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domingo, 29 de mayo de 2022

LA ATALAYA DE LA RÁBITA EN EL JAÉN.

 La Rábita es un lugar que marca el final del antiguo territorio abacial y deslindaba sus tierras con el reino de Córdoba, y la demarcación de la frontera fernandina con el reino de Granada, donde acaba el territorio de los calatravos. Le atravesaba un importante camino que derivaba a tierras cordobesas, por el sur con el camino de Priego; y, por el norte se adentraba en tierras cordobesas de Baena. Fue un lugar de entrada de muchas civilizaciones, entre lo que destacó el camino de los playeros que desde tierras malagueñas adentraban el pescado a tierras del alto Guadalquivir. En Alcalá la Real siempre ha llamado la atención el Camino de los Playeros, citados por los Libros de Veredas. Camino que recorría la parte oriental del municipio alcalaíno, y adentrándose por el camino que conducía a Vélez Málaga y las costas malagueñas, servía también de marca de deslinde con las tierras granadinas de la ciudad de Granada, Montefrío y del marquesado de Priego. También es de sobra conocida la actividad de los playeros, que respondía al sector terciario, y solía estar copada por arrieros moriscos o comerciantes de este pueblo que ampliaron sus labores de la agricultura tras la conquista de Granada y su conversión al cristianismo abriéndose horizontes hacia las rutas mercantiles.

No es de extrañar que esta ruta de playeros fuera exclusiva de nuestras tierras, sino que algunos moriscos ejercían de playeros se dedicaban a los intercambios comerciales entre Granada y la costa de Granada y otros pueblos malagueños y granadinos, como Motril , Salobreña, Almuñécar, Vélez, Torre del Mar, la propia capital y Torrox, trasladando el pescado fresco y seco, y otros productos como la caña de azúcar a través del Valle del Lecrín.
En el caso de Alcalá la Real, era notoria la presencia de estos playeros a través de la ruta comentada, e intercambiaban el pescado de la Costa malagueña con otros productos alcalaínos. Pero no era este el único trato, sino que es interesante comentar la presencia de los playeros y su procedencia. Por un documento del escribano Luís de Pareja, en 24 de noviembre de 1550 , se encuentra un poder para la venta de esclavos que nos ilustra de otro tipo de comercio diferente al pescado por parte los playeros.
No es extraño que se ubicaran a lo largo de su recorrido puntos de vigilancia, con atalayas que protegían o avisaban del movimiento de personas, tropas y ganados. No se había descubierto hasta ahora ninguna atalaya por la zona de La Rábita, y siempre se ceñía su historia al ribat de mundo de frontera. Pero un documento de contrato, escrito por el escribano Francisco Jiménez, entre el ventero Gerónimo Mallorcas y Pedro Hernández de Tapia y Alonso de Tapia supone un gran avance al menos de testimonio histórico. El primero era, por la presente, el arrendador del cortijo de Diego de Sotomayor, integrado por la casa y tierras de labor, y se lo cedía a los hermanos Tapia. Pero lo interesante del documento (AHPJ Legajo 4717 folio sin numerar, 15 de agosto de 1564) es la descripción de sus linderos: “que es en la Rábita en la atalaya racia (raya, raja), linde con la dehesa de la Rábita y tierras del jurado Lucas Montijano". El nombre de la atalaya no puede concretarse, `porque aparece tachada la consonante central , de ahí que le hayamos denominado con el de Atalaya de la Rábita. Actual mente difiere el paisaje natural y poblacional a los tiempos en los que se erguía esta atalaya. Pues
Por las descripciones anteriores de la zona de la Laguna se sugiere una zona pequeña pantanosa, desde donde salían varios manantiales de agua superficiales, cubiertos y rodeados exteriormente de juncos, muy cerca del camino que venía de los actuales Canales, y cerca del camino real que se dirigía hacia el de los Playeros; la Venta se encontraba cerca de esta encrucijada de caminos. Y no es de extrañar que su ubicación proviniera del asentamiento del antiguo ribat transformado en venta, y luego, ermita, ya que una capellanía de la familia de Alonso Ortiz disponía de ella a través de un capellán. Esta es su descripción en los libros de Veredas del siglo XVI:
“Desde la cual esquina a la parte levante de levante, y desde el camino real, que con ella alinda a la dicha vereda, hacia el dicho Juncar, por do los ganados entran en él, y lleva de anchura diez estadales, alinda a la mano derecha hasta el dicho Juncar con las paredes de la dicha venta, y luego con las de un cortijo, que está incorporado con ella, y luego haza de de Catarina Rodríguez , viuda mujer que fue de Bartolomé López Montijano, y con esta llega al dicho Juncar, y por la mano izquierda desde el dicho camino hasta el dicho Juncar alinda con haza , que es de la dicha Catalina Rodríguez viuda, y yendo al dicho Juncar, va hacia abajo sirviendo el dicho Juncar de vereda; y es de saber que este juncar todo es realengo, común y concejil; para pasto y abrevadero de ganado, como lo dice el libro de Hernán Pérez, en la foja quince plana segunda, digo primera , y porque dentro tiene muchos ojos de agua, que de presente, no se puede andar, no se mide ahora su anchura ni largura, hacerse sea en pudiendo, así se encargue lo manden hazer los señores, Justicia y diputados que les cupiere la primera visita de veredas y hagan poner en este libro la dicha medida para que por ella se visite , siempre , porque no se pueden entrar en el, ni menos a caballo, como agora está como lo van haciendo”. Junto a la laguna existía un cortijo importante, el de los López Montijano.
Con esto está claros la ubicación y el entorno de la atalaya. Se encuentra confuso por estar manchada la consonante de la segunda silaba, dando a confusión que puedes raja, racia,o raya . Si concuerda con raya, podría hacer referencia a ser una atalaya de marca o límite de frontera, sobre todo en tiempos en los que Fernando III concedió los terrenos de la zona de Alcaudete a la Orden Calatrava. Pero, si nos referimos a raja se encuentra el término raja en el diccionario histórico como piedra fina utilizada en las paredes de piedra para calzar o tapar huecos que dejan las piedras grandes, en este caso las del cilindro o cubo de la almenara. Como razia razia procede de razzia, y este del árabe. argelino ḡāzyah 'algara1'. y hace referencia la incursión, correría en un país enemigo y sin más objeto que el botín. O la batida o redada..No damos por descontada el término "roja", haciendo alusión del color de los materiales empleados, con piedra rojiza de color.

Por bajo de la Dehesa, en el entorno de la antigua Laguna, cerca de la actual ermita de San José de la Rábita, que proviene del antiguo ribat, y próxima a la venta de San José, se encuentra el Cerro Cano, que proyecta su vigilancia al camino de Playeros, y enviaba mensajes de fuego y bandera, luminarias, a otras atalayas como la de Fuente Álamo. Lugar idóneo para esta atalaya desparecida.

viernes, 27 de mayo de 2022

EL ADARVE DEL CASTILLO DE LOCUBÍN JUNTO A LAS CASAS DE RUIZ DÍAZ DE MENDOZA




Presentamos el documento  de 16 de septiembre de 1585 de un adarve que realizó Ginés Martínez de Aranda, cuyo texto ya publicado en su tesis editorial  por Lázaro Gila Medina en  "Arte y Artistas del Renacimiento en torno a la Abadía de Alcalá la Real". Su ubicación se programaba junto a la casa del ilustre señor Ruiz Díaaz de Mendoza. Las medidas eran nada menos de 50 varas de largo ( 41, 7 metros) y tres varas y media de alto-2.92 m_ con una vara de cimentación.El grrueso del muero era de dos tercias de varas, coronado con un caballete ded chapas y trabadores , revocado por dentro y por fuera; el material, la cimentación  corrría a su cargo; 

Dogno de destacar por la caligrafía y firma del autor, como testimonio de base para sus futuras publicaciones, entre ellas los dos libros que aparecen recogidos en su testamento último. 

