callejones cerrados, donde se  ubicaban  las casonas de los caballeros más importantes de la ciudad, entre los que  se conserva  la casa de los Aljibes, fiel  reflejo de unos depósitos de agua para abastecer a una población que llegó alcanzar más de los tres mil habitantes. Desde el  Bahondillo, dos calles Reales y la calle del Preceptor, que daba a la Plaza,  formaba una trama urbana, en la que se mezclaban el palacio del Abad  con  las casonas de la familia Gamboa, la Casa de la Imprenta y  las viviendas de los no privilegiados, muchas de ellas superpuestas a las anteriores ocupando falsos adarves y calles en recodo. La calle Despeñacaballos, por su parte,  se comunicaba con varias calles, entre la que actualmente destaca  la  de las Cuatro Esquinas, que  acababa  en la Torre de la Justicia o de la Imagen, donde se  ubicó en muchas ocasiones la cárcel y el pósito. Por referencias indirectas la mezquita aljama  presidió esta parte de la parte madina. 

La plaza Baja  se enmarcaba  con tres  tiendas pertenecientes a la Iglesia, que solían alquilarse a comerciantes relacionados con los objetos sagrados y de consumo de la ciudad, el mesón de la plaza, -perteneciente a una rama de los Aranda, que sirvió de tienda, alhoríes altos, cuartel y hasta de mazmorra-; varias boticas y tiendas de propios, una adosada a la  torre de Aguilera y otra la de la Esquina. A ella, se accedía a través de la Puerta de la Plaza o Peso de la Harina, porque se encontraba las medidas de los fieles de la ciudad.
A través de tres tiendas del Cabildo y  de la Escaleruela se accedía a la plaza Alta, desde donde se distribuían  las Casas de Cabildo[8], la Iglesia Mayor Abacial,  la sacristía, la capilla del Deán y el Claustro de la Iglesia, el mesón de los Monteses,  varias casas señoriales- la de los Gamboa, la de los Aranda, la del alcaide-, un horno, la casa del corregidor y la torre de la Cárcel Real reconstruida tras la conquista  de Alfonso XI con un bello juego de cuerpos abovedados. Cerrando el flanco sur,  se abrían unos Corredores con  dos cuerpos, uno arqueado ocupado por las escribanías y otro dintelado y superior que alquilaba el cabildo para las tiendas de la ciudad[9], muy del gusto de las plazas castellanas[10]. En su parte posterior, el mirador se abría  a una muralla, flanqueada por las torres del Pendón y del Gabán o de la Justicia[11]. Estas torres fueron, en algunas ocasiones,  residencia del cabildo y casa del corregidor.
A partir del reinado de los Reyes Católicos, se amplió la ciudad desde la puerta del  Arrabal de Santo Domingo, con el Arrabal Nuevo, donde se encontraba la calle Cava y los Mesones, el barrio de la Peña Horadada y el arrabal del cerro de los Palacios, denominado  posteriormente de San Bartolomé. El rastro de la ciudad[12], que salía de las calles del barrio de Santo Domingo de Silos hasta la puerta Nueva, la Alhóndiga, el Matadero el nuevo Pósito situado junto a la puerta del Arrabal, la ermita de San Juan, la de San Bartolomé  y el convento de la Trinidad ampliaron,  en los siglos XV y XVI, el recinto amurallado.
Alcalá siguió como ciudad de frontera. Pero el peligro se encontraba en las costas del Mediterráneo. Ya no importaba tanto la reconstrucción de su amurallamiento ni  afrontar las malas condiciones climatológicas de un recinto fortificado en un cerro. El llano ofrecía a los privilegiados una nueva ubicación para emprender nuevas empresas  en la vida de la historia de la ciudad. Las torres, los muros, los edificios públicos y las viviendas se abandonaron; los vecinos se trasladaron al terreno comprendido entre el cerro del as Cruces y el de la Mota. Tna sólo, la Iglesia tocó siempre la campana recordando que era un testigo de unos hombres que entregaron  sus vidas en la lucha por la frontera.        
  



[1] CARRACOS RUS, J, PACHÓN ROMERO, J. A. y otros Aproximación al poblamiento eneolítico en el Alto Guadalquivir, Publicaciones del Museo de Jaén. Nº 8 Jaén 1980.
[2] OLMO LÓPEZ, Antonio Las sbbéticas islámicas de Jaén y Granada. De los antecedentes romanos a la conquista cristiana. Pp.114. I.E.G. Jaén 2001. Astalir  era una  fuente cercana a la fortaleza.
[3] Ibidem. Hace referencia un clan familiar que se instaló en la localidad.
[4] Ibidem, hace referencia a  por el nombre de los señores que detentaban el poder  a partir del siglo XII.
[5] SÁNCHEZ MÁRMOL, Fernando. Andalucía monumental ( de la Mezquita al mudéjar). Biblioteca de Cultura Andaluza. Pp. 111. Muy fuerte es la influencia del sistema defensivo almohade, pues desarrolló extraordinariamente el arte de las  fortificaciones “Se perfecciona el sistema de puertas de recodo, se hace uso de la barbacana o antemural  que envolvía el recinto y se utilizó como norma la construcción de torres albarranas”.

[7] Por un censo de Francisco Ramírez, casado con María de la Torre que heredó unas así definidas, sabemos la situación de la Puerta de Martín Ruiz”unas casas principales con sus bodegas y toda su posesión en el arrabal de esta ciudad junto a la puerta de Martín Riz linderas con casas de  Sebastián García y la ermita de san blas”
[8] Anteriormente ocupaban una de las torres, la del Rey (Pendón?) por encima del Cañuto. Las actuales comenzaron a edificarse a partir de 1540 y es obra de Martín de Bolívar discípulo de Diego de Siloé. La estancia alta estaba dedicada a sala de reuniones, capilla, armería y archivo de la ciudad; la planta se refería a la  Sala de Audiencias del Corregidor y el salón de cabildos de verano.
[9]  AMAR. Caja 20. Pieza 7. En las tres tiendas centrales hasta 1581, con motivo de la caída del Gabán, se encontraba la Casa del Corregidor y  estaba  ampliada con un hastial hasta la plaza obra de Juan de Riaño.
[10] Probablemente, las tiendas se adosaron a la muralla y  a las dos torres y se realizaron en varias fases: una primera alcanzó a cinco tiendas en torno a los años cuarenta  y otra segunda las elevó a nueve y un portón   a finales del siglo XVI
[11] Las torres  a veces venían señaladas con el nombre del Rey, de Santa María y del Pendón.
[12] La obra se desarrolló a partir de los años cuarenta del siglo XVI.

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