Archivo del blog

miércoles, 31 de octubre de 2012

MI TÍO DON LUIS


 

 

 

           

Cuentan que en los núcleos rurales, durante muchos años, el cura, el  maestro y  la autoridad civil o militar  (un guarda, un guardia civil o un pedáneo) eran los ejes que estructuraban y  conformaban la vida social de muchas sociedades. Todos obedecían a sus órdenes, seguían sus consejos y  cumplían sus deseos como si se tratara de las  manillas del reloj. Por cierto, no se ha escrito mucho de los curas de la comarca; algo más de las autoridades, (algunos  se extendieron en  la influencia de los zahoríes, precedente de los alcaldes pedáneos). Hoy nos vamos a detener en uno de estos personajes más influyentes de las aldeas: los maestros.   

Se trata del docente Luís Gómez Atienza. Este nació, a principios del siglo XIX, en una casa solariega  de la Fuente del El  padre de Luís  era un labrador devoto de la Virgen de la Cabeza, a cuya fiesta del monte del Cabezo acudía siempre todos los últimos domingos de Abril: lo hacía con su acémila y su numerosa familia; incluso hubo años que ostentó el cargo de hermano mayor de la cofradía. Su  madre, Adelaida, mujer prolífica, y religiosa como la que más, representaba la bondad humana y la santidad de los seguidores de Jesús en  la tierra. En su hogar, la familia rezaba al alba, en el ángelus, en las ánimas y  al acostarse.. Por tradición, sus  hermanos se dedicaron al campo  y acompañaron al padre en la venta de la leche  y los más jóvenes ingresaron en el Cuerpo de la Guardia Civil. Luís, el más pequeño, como era frecuente, por aquellos años, marchó a tierras extremeñas, a un seminario de la ciudad de  Don Benito, atraído por los aires de santidad de  un misionero que le había cautivados en las frecuentes Misiones Religiosas, que se celebraban  en la comarca alcalaína para formar  cristianamente a la población.  Sin embargo, por los años treinta corrían aires no muy propensos a los estudios del sacerdocio y Luís  volvió  a sus tierra, imbuido en una fuerte formación religiosa que lo iba definir en toda su vida. Su familia, labradora y ganadera, debió mantener buenas relaciones con el alcalde pedáneo de Santa Ana y, durante los años del bienio radicalcedista, el joven Luís cooperó en la elaboración del censo de aquel partido de campo. Esto le ocasionó más que un disgusto sufriendo los desgarramientos de la lucha fratricida.

Tras la guerra, ejerció de maestro; primero lo hizo en Ermita Nueva y, posteriormente,  desde finales de los años cuarenta, en la aldea de Santa Ana, en los bajos de un gran caserón que miraba  a las espaldas del presbiterio de la iglesia. Todavía lo recordamos con su bata oscura  dirigir el corifeo infantil sentado en los bancos de madera instruyéndole en las primeras letras y en el cálculo de los números, Placentero como el que más, ejercía su autoridad  y transmitía su bondad a sus discípulos que lograba darle ese instrumento fundamental que los iniciaba en el mundo de la formación y la cultura para librarlos de la ignorancia. Su fama se extendía a todos las aldeas, núcleos rurales y a la misma Alcalá la Real, desde donde acudían jovenzuelos para perfeccionarse en sus estudios básicos. Muchas anécdotas recuerdan de la etapa escolar y de una enseñanza en la que todavía no se había extendido su obligatoriedad  y, menos aún,  se cuestionaban los métodos  y disciplina del maestro. Siempre, marcó el ejercicio de la docencia  con la transmisión de valores,  y  la huella del humanismo cristianismo era latente a la hora de impregnar su comportamiento ético e intelectual. 

