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jueves, 23 de febrero de 2023

JUAN ROLDÁN. NUEVOS DATOS.

 


LA PRESENCIA DE LA ABADÍA ALCALAÍNA EN LA CATEDRAL DE JAÉN. CANTEROS Y MAESTROS DE OBRAS.








LA PRESENCIA DE LA ABADÍA ALCALAÍNA EN LA CATEDRAL DE JAÉN. CANTEROS Y MAESTROS DE OBRAS.
Francisco Martín Rosales

                                                           I

            La relación artística e intercambio  de maestros del arte ( pintura,  escultura y arquitectura y artes menores) entre Alcalá la Real y los reinos de Jaén , Granada  y Córdoba es muy   frecuente, teniendo en cuenta que en la ciudad de  Alcalá la Real se fue sede y de la Abadía de Alcalá la Real y del corregimiento tripartito de Alcalá, Loja y Alhama, y, aquí, ubicó un grupo importante de artistas en torno a los Sardos-Raxis y a la familia de los Aranda  a lo largo del siglo XVI  y  XVII
            Los intercambios personales, cimentados en su situación estratégica, económica y social,  se centraban a través de varias actividades relacionadas con la producción artística.. En primer lugar, el aprendizaje de los artistas foráneos o naturales a la ciudad de  Alcalá la Real,   La segunda línea es el campo de los veedores de las obras
            La tercera línea es la intervención de los artistas foráneos en las obras de Alcalá la Real  y la contratación de aprendices, oficiales, maestros de obras y  maestro mayores a la hora de ejecutar  una obra  bajo la supervisión de un arquitecto foráneo  o, a la inversa,  la presencia de artistas alcalaínos que  acuden  a otros lugares.
 No es de extrañar que la presencia de maestros del arte granadino s predomine  en la ciudad de Alcalá la Real:
Es poco significativa la presencia de artistas malagueños.
Mucho menos es la de los artistas cordobeses exceptuando  el arquitecto Luis González,[1].
                        El reino  de Jaén no quedaba atrás con la presencia de Alonso Barba y maestros coetáneos (durante segunda mitad del siglo XVI en edificios civiles y religiosos de Alcalá la Real) o de  otros artistas de ciudades importantes de la diócesis de Jaén  con la participación en las obras de la fase final  de  la iglesia de la abadía        A lo largo de este periodo final del siglo XVI  y  mediados del siglo  XVII  de la historia de Alcalá la Real, Ginés Martínez de Aranda  va a ser el maestro de los maestros sustituyendo a los grandes artistas foráneos del siglo XVI  hasta que fue sustituido y  comenzó a dar los grandes pasos de maestro de obras su sobrino Juan de Aranda en torno al 1618, cuyo aprendizaje  coincide con los últimos años de la vida de su tío (1623). Tras su muerte, si bien fue sustituido por el marido de su prima  Luís González, pronto compitió en los decenios tercero y cuarto con este artista cordobés hasta su marcha a Jaén en 1634,  fecha en la que ocupo de nuevo el lugar de maestro Luís González. 
            Nos trae la presente comunicación la presencia de maestros y arquitectos alcalaínos de obras en la Catedral de Jaén, que queda reducida a Juan de Aranda  y la familia de Juan Roldán.    
                                                           II
                                   JUAN DE ARANDA SALAZAR

            Continuó, junto con su tío, primo Ginés y  Luís González, su formación en las obras de la capilla Mayor de la Iglesia Abacial de Alcalá la Real, lo que le permitió aumentar sus conocimientos en la técnica y dominio e la arquitectura en una obra que ofrecía muchas dificultades por la base de cimentación y cubrición del presbiterio de la Iglesia Mayor.
             A principios de enero de 1624, ya ha muerto su padre y  con su madre en vida, era vecino de  Castillo de Locubín y se casó con Ana de Jerez, hija de  Francisco Ruiz Cortecero y María de Jerez, como era acostumbrado, se entregaron las dotes por parte de cada uno de ellos, destacando la cuantía total de  204.190 maravedíes que aportó la mujer, y por parte de Juan de Aranda 109. 358  maravedíes  y los papeles con las trazas del oficio de cantería ( valorados en 35 ducados) y las herramientas del oficio (750 reales).  [2]  
            Durante sus primeros años  de maestro, avecindado en Castillo de Locubín,  adquirió experiencia en la ciudad de Alcalá la Real, junto con el asentador Ginés López que asumió la obra,  Ginés su primo y Luís González en la obra de la capilla mayor; también en el convento de la Encarnación de las Madres Dominicas ( 1626 y siguientes),.   En 1626, era ya vecino de Córdoba y se trasladó a Alcalá la Real para firmar, como maestro de cantero y estante en la ciudad, junto con el cantero Juan Roldán, el contrato para sacar  las piedras de la cantera de Alcalá la Real con destino a  la iglesia del Castillo de Locubín ..

