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miércoles, 15 de febrero de 2023

DIEGO DE GUZMÁN Y VELASCO

DON DIEGO DE GUZMAN (1633- 14.N-1637)

 Natural de  Tarifa. Casado con Juana María de Acosta y Portugal.  Su familia está ligada a la ciudad de Granada y la de Sevilla. Hijo del granadino Luís de Guzman y  Carvajal y la tarifeña Casilda Velasco. Esta le complicó su linaje de hidalgo, porque era hija de Andrés Velasco que casó con una tendera granadina, relacionada con la etnia judía, pues sus padres se casaron en la iglesia de Granada y apodaban los mendocinos como un primo su

yo que se fue a Sevillay luego a las Indias, que tam,bién tacharon de judío, ,  Recibió la alcaldía de la ciudad  gaditana en 1622 yconsiguió para su familia en la tenuría de esta en su mayorazgo, al que se añadía el patronazago del convento de la Trinidad, dehesas de Conchorrera y Qubrantachinuelos,, renta del papel sella de Gibraltar   . Fue caballero de la Orden de Santiago. Hizo de juez de residencia en el corregimiento de las cuatro villas del entorno de Santadare en 1613.  Corregidor de Alcalá la la Real, Lojay Alhama (1633-37) en tiempos de Felipe III. Fue nombrado corregidor  treinta de abril de 1633, expedido el diecisiete de mayo y tomó posesión el sei de junio.  Llevo a cabo el juicio de residencia de Juan de Vera. Su alcalde mayor fué el Licenciado Juan del Puerto y Mesa.Los alguaciles Antón de Elías y Alonso Martín Serrano.Se mantuvo en el cargo hasta el catorce de noviembre de 1637.
La primera mitad del  siglo XVII se caracteriza en su mayor parte por estar la ciudad continuamente empeñada y obligada a reponder a las distintas peticiones de la Corona. La compra del Castillo de Locubín, las alcabalas, los donativos y la moneda forera incidía en la depauperizada hacienda local. A ello hubo que añadir las contribuciones para el puente de Medellín, el almenilla de Sevilla, el muelle de Málaga, las torres de la costas y el puente de Córdoba. Además fueron años  secos  y  provocaron un agravamiento de la difícil situación económica que dio lugar a unas cosechas poco productivas. A esta situación no contribuía la sequía pertinaz que desde el 1635 llevaba la miseria a los campos y culminó con el duro año de 1639. Raro era el año de intensas lluvias y nieves como el 1635, que también ocasionó una corta cosecha a la que hubo que registrar para el abasto común de la población a través de la compra de trigo de los labradores, la mayor parte de las rentas y diezmos de los eclesiásticos. En Granada, hubo gran temporal de aguas, produciéndose inundaciones por los ríos de Granada. Murió mucha gente, sobre todo, mayor, porque decía que adolecían de cámaras de sangre. Sucedió a finales del año anterior y primer trimestre de este año. El mes de mayo fué en Granada muy seco y faltó el pan,haciéndose rogativas a Nuestra Señora de la Antigua.También hubo una procesión de sangre con San Frnacisco y un Crucificado.E incluso el dieciséis de mayo, la Virgen de las Angustias. dando luagar a la lluvia. el veintiocho hubo alarde general de las tropas en Granada con Iñigo Mendoza ante el corregidor.El nueve de junio hubo un gran temblor de guerra en Granada. En las fiesta de Junio del Corpus ,siendo comisarios Luis Fernández de Códoba y Lucas de Herrera, actuó la compañía de Manuel Vallejo.Se embargaron los bienes de las franceses residentes en Granada al estar en Guerra contra Francia. En 1635, el Rey mandó que salierean los escuderos de la Costa con destino a Perpignan y entraron en treinta de junio ciento ocho  lanzas y hombresa caballas con sus lanzas y adargas, dándoseles alojamiento tres días y amte el Marques de mondejar, se les  dió coleto, capote y calzones de lindo paño más cien realesse fueron  por Motril con el capitán Arroyo.También por Agosto, se embarcó una compañía de guerra. Murio don Fernando de Espinosa a manos de Nicolás Peralta, buen torero, gobernador de Alcaudete.
 
