Archivo del blog

martes, 31 de diciembre de 2019

EN LOCUBIN.NUEVOS DATOS SOBRE LA FAMILIA DE LOS ARANDA Y SU RELACIÓN CON EL CASTILLO DE LOCUBÍN




I
EL PRIMER TESTAMENTO DE GINÉS MARTÍNEZ DE ARANDA






   En anteriores artículos sobre el maestro de obras Ginés Martínez de Aranda, he tratado de varios aspectos y documentos que abrían nuevas vías de su vida y obra. Desde el descubrimiento de su testamento y la partición de sus bienes hasta su última etapa en tierras alcalaínas dirigiendo las obras de la sacristía de la Iglesia Mayor. Unos los fueron por los años ochenta del siglo pasado en revistas locales, como las del programa de ferias. También, le dediqué varios artículos en el periódico provincial Jaén. Declaraba en uno de los últimos publicados: “A la hora de desvelar enigmas de la biografía de los personajes o artistas de Jaén, juegan un papel fundamental las fuentes documentales relacionadas con sus momentos culminantes de su trayecto vial. Si las partidas de bautismo o los certificados nacimiento dejan en entredicho muchas hipótesis promovidas por el simple comparativismo, las partidas de defunción abren un abanico informativo que encuadra a los personajes desde su entorno familiar o generacional hasta su estilo y modo de vida (hacienda, tendencias, estudios, cultura...). No podemos obviar ni pasar por alto la contribución de los estudios genealógicos con su diversa gama de documentos para complementarla.   Hace años, se divulgó un descubrimiento muy esperado que fue la división y participación de bienes de Ginés Martínez de Aranda, en el que se insertaba su testamento escrito en Castillo de Locubín en 1622 ante el notario Lucas Jordán.  Ponía al día el entorno familiar de este maestro de obras, nacido en tierras de Jaén, y que dejó su huella en tierras muy lejanas de la provincia del Santo Reino”.

Pero, antes de este testamento, hubo, al menos, otro anterior levantado ante el escribano castillero Juan Bautista Cano, en seis de enero de 1616, según recogen sus protocolos notariales de Castillo de Locubín donde lo realizó, siendo testigos don Alonso de Benavides, Juan Colomo el Viejo y Pedro Hurtado, todos vecinos de esta villa. Lo redactaron, estando enfermo de cuerpo, pero sano de alma (en voluntad, entendimiento y juicio, pero antes el temor de sobrevenirle la muerte), y declarándose vecino de Castillo de Locubín y por nombre y apellidos como Ginés Martínez de Aranda. Tras la fórmula de rigor de testimoniar sus creencias católicas de salvación en el Dios que le dio la vida, inicia una serie de mandas, que aportan los datos biográficos.
No es tan rico en aportar nuevos datos al que comentamos en anteriores artículos, pero tiene la importancia de ser el primero que, hasta ahora, se ha descubierto. Pedía ser perdonado por su vida y ser acogido al seno de Dios Padre. Declara que, en el día de su enterramiento, fuera enterrado en la iglesia de San Pedro, y, señalaba que se hiciera en la sepultura de la capilla nueva de la Iglesia Mayor de ella (sic); lo que es una clara confusión o un lapsus calami por capilla mayor; para el día su entierro.
Mandaba ser acompañado por los beneficiados, curas y capellanes y religiosos de Castillo de Locubín. Y añadía que se dijeran la misa de réquiem cantada, y otras misas por su alma (las nueve de las fiestas de la Virgen, cinco por las Llagas de Jesucristo, tres de Espíritu Santo, 33 de San Amador), 6 por sus padres sin citarlos, otras seis por sus suegros, con lo que aportaba el linaje de su esposa (en concreto eran el castillero Juan Galán). Las seis misas por las ánimas del Purgatorio eran frecuentes en los testimonios, pero las seis de sus hermanos, nos ilustran de su familia, (uno que había fallecido Hernando y Francisco de Aranda, padre de su sobrino el famosos arquitecto Juan de Aranda Salazar).
Se señalaba a su mujer, la castillera María de Morales, para que ella administrase una manda de 200 misas por su alma donde quisiere y en el sitio que le placiere. Recordaba que, en la carta dotal, trajo para contraer matrimonio la cantidad de cien ducados, con el fin de que lo supieran sus herederos, cuando falleciera su madre. Estos herederos los nombró como universales para que se repartieran los bienes cuando falleciere tras pagar todos los gastos contraídos antes de la muerte e impagados. Eran María de ArandaGinés Martín de Aranda y Juan: a la primera levantó carta de dote para casarse con Luís González, vecino de Priego (también arquitecto que trabajó en la iglesia de Santa María Mayor de la Mota), ante el mismo escribano de su primer testamento y manifestaba que allí se encontraba escrito lo que le donó; al segundo, le dio entre dineros, oro, paño, trigo y cebada   en la cantidad de 133 ducados. Y en este contexto citaba una serie de fincas que se añadieron  a este hijo en un memorial firmado  por él y refrendado con el juramente ante Dios signado con un cruz: una alameda en el río, lindera en lo primero de todo con la presa de don Fernando de Aranda y el camino empezado por la parte baja, donde tenía que sacar 24 álamos, que se valoraba en 100 ducados, más dos aranzadas de  viña  en el Picacho de Castillo de Locubín, lindera con la viña de Bartolomé López Hidalgo  y la viuda de Mateo García,  un pedazo de zumacal y aranzada y media de olivar en el mismo sitio, linderos con el resto de heredades y con el camino de la Nava ( afirma que lo escribe para que se sepa y no había hecho escritura)  . Declaraba como albaceas a su hijo Ginés Martín y a su esposa María de Morales, al mismo que anulaba cualquier declaración o codicilos testamentarios.

