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viernes, 19 de diciembre de 2014

LA CASA DEL PECADO

LA CASA DEL PECADO



Si la fortaleza de la Mota es el símbolo perenne de Alcalá la Real, su antónimo es más efímero, y  se escabulle  de todas las maneras posibles. Pues, mientras el antiguo recinto cívico-militar marca con su bella silueta una línea  quebrada e imperecedera, -casi a prueba de bomba, pues ha resistido hasta  los  bombardeos de varias guerras civiles-, por el contrario  para la mayoría de la población,   e incluso  para los que tuvieron aquella feliz idea, no  es deseada la ruptura de la panorámica de una ciudad bella por excelencia,  más bien  el engendro infame  de un  negocio sumamente rechazable. Este es el caso de ese  atentado al patrimonio local,  denostado por  todos, denominado con la más grande  dulzura  “La Casa del Pecado”.  
Pues esta casa rompió el nudo vial más importante, donde se habían levantado  las bellas casonas de las familias privilegiadas, y como las tradicionales  Casas de Vecinos-muy típicas de los años del franquismo- destrozó el equilibrio estético entre  la anchura de su calzada  y la altura de las tradicionales  tres plantas ; y de este modo,  le dio  una fuerte bofetada al canon del sentido común constructivo; su gigantesca mole  levantó los mayores aspavientos de la población alcalaína.  Con su habitabilidad, además se rompió el equilibrio de una calle campesina, pegujarera y señorial para convertirse  en un islote  singular:  en este  pequeño solar se hacinaban numerosas familias de las clases populares  a expensas de unos arrendamientos bajos  o una adquisición barata  de  infraviviendas construidas con el mayor lucro y usura ( la economía de la autarquía); las clases privilegiadas emigraban a las grandes capitales y  los pegujeros se convirtieron en una rara avis en medio de la diáspora vecinal. 
No es de extrañar que aquella casa se emulara  por los nuevos constructores y fuera la capitana de  la destrucción del recinto histórico-artístico, a partir de erguirse altanera por encima de los tejados de  triple planta. Y, como un castillo de naipes, a partir de los años sesenta y setenta se proliferara la destrucción de muchas  casas con dintel de piedra  y fachada blanca de estilo andaluz para levantar viviendas  con zócalos  muy horrorosos hasta tal punto que se sacaron hasta de la cocina los revestimientos más atrevidos. 




Por eso,  aquella colmena, honrada y laboriosa, que frecuentaba aquella descomunal mansión, pronto buscó la salida hacia otras zonas más bajas de la ciudad moderna porque les paliaba las  dificultades del ascender diario de  aquella vivienda sin ascensor alguno. Y, para colmo de males, esta casa en cadena sufrió,  a finales del siglo XX  miles de desgracias,  se  fue rodeando de muchos males urbanos  como el abandono del casco antiguo- y de sus propios moradores-,  no se aceptaba por las instituciones benéficas ni oficiales aquel caramelo envenenado  y, como a perro flaco todo son pulgas,  se multiplicó en los primeros decenios del siglo XXI  la entrada incontrolada de todo tipo de okupas.
Su final estaba cantado de antemano y , desde hace  pocos  años, se anunciaba que no tardaría  el último capítulo de una muerte anunciada. Y llegó hace unos días, porque esta casa estaba acosada  por el decreto de ruina, y con visos de una significativa esperanza que anuncian el renacer de las antiguas fachadas y portadas  de piedra arenisca a través del plan URBN. Ojala, renazca  esta decumana  alcalaína y  aquella casona fuera simplemente un sueño pasajero del pasado con nombre de pecado. feliz navidad y un año nuevo sin casas de pecado. 2015.

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