En 1634, comenzó a extenderse la plaga del gusano en la sierra de Valdepeñas, procurando la ciudad  servirse de las artes del conjuro del Licenciado Diego de Mieres, que es persona que haze exorcismos y conjuros para el gusano y el pulgón y que la ha quitado en la sierra de Valdepeñas y en los montes de esta ciudad son considerables (30.6.). Más importantes efectos devastadores provocó un huracán de aire la noche del veintinueve de diciembre en el casco de la población y en la aldea de Charilla, llegando a arrancar sesenta y siete álamos en  el ejido del mismo nombre, una cantidad de árboles y álamos sin especificar de la aldea,  y, aunque no se cite , en techumbres de los edificios, como la chimenea de la casa del corregidor, el tejado y campanario del convento de san Francisco, al que la ciudad concedió una limosna de treinta ducados para su restauración. (cf. Libro de cuentas 116.4) y las casas particulares de la Mota, y las de retama de los núcleos rurales.

  La epidemia de peste no llegaron a afectar a la ciudad de Alcalá. En 1637 se llevaron a cabo todas las prevenciones necesarias, cercando la ciudad desde la calleja de Pedro Vázquez Mesía hasta la calleja de Francisco Velasco y, de allí, hasta la calle Tejuela y Puerta Velasco, desde la Puerta Villena hasta san Sebastián y la Cuesta Cambrón con tres puertas en Villena, Álamos y Peña Horadada y estableciendo las correspondientes rondas. Sólo quedaron al principio por cercar el Barranco de Millán y las Torres Bermejas que eran las salidas de los campesinos y el lugar de entrada de enfermos de los cortijos. Alguna incidencia debió existir de la peste, porque el 23 de junio  se da llave junto casa de Antón de Alcalá, al párroco de santo Domingo para administrar la extremaunción de los enfermos que vienen del barrio de las Torres Bermejas. Y además vinieron vecinos forasteros a segar en el mes de junio,  los cortijos, procedentes de lugares contagiados.

Si las medidas de imposición eran continuas y producían continuas deudas, el Pósito sufría también las mismas consecuencias al existir un gran número de deudores de trigo y dinero por el año 1632, que eran continuamente apremiados por los alguaciles.