II
GINÉS MARTÍNEZ DE ARANDA Y SU RELACIÓN CON LA CATEDRAL DE SEVILLA
No se acababa su presencia con este documento testamentario de Ginés Martínez de Aranda, sino que, además del contrato de obras de la sacristía y capilla mayor de la Iglesia de Santa María Mayor de la Mota, su presencia en tierras de la abadía alcalaína tras la llegada de tierras gallegas, debieron multiplicarse.  Como Ginés Martínez de Aranda, el Viejo, este arquitecto baezano y vecino del Castillo de Locubín, firmaba varios contratos y actas notariales por estos años. En 5 de noviembre de 1517 aparecía cobrando de los hermanos Pedro y Diego del Castillo, las rentas del cortijo que poseía en la dehesa y tierras de Fuente Tetar. 






Ante el escribano Francisco Fernández Cabrera se firmó un documento de aval y fianza en 17 de junio de 1619 entre Ginés Martínez de Aranda y su yerno Luís González, casado con su hija María. Lo hizo como vecino del Castillo de Locubín, en cuya villa se encontraba por aquellas fechas. Curiosamente, aparecían, a la hora de la firma varios miembros de la familia de Ginés: el propio Ginés, su mujer María de Morales, su yerno Luís González y su hijo Ginés Martínez de Aranda, viudo.
Por otro lado, su yerno Luís González aparecía como maestro de cantería y vecino de Cabra y casado con María de Morales., que había concertado y asentado con la Santa Iglesia Mayor de Sevilla (la catedral) en realizar   una obra mayor de jaspe. Mediante una escritura entre el canónigo mayor y el propio Luís González: ."en dos mil cien ducados, que la dicha obra es una tribuna  a las espaldas del coro, en la forma de unas traza fecha  por Miguel de Zumárraga, maestro mayor de la Santa Iglesia Mayor de Sevilla, que está firmada del dicho canónigo Salto, obrero de la dicha Santa Iglesia , y el dicho Luís González, la qual se obligó en el plazo de quatro meses, con que se a de labrar, acabar y sentar todo el jaspe que era menester para la dicha traça y  obra de la dicha tribuna, llebando por su quenta el jaspe colorado  que fuera menester el propio Luís Gonçaléz para toda la cornisa dela dicha obra de las canteras de la villa, de Cabra y así mismo  toda la piedra negra que fuera menester  para la dicha obra, puesto en ella  a su costa, cobrada y acabada para el dicho efecto; y la demás piedra, andamios y pertrechos, cimbras y bronçes y todos los demás materiales  que para la dicha obra fuera necesarios, e dándole toda la demás piedra que fuere necesario  que a de venir de Portugal, y Aracena, puesta en ella  a de ser por quenta de la dicha iglesia, en tiempo que el dicho Luís Gonçalez pueda cumplir e hacer la dicha obra dentro de los dicho quatro meses". Entre otras condiciones del contrato, corría el plazo a partir de los cuatro meses desde el diez del presente mes y año. Y en tres meses debía tener abonadas las fianzas, y, si no hiciera, debía responder con los daños y menoscabos.   Su mujer María de Moral, junto con su suegro Ginés Martínez de Aranda y su cuñado Ginés Martínez de Aranda, se comprometieron a ser los avalistas y fiadores de Luís. Este se comprometía a labrar, bruñir y asentar el dicho jaspe en el periodo de cuatro meses, y la daría acabada conforme al criterio del Cabildo Eclesiástico de la Santa Iglesia y a vista de los oficiales nombrados por ella de acuerdo con las condiciones y capitulaciones firmadas por las partes. Lo demás fueron las fórmulas acostumbradas para cerciorarse el contratante de la responsabilidad de las clausulas firmadas con los puños y letras de los dos Ginés, el familiar del S.O Pedro Fernández Povedano, Pedro Díaz de Villalta, y Francisco de la Torre.