            En 1627, desde la ciudad de la Mezquita vino a Alcalá y dio poderes a su suegro Francisco Ruiz Cortecero y Damián López, para cobrar de  Juan Márquez, presbítero  mayordomo de esta iglesia, “ todos los maravedíes que fuera necesaria para obra que se había de hacer [3]”; por el mes de septiembre la obra ya se ha comenzado y está recibiendo los cahices de cal con su paisano Fernando Izquierdo[4]; en julio de 1630 recibió del mayordomo Juan Márquez [5] fábrica de san Pedro de su ciudad natal 16.031 reales y media  .  Por otra parte, su compañero cantero Juan Roldan se obligaba a traerla sacada y desbastada  y ayudar a cargar la a los carreteros.  
            Incluso, adquirió un nuevo rango social e hizo un contrato de arrendamiento de una finca que había comprado en la vereda del Carmen y  contrató al carpintero Andrés Ortiz de la Hinojosa un “escrptorio con sus gabetas y pie de nogal” sintiéndose orgulloso de ser familiar del Santo Oficio de la Inquisición, a la vez que le indicó que fuera parecido al modelo del cura Pablo de Mesa[6]. Este presbítero sustituyó a Juan Márquez en la mayordomía de la iglesia castillera a partir de 1632.
            En 1629, intervino en las obras del convento del Rosario contratado por el padre prior fray Gaspar de Sardiña y comenzó a relacionarse con Pedro del Portillo y mantuvo las relaciones con  Luís González [7].
             En 1631, firmó también  dos importantes contratos, referidos al patronato del  Martín de Artiaga, cuyo patrón era Pedro de Pineda Lences.
            En febrero  de 1630., la iglesia  de San pedro  se encuentra muy avanzada, y había que cubrirla, ya que la obra vieja amenazaba ruina. De acuerdo con  los informes de Juan de Aranda, se solicitó un censo de 500 ducados por el mayordomo Juan Márquez y,  para ello,  se presentaron varios testigos que confirmaron la necesidad del censo  y la ratificación de la necesidad de la obra por parte de Juan de Aranda Salazar. Se lo dio al  mayordomo  Bartolomé Serrano  en la cantidad de  8 7. 040 maravedíes[8].
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            Hasta  este año  compartió obras de Alcalá la Real y Córdoba donde intervino en el retablo de la Catedral de Córdoba, y el cabildo catedralicio lo recomienda para maestro de obras de la de Granada. Su estancia cordobesa viene confirmada con una escritura de poder que realiza el 29 de junio de 1631, cuyo destinatario fue nada menos que su cantero predilecto Juan Roldán, que por entonces se encontraba en Alcalá; el mismo manifiesta que es vecino de Córdoba y se autonombra como maestro de cantería. Y, además de estos detalles biográficos aporta un nuevo dato cuando afirma que “ para que reciba y cobre de esta ciudad e de sus propios  la cantidad o cantidad de maravedíes , que se le deben de las obras del lavaderos nuevo de los Álamos y de las   En 1632, continuó con las obras del Castillo de Locubín, porque recibió del mayordomo Pablo de Mesa nuevas partidas de los gastos de la obra de San Pedro , entre ella las del enmaderado[9] .  Y ya  se le reconoce como maestro mayor de la catedral de Granada, porque firmó un contrato con el alcalaíno Pedro  de Morales Vergara, para que le entregara  cuarenta carretadas de piedra , más o  menos, que tenía  que llevar de las canteras de Alcalá la Real a las puertas de la Iglesia de San Pedro del Castillo de Locubín[10]. Su actividad comercial se acrecentó durante estos años hasta su marcha a Jaén, porque compró censos, vendió casas y adquirió fincas. Entre los censos, realizó uno sobre cuatro aranzadas y media de viña con José Galán de la Bella[11].

En 20 de septiembre  de  1632, era vecino del Castillo de Locubín y  maestro mayor de cantería;  se trasladó a la ciudad de Alcalá la Real para firmar un contrato con el mayordomo de la Iglesia Mayor  Abacial el licenciado don Juan de Álvaro , comisario del Sant Oficio de la Inquisición  de la ciudad de Córdoba. Se  había reunido el cabildo eclesiástico  de la  Abadía  y , en ausencia del abad don Álvaro de Toledo , acordaron  que se hiciese un coro de piedra  en  la parte y lugar y por el modo y forma y traza que contiene en la planta que se  vido en el dicho cabildo.  Por el dio Joan de Aranda, de que esta firmada la dicha planta  y en poder de Cristobal Nuño, notario mayor ante quien el dicho cabildo  pasó  respeto el qual el coro que tiene la dicha Santa Iglesia en parta alta y que  no se puede usar con la comodidad  de él y por otras razones que el dicho cabildo de  18.8.32.           En 1633, intervino en las obras de la torre de la Mota para llevar a cabo su terminación[12].