Preparaba a los niños para el día de la Primera Comunión con gran entusiasmo, ya que era un gran militante de la Iglesia Católica: frecuentaba encuentros diocesanos de la Acción Católica, se imbuía del espíritu de los Cursillos de Cristiandad y  practicaba la piedad  a lo largo del día sin olvidar diariamente la visita  al Sagrario de la iglesia de Santa Ana.  Aún más, ofrecía su hospitalidad y la de su familia, heredando esta costumbre  de su madre Adelaida, a todos los sacerdotes. Francisco Callejas, don Esteban, don Francisco…En su casa. Siempre había un rincón para paliar las necesidades de los excluidos y sus manos rotas derrochaban generosidad a muchas personas carentes de las necesidades básicas. No cobraba las horas extraordinarias a muchos hijos de familias rotas y que necesitaban los estudios para avanzar en su  currículo.

Fue, además, un hombre de amplia cultura, entusiasta bibliófilo, recogió algunos restos de bibliotecas de sacerdotes y  personas cultas, al mismo tiempo que no había novedad bibliográfica que no adquiriera para las baldas de su biblioteca particular. Generalmente, se desplazaba a Alcalá la Real, y  en la librería del maestro don Pascual Baca  compraba todo tipo de novedades.

Don Luís, que era una institución en Santa Ana, dejó su huella en muchos que ya han fallecido y en otros alumnos supervivientes hasta los años sesenta del siglo XX. Luego, cambió de aires, se vino a Alcalá y ejerció la docencia muy pocos años en las Escuelas de la Sagrada Familia. No llegó a los sesenta años cuando le alcanzó la muerte muriendo con la misma paz  que compartió con todos los de su alrededor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Y SI NOS FALTARA LA SOCIEDAD DEL BIENESTAR...



 

En el mundo occidental, la sociedad del bienestar ha supuesto un paso de gigante en comparación con otros periodos históricos. El sistema público se organizó, gracias a  la aportación de sus contribuyentes, con una capacidad protectora que podía afrontar y paliar muchas de las situaciones precarias de los componentes de la sociedad europea y española. Ante la falta de trabajo o el desempleo, proveyó los mecanismos para atenuar el menoscabo de la primera fuente de ingresos de los trabajadores en tiempos de crisis o de situaciones difíciles  por los que suelen pasar muchas empresas; en la tercera edad, dispuso de los mecanismos necesarios básicos para afrontar las carencias de una vida feliz  desde la atención a la salud hasta el  momento  crucial de la dependencia de muchas familias; en otras edades de la vida, alcanzó el máximo desarrollo de actividades, infraestructuras y otros programas para conseguir el total bienestar de los ciudadanos.

            Pero si nos falta este sistema público y no existe, en consecuencia, la sociedad de bienestar, ¿qué podría suceder o acontecer? No  nos lo figuramos; criticamos todo  lo que se nos antoja y nos cuesta trabajo mantenerlo, despotricamos de los que se desvelan por luchar por este modo de vida  y nos hacemos de  bruces armando guerras entre tirios y troyanos como si no estuvieran muy cercanos los primeros síntomas del advenimiento de la destrucción de la sociedad del bienestar.  Y yo me pregunto : Para no quedarnos de bruces y creer que estoy escribiendo un cuento de hadas, más bien de duendes malos ¿ por qué no se los preguntamos a las cantidad de personas que acuden a recibir una ayuda diaria de muchos organismos no gubernamentales? Pues estos han sido los primeros que se han dado cuenta de que la sociedad del bienestar  ya no es una realidad, sino que ellos mismos han sido víctimas de un tsunamis arrasador que  se ha llevado  a toda persona por delante sin miramiento alguno, sobre todo a los más débiles y desprotegidos.  Pues, en primer lugar, le ha quitado  o reducido el empleo de su unidad familiar de modo que los ha  mermado drásticamente  en los  recursos e ingresos, con lo que se ven coartados  para afrontar todas las necesidades básicas  ( y digo básicas como el alimento, el vestir, o  la vivienda,  que son derechos constitucionales y, por qué no naturales ). En segundo lugar, las familias se han visto condenadas a un endeudamiento insoportable que  muchas  han agotado hasta las alforjas y alcancías de los abuelos, que lo habían atesorado con gran esfuerzo y sacrificio,  y en un santiamén  se han quedado con los tiestos rotos. En tercer lugar,  muchas personas se han visto excluidas en medio de la pobreza y la vulnerabilidad más lacerante que nos podamos imaginar  y se han convertido  en los seres más desfavorecidos e indefensos de este Tercer Mundo, a cuyas personas  no se les pone la cara sonrojada ante la inmediata isla de pobreza y exclusión social  de l Cuarto Mundo que ha  nacido entre sus paredes. Por último recojo unas palabras del VII Informe del Observatorio de la Realidad Social en septiembre de 2012 Cáritas Nacional “ la evolución de la solicitudes de ayuda de Cáritas no es un asunto pasajero o coyuntural , sino que expresa la consolidación de una estructura social en la que un número elevado de personas y familias han quedado sin esperanza en su proyecto vital”. Lo dejo como  corolario último, pues ha tocado el lado más sensible de los individuos , se ha cortado de raíz la esperanza de muchas personas.