 

lunes, 16 de mayo de 2022

EN EL JAÉN. OBITUARIO CASIANO NIETO DAZA

 CASIANO NIETO DAZA

 

            Hay familias que crean y crearon generaciones significativaS del pueblo de Alcalá la Real. Este es el caso de la familia de Casiano Nieto Daza, recientemente fallecido lejos de nuestra tierra, un día después de la cruz de mayo. Un alcalaíno nacido en los años más duros  del siglo XX, cuando algunos miembros  alcanzaron parte activa en la vida local. Estas familias participaron de las penas y las pocas alegrías de los nuevos tiempos que  les marcaron para toda la vida del futuro. Miembro de una familia numerosa, muy conocida de Alcalá, en la que los padres tuvieron muchas dificultades para poder sacar a su prole. Así nos lo recuerda su hermana preferida, Aurora, la más pequeña que Casiano piropeaba con aquellas palaras de dulzura “con lo chica que eres  y lo grande que eres”.   Casiano logró que le apareciera en el camino  el Padre Villoslada que le marcó la senda para toda su vida. Fue como canta el poeta Muñoz Rojas: Lo que cabe de vida una mano/que aprieta la tuya y te lleva. / Nadie sabe lo que de pronto se te viene/ cuando resucita el pálpito. Esa mano que le inició en los estudios de las recién creadas de la Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia (SAFA), cuando dieron los primeros pasos de su fundación en la calle Fuente Nueva. Y unos años más tarde aquella mano se lo llevó a la nueva fundación del nuevo colegio de  la Sagrada familia de Úbeda, donde ya encontró su lugar de trabajo y el testimonio de una vida de entrega a la formación de muchos jóvenes  hijos de familias obreras y  jornaleras que se expandieron por toda España; Casiano, desde la administración del centro, donde derramaba muestras del buen trabajo, con la gracia de estos versos. Aquella mañana, andando por dentro, / de la mano, no iba solo y nadie/ podía apercibirse, cuando estalló/ la primavera. No me dejes. Tengo el corazón a medio romper. Se distinguió por sus estudios y la práctica de administración y empresariales.   Y aquella mano fue su esposa Rosario Carrasco que dio unos hijos a los que amó con locuras, Pedro. María Teresa y Patricia. En una casa, donde su mano polifacética era  capaz de cuidar desde el último detalle, desde la luz  del velador de su casa  hasta el grifo de agua del lavabo de sus hijos, pasando por los muebles de la casa o el armario del dormitorio. En un hogar, de oración y  religiosidad diarios, donde  todo tenía respuesta y solución. Por eso no es extraño, que su familia llame su presencia Ven como sea/ que esta hermosura de la tarde / te necesita para su eternidad. / Era un amante de nuestra provincia, la Sierra de Cazorla era su paraíso interior, donde se evadía y se sentaba a las orillas de aquellos ríos, donde lograba sentir el rumor interior que se producía en cualquier momento y cosa que le  alimentaba un alma llena de generosidad. Y allí ejercía de caminante de la vida, su  sesgo machadiano, recogiendo su amor por las flores, donde empatizaba, convirtiéndote  en perfume libre que se deshojaba entre el color  del alma y recuerdo.  Y la ciudad  de Úbeda y sus vecinos siempre lo recuerden y se haga voz con estas palabras Ven como sea, en la luz/ de la mañana, en el primer vuelo/ de cualquier pájaro de los que ahora/ cruzan el cielo; o se levantan/ de la tierra. Y, en la ciudad de la Mota tu hermana te sigue recordando  con este poema: Deja tu presencia/ una leve huella. Se  queda/ como pasando, como sin estar/ como si quisiera estando sin estar/ como si no dejara de oprimir/ la mano/, la mano, como si la mirada/siguiera mirando. La mano de la Safa.

 

 


sábado, 14 de mayo de 2022

DIARIO DEL RUTERO POR LAS PUERTAS Y ADARVES DE LA MOTA.

 

RUTA POR LAS PUERTAS  DE LA MOTA. PUERTA NUEVA. CON LA COLABORACIÓN DEL AREA DE CULTURA Y TURISMO DEL AYUNTAMIENTO. 

Este SÁBADO, 14 DE MAYO DE 2022. A LAS 4.15. SAUCES Salimos 34 ruteros  y  ea las . 4.30.  en SAN BLAS.

 Este era el itinerario 

 Puerta Martín Nieto. Carrera de los Caballos. Paseíllo de Vinuesa, Rastro. Matadero. Calle de Rastro. Puerta Zayde. Barrio del Bahondillo Alto. Calle del Preceptor.  Adarve del Aire. Muralla del Gabán. Adarve del Peso de la Harina. Adarve del Trabuquete. Puerta Torre de la Imagen. Adarve de la Torre del Homenaje. Alcázar. Adarve Norte.  Adarve de Santiago. Cañuto Puerta de Santiago. Puerta de Arrabal Bajo. Entrepuertas. Puerta del Pendón. Puerta de la Imagen. Puerta de las Lanzas. Puerta del Hierro. Puerta del Arrabal. Puerta de Granada.

 

Hicimnos esta introduccción 

 

LAS PUERTAS

Siempre se ha considerado que los castillos  y ciudades fortificadas no debían abrir sus murallas por muchos lugares para dar paso a los vecinos en su interior. En Alcalá, siempre se han citado siete puertas, más otras dos nuevas que permitieron los Reyes Católicos. Muchas puertas, en otras ciudades, servían de entrada de los caminos que partían de ciudades importantes y por los diferentes puntos cardinales  llegaban a las murallas. Hay ciudades que se aluden a las puertas de Martos, o Granada, como es el caso de Jaén. En Alcalá, es curioso que desaparecen a lo largo de los siglos las denominaciones de ciudades para las puertas y sustituyen por otros aspectos (Martín Ruiz, vecino de una puerta; Rastro, Postigo o Arrabal por el sitio; Lanzas e Imagen o Justicia hacen referencia a instituciones de la ciudad; Aire, a accidentes climatológicos; Nueva, a la Historia) . Y sólo una  se cita a principios del siglo XVI, con el nombre de la ciudad de Granada. Es una incógnita su localización. Pues uno la acercan a la zona del paseíllo de Vinuesa, otros la hacen coincidir con la de Martín Nieto, cercana de San Blas; y lo más certero es que estuviera subiendo el camino del Cambrón, traspasara la calle Cava y estuviera cercana a los Mesones. 

 

 

PUERTAS DE LA MOTA

 Esta fue la primera junto a Sab Blas

Puerta Martín Nieto. Em el antiguo barrio del Cambrón, posteriormente de San Blas, se conservan cimientos, entrada para el Arrabal de Santo  Domingo de Silos. XVI.

Pasamos por 

Carrera de los Caballos. Siglo XVII. Renovado siglo XXI. Su nombre Camino de San Bartolomé. Restos de calle de la subida al Rastro.

 Paseíllo de Vinuesa, , muralla y  rincón de la antigua casa de la alhóndiga.

Y llegamos al 

Rastro. Lugar de excavación siglo XVI. Restos de la puerta, calle y Arcos, donde se vendía el ganado mayor. Albacara.

Y

Matadero. Lugar de las carnicerías mayores. Siglo XVI. Restos del recinto.

Subimos a 

Calle de Rastro. Restos. Siglo XVI.

Contemplamos la Puerta Zayde. Siglo XV. Restos de los pilares de sostén. Entrada del Arrabal Viejo.

Posamnos y nos recreamos en la 

Puerta Nueva. Obra de Miguel y Martín de Bolívar. Siglo XVI. Salida para el campo. Restaurada en siglo XXI.

Estuvimos en el Sacromonte alcaláino

Barrio del Bahoncillo Alto. Barrio Popular, ampliado en tiempos nazaríes, torres redondas.

Muralla antigua y Calle del Preceptor. Muralla alhmohad4e con la torre de la Especería.  

Paseamos por el  

Adarve del Aire. Muralla del siglo XII. Torre de la Veleta.