Esta obra, de gran calidad, diseño y suntuosidad, sobre todo de materiales, (mármoles, jaspes, bronce, escultura y pinturas) fue diseñada por Miguel de Zumárraga en 1.619. La puso en marcha el yerno de Ginés, pero la obra se interrumpió un año después y se mantuvo parada durante un decenio, cuando se reanudaron los trabajos, que finalizaron en 1.635
III
DATOS SOBRE LOS FAMILIARES CASTILLEROS DE GINÉS MARTÍNEZ DE ARANDA.

           


SOBRE SU HIJA MARÍA DE ARANDA Y SU YERNO EL ARQUITECTO MARÍA GONZÁLEZ.

. Por otra parte, la carta dotal en 3 de abril de 1612 ante Juan Bautista Cano, entre Luís González y la familia de Ginés Martínez de Aranda se comprometía con Luís González, como vecino de Priego, en ochocientos ducados, que repartía en varios compartimentos: doscientos en bienes de ajuar, doscientos en viñas y el resto de los cuatrocientos en dinero. 

En otro documento ante escribano Juan Bautista Cano a 30 de agosto de 1617, este matrimonio se encontraba como vecinos de Cabra, pero estante en Castillo de Locubín. Vendía una viña en el Endrinal del mismo Castillo de Locubín, lindero con viñas de Juan Villén, a Juan Galán Cañadilla por el precio de 10.000 maravedíes.

SOBRE SU HIJO GINÉS MARTÍNEZ DE ARANDA, EL MOZO

Curiosamente este hijo aparece, más frecuentemente y documentalmente, en los protocolos notariales del Castillo de Locubín y Alcalá la Real. Como un comerciante y prestamista, abundan los contratos en todo tipo de transacciones. Muy rara es su presencia como cantero. 
Ante el escribano Juan Bautista Cano, como vecino del Castillo de Locubín, compraba un mulo gallego al corredor y mercader Gregorio Fernández por 20 ducados en 28 de mayo de 1617, siendo testigos el presbítero Juan Márquez, Juan de Alba y Juan de Vílchez.  En otro documento de 20 de diciembre de 1617 del mismo escribano, recibía del castillero Manuel Rodríguez, casado con Juana Díaz, 70 reales por la venta de una cantidad de carne. En otro del mismo escribano Juan Bautista Cano, Andrés García de Cabra le pagaba 20 reales por media fanega de garbanzos en dos de abril de 1617.  En otro de 26 de abril de 1617, trataba con Juan de Logroño el Mozo por un préstamo de 16 reales. Con Juan López de Elvira en un documento manifestaba que le debía pagar diez ducados por un zumacar en el Picacho del Castillo de Locubín a 26 de junio de 1617.  Juan Martín Valverde le pagaba   37 ducados por 60 arrobas de vino en un documento de 3 de diciembre de 1617 ante el mismo escribano.  Y Matías Pérez de Santisteban se comprometía en un pago de la cantidad de 8 ducados por un censo de Cristóbal Ruiz, labrador de Alcalá la Real, con fecha de 8 de octubre de 1618.