            Ante estas situaciones de pobreza y precariedad, creemos que no nos va coger nunca el tren de la exclusión, y saltamos fácilmente de largo al otro lado de la  vía del bienestar  para irnos a la orilla de la integración social, y en una comarca como la nuestra, que todavía no nos hemos resentido profundamente, nos instalamos inamovibles e insensibles ante la llamada de la solidaridad de muchas familias. Pero si  nos faltara  a muchos la sociedad del bienestar, me pregunto qué haríamos. Pues, como, en otras ciudades, en la nuestra ya son numerosas las personas que acuden a Cáritas y Cruz Roja para demandar  en primer lugar alimentación ( que sobrepasa más del setenta por ciento), luego reclaman ayudas de vivienda y empleo, ropa y calzado, gastos sanitarios y asuntos legales. Y siempre, con la cabeza alta dicen que lo que quieren conseguir es un empleo, porque lo otro lo piden con la cabeza gacha por el amor de sus hijos que tienen que comer diariamente.  

 

martes, 23 de octubre de 2012

ANA CORTECERO



 

Hace varias semanas, el joven Carlos Hinojosa se despedía del cargo de la  delegación del  Instituto Andaluz de la Juventud de Jaén; el pasado jueves 11 de octubre, Ana Cortecero, concejal de Recursos Humanos, Policía y Turismo,  bajaba las escaleras del ayuntamiento alcalaíno tras una intensa vida dedicada a la res publica despidiéndose de la representación oficial, en la que se ha mantenido durante más de trece años. Le pesaba dar su último adiós en una casa, en la que ha pasado ( en sus palabras de su discurso final, recogiendo el verso machadiano “ todo pasa y todo queda”)  muchas horas de trabajo y lucha por defender los intereses de “su ciudad”, tal como viene manifestando en muchas declaraciones a pesar de ser natural de la ciudad tosiriana . Aún más, no solo lo ha expresado públicamente, sino también muchas personas han podido comprobar diariamente  su amor por nuestra tierra y sus gentes renunciando a cotas más altas en favor y entrega por mejorar el bienestar de los alcalaínos y cumplir el compromiso firmado, a lo largo de tres gobiernos, en la cartas del programa y candidatura que asumió y afrontó en los primeros años del segundo milenio.