Torre de la Cárcel  Real. Siglo XII Mozárabe.

Muralla del Gabán. Siglo XIV. Remozado siglo XXI. Restos del Cañuto.

 Puerta del  Cañuto

Adarve del Peso de la Harina. Torre y puerta de entrada de la fortaleza, llamada también Puerta de la Plaza

Adarve del Trabuquete. Siglo XIV. Remozado en siglo XX.

En contrapicado obseervamos 

Puerta Torre de la Imagen.  Almohade.

Paseamos por Adarve de la Torre del Homenaje. Siglo VIII-siglo XX

Alcázar. Siglo VIII-  XIV

Recorrimos  Adarve Norte. VIII_ Siglo XX remozado

  Adarve de Santiago. Siglo XIV  

En contrapicado 

Puerta de Santiago. Siglo XVI, las caballerizas.

Puerta de Bahondillo  Bajo. Almohade.

Bajamos por el Barrio Militar a  la Puerta del Postigo, comunicaba con la calle de este nombre y bajaba a la iglesia de Santo Domingo.

Nos detuvimos en  Entrepuertas. Zoco comercial, y ascenso y subida actual de la Mota,. Puerta del Pendón. Del Rey o de Aguilera o de Argamasón. Restos de muralla romana.

 Puerta de la Imagen. Época nazarita  y mudéjar. Siglo XIII

Puerta de las Lanzas. XIV- XX. Obra de Martín de Bolívar, mediados del siglo XVI. Renovada en XX. Renacentista.

Puerta del Hierro. No quedan rastros, por los oficios.


Y acabamols en  Puerta del Arrabal. Entrada a Arrabal Viejo.

 y  Puerta de Granada. Siglo XIV , entrada a Arrabal. Puerta del Cambrón o Granada.










































TIEMPOS DE FALDRIQUERA

 



Hace unos días, un documento de finales  del siglo XVI cayó en mis manos. Y me llamó mucho la atención, que hacía referencia al testamento de la viuda Isabel Polaina, tanto por su apellido  como por su esposo, el arriero Pedro de Baeza.  Le habían adosado, para distinguirla de otras  mujeres con nombre Isabel, el apodo de la Polaina, la Calcetina, y la Media del Pie. Como es lógico en su texto, se percibe que esta mujer se sentía enfadada  por el mote que le habían adosado. Pero, además las había pasado bastante canutas , soportado indescriptibles desgracias,  y sufriendo las de Caín. Su marido  pasaba durante casi  todo el año recorriendo con su reata de asnos y mulos las tierras alcalaínas y granadinas   y transportando el vino torrontés de la comarca abacial  y la lana de los rebaños de la Sierra Sur. Para colmo, con motivo de la guerra de la toma de Orán, se quedó sola con sus hijos, pues  su esposo tuvo que acudir a la guerra con su arcabuz y acémila bajo las órdenes de los capitanes alcalaínos y  el mando supremo del conde de Alcaudete. Y cayó preso. Isabel anduvo de la Ceca a la Meca para buscar dinero con el que afrontar el rescate de su marido, por medio de intermediarios granadinos y malagueños. Y removió Santiago con Roma  hasta lograrlo rescatarlo de las mazmorras de Argel.

Pero, en sus últimos años, disfrutaron de cierta estabilidad y tranquilidad con el arrendamiento del mesón de Aparicio Martínez de Colomo, situado en la calle  Llana de los Mesones, cerca de las Entrepuertas de la Mota. Por su testimonio, abundaba en sus postreras intenciones pagando deudas  que especificaba entre sus mandas afirmando que eran sacadas de la faltriquera. Me sorprendió este arabismo. Era comprensible que empleara faltriquera en lugar de bolsa. Pues esta palabra  provenía  del mozárabe ḥaṭrikáyra (lugar para bagatelas​ —cosas de poco valor—​) y se usaba en este contexto cercano a Granada. Definía una prenda muy utilizada en los entornos rurales durante la Edad Media y hasta bien entrado el siglo XX. (Todavía, se distinguen ciertos personajes como las mujeres gitanas que guardan lo más insospechado en la faldriquera). Por cierto, en el documento se escribe faltriquera, pero por estos lares y en otros sitios la emplean como faldriquera o faldiquera. Aquella bolsa, todavía, le había permitido sacar a su marido preso en la cárcel para poder pagar al dueño del  mesón y afrontar las condenas y otros litigios.  

En los vestidos regionales y tradicionales de muchos pueblos de España, usaban esta pequeña prenda de tela plana, con forma rectangular y con una abertura, elaborada a mano, con forro por detrás y por dentro. En los trajes aldeanos solía hasta bordarse bellamente y colocarse debajo de la falda y delantal. Colocada en un lateral a izquierda o derecha, servía de bolsillo, donde guardaban pequeños objetos útiles. No nos extraña que nunca faltaran   algunos de estos objetos:  la navaja, las tijeras, la caja de cerillas, un pañuelo para limpiarse, un dedal, un tubo con agujas, hilo, un monedero con unas monedas, las llaves, imperdibles. Siempre la llevaban puesta a donde fueran. Y, distinguía a la mujer frente a los varones que solían llevar en los chalecos bolsillos para guardar estos elementos.  En algunas regiones se usaban distintas faltriqueras según fuera para uso diario, para los carnavales, en las romerías o en las fiestas regionales. Actualmente, se conservan de paño, tela o terciopelo en los trajes regionales de los museos. Ya no es tiempo de faldriquera. Pero se necesita que vuelvan estos tiempos para afrontar los nuevos  y futuros años con esta alforja y su instrumental. Es el momento de transportar una buena faldriquera, nunca mejor que  en periodo electoral. Y contenga la navaja para cortar todos los momentos adversos  que han sacudido durante estos fatídicos años de pandemia; no falte el pañuelo que limpie el patio; los instrumentos  de coser para sanar las heridas y confeccionar nuevos vestidos; traiga monederos de  proyectos en Andalucía; y las llaves con las que se abran puertas de un nuevo progreso para las tierras del Sur, 

 

domingo, 8 de mayo de 2022

HOY EN LA SEMANA DEL JAÉN. LOS BÁRTULOS

DÓNDE VAS CON TANTOS BÁRTULOS

Nunca imaginaba que la palabra “bártulo” hiciera referencia a una persona. Más bien, adivinaba que podía provenir del nombre de una cosa. Me la había imaginado y empleado en muchas ocasiones:” ¿Dónde vas con tantos bártulos?”, “Mercedes, vas cargada de muchos bártulos”. Es verdad que no la he encontrado  en singular en el diccionario ni en el uso cotidiano. Siempre, se escucha en plural. Y así la recoge  el Diccionario de la Real Academia Española. La relacionaba como muy bien la define el diccionario español  en el registro de los bártulos, a saber: enseres que se manejan y comprendía  perfectamente el sintagma coger o liar los, mis, tus y con toda gama de adjetivos los bártulos. También, no me sorprendían ciertas acepciones verbales que coloquialmente expresaban la decisión de intensificar la precipitación o el enfado, que acompañan a la decisión de irse como en el caso de preparar los bártulos. O, más concretamente, otra expresión coloquial como recoger los bártulos para disponer los medios ejecutar algo.

Sin embargo, un documento alcalaíno de la segunda decena del siglo XVI, me ofreció un nuevo registro, que me conducía a su origen y etimología.  En concreto el licenciado  y abogado Alonso de Hinojosa compraba a Martín de Guerra, un licenciado cordobés, que ejercía el oficio de secretario de abogados, una librería jurídica. Y al proseguir su lectura, me especificaba que  se encontraban en ella obras  del derecho civil y dos canónicos, y la lectura de Bartulo y de Pablo de Castro y Abades, y  otros libros que “de él compré”. Lo adquiría por el elevado precio de mil reales, casi el precio de un ganado de cien ovejas. Y del valor del contrato debía responder hipotecando los dichos libros y una finca de 19 aranzadas de viñedo, es decir 19 fanegas, en la Sierra de la Acamuña, linderas con el arroyo y otros viñedos de Gallardo.  