            En 1634, tras unos años de  inactividad en  la construcción de la nueva catedral de Jaén  fue llamado por el obispo Baltasar Moscoso de Sandoval para que revolucionar el estancamiento que el que había caído la vida constructiva de la ciudad[13]. En 1636, Juan de Aranda todavía trabaja en Alcalá junto con el  maestro mayor de obras Pedro del Portillo apreciando  las obras de una capilla de la iglesia del convento de la Encarnación, lo que nos manifiesta la participación activa en el diseño y reconversión del antiguo Hospital en Convento. Dice así el documento  firmado con la priora doña Leonor de Aranda.
“ por cuanto doña María Luisa, mujer de don  Diego de Valenzuela, que se ofreció a pagar la mitad por ser su hija heredera,   mandó que se sacasen  doscientos ducados  y se hiciese una capilla en el dicho convento  apreciadas las obras por los maestros Joan de Aranda y Pedro del portillo en 2.000 reales[14]”.
            La relación  con este convento fue muy importante, ya que ingresaron también como monjas en 1650 sus hijas Josefa Jerónima  y Baltasara de Aranda  junto con doña de Jerez por la dote de 800 ducados [15]. A partir de aquí, su vida y residencia fue la capital del Santo Reino, donde alcanzó el cargo de maestro mayor de la catedral de Jaén e intervino en muchas obras de la diócesis y, sobre todo, dio un gran empuje a la catedral de Jaén.
            En 1658, ya había muerto  y sus hijas las monjas  entablaron un pleito de reparto  bienes. Los bienes alcalaínos  consistían en una huerta del Arroyo de las Parras, cierta tierra de sembradura, un oficio de escribanía de Alcalá la Real, una casa de la calle Real, otro oficio en el Castillo de Locubín, otra casa en el castillo y un molino, y dos aranzadas de tierra para cultivar vino[16],. 
           
III
CANTEROS
JUAN ROLDÁN

            Era hijo de Juan Roldán estaba casado con  Isabel Jiménez,. Hay constancia de su trabajo desde principio de siglo en las obras de la ciudad, en 1617,. En 1623 se vio obligado a proporcionar, junto con Sebastian González, vecino de Albolote,  los sillares de  piedras de cantería necesaria para la terminación de la iglesia mayor que estaba a cargo de los maestros de cantería granadinos   Mateo de Santa Cruz, Miguel Guerrero y Juan Caderas, y el alcalaíno Juan de Fraguagua, ejerciendo la labor de cantería pues debió  preparar  los sillares que fueran menester para la obra de la capilla mayor en forma de sillar, equina y perpiaño tras recibirlos de las piedras de los sacadores ( tanto cabuqueros como entalladores), a los que debía pagar el propio Roldán 
            En este mismo año y día, apareciendo curiosamente en el documento como maestro de carpintería  se comprometió con fray Juan de Luna, prior del convento de Consolación a hacer el arco toral de la capilla mayor y recibió las condiciones de la obra de Juan Durán.
             .

            Este cantero continuó trabajando junto con Juan Aranda de Salazar, y con otros maestros alcalaínos comentados anteriormente  en el tercer decenio del siglo XVII.  A mediados de esta misma  década, junto con los hermanos canteros Juan y Alonso Pérez de Castilla  concertó la obra de cantería de la iglesia conventual de Nuestra Señora del Rosario, donde se comprometieron a entregar la piedra necesaria  hasta estar acabada sin suciedades y del mismo color, y especificando que fuera de las dos canteras de los Llanos[17]; media y tres cuarta de alto para las impostas y setenta varas de vara y media para las 3 capillas, más 1,500 varas de sillares y calzados[18].
            En 1634, intervino en la obra de la catedral de Jaén y pujó por la obra del puente del Vado de de la Torca entre Alcaudete y Luque; para ello escribió al trazador mayor del Rey Felipe III  Josefe de Villarreal para que “ pidiera y recibiera la baxa y postura que tenía fecha por petición que tiene presentada ante la Justicia de esta ciudad en la obra del puente del Vado de la Torca , término de las villas de Alcaudete y Luque, y que estaba rematada en 100.000 maravedíes, y, admitida la baja, que tiene el dicho  prometida y la demás condiciones de dicha partida pide se le rematara y rematada se acepte el dicho remate[19]”.
            Fue vecino de Alcalá la Real hasta 1634 y  de la ciudad de Jaén hasta 1649. Pues en 1650 aparece como vecino de Alcalá la Real, dando poderes a Juan de Aranda Salazar para cobrar sus obras en Jaén [20]. Tuvo varios hijos, uno de nombre de  Juan Roldán que se  trasladó a Sevilla y , debido a una peste ocasionada a finales de los años cuarenta del siglo XVII , murió junto varios hermanos. En 1649, él último fue Gabriel, y Juan  murió anteriormente.  El padre Juan Roldán casó con Francisca  Martínez Calvo que heredó una finca en el sitio de los Bramaderos[21] a través del cual conocemos la genealogía de este cantero.
            Se  trasladó a Sevilla e hizo  varias obras de la catedral, donde obtuvo un buen capital que luego heredó Juan de Aranda Salazar y el propio Juan Roldán
           