SU ESPOSA MARÍA DE MORALES

Gracias a su testamento ante este mismo escribano en 28 de agosto de 1617 siendo testigos Juan de Aranda y Diego Hurtado, realizado cuando estaba enferma de cuerpo y sana en espíritu, voluntad y entendimiento, tras su declaración de fe cristiana, se sacan estos datos biográficos.
Fue sepultada en una sepultura que tenía reservada  en la iglesia de San Pedro del Castillo y su entierro fue realizado por los beneficiados, curas y capellanes rezando misa de réquiem no cantada,  nueve misa de Nuestra Señora, cinco a las plagas de Cristo, Espíritu Santo (6), Trinidad (3), Apóstoles (3), Santa Ana(4), , San Amador (33), San Agustín (7), San Juan Evangelista (2), San Francisco y fray Diego, san Jerónimo y San José  (2), almas del purgatorio (4), San Vicente Ferrer, (1), Santa Ana (d4), Ángel de la Guarda (4), por su padres (4), abuelos de su padre (4), su hermana Francisca  y Ana(dos) difunta, suegros (24), tía María de Morales (2)Juan de Morales (dos),  y Francisco de Aranda su cuñado(4),
Se sabe que había muerto el padre de Juan de Aranda Salazar por decirle mises y afirmarse difunto, También que le donó a su criada Ana, que la crio y le sirvió y le tenía mucho amor, 10.000 maravedíes o, en su ausencia, para sus sucesores. A su comadre, que era Juana García, le dejó una camisa., y una misa cantada. Se debían pagar 36 reales por ciertas restituciones de su marido Ginés, al que dejó encargado de las misas que se dieren en una parte. Como albaceas nombraba a su marido Ginés y al presbítero Pedro de la Puerta. Nombraba como herederos sus hijos Ginés Martínez de Aranda y Juan de Aranda y María y Petronila de Aranda, sus hijas. 
No son estos los únicos documentos de la familia de María Morales. En 11 de enero de 1598, se levantó la carta dotal entre Ginés Martínez de Aranda y María de Morales, ante el escribano García de Espinosa. En ocho de septiembre de 1600 se llevaron a cabo el inventario y partición de bienes entre los hijos de su madre, también María de Morales, entre sus hijos ante el escribano Pedro de Escamilla, un documento muy interesante para conocer los bienes que pertenecieron de herencia y los que consiguió por su trabajo y contracciones Ginés Martínez de Aranda. Pero esto se aleja del contenido de este artículo.
FRANCISCO MARTÍN ROSALES
ACADÉMICO DE BELLAS ARTES DE NUESTRA SEÑORA DE LAS ANGUSTIAS DE GRANADA-

viernes, 27 de diciembre de 2019

NAVIDAD ALDEANA. EN IDEALA ALCALÁ LA REAL.




