PLANO DE LA MOTA Y SUS ALREDEDORES DE ALCALA LA REAL
Pasar
de un cerro, árido e inhóspito, hasta una ciudad fortificada significó una
conquista del hombre horadando rocas, aprovechando cuevas y allanando peñas
para convertirlo en el hábitat de varias civilizaciones que han dejado su
huella en este recinto histórico de
Alcalá la Real
denominado fortaleza de la Mota.
En
primer lugar, como muestra del más antiguo hábitat del entorno se encuentran
las cuevas naturales y artificiales,
especialmente la existente en la
ladera norte del cerro de la
Mota , dentro de la muralla que rodea la fortaleza.
Corresponden a la presencia de unos asentamientos de la Edad del Cobre, que han
dejado restos de algún horno,
utensilios y materiales arqueológicos[1]. A
ello hay que añadir que el subsuelo del cerro y de su ladera es un conjunto de silos, de estratos de
poblamientos prerromanos y de minas que se remontan a los albores del
Neolítico.
Pero,
dejando atrás los pocos restos de la época ibérica y romana, el primer testigo
de la conquista musulmana es el qal'at o castillo, situado en la parte
nororiental del cerro de la Mota
que pronto se amplió con un recinto amurallado encerrando a la ciudad fortificada, tal como aparece entre
los autores árabes distinguiendo su
jerarquía administrativa frente a otros
núcleos de la comarca con las denominaciones de al qal´at, hins, amal, yuz
y iqulim de la cora de Elvira. Pero el nombre más extendido fue el de al qal´at por muchos autores al que
añadieron los apelativos de Astalir[2],
Yashub[3] y Banu Said[4] haciendo
referencia a una ciudad fortificada desde los primeros años de la conquista
musulmana. La fuerte castellanización de
los nombres del recinto ha perdido
nombres como la calle de la
Zubia , hoy Romancero, que se acercaba a la fortaleza y aludía
a un canal de agua.
En la parte
más elevada del cerro, el alcázar, compuesto por tres torres, la del Homenaje, la Mocha y la de Campana o
Vela, todavía se nos ofrece con un
recinto amurallado, que hasta el siglo XVI se extendía hasta la torre y puerta
de la Barbacana ,
muy propia de la arquitectura almohade[5]. Esta
puerta debió ser su primer acceso a la fortaleza, al que se llegaba a través de caminos subterráneos, pasadizos y
adarves cubiertos. El patio de Armas,
actualmente un espacio escénico, sirve de distribuidor de las diversas estancias y entradas ofreciendo
dos huecos de posibles aljibes o mazmorras. Se accede a este castillo a
través de un pasadizo zigzagueante o en
recodo de la puerta sur, donde se nos muestran las diversas fases de
ampliación el recinto fortificado desde la época árabe hasta la
cristiana. Epítome de estilos y épocas es el
último y fiel testigo de la torre del Homenaje cuya sala principal
destaca por su atrevimiento constructivo con su
bóveda octogonal sobre trompas, muy del gusto de la arquitectura civil
castellana en las fortificaciones
fronterizas de la época con
influencia mudejar[6].
En
torno al castillo, se adosaron las
mansiones de los caballeros musulmanes
que debieron pasar, tras la conquista
de Alfonso XI en 1341,
a manos de los caballeros cristianos. Pues es muy
significativa la participación de
Qalat Banu Said en acontecimientos
bélicos de los siglos VIII y XII. En época cristiana, destacaban las casas de
las familias de las ramas de los Aranda,
que representaron las tenencias de alcaldías, la de los Pineda, Cabrera y
Góngora. Actualmente, presentan una reconversión en viviendas de uso agrícola para almacén y
producción del vino, cuyo testigo más importante es la bodega adjunta a
la muralla oriental del Trabuquete.
Años
más tarde a la conquista musulmana, el recinto fortificado se amplió en todo el
perímetro del cerro, haciéndose en varias fases por medio del amurallamiento y
la colocación de torres estratégicas: una primera por el flanco noroccidental hasta la primera cresta del cerro, cuyo fiel
testigo es la puerta recién excavada
junto a la casa de Cabrera y otra que
afectó a la ampliación de la anterior y de otras partes de dificil acceso como la parte meridional.
A ello se
añadió un tercer circulo de
murallas que dio lugar al barrio de
Santo Domingo, cuyo centro era la
antigua mezquita transformada en iglesia del santo liberador de cautivos. El acceso entre este barrio y la fortaleza se hacía a través del
Cañuto, un camino cubierto que salía del
Gabán hasta la iglesia de Santo Domingo, hoy desparecido, y se incardinaba dentro de la muralla hasta llegar a través de varios bancales o
ronzales hasta la Puerta
Zayde , situada al pie de la torre de la
Cárcel. A este barrio,
su vez, se accedía por varias puertas, las del Arrabal, la de Martín
Ruiz[7], la
de Herrera, la del Cambrón o Granada y la de Zayde. Ocupaba su parte
central la mezquita transformada en
iglesia mudéjar y reedificada con estilo gótico y renacentista. Junto a ella,
había un horno de la ciudad.