                                               SU HIJO JUAN ROLDÁN

            Se casó con Andrea, hija de Juan de Aranda Andrea y fue educado como aprendiz de Juan  de Aranda Salazar, que lo introdujo en el mundo de la cantería interviniendo den las obras de la Catedral  en otras obras de la diócesis. Marchó a Sevilla, donde murió y dejó sus bienes a su padre y suegro[22]. Rafael Galiano ha estudiado profundamente esta etapa de cantero de Juan Roldán como aprendiz y de otros alcalaínos. 
IV
LA OBRA DE  LA CATEDRAL DE JAÉN

            La presencia de estos dos maestros de cantería, el mayor como arquitecto  Juan de Aranda Salazar de desde 1634 , y simplemente de obras Joan Roldan desde 1633, se ha documentado suficientemente por parte del primero; sin embargo por el segundo los documentos escasean y así su presencia puede ser desarrollada cronológicamente de la siguiente manera:
 En 1633, hay dos documentos. Otro se refiere a un poder para trabajar en Jaén[23], en el que Juan Roldán y otros compañeros alcalaínos  se comprometieron a una obra en forma cooperativa , pues el trece de marzo firmaron un documento de poder para el  firmar un contrato de sacar piedra,,  con el señor cardenal y obispo de Jaén. Formaban  el grupo Alonso  Pérez  y Cristóbal Roldán  y Pedro Pérez y Juan Roldan   y se comprometían  en los plazos correspondientes a cumplirlo., declarándose todos  ellos canteros. Y otro , en primero de marzo de 1639 , en las  mismas condiciones ( LEGAJO 4923, FOLIO 235-237).



Joan Roldán como maestro de cantería, avalado por los canteros vecinos de Jaén Domingo Pariente y Juan Vázquez, se comprometieron los primeros a “ ayudar a Joan Roldán abiar  las carretas que por el cabildo y maestro mayor de las obras de la Santa Catedral de la ciudad de Jaén fueran enviadas a  la cantera del Mercadillo y sacar las piedras conforme a la medida que el ducho Maestro mayor enbiare” Por eso, se obligaba el propio Joan Roldán a sacar seis columnas de de largo y grueso que fueran pedidas , y, si no se pudieran sacar,  de la cantera del Mercadillo se an de ir a sacar a la cantera de Almanchez” Se le pagaba 34 maravedíes por cada pie y pagándole mitad por mitad con los otros canteros; la duración del contrato alcanzaba el tiempo de llevar piedra durante cinco años. Lo curioso de este contrato es que adelanta en varios días a las fechas aportadas por biógrafos como Galera Andreu  y Rafael Galiano,   sobre la llegada del arquitecto castillero a la ciudad de Jaén para emprender la reanudación de las obras en Jaén, ya que Juan de Aranda o fijó el contrato de maestro de obras de la catedral de Jaén con el salario de 500 ducados anuales a partir del 15 de marzo del mismo año y su residencia se llevó a cabo  dos meses después. Además, es curioso que el primer contacto entre los maestros de cantería, lo llevara a cabo no el propio Juan de Aranda Salazar sino el mismo Juan Roldán. La unión profesional y amical  entre Juan Roldán y Juan de Aranda Salazar debió ser muy intensa, porque en diciembre de este mismo año hay un documento de fidelidad hacia el maestro mayor “ Juan Roldán, cantero y vecino de esta ciudad ( Alcalá la Real) otorga y fía a Juan de Aranda Salazar y se obliga a que hay una sentencia de derrumbe pronunciada contra Alonso de medina, vecino del Castillo, tutor de los menores hijos de Cristóbal Cubero, por la justicia” y se compromete a que “los devolverá y pagará”[24].