Visitar las aldeas es recordar su pasado, sus costumbres, sus vivencias y sus fiestas. Muy interesante es un recorrido por cada una de ellas en tiempos navideños. Remontarse a tiempos que levantaron las primeras capillas y se reunían en comparsas y pandillas familiares con zambombas panderos y los más ingeniosos instrumentos de percusión, interpretando canciones y villancicos de Navidad en la ermita de la aldea. Podrían revivirse la misa del Gallo en muchos lugres y ermitas. Pero comencemos por la más cercana y en la visita del año pasado encuadrando la escena navideña. Ante el altar mayor de Nuestra Abuela Santa Ana, se levantaba un precioso belén, donde abundaba aquel paisaje verde cubierto con el musgo de los peñascos y rocas de los Tajos y el cerro de la Mota, Se apoderaba del panel de madera el amarillento serrín un desierto repleto de dunas. El ingenio de la belenista artesano hacía moverse los mulos en las eras de pan y trigo; los cangilones de las norias sacaban aguas de las corrientes turbulentas del ficticio río Jordán; los herreros golpeaban la barra de hierro, rojiza por la luz de fuego de fragua sobre el yunque; y los había que movían las ruedas de moler de los molinos harineros.  Simulaban los molinos de Huéscar entre cantos burlescos entre el arrendatario y su mujer con los usuarios del pan y harina.: Que vengo de moler, moler, /de los molinos de enfrente, /y hablo con la molinera, /y su marido lo consiente. O los de la Ribera Baja junto al cortijo Cerrato.  Que vengo de moler, moler/ de los molinos de abajo, /y hablo con la molinera, /no me cobra los trabajos. O los de la zona de Frailes y los del Cubo, Cabrera y cortijo de la Encarnación de la Ribera Alta. Que vengo de moler, moler, /de los molinos de arriba, /y hablo con la molinera, /y no me cobra las maquilas.
En el partido de campo de Fuente Álamo, hace unos años, algunas comparsas se escuchaban cantando canciones de auroros de la misa de aguilando, con un tono algo desafinado  y diferente al que interpretan los coros de San Juan y los de Priego:  Zapatero que estás remendando/ todica la noche a la luz del candil,/luego viene la Aurora y te llama,/Dices que no puedes, que vas a dormir./No has de permitir,/por estarte otro rato en la cama/ el Santo Rosario no pueda salir./Incluso llegó a las Ventas del Carrizal, donde   Juan Barranco, con  62 años en 1995  entonaba :  Es María la blanca paloma/que un día en España/la vieron volar/ en el centro de una hermosa nube/ vino a Zaragoza/ en carne mortal/Y Santiago como lo sabía/cayó de rodillas/al pie del pilar.
Estas comparsas se conectaban con la tradición de los aguilanderos, grupos espontáneos de hermanos de cofradías ( en  Alcalá y en las aldeas, hay noticias de las de las Ánimas , del Pecado original o la de Nuestra Señora de la Aurora) que iban de una casa a otra de los hermanos con rústico acompañamiento musical de zambombas, panderos, panderetas,  instrumentos de percusión, algún violín , guitarra o  laúd  cantando villancicos, que culminaba con el canto del  aguilando real : El aguilando real/ son tres Kilos de tocino, /cuatro de bacalao/ y arroba y media de vino,/Con el kiriki,/Con el kirikando,/de aquí no me voy/sin el aguilando,/ dámelo con ligereza,/         que la vecina de enfrente/ me llama con la cabeza/Con el kiriki, con el kirikando,/ de aquí no me voy/ Sin el aguilando.  Y la guinda final:  Vamos cantando/ a la vez que pedimos/ el aguilando. que le den/ con el rabo/ en la sarten. Y  con gran fuerza, tocan en las estrías del vidrio de la botella de aguardiente:  Que le den/Con el rabo la sartén.//.
 Y más centrados en la Navidad, seguimos la ruta aldeana con un villancico romanceado de larga extensión, desgraciadamente desaparecido que contaba el relato de un milagro o escena de la infancia de Jesús, Lo referían las constituciones abaciales de Juan de Ávila, que, por estas fechas, se hacían en algunas iglesias y ermitas “algunas representaciones, juegos o remembranzas u otras cosas semejantes”, por cierto, a veces “no muy honestas”, porque, como hemos referido, en la celebración de aquellos autos o teatros menores se introducían algunos versos graciosos “las célebres morcillas” teatrales. Escuchaba los cantos de los largos romances. Preciosos y llenos de lirismo le resultaba el villancico “Cuando el Eterno se quiso hacer Niño”, o del “Niño Jesús Carpintero”, o los más universales “Los desposorios de San José, “La huida a Egipto”, o “la Posada”. Eran parte y herencia de los misterios medievales, pero los abades tuvieron que prohibirlos en su tiempo, para que no se celebraran en las iglesias por causarse algún que otro escándalo. Pero pervivieron en las ermitas y en las fiestas de las aldeas.  Pues, un siglo después, estos villancicos y estas representaciones se refugiaron en las fiestas profanas, con el nombre “farsa, aunque sea en lo divino”, lo que demuestra la pervivencia de estos romances y misterios de Navidad, como recogen la constitución 5 del título XIII del abad Pedro de Moya. En nuestros tiempos, estas escenificaciones quedaron como un testigo deformado en los colegios, en algunos templos y reuniones familiares de aldea a la luz del candil. Incluso, en aldeas de La Rábita, Hortichuela y San José, donde a veces sustituyen Caminito de Belén, por de Egipto para Belén y con un final de estribillo lírico muy reiterativo pero muy preciado en este Verde Naranjuez :  Camina la Virgen pura, viva el amor,/camina la Virgen pura, viva el laurel,/caminito de Belén,/viva el amor,/ viva el laurel,/caminito de Belén.
 