A todos nos han sorprendido favorablemente numerosos aspectos de su participación y presencia municipales, su ser, su estar y su hacer. Pero, nadie puede olvidar tampoco  que Ana se ha adaptado totalmente  a su nueva ciudad,  que le acogió en sus primeros pasos de impartir la enseñanza secundaria, aportando su profundo saber, su fructífera pedagogía y su dotes de magnífica y eficiente directiva para dinamizar el funcionamiento del instituto Alfonso XI ; también ,  supo ser receptora a la llamada  e invitación de formar parte de la tarea colectiva para  colaborar con el  progreso y desarrollo de Alcalá la Real en todos los campos que asumió como concejal de cultura o de gobernación municipal. Como mujer luchadora, valiente y tenaz ante la adversidad, nunca se arrugó  ni en los momentos difíciles, ni moldeó su  forma de ser  a las corrientes del aire pasajero, sino que mantuvo siempre la esencia de su intelectualidad apoyándose en el  razonamiento y dando siempre todo tipo de argumentaciones para describirnos el universo realista de  una Alcalá en progreso, que dejaba su sabor de terruño para convertirse en una ciudad del siglo XXI. Nunca le faltó el rigor científico  y siempre  cuidó del protocolo de cuidar  la amistad entre todos los que le rodeaban: en la docencia o  en la praxis política, su melodiosa voz y su mensaje argumentativo siempre serán una seña de identidad de muchos actos de su pasada permanencia en la vida local.  Comprendo,  perfectamente, aquellas palabras que dijo en su despedida como profesora del centro educativo , aludiendo que “siempre se sentirá profesora del IES Alfonso XI y este será su centro”, porque fue el  centro en el que dejó una huella imborrable, y, en este caso, esta perdurará en muchos alumnos a los que les abrió  los ojos con el discurso racional  y le recordarán cuando muestren a sus hijos aquella agenda  escolar , en la que daban sus primeros pasos de acercamiento al mundo de  la filosofía.

En la historia de Alcalá hay hitos que han marcado un impacto especial entre la población, Ana será siempre muy bien recordada por el pueblo alcalaíno ( Etnosur, Biblioteca Municipal, la Cultura explicada y razonada, Turismo de Excelencia….) y, en palabras machadianas, aunque todo pase y todo quede “Ya es sólo brocal el pozo; púlpito será mañana; pasado mañana, trono./". 

   

 

domingo, 7 de octubre de 2012


MI TIA LOLA

DOLORES GÓMEZ FREIJÓO
 

            En el paraje de aquella casona de la aldea de  Santa Ana, pasaba, durante mi niñez, todos los meses de verano, como si se tratara de unas vacaciones escolares. Aquella mansión rezumaba olores de tiza de clases particulares de verano y de tinta azulona de los pupitres de madera, que se ubicaban en la clase de la planta baja. En aquel caserón, todos los días subía a sus trasteros de la tercera planta para curiosear las frutas que maduraban  en las trojes repletas de trigo de la ultima recolecta. 

            Me llamaba muchísimo la atención la prominente  barbilla de mi tía Asunción, con la que me atraía siempre a su regazo y me acariciaba como si fuera su hijo pequeño, a pesar que sólo era su sobrino. Siempre, la veía vestida de negro, con el rosario en la mano, rezando novenas a la imagen de una pequeña Virgen, que presidía el acomodador de la segunda planta y mi bisabuelo José María, ( dicunt) se había encontrado en el camino de aquella meseta, antaño comunal y  bien de propios, llamada de  los  Llanos, y , ahora, en manos de nuevos propietarios que habían acumulado todas las parcelas del repartimiento de Carlos III tras la desamortización de Madoz.  Mi tío  Luís, que era el maestro de la aldea, y era hermano de Asunción  y Lola, ejercía de paterfamilias de aquella estirpe peculiar y muy religiosa; me gustaba mirar por lar rendija de la puerta del aula a los despistados alumnos y  siempre  le seguía los pasos porque me entusiasmaba cuando llegaba de Alcalá lleno de paquetes de libros que colocaba con mimo en las baldas de su pequeña estantería. Nombré  a mi tía Lola como si no  fuera nadie. Y encarnaba  para  mí ,  y para todos  sus sobrinos y resobrinos  la señal  y presencia del amor en el más amplio sentido de la palabra. Durante mis vacaciones, se desvivía  por el hecho de que lo pasara lo mejor posible,  se convertía en mi segunda madre y  me  llenaba de mimos y de  muestras de cariño  durante todas las horas del día. En aquellos duros años del franquismo, pude disfrutar de  algunas cosas que no  se frecuentaban en mi casa  como el  chocolate de tabla ( pues  en la mía  se  nos daba el  de bollo de Priego de Córdoba con un canto de pan con aceite),  o como  las frutas y hortalizas frescas de las huertas de la Fuente del Rey. Mis dos tías  y mi tío Luís frecuentaban todos los cultos de la iglesia de Santa Ana, eran beatos en el buen sentido  filológico  e histórico de la palabra, personas felices entregadas al servicio de Dios,   y en concreto  de su Ecce-Homo que presidía la escalinata de su casa y habían heredado  de su antigua casa de los Núñez en la Fuente del Rey. Lo habían recibido de sus padres, sobre todo, de su madre y mi bisabuela  Adelaida  ( me dijo el cura Carmelo que, si el tuviera que canonizar de santa  a alguna persona lo haría con aquella mujer), y en aquellos tiempos ejercían la plasmación del amor cristiano con el servicio a la comunidad rural  y a su hermanos. También, mi tía Lola se ganaba la vida con su oficio de tejedora doméstica haciendo jerseys, blusas, saquitos  y  cooperando con su cuota  para poder cobrar la vejez. Nunca le escuché maldecir el trabajo ni ser antipática con nadie, la dulzura estaba siempre en sus labios. Nos tenía vestidos a todos con las prendas de lana de última moda.