                                               CONCLUSIÓN

            La presencia alcaláina de canteros en la catedral de Jaén se manifiesta en estos dos personajes, el arquitecto Juan de Aranda Salazar y el cantero Juan Roldán y sus hijos que fueron aprendices del arquitecto castillero. Su formación viene ligada con el cambio  o nueva tendencia que se produce en la abadía de Alcalá la Real tras la llegada de la familia cantera de los Aranda (Gabriel de Aranda, Ginés Martínez de Baeza y Ginés Martínez de Aranda). Se formó un nuevo núcleo que ocupó el lugar de la influencia granadina e introdujo la presencia de los arquitectos jiennenses en la ciudad de la Mota. Su taller de cantería no tenía carácter gremial, sino que estaban unidos por razones sociales y familiares. Desde los sacadores de piedras hasta los maestros de cantería pasando por los entalladores,  labrantes y asentadores, se surte de las redes familiares y contactos sociales del entrono de la Abadía, dando lugar a un cruce de familias de canteros entre los diversos pueblos de la Abadía. 
            Los anteriormente mencionados dieron sus primeros pasos en las tierras de la Abadía y del corregimiento de Alcalá para ampliar su presencia en otros lugares como las tierras cordobesas y granadinas, debido a la formación y contactos con personajes como Luís González, casado con la hija de Ginés,  o Pedro del Portillo.  Juan de Aranda Salazar dio el gran paso de  convertirse en maestro mayor de obras de Córdoba, Granada, y Jaén, lo que conllevó que una persona de tanto prestigio atrajera canteros de la ciudad y abadía de Alcalá la Real. 
            Sobre todo Juan Roldán y sus hijos que recibieron la carta de  aprendiz del maestro castillero.  Pero este no fue el único caso investigado, pues sirva como ejemplo de los diversos aprendices que  se cobijaron bajo su enseñanza[25] uno 1643. Pues  la relación entre  estos maestros se mantiene, incluso  cuando Juan de Aranda Salazar, ya era  maestro mayor de cantería de la iglesia matriz y episcopal de la ciudad de Jaén. Nada menos que su hijo  Juan Roldán se casó su hija Andrea de Aranda, que murieron en Sevilla y debieron heredar sus bienes[26]. Por un lado, muchas de las obras de la ciudad  mantiene la huella de su trazas como la de San Juan, Santa Ana. San Marcos, Consolación  y Capuchinos. Por otro lado, a sus expensas se recibieron  muchos aprendices que  eran enviados por artistas y maestros de las diversas Artes para que aprendieran las artes de la mano de Juan  Roldán y la supervisión de Juan de Aranda Salazar. Este documento muy interesantes es el contrato de aprendiz entre  el maestro herrero vecino de Alcalá Cristóbal Fernández Saavedra y Juan Roldan  para que  como su administrador legítimo del hijo del primero  lo acogiera como aprendiz de oficio de cantería  a su hijo Cristóbal.





[1] AHPJ. Legajo  5747. Folio 30. Escribano Juan Bautista Cano. Dote entre Ginés Martínez de Aranda y Alonsos González para casas a sus hijos María de Arana y Luís González. 3 de febrero de 1612.de
[2] AHPJ. Legajo 5694. Folio  s/n  5 de enero de 1624.
[3] AHPJ. Legajo. 5697. Folio 227. 7 de Marzo de 1627. En
[4] AHPJ. LEGAJO 5697. Folio 907. Contrato entre Fernando Izquierdo y Joan de Aranda Salazar.
[5] AJPJ. Legajo 5701. Folio 140. 27 de julio de 1630.
[6] AHPJ. Legajos 5701. Folios 86, 8 de septiembre 1630 sobre cobro de otros 947 reales, folio 941 contrato  en 21 septiembre de 1630 sobre contrato de escritorio y 1120 arrendamiento de finca.
[7] AHPJ. Legajo 5058. Folio 469.
[8] AHPJ- Legajo 4630. Folio 20
[9] AHPJ. Legajo 5703.  1 de diciembre de 1632. y aparecen varios contratos con vecinos de trato  y venta, entre ellos unas casas con el licenciado Pozo de Alcalá la Real. 
[10] AHPJ. Legajo 5033. Folio 552. Se comprometía con la cantidad de 300 reales, cuatro bueyes , uno castaño y otro bermejo.
[11] AHPJA. Legajo5703. s/n.
[12] MURCIA ROSALES, Domingo. A la Patrona de Alcalá la Real.
[13] GALIANO PUY, Rafael, Datos para una Biografía de Juan de Aranda Salazar (1590-1654). Elucidario nº ·. 2007.
[14] AHPJ. Legajo 5037.- Folio 240. Fecha 21 de mayo de 1636.
[15] AHPJ. Legajo 5019. Antón de Santillán. Folio 51. 16 de febrero de 1657. lo hicieron siendo priora doña Catalana de Marañón.
[16] AHPJ. Legajo 5020. Folio 212. 20 de mayo de 1658.
[17] AHPJ. Legajo 5053. Folio  680. Escribano Francisco Ramírez. 13 de junio de 1628.  .   
[18] AHPJ. Legajo 5000. Folio 776. Antón de Santillán,  3 de diciembre de 1628.
[19] Ahpj. 4923. Uno de marzo 1634. Folio 235 v.  Escribano Juan de la Chica.
[20] AHPJ.  Legajo 5013. Folio 206.
[21] AHPJA. 5022. Folio 3499.