Ya me di cuenta que estaba claro que se relacionaba con una persona, de nombre  Bartolo, un acortamiento de Bartolomé, palabra de origen hebrero, que significa en esta lengua el hijo de Tomay.  Esta palabra pasó a la lengua griega  y se transcribió como bartholomaios, y luego al latín, bartholomaieus (en español, Bartolomé), que algunos lo traducen como el hijo de Ptolomeo

Bartolo de Sassoferrato fue el autor de los libros comprados, y fue  un famoso jurista  del siglo XIV, cuyos libros adquirieron una fama inmensa en  muchas universidades europea, desde Bolonia a Salamanca pasando por otras españolas como Alcalá de Henares o Granada. No nos extraña que Nebrija, cuyo V aniversario de su muerte  se celebra en este año, estudiara en la ciudad de Bolonia, donde Bartolo impartió clases, y luego se trasladó a las universidades española con los libros del escritor italiano bajo su brazo. 

El documento me ratificaba el uso de Bártulo, en singular, como obra jurista y, en su auténtico significado relacionado con el autor. Pronto esta palabra, uno decenios después, amplió su acepción y cambió número en plural con su significado de “libros de estudio” “argumentos jurídicos” y, otros más específicos como “alhajas o negocios”.  Por eso es comprensible, el uso con el sentido de ‘argumentos jurídicos’, recogido de Crónica del reino de Chile, de Pedro Mariño de Lobera: No quisieron recibir a don Alonso en tal cargo, encomendándolo a un oidor que sabía muy bien usar de las armas de sus bártulos y digestos, aunque en las armas de acero no estaba muy digesto por no ser de su profesión ni ejercicio. Y de ahí, un paso de pasar de lo inmaterial a lo materia y convertirse hasta el español actual, en la palabra “bártulos” significa “enseres que se manejan”, según la definición del Diccionario. Y se comprende sin lugar a dudas que la locución “ir con tantos bártulos “o «llevar los bártulos», tiene sus raíces en el estudio del Derecho. Más claro no puede ser este documento alcalaíno. Pues esta expresión ya y la utilizaban los estudiantes de Derecho cuando transportaban los manuales escritos por Bartolo de Sassoferrato. Este comentarista o conciliador cerró el ciclo del derecho medieval y abrió el derecho romano, y fue cofundador con otros juristas como Pistova, Ubaldi y Maino de la jurisprudencia europea.  En aquel tiempo los manuales de jurisprudencia, eran auténticos tumbos, libros de grandes dimensiones y grosor, pues la imprenta recién inventada por Gutenberg no producía pequeños libros. Eran grandes y costosos. Y para transportarlos, utilizaban cuerdas y otras ataduras para echarlos sobre el hombro. Los bartoloes o los bártulos suponía un gran esfuerzo llevarlos de un sitio para otro. Y no nos extraña que se hipotecara una finca. Se comprende  que cause extrañeza y  se diga dónde  vas con estos bártulos.

          Sin embargo, tan sólo se citan tres autores: el mencionado Bartolo de Sassoferrato, Paolo di Castro  y el Abad Siculus. Sobre el primero, está claro que el abogado alcalaíno adquiriera la obra, porque, en aquel tiempo la mayoría de las cuestiones que podían proponer se ofrecían de consulta en su obra de modo que el bartolomismo jurídico era una garantía para vencer la tentación de remitirse a la opinión de este jurista conocido y ser  demasiado fuerte como para ser vencida habitualmente; obedecía al método de Bolonia que tendía a la rutina y al recurso a las autoridades. En cuanto a Paolo de Castro, en el documento castellanizado, Pablo de Castro, Paolo Di Castro, o Paolo Castrense, incluso  latinizado como Paulus Castrensis (Castro, 1360 -1441), era un abogado italiano que con sus Consilia se sitúa entre los mejores juristas del siglo XV y extendió su fama hasta el siglo XVII. Por último, los Abades hacen referencia al abad    Bernardo de Montemirato, calificado como el Antiguo, un canonista del siglo XIII ;  y al  Abad Sículo (Abbas Siculus, Moderno o Más Joven y Sículo por nacimiento en esta isla), sobrenombre de Nicolás Tudeschis, que era también  canonista, como insiste el documento sobre libros canónicos,   y no pertenecía a los  famosos jurisconsultos, comprendidos  entre los glosadores y  entre los comentaristas del Derecho Romano en la célebre Escuela de Bolonia  
No es de extrañar que  Francisco de Quevedo, contemporáneo al letrado alcalaíno, en su capítulo sobre   “El letrado y los pleiteantes “ se refiera a estos juristas y nos proporcione datos sobre el resto de las obras y autores, cuando escribe: “Un letrado bien frondoso de mejillas, de aquellos que, con barba negra  y bigotes de buces, traen la boca con sotana y manteo, estaba en una pieza atestada de cuerpos tan sin alma como el suyo. Revolvía menos los autores que las partes. Andaban al retortero los Bártulos, los Baldos, los Abades, los Surdos, los Farinacios, los Tuscos, los Cujacios, los Fabros, los Ancharaons, el señor presidente Covarrubias, Chasaneo, Oldrado, Mascardo, y tras la le del reino, Montalvo y Gregorio López, y otros innumerables, burrajeados de párrafos”.

Actualmente, por su tamaño, tan solo pueden dar testimonio de este documento de los bártulos alcalaínos  algunos ejemplares de libros de actas de cabildo del ayuntamiento conservados en el AMAR (Archivo Municipal de Alcalá la Real) que recoge la vida municipal en la segunda mitad del siglo XVI. Pues, los libros  de canto coral, en su mayoría, se transformaron y reciclaron  para formar parte de las portadas de los nuevos libros manuscritos. Incluso, los que lograron sobrevivir sufrieron un expurgo y una quema en el verano de 1936, cuando se conservaban en las salas del Palacio Abacial. No nos extraña la riqueza que tuvo que perderse, pues los documentos notariales continuamente nos ilustran de bibliotecas de hidalgos, letrados, clérigos y médicos que transmitían a sus descendientes excelentes series de libros, en su mayoría, jurídicos y religiosos que ocupaban las baldas de las estanterías de los cuartos de sus casonas. Y no nos sorprende esta pérdida de este patrimonio libresco, porque, en este documento de Bártulo,  se constata la compra de este elenco de obras jurídicas, propias de un abogado. Pero, unos decenios después a este contrato, se estableció una imprenta en la ciudad de la Mota, junto al Palacio Abacial y en ellas se produjeron, como hay constancia, no sólo libros de medicina sino también muchos religiosos dedicados a abades de la Ilustración.

Por casualidad, entre los libros adquiridos, debieron ser muchos más que los comentados, a pesar de que  tenemos constancia de que los Bártulos eran nada menos que once cuerpos de libros en cartones que no alcanzaban ni los 66 reales, lo mismo que los tratados de los Abades en cantidad y precio. Pues hasta alcanzar los mil reales, muchos compendios, tratados, glosas, lecturas, comentarios, y leyes debieron formar parte de esta librería. Por cierto, adquirida en tierras cordobesas, cuando lo más frecuente que se comunicara el mundo cultural fuera con la ciudad de Granada. Pero parecía que el letrado alcalaíno debía tener prisa en liar los bártulos y adquirir aquella buena biblioteca.  Pues era consciente de aque l  dicho latino que se acuñó sobre Bartolo  Nemo bonus iurista, nisi sit Bartolista (nadie es buen jurista si no es bartolista), ya que.  en Italia y fuera de ella, caracterizaba al prototipo de abogado, y con el dicho liar los bártulos este  joven abogado expresaba  el gozo que experimentaba al atar los apuntes de Bartolo, ya que así se marchaba con el petate a sus casas. Más bien, adquiría aquel mamotreto de libros.