 

            Murió Asunción, y Luís y Lola se vinieron a Alcalá, porque su hermano como maestro  trabajó en el colegio de la Sagrada Familia ( Safa.) Poco le duró la alegría a mi tía Lola, pues Luís murió de un repentino ictus. Con mi madre, la visitaba, de vez en cuando,  en aquella casa sombría y algo fría  de  la calle  Alonso de  Alcalá, que le causaba enfermedades reumáticas y unas cataratas adelantadas. Siempre rebuscaba algo para que me fuera con el bolsillo lleno de alguna calderilla. Su última donación fue una  parte de la antigua biblioteca de mi tío  ( los libros sacros y de anticuarios)  y aquella vitrina  del Eccehomo que deposité en el Museo de San Juan. Luego, siendo sexagenaria, cambió la soltería para formar un hogar como esposa. Recuerdo que me dejó de herencia una  serie de fotos familiares que conservo como oro en paño, son las señas de identidad de la familia de los Gómez. Son la memoria histórica de la Alcalá clerical del siglo XIX, la España de la posguerra con los encuentros de los cursillos de Cristiandad y con  las escuelas rurales de Ermita Nueva y Santa Ana, donde ejerció la docencia mi tío Luís. Con ellas puedo rellenar muchas ramas de todo el árbol genealógico de la familia Gómez Atienza y Freijóo Cano . Mi tía Lola enfermó  del corazón con el que tanto había amado, y marchó a una residencia de Montefrío, donde murió  tras varios síncopes sufridos en los años anteriores. Fue una mujer  buena en el buen sentido de la palabra como todos los Gómez, muy  religiosa como su madre Adelaida   y con el dardo de amor  cristiano, en el corazón. tan clavado  que nunca la olvidaré, pues  trataba de  paliar el dolor ajeno hasta lo indecible, No se me olvidaré  el hecho de que recogió todos los pasquines de una campaña electoral de 1979 porque los pisoteaban en el suelo de las calles de Alcalá y ella  se sentía herida por ser la fotografía de su sobrino la de uno de  los que figuraban en  aquel  díptico. Más amor no se puede pedir, hasta en la ausencia.

sábado, 6 de octubre de 2012

EL VINO DE LA SIERRA SUR


EL VINO DE LA SIERRA SUR

 