La ciudad trató de salvar la situación mediante el desembolso de todas las deudas y, lo que le correspondía del donativo de los 24.000 ducados, con una nueva provisión real que le permitía roturar otras mil fanegas de tierra, conocidas como las del jurado Orduña. Con una nueva imposición. Esto se ajustó con el mencionado jurado, a quien se le encomendó el arbitrio de dichas tierras y el nuevo impuesto,  de un maravedis por panilla de aceite, al mismo tiempo que quitaba todos los anteriores que cargaban sobre productos básicos como la carne, vino y asaduras (8.3.1633)provocando un nuevo conflicto con respecto a la arbitrio del aceite en el ajuste de cuentas. El jurado Francisco de Orduña, importante mercader de la seda, asumió la administración de las mil fanegas y prestó los veinticuatro mil ducados en dicho año. De ahí que las tierras roturadas se conocen a lo largo de los siguientes años como las mil fanegas de Orduña.A partir del año 163O, se contribuyó  tambiéne con un donativo de veinticuatro mil ducados en moneda de vellón durante seis años. Para ello, se repartieron tres mil fanegas de tierra en las distintas dehesas de Alcalá- Entretorres, Mures, Hondonera- que fueran pasto común y concejil, se creó una nueva escribanía en el Castillo de Locuín, se doblaron los impuestos de las asaduras y despojos y se puso una nueva sisa de un maravedí por cada panilla de aceite. Sin embargo, aunque las medidas podían mostrar un balance equilibrado, no recaían sino en el pueblo llano mientras el estamento eclesiástico y los hidalgos se veían exentos de toda imposición nueva. Tampoco, la ciudad podía comprometerse el primer año, porque la única entrada que tenía los propietarios era el desmonte del arbolado, por lo que debía afrontar el primer año de sus ingresos de propios y pósito  un aplazamiento para años posteriores en que fueran rentables. En 1635, año de  peste y hambre en toda España y estallido de la guerra con Francia, por mediación del miembro del Consejo del Rey don  Luis Gudiel y Peralta se vendieron diversas tierras a varios particulares en el reino de Granada, Jaén y Andalucía, y Alcalá la Real se vio beneficiada por esta medida que pretendía acrecentar las tierras y arbolado, al mismo tiempo que suponía una fuente de recursos para la Corona. La ciudad, imbuida en los intereses de los ganaderos y del pasto comunal, solicitó que se anulara la venta de dichas tierras..En 1646, se llevó a cabo el arrendamiento de nuevo  de dichas tierras y se contribuyó con un nuevo donativo de 37.000 reales. El corregidor Gregorio Antonio de Chaves y los regidores iniciaron el rompimiento y el arrendamiento de tierras sin permiso ni provisión real. Entre las roturaciones de tierras se encuentra la denominada de los arbitrios nuevos, que afectó a las tierras de las Atalaya baja, Coza la Hornera, Majada desde el Camino de Noalejo hasta el Camino de Charilla, Encina hermosa, Salobral, Malabrigo, Arroyo de las Parras, ribera del Palancares, Hituero, Vereda de las Grageras, Carrizalejo, Dehesa de Charilla, Vega de las Parras y la Rábita. Todas ellas trataban de roturar tierras que estaban cercanas a las antiguas veredas, rios, abrevaderos,dehesas y descansaderos de animales. Con el arrendamiento anual se hacía frente a las  nuevas imposiciones de la corona, los donativos y los gastos contraídos con los censos para pagar la compra del Castillo de Locubín.

Pero, se anularon las medidas y se impusieron penas a los gobernantes. Ante la protesta de los compradores de tierras, todos ellos vecinos de Alcalá y Castillo ( Juan Ramírez de Tejada,, don Pedro de Aranda Figueroa, don Pedro Garcés de Acosta, don Francisco de Herrera Valenzuela, don Pedro Diaz de Arce, Juan Fernandez Clavijo, Alonso García de Baena, Benito de Ortega, Jacinto López de Cortes, Pedro LLorente, Juan García ee Vilches, Melchor García de Vilches,, el licenciado Juan Ruiz Hidalgo, don Alonso de Moya, María de Alvarez de Huelte, viuda de Juan de Santiago, Alejo Sánchez, Francisco Romati, y Martín de Molina), se inciciaron varios litigios que culminaran en 1650 cuando  el comisionado real don Pablo Méndez Salazar, volvió a anular la venta de los terrenos adquiridos en el año 1635 y se pagaron los desembolsos de los compradores, agregaron la cantidad cobratoria del arrendamiento de las tres mil fanegas de tierras a los arbitrios que se pagaban para la paga de todos los censos que se habían contraido en la composición de alcabalas, donativo de los años anteriores y la compra del Castillo de Locubín, y el nuevo donativo de 22.000 ducados, anulándose otras sentencias anteriores que impedían el uso de las tierras. Al mismo tiempo, se sentenció que se pagara todos los dineros invertidos por los compradores de tierras. Las tierras comunales quedaron definitivamente para uso y pasto común del pueblo y sus frutos e ingresos quedaron comprendidos dentro de los propios de la ciudad. Todas estas medidas se tomaban a favor de la ganadería y previendo medidas de despoblación de la ciudad, así como en base a los antiguos privilegios concedidos a los vecinos de Alcalá y Castillo. La ciudad contribuyó con los veintidos mil ducados(8.254.000 maravedís) mas otros cuatro mil para los gastos de administración

Su carácter exento, reminiscencia de un período anterior,  que  le obligaba a  prestar servicio militar a la Corona con varias compañías de soldados ahonda la pobre situación de sus arcas municipales. Y este reinado mantuvo varios frentes en el extranjero, Portugal y la península. A cada movimiento militar, repercutían en Alcalá consecuencias militares y financieras.