 

DIARIO DEL RUTERO POR EL CAMINO PLAYERO

 

 

RUTA POR EL CAMINO DE LOS PLAYEROS




Hemos  acudido 48 ruteros capuchinos a la Estación de Autobuses y hemos disfrutado de un excelente día de senderismo. Iniciamos la marcha a pie en el camino que salía de la carretera de Montefrío hacia tierras cordobesas y Peñas de Majalcorón. Bajo el cerro  que encierra leyendas de alquería árabe y cabe el ribazo del Palancares bajos frondosos álamos que refrescaban la mañana, ascendimos entre tierras del Sapillo y Fuente de la Piedra. Divisamos la Encina Leona, pasamos el camino viejo de Montefrío y contemplamos las fuentes y arroyuelos del nacimiento del Palancares en un paisaje de dehesa. Tras pasar por tierras de villar romano y con la vista al frente de las Peñas de Majalcorón, la sierra nos sonreía entre sus rajas amplias  y superpuestas. Llegamos al cortijo de la cruz, y  , tras desayunar torta, posamos ante la Cruz de término (antes comentamos el punto exacto de los tres ‘términos de Granada, Córdoba y Jaén), no nos olvidamos del presidente bolivariano Carlos Mesa, el yugo de Isabel y la F de Fernando, el `puesto militar y la reja de cuitas amorosas. Las leyendas de los tontos y la ermita de Fátima fueron comentadas, antes de iniciar el camino hacia la Venta Valero y doblar por el camino que llegaba a la Casa de los Maestros. Tras un repecho pasamos por una nueva granja caprina.  y descendimos en dirección a la fuente de Santa María y de los Peñascales, Entre tierras de Almedinilla a la izquierda y de Alcalá a la derecha, el camino comenzaba a descender entre las tierras volcánicas de la Venta Valero y las Peñas de Majalcorón donde  comentamos la leyenda del emir. Desde allí, por camino de asfalto, pasamos por los Gamonales  siguiendo el camino playero, que traían los arrieros de las costas malagueñas hacia tierras de Jaén y Córdoba). Nos desviamos antes del cortijo del Cerro sin llegar a las Pilas para adentrarnos a tierras cordobesas y dirigirnos a la Viñuela. Desde  este camino contemplamos el camino interrupto de los playeros y llegamos al cortijo y ermita. Juan Diaz, aborigen y labrador de la zona de las Pilas nos brindó su excelente aceite y unas habas de rechupete, tras visitar la ermita de la Virgen de la Cabeza y cantar el himno de la Morenita, Subimos a los restos de la excavación arqueológica de un castro que dominaba unas vistas fantásticas que se prolongaban al sur hacia Brácana y al norte hacia tierras de la RÁBITA y montes de Alcaudete, a oriente todo el cerro de la Lastra y de las Peñas. 

Bajamos entre olivares y contemplando el camino de los playeros entre la cresta del cerro que sube a las Pilas. camino entre hileras de olivares y de motas de encinares, y alguna que otra descendida y barrancal. Divisamos la Loma del Carril y otros cortijos aledaños a las Pilas. Llegamos a la Escaleruela, con la era  que quedaba al margen  del camino que nos llevó a un gran barrancal donde se perdía y llegaba el desaparecido camino real de los playeros. Finalmente, llegamos a otro nuevo cortijo junto a la Cruz de Término, que pudimos contemplar. Comentamos que habíamos hecho el camino que hacían los corregidores y la ciudad. 

Llegamos al puente Suárez, montamos en autobús, contemplando el Cerro del Aguilar, nos dio oportunidad para explicar la leyenda de la mezquita y el águila de oro que se encuentra en su subterránea cueva. 

Al llegar a las Pilas, en sus instalaciones deportivas  una comida y banquete excelentemente preparado por María y servido por su familia. Mil gracias a todos ellos y a la familia de Juan Díaz y Paqui Fuente. Un día excelente. 

 

Este fue el itinerario 

Venta de los Agramaderos

Por tierras de Fuente la Piedra y cortijo del Sapillo

Cortijo de la Cruz

Por zona de la Venta Valero

Carretera por los Gaminales.

Gam0nales

Cortijo de la Viñuela. Parada y avituallamiento

Escaleruela

Tierras de Almedinilla

Puente Suárez

COMIDA

 IMAGINEMOS ESTA  VISITA DE HACE 500 AÑOS DE LA D

ELIMITACIÓN DEL TÉRMINO DE ALCALÁ LA REAL EN LOS SIGLOS XVI Y XIX (Los corregidores y la visita de términos) Por Francisco Martín Rosales



L A importante figura del corregidor en la vida de las ciudades ha sido poco estudiada en nuestra comarca, cuando fue una institución que contribuyó de una manera muy significativa en muchos aspectos: desde el urbanismo hasta la el mantenimiento de las costumbres, pasando por aspectos esenciales como era el abastecimiento de los vecinos, la milicia y, sobre todo, la relación con la vida de la Corte. Aunque continuaremos su historia en futuros trabajos, el presente artículo va a centrarse en uno de los objetivos que la Corona obligaba a todos los corregidores durante su nombramiento, la visita de términos o lo que es lo mismo el mantenimiento de los límites de la corregiduría o de una de las partes de ellas, como vamos a tratar con la visita de la de Alcalá la Real, ya que, durante muchos años, sabemos que Loja y Alhama componían toda la demarcación del corregimiento. Así, en los continuados nombramientos de los corregidores nos viene definida esta función: «asimismo tomad residencia al dicho nuestro corregidor y sus oficiales de las comisiones en que por nuestro mandato obieran entendido y otrosí vos ynformad si an visitado los términos y hecho guardar, cumplir y executar las sentencias que son dadas a favor de la dicha ciudad sobre la restitución de los términos y sino estubieran executados executadlas vos al tenor de la Ley de Toledo que abla sobre la restitución de los términos e ynstruccion sobre ello hecha en el nuestro consejo» (1). Sin embargo, no era por motivo de confrontación o por sentencia judicial lo que conllevaba a la visita de los términos, ya que, en nuestra ciudad, normalmente se realizaba de una manera consuetudinaria, sobre todo por razones económicas para preservar todos nuestros montes y terrenos comunales de la invasión de los ganados vecinos, que venía en perjuicio de los nuestros. Además, en la mayoría de las ocasiones, se resolvía el conflicto en forma de concordia entre los cabildos colindantes. Así, en el siglo xvi, los puntos más conflictivos del arroyo de Chiclana, límite con el término de Alcaudete, y los pocos terrenos que nos dividían con el de Martos y el de Valdepeñas, se resolvieron de modo pacífico con un acta de concordia entre los dos cabildos sin necesidad de apelar a la Corona ni esperar un fallo judicial de la Real Chancillería. Como el nombramiento de los corregidores era anual, generalmente se visitaban los términos cada año, e, incluso, se mantenía la obligación a pesar de la prórroga del mandato. Para ello solían formar una comisión, que era nombrada en una sesión del Ayuntamiento, integrada por el corregidor o el teniente de corregidor, generalmente, el alcalde mayor, dos regidores y un jurado, el alguacil, tres o cuatro guardas de campo y dos arcabuceros, acompañados de un escribano que levantaba acta de todos las inspecciones. También hubo ocasiones en las que intervinieron el síndico y los medidores de tierra. Visitaban el recorrido a caballo y, por los lugares más inhóspitos, lo hacían a pie o enviaban a los guardas tras el juram ento de decir la verdad. En Alcalá solía prolongarse durante cuatro o cinco días el recorrido del perímetro de toda la comarca que abarcaba hasta el siglo xix la villa del Castillo de Locubín, Frailes y, como es lógico, el actual término de Alcalá la Real. Durante la inspección, comprobaban los testigos del término que, en la mayoría de las ocasiones, coincidían con un accidente geográfico (el cauce del río, la cumbre de una montaña, un barranco, un camino...) o un testigo histórico (una torre, una venta, una fuente...). No obstante, los tramos intermedios se marcaban por medio de elementos significativos como encinas, fresnos, corcojales, espinos, lagunas y cualquier amontonamiento, que eran presididos por una cruz, elevada con una mata de ramaje y tierra. Ésta suele predominar en los límites del antiguo reino nazarita. Mojones, mojoneras y guías son los elementos de la delimitación. Se mantuvo el número de ciento cinco hasta que el 1596 se realizan otros nuevos, alcanzando el dígito de ciento venticuatro. Por la noche, o según las circunstancias lo requerían, pernoctaban en ventas y cortijos. Así, solía iniciarse en el punto de la Rábita, donde la venta que ya existía a finales del siglo dieciséis les servía de alojamiento nocturno y si avanzaban en mayor recorrido lo hacían el cortijo de Santamaría. El siguiente punto de parada era el Cortijo de los Frailes de Cartuja en el Menchón. En la cortijada de Frailes solían detenerse por la noche para afrontar los terrenos abruptos de su sierra. Y, por último, tras la visita de la H oya Bermeja, se alojaban en el Castillo de Locubín. Regresando el último día, generalmente el quinto, desde el arroyo de Chiclana a Alcalá. La dirección del recorrido era dirección Norte hacia el Sur para finalizar en sentido inverso, en el punto de salida. Tan sólo, una visita hemos constatado que se iniciara en la zona de la comarca granadina (2). Deberían haber sido significativas todas las visitas correspondientes a la fase del repartimiento de términos, las posteriores a la conquista del Reino de Granada, con el que posteriormente existirán algunos momentos de conflicto por la zona de M odín, e, incluso, en el reinado de los Reyes Católicos. Sin embargo, tan sólo se conservan completas en el archivo alcalaíno las correspondientes al siglo xvi y posteriores. A una de ellas nos vamos a referir porque debieron servir de momento final de los conflictos anteriormente enumerados y demuestran la constatación de un término asentado y perfectamente definido. En concreto, el diecinueve de octubre de 1568, por orden del corregidor Gómez de Mesía, el alcalde mayor y lugarteniente licenciado Francisco de Tellez, emprenden la visita, acompañados de los comisionados siguientes: los regidores Baltasar de Aranda y el alcaide don Pedro de los Ríos, el jurado Diego Felipe y el escribano Alonso de Castro. Forman también la comitiva, el alguacil mayor, Pedro de Carranza, los guardas de campo Hernando López, Diego Martínez Padillo, Pedro de Ribas y Juan Alonso, y los arcabuceros Francisco García Gallego y Martín García Gallego. Inician la visita y su posterior amojonamiento o renovación desde la Rábita en dirección al término de Priego para finalizar por la delimitación con Alcaudete. La operación es sencilla, auscultación de los testigos, renovación y refresco de los mojones y levantamiento de acta de cada uno de ellos. El término de Alcalá venía marcado por estas fechas por ciento cinco mojones que vamos a describir, aunque futuras futuras se acrecentó para delimitarlo mejor de otros términos.