[22] GALIANO PUY,  Rafael. Datos para una biografía del arquitecto Juan de Aranda Salazar (1590?-1654)  Elucidario: Seminario bio-bibliográfico Manuel Caballero Venzalá, ISSN 1885-9658, Nº. 3, 2007 , págs. 355-382


[23] AHPJ. Legajo  4646. Folio 230.  13 de marzo de 1634. 

[24] Ahpj. Legajo 4923. Folio  1322. Joan de la Chica 14 de diciembre de 1634.
[25] AHPJ LEGAJO 4652. FOLIO 346. 8 DE OCTUBRE DE 1543.

[26] AHPJ. 5011. Legajo 906. % de octubre en 1649. 

domingo, 19 de febrero de 2023

RUTA CAPUCHINA POR LAS JUNTAS

53 ruteros por las Juntas, donde se juntan los rios de  Velillos.Hoy, la caminata semanal de Huerta de Capuchinos, ha discurrido, siguiendo el curso del rio Velillos, desde  las Casillas de Balazos (Mures), Santa Maria, Garcihambre, La Savia, Ls Monjas, las Juntas y La Huelga, ,  Las Juntas de los rios  y el cortijo del mismo nombre,  con la participación de 53 personas. fotos de Pacomures




Nos hemos adentrado por tierras granadinas a través del antiguo camino real que se dirige a Moclin.

 a ruta de Hoy, la iniciamos con una ligera visita a las cascada de La Media Luna de Mures










HOY, PARAÍSO DE LA SIERRA SUR. EN EL JAÉN









EL PARAISO DE LA SIERRA SUR.

Si hay una comarca de la provincia de Jaén, en la que confluyan más rutas de diversa índole, la Sierra Sur de Jaén ocupa un lugar preeminente. Nos podemos remontar hasta las antiguas vías púnicas y romanas para poder comentar el origen de estos pueblos. Como tierra de frontera entre el reino de Castilla y Granada  perviven sus testigos militares y sus caminos de entrada y campo de batalla entre musulmanes y cristianos. Con Carlos I podemos enlazar desde Europa hasta Granada pasando por Alcalá la Real como ruta carolina o la huella urbanística de su tiempo den Villares y Valdepeñas. El mundo del olivo se introduce con el itinerario de municipios que se titulan con este proyecto de patrimonio de la Humanidad. San Juan de la Cruz dejó sus huellas por el camino de la Corte que enlaza las ciudades de la Mota y Alcaudete. Caminos de Pasión nos adentra en una singularidad que nos remonta a un modo de entender la Semana Santa con los pasos vivientes. Ciudades Medias lo enlaza con otras ciudades de Andalucía. Castillos y Batallas se manifiesta en una gran cantidad de atalayas y fortalezas que se remontan al tiempo de los primeros pasos de los árabes por la Península. Entre la modernidad y el carácter ancestral, nos podemos acercar a lugares del santerismo en las montañas de Frailes o Sierra del Camello

 

            Entre sierras y valles de la Subbética, donde recorren arroyos y ríos que desembocan al Genil y Guadajoz, nacieron variaras ciudades que testimonian la huella del urbanismo renacentista de tiempos de Carlos V . Desde la capital del Santo Reino, nos podemos acercar a los Villares, donde podemos constatar un pueblo que nace en la primera mitad del siglo XVI, como una pequeña aldea creada para repoblar y roturar la Sierra de Jaén. Su traza reproduce la forma de antiguos campamentos militares romanos,  entre viales fijados por la cardo y decumana. Los mismo que  Juan de Reolid, llevó a cabo de las nuevas poblaciones de Campillo de Arenas, Mancha Real o Valdepeñas, que, junto a Los Villares, deben su creación al proyecto repoblador de la sierra de Jaén, de Juana I de Castilla, de 8 de marzo de 1508, y cuya ejecución tiene lugar a partir de 1539 durante el reinado de su hijo Carlos I. Los Villares eligieron el lugar de los Majanos para la nueva población, que, al estar situado en un cerro entre los ríos Eliche y Río Frío, los planos de Juan de Reolid, debieron adaptarse a la orografía.  Junto con la huella renacentista de la Iglesia de San Juan Bautista,  o la visita al palacio de  Vizconde  y  el ayuntamiento no puede olvidarse  subir   al puerto de la Hoya  a través del área de recreo de Riofrio, un paraje que conecta con la ruta de los Barrancos de la Hoya. La Pandera en medio de un lugar donde abundan los manantiales  y un lugar que nos invita a un entorno singular  y de gran belleza para contemplar el Quebrajano.