Varias torres
albarranas y puertas de acceso cotejan
estos perímetros que dieron nombre a algunos flancos de la muralla. Tras
formarse en la parte noroccidental un nuevo
barrio exterior, de nombre Bahondillo,
también se recompuso la
fortaleza estableciendo varios flancos
de murallas, denominadas del Trabuquete ( en la parte oriental), la del Gabán (
al sur) y la del Aire o Santiago ( en la parte occidental). Todo este círculo
se recorría, interiormente, a través del
anillo, una calle o adarve ocupado en los siglos XVI por los patios y
caballerizas de los solares de la ciudad fortificada. Actualmente, se encuentran
cortadas varias partes del recorrido, a consecuencia de los
derrumbamientos, abandono o destrucciones
de casas, especialmente por la zona del Alcázar, el Bahondillo y el Gabán. Por
otro lado, varias puertas permitían el acceso al recinto fortificado dentro del
antemural de la barbacana, diseñado en tiempos de los almohades. En concreto, a
través de la puerta del Aire o de
Santiago con el arco de la
Pescadería , a la fortaleza accedían los vecinos del barrio de
San Sebastián y Arrabal Nuevo o de San
Francisco y lo primero que encontraban eran las caballerizas del señor abad.
Posteriormente, hacia principios del siglo XVI, se abrió la Nueva o de San Bartolomé, en
le centro de este flanco occidental,
obra de Martín de Bolívar, que permitía el acceso de los vecinos del barrio de la Peña Horadada , San
Bartolomé y el Campo. No hay restos de
las torres de Especería que comunicaba
el perímetro primero con el segundo recinto. En el flanco suroriental, un antemuro
abrió un nuevo adarve, de nombre las Entrepuertas, que era el barrio
comercial de la ciudad, donde se
ubicaban gran cantidad de tiendas artesanales, el hospital del Dulce Nombre de
Jesús y la Casa
de la Mancebía
hasta mediados del siglo XVI. Este adarve permitió el acceso desde la calle
Real flanqueado por tres puertas, de las que se conservan la de las Lanzas y la
de la Imagen. También
se observan restos del barrio del Albayzín y pasadizos interiores, así como
muchas cuevas horadadas en las faldas
del cerro. Junto a la puerta de la
Imagen , las Carnicerías, de estilo renacentista obra de Ginés
Martínez de Aranda, cerca de la torrecilla del Trabuquete; y, junto a la Torre de Aguilera o del
Argamasón, la Casa
del maestro de Gramática, hoy desparecida.
También, por la puerta del Postigo del Arrabal el barrio antiguo de
Santo Domingo, todavía se comunica con el
tramo final de las Entrepuertas y el Cañuto.
La repoblación anterior a la conquista
cristiana debió influir para
racionalizar el recinto en torno a varios espacios y ejes viarios que
definieron los espacios administrativos y de vivienda. En torno a las
calles de Despeñacaballos, la Calancha y dos Reales,
se distribuyeron todas las viviendas y,
mansiones, y, en derredor de las plazas, Alta y Baja, se ubicaron los edificios públicos religiosos y civiles. La Calancha servía de enlace conectivo desde la Iglesia hasta el Alcázar, y
a ella se abrían callejuelas y
callejones cerrados, donde se
ubicaban las casonas de los
caballeros más importantes de la ciudad, entre los que se conserva
la casa de los Aljibes, fiel
reflejo de unos depósitos de agua para abastecer a una población que
llegó alcanzar más de los tres mil habitantes. Desde el Bahondillo, dos calles Reales y la calle del
Preceptor, que daba a la Plaza , formaba una trama urbana, en la que se
mezclaban el palacio del Abad con las casonas de la familia Gamboa, la Casa de la Imprenta y las viviendas de los no privilegiados, muchas
de ellas superpuestas a las anteriores ocupando falsos adarves y calles en
recodo. La calle Despeñacaballos, por su parte,
se comunicaba con varias calles, entre la que actualmente destaca la de
las Cuatro Esquinas, que acababa en la Torre de la Justicia o de la Imagen , donde se ubicó en muchas ocasiones la cárcel y el
pósito. Por referencias indirectas la mezquita aljama presidió esta parte de la parte madina.
La plaza
Baja se enmarcaba con tres
tiendas pertenecientes a la
Iglesia , que solían alquilarse a comerciantes relacionados
con los objetos sagrados y de consumo de la ciudad, el mesón de la plaza,
-perteneciente a una rama de los Aranda, que sirvió de tienda, alhoríes altos,
cuartel y hasta de mazmorra-; varias boticas y tiendas de propios, una adosada
a la torre de Aguilera y otra la de la Esquina. A ella, se
accedía a través de la Puerta
de la Plaza o
Peso de la Harina ,
porque se encontraba las medidas de los fieles de la ciudad.