(1) AMAR. Libros de Cabildos de 1568 en adelante. Título de nombramiento de corregidor de cualquier año. BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES

 

 

 

PRIMER DÍA (Martes 19-X) I. El día diecinueve comienzan el itinerario, una vez que llegaron a la Rábita, término de la ciudad de Alcalá la Real. Allí visitaron el primer (2) AMAR. Caja 18, pieza 14 y 13. Los amojonamientos de visita de términos de los lugares circunvecinos antiguos y modernos. Corresponden desde 1568 hasta 1611. BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES mojón y lo renovaron.

 

 

 

 

PARA EL DÍA DE  LA RÁBITA

Se localizaba donde «está antiguamente el puntal de la Sierra de San Pedro junto a una peña». Años más tarde le llaman M ojón de la covezuela.

 II. Sierra abajo, los miembros de la comisión visitaron el segundo mojón «que está a derecho del de arriba del puntal el cual se renovó con piedras y tierra», el sitio exacto era «Junto a la Sacedilla y se dice el M ojón de las Madrigueras».

III. Yendo a campo atraviesa, se acercaron «hasta la fuente de la Sacedilla, donde está otro mojón que parte el término con esta ciudad y con la villa de Alcaudete» el cual, renovándolo, es el tercero.

IV. Más adelante del anterior, visitaron «otro mojón que se dice de la Fuente Blanquilla en derecho del Cortijo de Lucas López M ontijano que parte el término de esta ciudad y la villa de Alcaudete».

V. El quinto mojón se ronovó con piedras, tierra y retama y estaba situado un poco más adelante «delante de la Fuente Blanquilla junto a las tierras que solían ser de Luis Carrillo Valdivia y del dicho Montijano».

VI. Avanzando se encontraron el sexto que se llamaba de los «A tochares que parte el término de esta ciudad con la villa de Priego» renovándose con los mismos elementos

. VII. Siguieron por un barranco adelante y visitaron el séptimo que le «dicen del Encinilla del Barranco».

VIII. El octavo, bajando el barranco, es el «de la Haza del barranco los Tiembles que alinda con el arroyo del Salado entre la dicha ciudad y la villa de Priego» que lo renovaron como los anteriores.

 

AQUÍ ACABAMOS

IX. Marcharon desde el mojón del arroyo del Salado arriba hasta que dieron con «el noveno mojón que está junto a al Camino que va de la dicha ciudad a la dicha villa de Priego», por ser terreno abrupto se renovó sólo con tierras y piedras. X. El décimo de la visita fué «el que se dice el de Escaleruela donde a la mano izquierda como iban visitando está el dicho mojón» donde se hizo la acostumbrada renovación de materiales y plantas.

XI. Fueron visitando la dicha mojonera por el camino de los Playeros y encontraron el «que se dice del Carrizalejo y Gamonares que alinda entre la dicha ciudad y la dicha Villa de Priego, era el undécimo, por ser terreno de calma, tan sólo lo marcaron con tierra y retama.

 

. SEGUNDO DÍA MIERCOLES 20

-X De nuevo, los mismos miembros de la comisión emprenden el amojonamiento y renovación de ellos, siguiendo por el mismo lugar y camino del Carrizalejo y, correspondiendo el primer mojón al número: XII. Se llamaba «el mojón de las Lanchas de los Buhedos» renovándose y servía de límite entre la ciudad de Priego y la de Alcalá.

 XIII. Siguieron el camino adelante hasta llegar la décimo tercero que llamaban «el mojón de encina de los Carrizalejos encima el Cerro Bermejo», haciéndose lo mismo que en los anteriores.

 XIV. Continuaron el camino hasta llegar al mojón «Del Espino que parte los tres términos el de la dicha ciudad de Alcalá la Real y villa de Priego y la ciudad de Granada». Parece que, por ser límite de ciudades, se hacían visitas fijas a las mojoneras conflictivas; constatando que estaba ya visitado, no hubo que renovarlo sino tan sólo refrescarlo en sus ramas y tierras.

XV. Adentrándose ya en terreno limítrofe con Granada, visitaron otro situado más adelante del anterior, en Valdegranada «que alinda con el término de la dicha ciudad de Alcalá la Real y la de Granada y se dice el mojón de la Ventilla Quemada junto a la Fuente el Adoradero que está en un quejigo». Por ser un árbol el testigo, se hizo una cruz y se remarcó con piedras y retama.

XVI. Por este lugar de visita se mantiene la labor de refrescar las mojoneras, porque se asegura que lo habían visitado este año, como marca el decimosexto mojón «en el camino de Granada que se dice el mojón de las Lanchas entre esta ciudad y Granada».

XVII. Así se describe el decimoséptimo: «item se visitó otro mojón por los dichos señores donde cruza el camino viejo que va a Montefrío que linda entre esta ciudad y la de Granada que está en un robre en que se refrescó una cruz que estaba fecha de nuevo y se refrescó con tierras, rama e piedra». En los años siguientes constataron que estaba cortado y pusieron piedras y ramas.

XVIII. Otro mojón, hecho sobre un roble, al que se renovó con una cruz, estaba colocado «junto al arroyo donde viene a dar el agua a la Fuen­te la Piedra», lindando con el término de Granada y se le pusieron de nuevo piedras y ramas. Era el decimoctavo.

