UNA MUJER FUNDADORA, MARÍA DE TAMAYO.
Desde 1529, estaba en el convento de Nuestra Señora de las Virtudes de
Salamanca, el padre fray Juan de
Quincoces, que destacó prior su santidad, como refiere López de Altuna, y
atrajo muchos devotos y devotas a la orden trinitarias. Doña Catalana de Anaya
era una señora salmantina, muy devota a la Orden trinitaria, que frecuentaba el
templo del convento de Nuestra Señora de las Virtudes hasta tal punto que le
costaba alejarse de él imbuida en la oración. No quiso separarse de aquel
convento y compró una casa cercana y solicitó que se le diera el hábito del
convento. Acudió ante la presencia del
padre Juan de Quincoces y, en un intercambio entre ellos, se trajo a colación
de que la señora disponía de una propiedad en la villa de Villoruela, provincia de Salamanca, donde
podía fundarse un monasterio dedicado a
la santísima Trinidad. Tras la donación de los terrenos, el padre ministro
trinitario solicitó la licencia primero del Provincial y , posteriormente , del Obispo salamantino,
lo que fue concedido junto con el resto de diligencias de fundación y erección
de un convento. Acompañaron
a la fundación diversas mujeres nobles de ese pueblo entre las que
destacaban doña María de Tamayo e Inés de Ordóñez. Se hizo una iglesia y
monasterio pequeño donde se recogieron
todas estas once o trece monjas. Y aquí
se encuentra el dato relacionado con Alcalá la Real “ Y para aquel Convento fuese bien fundado , vino del muy y noble
religioso Monasterio de Alcalá la Real una Religiosa de la Orden, que en
nobleza y en virtud era muy grande, y en ella fue la que influyó a las
demás en la vida regular. A la qual
(como a religión antigua y que sabía perfectamente las ceremonias y las demás
cosas que se usan en la Orden) fue escogida para que fuese su Priora y Prelada”. Señala
las fechas de la vida de María de Tamayo en
este convento sobre 1520. Otras fuentes señalan:
El Monasterio de Santa María la Alta, fue fundado en 1510 por Catalina de
Anaya, noble salmantina, que la quedarse viuda, asesorada por el trinitario fray Juan de Quincoces, decide hacerse monja y fundar la nueva comunidad.
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