Sirva como ejemplo que hubo que acudir a la guerra de Cataluña con una compañía de soldados a Tortosa y en la guerra de Portugal el 1637 también estuvieron 160 infantes para apagar la rebelión de Portugal, No es menos  penoso el continuo alojamiento de soldados en los últimos años del reinado, sobre todo, en la villa del Castillo de Locubín que provocará varios altercados y levantamiento de la población.El primer alojamiento tuvo lugar en febrero de 1627 con la llegada del tercio de la armada que provenía de las Indias. Además de la manutención de pan, aceite y leña, el repartimiento entre los vecinos provocaba grandes inconvenientes entre los vecinos, a los que se les obligaba a realizar el padrón. La ciudad procuraba evitar los roces entre su vecindad mediante la instalación en la casa de alquiler de la calle de la Peste y, en caso de necesidad, desalojar todas las casas de aquella calle y alojar los vecinos entre los demás vecino.

La administración local, a pesar de los esfuerzos de Baltasar Gilemón de la Mota en 1636 de reducir los cargos municipales alcanzaban la cifra de cuarenta regidores y 11 jurados que al final del reinado se quieren consumir y librar a las arcas municipales de esta carga. 

 .A veces, la situación era más violenta con los vecinos de los pueblos  comarcanos. Principalmente los vecinos  de Alcaudete eran los más propensos a traspasar los términos colindantes y   formando cuadrillas invadían los terrenos y montes baldíos por la zona de la Rábita y Encina Hermosa. Es el caso de una cuadrilla vecinos con bandera y siete u ocho escopetas y más de cincuenta armas habían desmochado gran parte del monte para aprovisionarse de leña  en el 1629( cf. 5.3) Sin embargo, el pacto de concordia, realizado en reinados anteriores con la villa de Priego y  Martos, permitieron  el usufruto de las zonas limítrofes sin  necesidad de nuevos enfrentamientos (cf.24.6.).   Otras veces, ante la nueva situación  que se generó con motivo del arreglo del reparto de legua concedido al Marqués de los Trujillos en la venta del Castillo de Locubín, el conflicto se extendió al flanco suroriental que hasta ahora se había mantenido pacifico desde la conquista de Granada  y así se provocó en 1633 un nuevo incidente con los ganaderos de Puerta Alta que se adentraron al término de Alcalá, afectando a ganaderos vacunos de Bartolomé de Alba que acudían al cabildo que los defendiera en estas circunstancias. 