            En un tiempo tan agradable del año como es la estación otoñal, la vendimia ocupa un lugar primordial dentro de las faenas de los labradores del campo. No debe desorbitarse la importancia de este producto que, hace unos años, recibió el título de mención honorífica, a un paso o peldaño en la posible denominación de Origen de “Vinos de la Sierra Sur” gracias al tesón y trabajo del frailero Luís Aceituno. Es evidente que nuestros montes y nuestros llanos ya no  están ocupados por las grandes extensiones de viñedo, que desgramadamente casi  desaparecieron con la  incorporación de España en  la CEE. Suena a música celestial el privilegio del vino, concedido por Carlos I y Juana de Amor,  que convertía a nuestro torrontés en vino de mesa de muchos hogares de Andalucía e, incluso,  bebida exquisita de algunos reyes como Felipe III y Felipe IV; también , muchas personas se han olvidado del vino baladí que acompañaba a muchos jornaleros con su dosis de excitante benigno y de acicate animoso a la hora de enfrentarse al duro mundo del trabajo campesino ; y, ya no digamos, ni se nos ocurra hablar  sobre otras variantes de vidueño y sobre el de más ínfima calidad como  era el del estrujón que quedó como un  fósil pastoso en los huecos de las  bodegas de la Mota.  La traicionera filoxera del siglo XIX  arrasó los  campos de la Sierra Sur donde el hombre colocó, a lo largo y a lo ancho,  extensos  olivares.  Y, luego, le sobrevino la puntilla  con el  economicismo de turno europeo: pues se  fomentó la  rubia cerveza del Rhin  en lugar de los ricos caldos de nuestra comarca;  nos convertimos de la noche a la mañana en señoritos de  las ferias  de sello sevillano con la manzanilla y el finolaína abandonando nuestros  sabrosos  ponches y nuestros vinos de bodegones y tabernas de lagar de las calles del casco antiguo y aldeas, donde se creaba aquella atmósfera de  sana sociabilidad y de la cultura en la calle. Una cultura que, en algunos aspectos, podíamos remontar a tiempos lejanos del padre de Juan Ruiz de Cisneros, nuestra versión del Arcipreste de Hita, y deberíamos revivir  con una ruta del pan talar  y el vino del lugar, recreando ambientes de tradición molinera y panadera junto con el lagar, el bodegón y la taberna de los labradores.  Pues ya nos decía el profesor italiano Gianluca Pagani acerca del  poema de la alimentación recogida en El  Libro de Buena Amor: “… había muchos productos que eran objeto de consumo por parte de todos los sectores sociales: como el vino y el pan. Aunque difiriera la calidad de los mismos, que bajaba proporcionalmente al estatus social”.

            Como no somos tan ricos como quisiéramos o , quizás, pretendimos serlo , convendría que nos iluminara la torre del Cascante en medio de los viñedos de Marcelino y nos hiciera ver la importancia que “ con pan y vino, se hace el camino”; pues con vino se realiza hasta los actos más profundos del alma humana como son el sacrificio divino. Y, por otra parte,  deberíamos apostar un producto de soberanía alimentaria, cercano, saludable y ecológico como son los Vinos de la Sierra Sur. Conocimos sus lagares y sus bodegas, todavía nos quedan algunos vestigios casi arqueológicos. Incluso, los hay que se atreven a porfiar los foráneos cava y champán con sus vinos espumosos. Nos ha tocado el momento de la crisis, y, en cierto sentido, de la autarquía económica Y  qué cosa no es mejor que defender nuestros productos y no depender de los vaivenes financieros. Además, es el momento de  salir a la calle y reivindicar los antiguos bodegones, mesones y tabernas, donde las viandas caseras realizaban  la ceremonia del ágape solidario y benefactor de la felicidad asociativa. 

 

jueves, 4 de octubre de 2012

SOBERANÍA ALIMENTARIA Y CONSUMO RESPONSABLE


SOBERANÍA ALIMENTARIA Y CONSUMO RESPONSABLE

 