               Desde los Villares el camino nos conduce a Valdepeñas, los monfíes, los bandoleros, la gente de la Sierra, los caballeros de los montes, los maquis y los romeros de los santuarios de Chircales, Moclín o el reciente de la Hoya del Salograr,  escribieron sus páginas de intrahistoria  recorriendo caminos inhóspitos, coronando cumbres superiores a los mil metros, que entre surcan  barrancos y torrentes, donde se guardan valiosos ecosistemas naturales y paisajes serranos, de recientes cerezos, viñedos de antaño  y huertas mimadas por la mano de los hortelanos que aprendieron la ingeniería del agua entre canales, caz,  presas y puentes. Se puede encontrar , entre olivares, el  bosque mediterráneo autóctono,  con el protagonismo de la encina, el quejigo, el enebro y el tejo, sin impedir la introducción de los avances técnicos de las energías eólicas de  las Sierras del Trigo el Paredón .

Valdepeñas de Jaén es un sitio privilegiado  de la naturaleza  entre la famosa Sierra de la Pandera y  la de Alta Coloma, con simas gigantesca, y quejigos y encinas centenarias y picos de los de mayor altura de la Sierra Sur.  Se hace imprescindible la visita a los parajes de Las Chorreras y el Cañón de Pitillos. Su urbanismo marcado por las directrices a lo romano de Vitrubio invita a la visita de la iglesia renacentista de Santiago Apóstol  y  su tradición molinera tiene su mejor testigo en el bien conservado molino y museo de Santa Ana. La Sierra Sur tuvo siempre como un santuario para sus gentes la ermita de Santo Cristo de Chircales, alejada del pueblo y, tras pasar, por bellos parajes de huertas trabajadas con gran mimo por los hortelanos valdepeñero.

 

Alcalá la Real, enclave estratégico fundamental para expediciones bélicas o mercantiles, ha sido  un lugar propicio, desde tiempos remotos, en el origen y desarrollo  los temas de los romances. Ser “llave, guarda y defendimiento de los reinos de Castilla”, y “puerta del reino de Granada”, como se ha  mencionado en muchos documentos, daba lugar a distintas y variadas pugnas fronterizas, que después el trovero y el juglar de turno, difundían en otros lugares, para ganarse el favor de sus señores. La fortaleza  de la Mota ofrece el crisol de sus culturas; desde las cuevas argárica hasta la iglesia Mayor abacial pasando por la Cárcel Real de estilo mudéjar y el castillo de los Banu Saîd. El caso histórico ofrece una nueva ciudad entre los cerros de las Cruces y la Mota, donde se jalonan edificios civiles neoclásicos como el Ayuntamiento y el Palacio Abacial, y religiosos como  las iglesias de Consolación, San Juan  y Angustias o neoclásicos como San Antón. El historicismo ecléctico  dejó su huella en su arteria principal del Llanillo de la mano de Manuel López Ramírez, Granados Domingo Sánchez Velasco y Cándido García.  

Alcalá la Real está rodeada de una corona de estrellas aldeanas, donde lucen las atalayas . Se remontan a diversos periodos de la historia desde un villar romano o una alquería árabe o a la roturación y repartimiento de tierras de reinados anteriores. Las Grajeras ofrece un aspecto diseminado entre barrancales y las salinas, la ermita de San José, y los cortijos blancos en medio de extensos olivares. La ruta molinera del Velillos  abastecía con su pan a la ciudad de Alcalá la Real y, en torno al cauce del río, que por aquí se denomina Frailes, surgieron varios núcleos. El primero, cercano al Cepero, se alza Frailes, que canta con sus aguas los antiguos baños, y , en trámite, de renacer en su uso,  paraje singular entre los barrios del Bahondillo , la Iglesia de Santa Lucía, Nacimiento y Almaguer; las aguas recuerdan los antiguos batanes, molinos  de pan moler y de aceite y se cruzan por diversos puentes que conducen a tierras de la Hoya del Salograr. No pudieron recibir mejor nombre las dos aldeas alcalaínas de las Riberas. La Alta, lindando con el asentamiento del oppidum iberorromano de la Mesa, su ermita de san Juan Bautista remonta a tiempos carolinos  en los que los colonos comenzaron a levantar capillas junto a los cortijos de los labradores e hidalgos rentistas. Sus vegas son un elixir del cultivo artesano que mima los productos con el agua controlada. Por su parte, la Ribera Baja mantiene algunos testigos  de la industria molinera con un molino cercano a los dominios del Cerrato y otros transformados en viviendas de turismo rural en un paraje histórico y de gran belleza, que recuerda los parajes de Huéscar, donde se cantaba el romance de Caballeros de Alcalá, peones de Colomera. La ermita de San Jerónimo es un testigo de construcción andaluza religiosa.