XIX. Siguiendo el camino hacia delante, que estaba debajo de la fresneda, el décimo nono se encontraba en el troncón de un roble. Años después debió desaparecer, aunque esta vez se renovó con tierras y piedra.

 XX. Por el mismo camino, llegaron al vigésimo mojón «que se dice de la Vera de los Bramaderos que está en un espino “ situado” junto al arroyo de los Bramaderos». También lo renovaron.

XXI. A partir de éste continúa la mojonera por el camino hacia adelante y se llega «hasta dar en la Boca de la Cañada Damar e junto al agua a la pasada se visitó otro mojón que está en un frexno», donde se refrescó una cruz que era antigua y se pusieron piedras y ramas

 

VENTA DE BRAMADEROS O AGRAMADEROS, UNA VENTA EN EL CAMINO.

 

LA VENTA DE AGRAMADEROS

 

 

 

 

          -Oh, pastor de zamarilla,

Híncate aquí de rodillas

Que te voy a confesar:

¿Cuántos panes te has comido?

-Un costal de rebanás,

Un panete y un rosquete

Y un borrico hecho tajás,

Y la ubre de una vaca,

 Y los sesos de un lagarto,

 Y todavía no estoy harto

Porque quiero comer más

          (Dolores Contreras Peña, de la zona)           

 

 

Comentamos en el autobús que su nombre  del término es también Valdegranada y  procede  de  ser una zona – cuenca  de un arroyuelo del término alcalaíno que limitaba entre los montes  de Granada  Situada a 16 kilómetros de Alcalá la Real, en la parte sur occidental  del término municipal,  es limítrofe con las provincia de Granada y  Córdoba, en un sitio  de cruce de caminos que proceden de Montefrío,  Íllora, Tocón, Priego, Almedinilla, donde se colocó una antigua venta  para vender ganados  que se ataban  en los Bramaderos. De ahí el nombre Venta de los Bramaderos, hasta llegar al actual de los Agramaderos

Su hábitat es muy disperso, pero la carretera agrupó a muchos vecinos  a partir de la posguerra. En esta aldea nace el río Palancares, un arroyuelo que desembocaba en  el río de Frailes. Es una tierra de gran calidad y muy estimada por su producción de cereales, en tiempos de Madoz se estimaban mucho sus garbanzos. El encinar  era típico de mediados del siglo XIX, pero, poco a poco, se fue imponiendo el olivar y cerezo. 

Era un lugar de descanso en la venta para los antiguos comerciantes que  venía de Málaga por el  camino de los Playeros de Málaga y se adentraban en la Campiña cordobesa, o tomaban el camino de  Úbeda.

El Centro Social, la ermita y algunas  viviendas rurales destacan entre ellas el camino de la Matanza, la Peñuela, Cañada Ámbar

 

          Sus viviendas rurales más importantes procedían de cortijos de propios o de la ciudad que pasaron a manos privadas en el siglo XIX:

                    -Zapillo.

                    -La Cruz.

                    -Fuente de la Piedra.

          Y cortijos particulares o de entidades religiosas:

                    -el de las Monjas

                    -La Loma.

-Blancares

                    -Alamoso Alto y Bajo

                    -Agramaderos 

Leyendas,

 

LA DE LA CAÑADA ÁMBAR, hace referencia a unas tierras que eran de un señor  musulmán ( Granada y Jaén) y su castillo en Venta Quemada se comunicaba con  el de la Peñuela.

LA DE  CORTIJO DE LA PIEDRA. Una encerrona de unos moros  a una comitiva de  cristianos que acompañaban a la mujer de Pedro de Aranda..

    y la  de los Animeros.

 

 COMPROBAMOS EL PARTIDO DE VALDEGRANADA, SU HABITAT DISPERSO ABANDONADO 

 

Han cambiado los tiempos de la distribución e importancia de los diversos partidos de campo, aldeas y núcleos rurales. Este es el caso de las Peñas de Majalcorón y el de Valdegranada, que apenas se cita par denominar estos lugares, Así y en otros tiempos, las Peñas eran más importantes que la propia Venta de los Agramaderos. Pues, hay noticias de que, en época árabe, este asentamiento se le conocía como Mary Al-Qurum, de donde procedía el nombre de Majalcorón. Se cuenta que el poeta Ibn Jatib comentó la anécdota de que en 1.129 pasó el emir almorávide Tasfin ibn Alí por aquí y  le llamó Prado de los Cuernos “Mary al Qurum” . Se burló de un acemilero de su escolta diciéndole “que ese prado era suyo, a lo que respondió muy enfadado el acemilero que ese prado era suyo, del emir, y su padre”.

 Su hábitat ofrece cierto atavismo cercano a este tiempo musulmán. Sus antiguas viviendas denotan un aspecto semejante a los diseminados de parajes de las Alpujarras. En la edificación de las casas se utilizan piedras erosionadas de la misma peña.

 

A principios del siglo XVII, el campo de Alcalá la Real (Jaén) se dividía según el trayecto de sus ríos y caminos para formar las aldeas pertenecientes a su término, una de las zonas es la que comprendía el territorio entre el Palancares, Peñuela, Cantera Blanca Chaparral de Nubes, Bramaderos, Alamoso y Valdegranada. Más específicamente, unos años antes de realizar el Catastro de la Ensenada, Valdegranada contaba con 60 vecinos o familias, que vivían en chozas, y en 1842 se censaron 334 personas.

Curiosamente, hace más de un siglo, cuando Madoz escribió su Diccionario, el partido de Valdegranada ocupaba la parte suroriental del término de Alcalá la Real. Era un núcleo rural formado por un gran número de cortijos y las casillas y calle de Las Peñas de Majalcorón. Se denominaba Val de Granada, (val, apócope de valle) o Valle de Granada y así nos la describe Madoz: Aldea de la provincia de Jaén; es uno de los 12 partidos de campo en que está dividido el término de la ciudad de Alcalá la Real ( el V en su diccionario), a cuyo partido y abadía corresponde,  y dista de ella 3/4 de leguas al SO. y tiene una poblacioncita llamada Majalcorón. Situada bajo de un tajo que se denomina Peñas de Majalcorón. No forma calles y tiene diseminadas 10 casas por lo general habitadas de gente pobre y j o r n a l e r a; se cuentan, fuera de e s t a s ,  43 cortijos, de los que los principales son la Cruz, Zapillo, la Loma, Alamoso alto, Alamoso bajo, Cerro Gordo, Blancares, Parra , Fraile, Agramaderos, Monjas y el Maestro. Donde se separan los términos de la ciudad de Alcalá la Real y los de Priego y Montefrío se encuentra una ermita al Norte del partido; y en la parte opuesta del mismo, o sea al Sur inmediato a una venta llamada de los Agramaderos está el nacimiento del Paloneares que en su origen es un arroyuelo insignificante. El terreno del partido, sobre todo la parte inferior, es de superior calidad, y son muy apreciados los garbanzos que en él se c r i a n; también hay algunas encinas y pocos olivos”.






Asentado este partido de campo sobre la vertiente sur del monte de las Peñas, a una altitud de 1145 metros y al abrigo de los vientos del norte, es una zona muy adecuada para los cultivos de secano.  

En 1911, este partido estaba habitado por 657 personas y con 152 edificios la mayoría eran cortijos. A mediados del siglo XX, comenzó su dispersión y su decadencia, se fue despoblando. Majlacorón, y, a pesar de la mejora de sus nuevas vías de comunicación, quedó situado a 14 Kilómetros de Alcalá la Real, por la entrada del camino de la Hortichuela y, algo más lejano, por el cortijo de la Cruz. Por sus diversos caminos se contemplan los cortijos del Sapillo y Fuente de la Piedra, el Alamoso y las ruinas de Aldea Quemada. Su hábitat es muy pequeño y hay numerosas viviendas rurales, que sig

 

 



uen utilizando las piedras erosionadas de la Peña.  