            En medio de la crisis sistémica, hemos hecho varios cantos de cisne de la situación y también una llamada de atención para llevar a cabo una economía responsable. Además, siempre hemos partido de una llamada para arrimar el hombro de una manera colectiva  y aportando  valores fundamentales como la solidaridad y la defensa de la dependencia en favor de los excluidos. Estoy seguro de que me han calificado de utópico y, en la mayoría de las ocasiones, se han minusvalorado las argumentaciones en favor de una situación que debe preocuparnos a todos, porque las cifras, con las que desayunamos todos los días, son para que se nos atragante el bollycao y la sofisticada bollería que engullimos. Por eso,  he tenido la suerte de que cayera en mis manos un folleto de Cristianismo y Justicia, en el que se nos aportan nueva salidas para enfrentarnos a las tristes y  deprimentes circunstancias que nos acosan . Hacen referencia a la soberanía alimentaria y al consumo responsable;  y se acompañan de un decálogo con el que podemos poner las bases sobre una nueva  manera de enfocar este momento  que nos ha tocado vivir. El simple hecho de ubicar a los pueblos como los responsadles de definir sus polínicas agrarias y considerar a los agricultores, ganaderos y pesadores   como el centro de estas políticas,  significa dar un gran paso para romper con políticas de la aldea mundial como el PAC u otras formas de globalización, que vienen manejadas por los de siempre, los magnates  de los poderes financieros. Significa invertir la pirámide de lo que hasta ahora viene sucediendo. Para ello deben primar los productos locales por su frescura y  ser más naturales y nutricionales de modo que se ahorre en transporte, energía  y  el deterioro del producto y del medioambiente  Miles de ejemplos podríamos poner en nuestra comarca que coadyuvarían al desarrollo de la soberanía alimentaria, donde hay aceite, cereales, vinos y cerveza   con mención honorífica de origen , carnes, embutidos,   quesos sacados de nuestro ganado  y gran cantidad de hortalizas, frutos y  otros productos alimenticios que no deben sentirse minusvalorados ante otras ofertas que solo les aventajan en  etiquetado mercantilista y de diseño. Si a los productos locales, les añadimos que sean de temporada, naturales y ecológicos, y creamos una red fuerte entre productores y consumidores para no caer en las redes de las grandes cadenas, estamos dando pasos de gigantes para acortar distancia  y concienciarnos en  el consumo crítico, por medio del cual no nos dejamos llevar por el impacto de la publicidad  ni la instantaneidad de lo que  nos meten por los ojos. Es hora de considerar nuestros hábitos de consumo, por los que somos autodirigidos como marionetas o simples receptores de los anuncios de turno para pasar otras fórmulas como  acudir a las tiendas de comercio  justo comenzando por el café o el chocolate para llegar a comprar las conservas, verduras, frutas o carne con el asesoramiento de los grupos de consumo. :

            Muchos darán por hecho que es un país arcádico ,el que estamos describiendo o una isla de los lotos. Más bien, es volver  en algunos aspectos a nuestro pasado donde  no estabamos invadidos de  tantos fitosanitarios y comíamos los ricos productos regados de las riberas de las huertas de San Juan o del Velillos , Fuente del Rey, Riberas. O simplemente, optar por  los productos sanos, y no transgénicos que presentan tantas dudas éticas e inconveniencias sociales  y ecológicas. Y optar es ejercer la libertad y no ser simple monedas de cambio de las empresas transnacionales , porque decidirse por un producto de la tierra consiste en disponer de más datos, tener el conocimiento de los  procesos de  elaboración y manipulación y elegir con mayor acierto que si lo hacemos sin el conocimiento de la elaboración de ese producto ..En ese momento , damos un paso fundamental  al  subordinar  el valor al precio del producto, porque el valor con lleva un factor fundamental, el que  procura la salud del consumidor,  Pues, ¿ Por qué, al comprar con precios bajos, a veces de risa,  somos cómplices de explotadores que venden productos obtenidos con el trabajo de la explotación infantil o realizado en medio de condiciones laborales deprimentes , sin miramiento de las condiciones ecológicas y destructoras del medioambiente? Simplemente, porque no hemos tenido en cuenta  estas premisas que hemos desarrollado anteriormente y hemos caído en el vicio de consumir por consumir. Por eso, creo que es hora de descubrir alternativas económicas, como manifiesta el cooperante Basilio Rodríguez y  a su vez miembro de El Rincón Lento de Guadalajara,   " más justas, más democráticas y mas respetuosas con el medioambiente y  el desarrollo sostenible en medio de un panorama muy desalentador". Y, en esto, qué mejor que una buena soberanía alimentaria para un consumo responsable, pues con pan y vino se hace el camino. Claro, de la tierra.