Castillo de Locubín , a los pies del cerro de la Nava y regado por el río San Juan, canta al agua  desde tiempo inmemorial. En la parte alta, la Villeta conserva algunos paramentos de su pasado árabe; pero, la iglesia de San Pedro, expone el sello renacentista de Juan de Aranda Salazar y de su tío Ginés Martínez de Aranda. Las ermitas de Jesús Nazareno y de San Antón recogen los restos de esta arquitectura andaluza y religiosa de tiempos de la Ilustración. A l río hay que bajar y disfrutar de su nacimiento, sus huertas, sus presas de Nogueral y Moño, su puente, el barrio de Triana, el Batán y los testigos de una zona molinera de pan comer, aceite  y papel.  En sus sierras, montañas y cerros, todavía se alzan la torre de la Cogolla, Marroquín, y Nava. Es un lugar, donde siempre las cuevas, como la Jabonera, sirvieron de refugio de personas que abandonaron el pueblo,  y donde el oppidum iberorromano de Ipocobulco ocupó el paraje de Encina Hermosa. Muy cercana se encuentra La Venta del Carrizal,  nacida de una hospedería de la familia Escavias, se adentra a la ruta del santerismo por las Mimbres, y, el río baña sus blancas casas y su iglesia de San Antonio. El agua cristalina, los senderos del valle del San Juan, el cerezo en flor primaveral y el olivar de las laderas convierten este paraje de la Sierra Sur en un espectáculo visual de la naturaleza, como la fuente de la Teja.

El antiguo camino  mozárabe y califal venía jalonado por estas ventas. Otra, en la actual carretera nacional N-432, entre Alcaudete y Alcalá la Real y justo en el cruce de la carretera que conduce a La Rábita y Sabariego, se halla este rincón de la Sierra Sur. Un  sueño de Celedonio García, junto a su mujer, Paqui Ruiz, la  venta de  San Antonio. Su nombre le viene de una  imagen que se hallaba en la iglesia del cortijo de San Antonio  y preside durante todo el año una pequeña ermita que se halla en las instalaciones de la propia venta.

En Alcaudete, a los pies de la Sierra Ahillos la huella calatrava marca esta ciudad de la comarca de la Sierra Sur, en la que concurren las rutas de la Vía Verde del Olivar, mozárabe y califato.   Su castillo extiende su visión  hasta sus ricos olivares ( entre ellos las aldeas de La Bobadilla, Los Noguerones y El Sabariego ) y sus huertas, regadas por los ríos San Juan, Víboras y la Fuente Amuña.  No puede pasarse por alto los humedales la Laguna Honda y Chinche . A los pies de este recinto, el señorío de los Martín Fernández  de Córdoba se hace patente en su bellísima iglesia de Santa María la Mayor, de la mano de Martín de Bolívar,  y la ciudad medieval jalonada de edificios civiles y religiosos  que se levantaron entre el siglo XVI y XVIII: el ayuntamiento, las iglesias de San Pedro, iniciada por Francisco del Castillo,  y del Carmen, capilla de Santa Catalina , santuario de la Fuensanta y   monasterio de Santa Clara.

Fuensanta de Martos, entre terrenos montañosos y la campiña olivarera, alberga  la iglesia de Nuestra Señora de la Fuensanta, la Fuente Negra, la de Mateo Inurria  y el Lavadero. Sus pasos vivientes distinguían culturalmente este pueblo de la Sierra Sur. Lavadero, Las torres defensivas de Torrevieja y el Algarrobo, así como las ermitas de Los Encinares, La Ribera y El Regüelo forman parte de su patrimonio cultural. Dos productos la distinguen: el olivar y el mueble.

La  aldea  de Las Veletas de Fuensanta 












se conoce también por La Ribera, como una muestra de estos núcleos aldeanos, un poblamiento rural disperso intercalar, articulado a lo largo de la carretera que lo atraviesa, dispuesta en buena parte de su trazado siguiendo el curso del río de La Virgen. Se compone de unos nueve núcleos o cortijadas: El Pilar de Reyes, Huerta del Monte, Los Cortijillos, Las Veletas, La Castillería, Vadohornillo, Pedro Juan, El Arenal y La Venta del Papero (y alrededores de La Venta).

La Sierra Sur es tierra de pueblos y ciudades, aldeas y cortijadas, olivar y encinares, Patrimonio histórico, urbano y militar. Naturaleza e historia. Pero también es Tierra de Ben Jakán, Ibn Said al Magribi, Abu Yafar, del Arcipreste de Hita, de Martínez Montañés, de Pablo de Rojas, de Juan de Aranda Salazar, de Mateo Primo, de Emilio Camps, de Povedano, y de Pablo Rueda;  o de vecindad de Ginés Martínez de Aranda, los Sardos Raxis o la Orden de Calatrava. Tierra de Romances fronterizos, de fandangos averdialados en Castillo, Valdepeñas y Alcalá, y de canciones que se remontan a tiempos remotos.