Investigado el asunto por la ciudad, se comprobó que los guardas del cuarto de legua del Marqués se habían adentrado en el término alcalaíno, apresando a vecinos y acometiendo actos de justicia  violentando la jurisdicción de Alcalá. Como la situación de vecindad todavía no estaba muy clara con los vecinos labradores de Puerta  Alta que disfrutaban de muchos beneficios sin pagar diezmos ni tenían cargas concejiles y disfrutaban de los pastos y tala de los montes del término de Alcalá, se decidió quitarles la vecindad y traer apresados a todos los que habían cometido los excesos, al mismo tiempo que se estableció un nuevo servicio de vigilancia de la zona por guardas y un amojonamiento de la legua entre los distintos ayuntamientos de Valdepeñas, Martos, Alcaudete, y el marqués.    En  1660, tuvieron que alojar durante el tránsito y paso de Granada a los tercios de Flandes y Cataluña, un cuerpo de la Armada. Pero las anteriores gracias reales se prorrogaron con motivo de la adquisición del Castillo de Locubín salvo los arbitrios, ya que cumplían en los años treinta del siglo XVII, al mismo tiempo que se les permitió un nuevo censo que hiciera frente a los anteriores compromisos de la Corona, acreedores y la nueva adquisición del Castillo. El más importante prestamista fue doña María de Narváez y Alfaro, que supera los seis millones de maravedís.    La reforma, emprendida por  el consumo de oficios, dio lugar a que renacieran enfrentamientos entre los diversos bandos. El grupo de hidalgos, procedente de los descendientes de los conquistadores e hidalgos de sangre, pronto se opuso a aquella reducción que le afectaba al control del poder municipal, concretizado en la reducción del número de jurados, regidores, escribanos, y procuradores. Un grupo formado por Gonzalo Narváez de Padilla, el licenciado Alonso de Rojas, Juan de Novoa, Gaspar de Cienzas, Francisco Mazuelo Monte, Rodrigo Alfonso Clavijo, Alonso de Aranda Cañete, Juan de Aranda Góngora, Luis Fernández de Cardera, rechazó la reforma, aludiendo lo poblada que se encontraba la ciudad en la cota más alta de tres mil vecinos y mil vecinos del Castillo, cifra exagerada para la época, que contrastaba con el único padrón realizado ante el escribano Pedro de Contreras que cifraba en 1624 en el año 1614.

La necesidad de un mayor número de regidores por las muchas delegaciones y comisiones, la distancia con el recinto fortificado que impedía la ausencia de muchos de ellos, el desgobierno futuro que podría ocasionarse eran otras razones para rechazarlo.

Este nuevo grupo, controlado por los Sotomayor, Salazar y Mendoza, Alonso de Moya , Miguel de Utrilla y Gamboa impedía cualquier apertura en el acrecentamiento de sus miembros. Por eso, en 1630, cuando el rey, acuciado por las difíciles circunstancias económicas que le ocasionaban los frentes de la guerra en Italia, Flandes y en las Indias, se oponía la mayoría de ellos a conceder hidalguías a nuevos personajes enriquecidos por puestos burocráticos. Un claro ejemplo fue el escribano Luis Méndez de Sotomayor con el que emprendieron una serie de litigios que alcanzaron en algunos momentos la violencia entre los diversos bandos de la ciudad  que enfrentaba a los Sotomayor  y los nuevos advenidizos como los Utrilla y Vásquez Mesía frente a los hidalgos de sangre como los Cabrera, Góngora, Aranda o Clavijo .(cf. 31.5.)

Lo mismo manifestaron en 1634 cuando los vecinos, acuciados por gran número de cargas municipales y oficios, pretendían que estos últimos podían repartirse por igual entre pecheros y nobles. El estamento hidalgo se opuso rotundamente, agraviado por la posible entrada en su gremio de otros muchos hidalgos  y privilegios anteriores(11,3. ). No obstante, varios miembros aspirantes por sus títulos profesionales en el año 1634 volvieron a replantear la vuelta al número anterior a la reforma de Gilemón de la Mota, porque eran necesarios y además tan sólo tres regidores de la familia de Salazar y Mendoza controlaban todo el gobierno municipal. Los nuevos regidores o herederos de familias procedentes de finales del siglo XVI, Miguel de Utrilla, Luis de Ortega, Juan Fernández de Villalba y el abogado Pedro Muñoz de los Díez defendieron la postura de los vecinos en el cabildo y se opusieron los regidores hidalgos de la familia Salazar, el hermano del abad Alonso de Moya, Juan Vázquez Mesía, el alcaide Antonio de Gamboa y Pedro  y Cristóbal de Jerez. El enfrentamiento fue tenso entre los distintos miembros provocando la salida de algunos de ellos de la sala de Cabildos.  El asunto lo llevó a la Corte el regidor  Miguel de Utrilla, pero pronto murió. Se inició un nuevo pleito, en el que los regidores trataban de impedir cualquier tipo de ampliación. La razón fundamental de  su postura radicaba, más bien, en esto último, que en otros motivos alegatorios y banales como eran el que se habían evitado los bandos que hasta ahora habían dominado la vida municipal y habían gobernado con paz y quietud la república. Tampoco es muy creíble el beneficio de las clases menos privilegiadas al  disponer la ciudad de mejores y mayor número personas preparadas para ejercer la gran cantidad de oficios que se nombraban por el cabildo y no verse obligados los sectores menos desfavorecidos a ejercer cargos que le implicaban molestias y vejaciones. Lo que sí era un dato fiable que anteriormente los oficios solían recaer siempre entre un reducido grupo de  personas, que solían formar una endogamia y un clientelismo a través de las ventas de los oficios y la corruptela de su administración den detrimento de las clases menos desfavorecidas. El corregidor Diego de Guzmán decretó la vuelta a la situación anterior que permitía un mayor número de oficios.     