Pero tampoco faltaba en las aldeas los villancicos cortos de redondillas, y cuartetas Desde villancico jaenero con estos versos Entre olivares y cantos,/Lo mismo que en Israel/entre olivares y cantos,/lo mismo que Israel,/El Niño de Dios debiera/ haber nacido en Jaén.
 Y como una canción andaluza de sabor navideño e invernal:A la una canta el gallo,/A las dos el perdigón/A las tres la tortolilla/Y a las cuatro canto yo./ O con estos versos de música y letra de nana: Ya se acerca la nana sombría,/Ya se esconden los rayos del sol,/Ya de estrellas se cubren los cielos,/Ya la luna su disco asomó que se interrumpía con esta letra a más profana en medio de los cortijos de la Rivera del Palancares o del río san Juan:  ¿De quién será esta casita/ con estas torres tan altas?/ De Antonia o de Victoria,/ Dios les dé muy buenas Pascuas.Villancicos que acababa con la canción de cuna para acostar a los niños:  Ea, ea, / Ea, nanita, nana, Nanita sea/Mi Jesús tiene sueño, /Bendito sea, /Ea, ea. /Cuáles son tus ensueños/Y tus alhelíes, /Qué es lo que tu estás soñando/Que te sonríes, /Ea, ea, Ea, /nanita, nana, anita, ea.FRANCISCO MARTÍN ROSALES


domingo, 22 de diciembre de 2019

EN LA SEMANA. DIARIO JAÉN. VILLANCICOS DE LA COMARCA DE LA SIERRA SUR











           


No hay mejor modo de conjugar el villancico que con los retablos renacentistas. En las noches de Navidad de muchas iglesias del sur de Jaén,  las canciones o villancicos cantados  por capillas de cámara o por los coros del Niños del pueblo  compartían  con las calles y los cuerpos  del retablo el mensaje salvador del Niño de  Belén.  Por el banco de este frontal evangélico, pondría este romance de las gentes del Castillo de Locubín anunciando la Adoración de PASTORES, con música romanceada navideña al estilo del célebre canto popular de San Antonio de Padua.


Es el ángel san Gabriel,
El que anunció a los pastores,
Que había nacido el Mesías,
El amor de los amores.
Todos nosotros contentos,
Con júbilo y con bondad,
Todos llevamos regalos
Al Cordero Celestial.
Un pastor en su rebaño,
Veía gente pasar,
Y, conforme iban pasando,
Les pregunta dónde van.
-Vamos todos a Belén,
Dicen que ha nacido un Niño,
Y le vamos a adorar
Con muchísimo cariño.
El pastor alza el ganado,
Y marcha para el portal,
Y con la flauta que lleva
No para de tocar.
Cuando llega al portalillo,
Se quedó como pasmado,
Al ver entre la humilde paja
Aquella vara de nardo.
Le dicen Niño precioso,
Medita mis pensamientos,
Que eres un ángel divino
Que viene del firmamento.
Anunciado por profetas,
Se tenía que presentar.
El hijo de Dios al mundo
Guiando a la humildad.
María estaba contenta
Y San José mucho más
Por la persona del Ángel
Que se lo vino anunciar.
Para madre de un cordero
El mismo rey celestial,
Que nos enseña el camino
Dándonos fraternidad.
Niño Jesús de mi vida,
Cariño y amor del bien,
Un lucero misterioso
Que ha encendido nuestra fe.
Ha venido en la miseria
Por dormitorio un portal,
Este cuerpo tan divino
¡Que frío, qué frío está!
María alegre estaba,
 Muy pensativa esperando
Las palabras que del cielo
Le venían anunciando.
El ángel le dijo que venga,
Por obra del celestial
Tienes que ser la madre
Del rey de la humanidad.
María con alegría,
Le dice con ansiedad,
Si es por obra de Dios PADRE
Cúmplase la voluntad.

           En la predela, con música de campanilleros de la campiña cordobesa, se pondrían estas escenas cantadas por los auroros, los coros de adultos con instrumentos de percusión y viento (carracas, guitarras, violines, objetos estriados, castañuelas, y panderetas...

En el primer cuadro,
María como una paloma se aparecería a los españoles:
Es María la blanca paloma
Que un día en España
La vieron volar
En el centro de una hermosa nube
Vino a Zaragoza
En carne mortal
Y Santiago como lo sabía
Cayó de rodillas
Al pie del pilar.

No olvidaría cantos rocieros con timbales, dulzainas y guitarras al ritmo de sevillanas:
Al atajo las carretas,
Que ya está la noche encima (bis)
Ole, ole, ole
Ese cachito de cielo,
Que viene por la marisma,
Y la divina Pastora que está con el Niño
Ole, ole, ole, ole
Cuando la Virgen está ronca,
Yo le canto esta nana
Nanita, nanita, nana,
Que mi niño se duerma
Por sevillanas.
O esta variante popular del villancico de los Reyes Magos:
En Oriente hay una estrella
Que a los Reyes Magos guía
Y en el portal de Belén
Nace el hijo de María.
Dale la zambomba,
Dale al cascabel
Que está noche nace
Jesús en Belén.