Se encuentra en el límite con la provincia de Córdoba, por el camino de los Playeros.  En el cortijo de la Cruz, se separaba el término de Alcalá la Real, Priego y Montefrío, y allí existe actualmente la misma ermita, hoy día sin culto. Fue un punto de demarcación de términos y puesto militar en la Guerra Civil. Hoy este se encuentra un trayecto más bajo. Apenas quedan vecinos ni cortijos.

En medio de un paraje bellísimo, la ermita y algunas casas de turismo rural y de segunda vivienda se alzan como testigos de un partido de campo que era de los más diseminados y poblados. Y, hoy se hace eco de este canto animero y lastimero de estas tierrasA las ánimas benditas/   No hay que cerrarles las puertas, /se les dice que perdonen/ y ellas se van tan contentas. / Dales por amor de Dios/ limosna de caridad/a las ánimas benditas,/que Dios os lo pagará.


PARTIDO DE CAMPO DE LA HORTICHUELA Y SUS AGREGADOS










No respondía la división administrativa de las aldeas en los siglos anteriores a la del territorio actual. Ni era la misma configuración geográfica, ni la delimitación de terreno. Respondía a un criterio de distribución y reparto administrativo para llevar a cabo la labor de los padrones y censos, lista y levas de soldados, servicios varios, entre ellos los religiosos. Se partía de caminos radiales que salían de Alcalá la Real hasta final  del término municipal y los límites con otros términos . Se valían  de las manillas del reloj comenzando por el del Palancares. El de la Hortichuela  y sus agregados partía del camino viejo de  Montefrío, desde el partido de campo de las Caserías que legaba a la Cañada del Membrillo, llegaba hasta las tierras de Montefrío, seguía por el camino de los Playeros y límite con tierras prieguenses y granadinas y  giraba por el Puente Suarez hasta llegar a la Fuente de la Encina y, de allí a la Cañada del Dornillo, incluyendo los Gayumbares, Pilas de la Fuente del Soto, la propia zona de la Hortichuela, algunos bienes de propios, Fuente de la Encina, Majalcorón, el Allozo y otros. Difiere con el actual  en algunos territorios. 
En su mayoría toda su gente se dedicaba al sector primario, no existía ni uno de oficios ni de servicios. Predominaba una nueva figura, la de los Labradores,  ( de dos tipos, jornalero arrrendadores de tierras rentistas de hidalgos y bienes religiosos y de propios, y  con bienes de algún cortijo propio, los menos); en segundo lugar so frecuentes los vecinos jornaleros que habitaban en chozones, cuevas y  casas de retamas, y vivían del jornal, alguna tierra arrendada y muy pocos con algunas fanegas;  las viudas suelen proceder de los labradores que mantienen el arrendamiento de tierras junto con la ayuda de sus hijos labradores.  No se puede confundir labrador con campesino, pues estos labradores son más bien arrendadores, que con el paso del tiempos se hicieron con propiedades de los cortijos que labraban o se turnaban el arrendamiento de los cortijos de los rentista y de la ciudad. 
Las viviendas forman un hábitat diseminado, aunque hay varias zonas que concentran algunas caserías o cortijos como las de La Hortichuela ( junto el camino de Majlacorón y cercanas al Portillo de las Carretas ),  y la Fuente del Soto. En la zona hay cortijos de rentistas foráneos de Alcalá , de hidalgos alcalaínos y de los monasterios trinitarios ( sobre todo ) y de las dominicas y e propios, uno denominado de Majalcorón y algunas tierras de los Gayumbares. Responde al repartimiento de reinados anteriores, sobre todo, los Cortijos de los hidalgos, que se transmitieron desde los primeros caballeros ( de Alfonso XI ), y otras tierras de repartimientos de tiempos de Carlos I y Felipe II. El terreno es de sembradura, monte y un pedazo de huerta en torno a la Fuente del Soto. La roturación de los campos y el asentamiento de los vecinos con su consiguiente traslado desde las calles del valle de la ciudad hasta estos nuevos territorios, logró que se formara el partido del campo desde el siglo XVII en adelante, aumentando la población con el repartimiento de tierras de Carlos III y las posteriores desamortizaciones y compra de terrenos por los nuevos labradores. Pero en el siglo XIX, ya existían nuevos partidos de campos y nuevos núcleos rurales. 

 Este es el caso de la Hortichuela, uno de los doce partidos de campo que recogía el diccionario histórico-geográfico de Madoz, simplemente un refrendo de aquellas divisiones administrativas de índole local para el pago de impuestos, guarda de montes y tierras privadas y comunales, reclutamiento y levas, y disfrute de servicios religiosos. Hace más de ciento sesenta años se componía de 103 casas en un hábitat de los más dispersos que comprendían el municipio alcalaíno. Citaba este autor los siguientes cortijos de tejaParreño, Portillo de las Carretas, Domínguez, Jabalquinto, Flores, Churro, Álamos, Laguna, Rincón, Retamales, Gayumbares, las Monjas, la Chinche, el Pedregal, Donadío, la Cuesta, Cadimo, Nuevo, Loma del Carril, la Memoria, la Reja, Carvajal alto, y bajo, Aguilerica, la Zarza, Citora, las Monjas, Cerro de la Cruz, Huertas, Fuente del Soto y el Hospital. Todavía no le habían alcanzado a este partido la roturación de los campos ni las consecuencias de los terrenos desamortizados con el repartimiento de las tierras comunales, dando lugar al nacimiento de muchas más viviendas rurales. Los nombres de los cortijos recuerdan parajes donde los labradores vivían como  Aguilera, Flores o Domínguez, o se resaltaba que labraban tierras de hidalgos, descendientes de los conquistadores de Alcalá o de hacendados de otros lugares que lo habían recibido de compraventa o por herencia como los granadinos Carvajales o Cadimo. Otros eran, tierras municipales que hacían referencia a tierras hoy de olivares y, en aquellos tiempos,  un monte bajo, lleno de la verde  retama o de la amarillenta gayumba,  y entre terrenos pedregosos. Y, no escaseaban los provenientes de las instituciones llamadas de las manos muertas, que luego se desamortizaron, cono los de La Memoria, las Monjas o el Hospital, -de seguro del Dulce Nombre de Jesús-. Y, en el resto de los otros cortijos, el accidente geográfico o motivo histórico artístico les dieron el nombre como las Huertas, La loma, la Cuesta o la Cruz.



LA VIÑÚELA

Se encuentra en tierras de Almedinilla, cerca de un asentamiento anterior íbero, junto a la fuente de su mismo nombre. Está constituido por un cortijo y una ermita, que se remonta  a la segunda mitad del siglo XVIII. Preside la Virgen de la Cabeza, una pequeña imagen de la posguerra donada por la familia propietara. En la ermita destaca el armazón rural del tejado con las tijeras y vigas de sosten bien visibles. Un cuadro de San Pablo destaca en el hastial junto con otro de Cristo resucitado. Tiene sacristia , planta de cajón y y una puerta de un recio portón. Una cruz preside delante de la iglesia mal recompuesta entre los brazos y el árbol. Una era colateral presidía la fiesta, que se celebra el ocho de septiembre, día de la Natividad de la Virgen,

 

 






LA GENTE DE LA FUENTE DEL SOTO

 

 









El núcleo actual de la  Fuente del Soto se encontraba en torno al venero o fuente y el arroyo que surgía de él y del arroyo del Salado. De las pilas y de su fuente le viene la primera parte de su nombre; y, en segundo lugar, Soto hacer referencia al soto, zona boscosa. de árboles, maleza, arbustos y plantas en torno a un manantial o arroyo, en este caso el nacido de la fuente.  En torno suyo, se encontraban el  cortijo importante fue el de la capellanía del baenero don Francisco de Valenzuela, de don Fernando Carvajal, conde de Humanes, del presbítero don Pedro de Góngoras  y varias huertas y tierras de labor e inútiles de monte.