A través de
tres tiendas del Cabildo y de la Escaleruela se accedía
a la plaza Alta, desde donde se distribuían
las Casas de Cabildo[8], la Iglesia Mayor
Abacial, la sacristía, la capilla del
Deán y el Claustro de la
Iglesia , el mesón de los Monteses, varias casas señoriales- la de los Gamboa, la
de los Aranda, la del alcaide-, un horno, la casa del corregidor y la torre de la Cárcel Real
reconstruida tras la conquista de
Alfonso XI con un bello juego de cuerpos abovedados. Cerrando el flanco
sur, se abrían unos Corredores con dos cuerpos, uno arqueado ocupado por las
escribanías y otro dintelado y superior que alquilaba el cabildo para las
tiendas de la ciudad[9], muy del gusto de las
plazas castellanas[10]. En
su parte posterior, el mirador se abría
a una muralla, flanqueada por las torres del Pendón y del Gabán o de la
Justicia[11].
Estas torres fueron, en algunas ocasiones,
residencia del cabildo y casa del corregidor.
A partir del
reinado de los Reyes Católicos, se amplió la ciudad desde la puerta del Arrabal de Santo Domingo, con el Arrabal
Nuevo, donde se encontraba la calle Cava y los Mesones, el barrio de la Peña Horadada y el
arrabal del cerro de los Palacios, denominado
posteriormente de San Bartolomé. El rastro de la ciudad[12], que
salía de las calles del barrio de Santo Domingo de Silos hasta la puerta Nueva,
la Alhóndiga ,
el Matadero el nuevo Pósito situado junto a la puerta del Arrabal, la ermita de
San Juan, la de San Bartolomé y el
convento de la Trinidad
ampliaron, en los siglos XV y XVI, el
recinto amurallado.
Alcalá siguió
como ciudad de frontera. Pero el peligro se encontraba en las costas del
Mediterráneo. Ya no importaba tanto la reconstrucción de su amurallamiento
ni afrontar las malas condiciones
climatológicas de un recinto fortificado en un cerro. El llano ofrecía a los
privilegiados una nueva ubicación para emprender nuevas empresas en la vida de la historia de la ciudad. Las
torres, los muros, los edificios públicos y las viviendas se abandonaron; los
vecinos se trasladaron al terreno comprendido entre el cerro del as Cruces y el
de la Mota. Tna
sólo, la Iglesia
tocó siempre la campana recordando que era un testigo de unos hombres que
entregaron sus vidas en la lucha por la
frontera.
[1] CARRACOS RUS, J, PACHÓN ROMERO,
J. A. y otros Aproximación al poblamiento eneolítico en el Alto Guadalquivir, Publicaciones
del Museo de Jaén. Nº 8 Jaén 1980.
[2] OLMO LÓPEZ, Antonio Las
sbbéticas islámicas de Jaén y Granada. De los antecedentes romanos a la
conquista cristiana. Pp.114. I.E.G. Jaén 2001. Astalir era una
fuente cercana a la fortaleza.
[3] Ibidem. Hace referencia un
clan familiar que se instaló en la localidad.
[4] Ibidem, hace referencia
a por el nombre de los señores que
detentaban el poder a partir del siglo
XII.
[5] SÁNCHEZ MÁRMOL, Fernando. Andalucía
monumental ( de la Mezquita
al mudéjar). Biblioteca de Cultura Andaluza. Pp. 111. Muy fuerte es la
influencia del sistema defensivo almohade, pues desarrolló extraordinariamente
el arte de las fortificaciones “Se
perfecciona el sistema de puertas de recodo, se hace uso de la barbacana o
antemural que envolvía el recinto y se
utilizó como norma la construcción de torres albarranas”.
[7] Por un censo de Francisco
Ramírez, casado con María de la
Torre que heredó unas así definidas, sabemos la situación de la Puerta de Martín Ruiz”unas
casas principales con sus bodegas y toda su posesión en el arrabal de esta
ciudad junto a la puerta de Martín Riz linderas con casas de Sebastián García y la ermita de san blas”
[8] Anteriormente ocupaban una
de las torres, la del Rey (Pendón?) por encima del Cañuto. Las actuales
comenzaron a edificarse a partir de 1540 y es obra de Martín de Bolívar
discípulo de Diego de Siloé. La estancia alta estaba dedicada a sala de
reuniones, capilla, armería y archivo de la ciudad; la planta se refería a la Sala
de Audiencias del Corregidor y el salón de cabildos de verano.
[9] AMAR. Caja 20. Pieza 7. En las tres tiendas
centrales hasta 1581, con motivo de la caída del Gabán, se encontraba la Casa del Corregidor y estaba
ampliada con un hastial hasta la plaza obra de Juan de Riaño.
[10] Probablemente, las
tiendas se adosaron a la muralla y a las
dos torres y se realizaron en varias fases: una primera alcanzó a cinco tiendas
en torno a los años cuarenta y otra
segunda las elevó a nueve y un portón a
finales del siglo XVI
[11] Las torres a veces venían señaladas con el nombre del
Rey, de Santa María y del Pendón.
[12] La obra se desarrolló a
partir de los años cuarenta del siglo XVI.
No hay comentarios:
Publicar un comentario