Y, acordándonos que en medio de la predela suele colocarse un Niño Jesús de Pasión, a la manera de Martínez Montañés:

En el portal de Belén,
Hay un clavel encarnado
Que, por redimir al mundo,
Se ha vuelto lirio morado.

Que nos evoca los pequeños belenes napolitanos colocados, en este caso pintado en el extremo de la predela:
En un portalico
De cal y arena
Nació Jesucristo
Por la Nochebuena


En torno al tabernáculo central, se colocarían varios cuadros de villancicos, con música tradicional del villancico de la marimorena y escenas de María en la calle de la izquierda. En el primer cuadro con contexto de las huertas castilleras:


            La Virgen estaba lavando
Debajo de una higuera
Y los hilillos bailaban
Al son de la lavandera.
            En el segundo cuadro, con otra escena doméstica:
La Virgen se está peinando
Debajo de una noguera
Y los pechos son de oro
Y el pelo de primavera.


 En el cuadro tercero, la naturaleza cantaría hasta la  propia María:

La Virgen se fue a lavar
Sus manos blancas al río,
Y el sol se paró a mirar
Y el agua perdió su brío.


El Tabernáculo central, recogeríamos la escena del Portal de Belén con este original villancico acompañado de  un solemne  y pausado canto  al  son de  zambombas, panderos, violines y   triángulos:   

En la Noche Buena,
Con gran alegría,
Todo el mundo canta,
Al Niño Mesías
Todo el mundo adora
Al Niño Mesías.
Redentor del mundo,
Al Niño veréis,
Le dan sus calores,
Le dan sus alientos
La mula y el buey.
Cantad, cantad, pastores,
Cantad al ver al Niño,
Soñad con ver al Niño,
Venid al Portalillo.
…Cantemos al Niño,
Cantemos a Dios,
 Cantemos al Niño
La dulce canción (bis)

            En la calle de la derecha, la conocida escena de la Huida a Egipto, se contextualiza en los montes de la Subbética:
La Virgen va caminando
Por una montaña oscura
Del vuelo de una perdiz
Se le ha espantado la mula

O con la llegada a la posada que  la convierten el cantante en un palacio real o una casa señorial de  los hidalgos renacentistas:

…Gracias a Dios, que llegamos
A este palacio real
Donde habitan las palomas
 Con las plateás.

O,  se  hace el villancico jaenero con estos versos:

Entre olivares y cantos,
Lo mismo que en Israel
Entre olivares y cantos,
Lo mismo que Israel,
El Niño de Dios debiera
Haber nacido en Jaén.



En el dintel del retablo cambiara el Pantocrátor o la escena del Calvario, con este villancico, síntesis de la figura de Cristo:


Por lo más alto del cielo,
Va mi Dios hecho pastor,
Y las hondas son de seda
Y el cayado de pastor.

Las columnas de las calles y los cuerpos, las revestiríamos con las los versos  de la canción andaluza de sabor navideño e invernal:

A la una canta el gallo,
A las dos el perdigón
A las tres la tortolilla
Y a las cuatro canto yo.
O con estos versos de música y letra de nana:
Ya se acerca la nana sombría,
Ya se esconden los rayos del sol,
Ya de estrellas se cubren los cielos,
Ya la luna su disco asomó.

No faltaran algunos adornos de angelotes con estas canciones en sus estelas:

Los pastores de Belén
Daban saltos de contentos
Al ver que los angelitos
Tocaban los instrumentos


 Y al salir de la iglesia, me imagino los niños del coro cantando canciones entre jocosas y navideñas:


María, abre las puertas
Que te traigo el aguilando
Una batata cocida,
Sopla que viene quemando.
O esta otra más profana en medio de los cortijos de la Rivera del Palancares o del río san Juan:
¿De quién será esta casita
Con estas torres tan altas?
De Antonia o de Victoria,
Dios les dé muy buenas Pascuas.

Que irían repitiendo con cambio de letras en los versos: De quién será esta casita/ con estos chorros de nieve/ y estas niñas tan bonitas/ dichoso el que se las lleve.





FRANCISCO MARTÍN ROSALES