 En la Abadía, un confesor del rey, ocupó la sede y se reavivaron ciertas obras. 

 

 

Fray Antonio de Sotomayor

 

1-10-1632>

1649

 

Dominico, confesor de S.M el rey Felipe IV que le nombró.

Inquisidor General apostólico de la Santa Cruzada  y del Consejo de Estado.

Arzobispo de Damasco.

 

No residió ni vino a la ciudad.

Vicario gobernador, visitador y provisor general: Juan de Bustamante, Antonio Carrión de la Real, abad de san Estebán de Burgos, el doctor Lorenzo Bellón,  tesorero y canónigo de Santander, prior y abad de Cubero, protonotario de S.S. y comisario de S.O. de  España, Garcí Gil Manrique, obispo de Barcelona, que huía ante la llegada de los franceses

 y Marcos López Mejorada.

 

 

Fundación del convento de san Juan de Dios en Priego, Obras en los conventos del Rosario y san Francisco, y capuchinos.


 Lo mismo sucedía con el abuso de poder como las decisiones desorbitadas que en este mismo año mencionado anteriormente tomó sin provisión real el alcalde mayor doctor Lara y Castro, aunque en beneficio de la ciudad había roturado 500 fanegas de tierra en el monte baldío, destinado al pasto común y cría de ganado  para hacer frente a las obras de los corredores y el rastro, venía  en detrimento de las intereses de los ganaderos, que veían cada día más reducido el término municipal destinado al pasto de sus animales.

Los intereses contrapuestos provocaba un amplio debate entre los miembros del cabildo, divididos entre la legalidad e ilegalidad, subterfugios de intereses particulares. De ahí que surgían situaciones muy embarazosas de personas afectadas ante el anticipo de dinero y nuevos arrendamientos, que al final los propios munícipes obligaron a paralizar dicho arrendamiento y endeudamiento de los propios para pagar las obras emprendidas. El regidor Ruiz Díaz de Mendoza emprendió todo tipo de acciones legales ante la carestía y subida del precio de la carne, pues, aunque un poco exagerado, se veían en situación de peligro el ganado de cerda y ovino y, lo peor de todo, se habían desmontado gran cantidad de  monte llegando a producir más de mil cargas de leñas de las que se aprovecharon el corregidor y alcalde mayor. Estos tuvieron un enemigo común cual fue el abogado Diego de Haro y los regidores Francisco Salazar y Pedro Vásquez Mesía que prosiguieron el pleito contra el alcalde mayor tras el cese de  su cargo. Con ello se logró que las tierras no se volvieran a arrendar y quedaran de pasto común, porque, según alegaban los regidores, un foco fantasiosamente era

imposible criar ganado ovino ni de otro por no haber donde pastar un monte bajo para abrigo , dando lugar a que los ganaderos lo sacaran del término para venderlo..

El abuso de poder por parte de los corregidores excediéndose en las competencias e invadiendo los privilegios de los regidores y jurados era otro campo frecuente de fricciones en la ciudad, puesto que su nombramiento real no le permitía usurpar los privilegios que la ciudad había conseguido en siglos anteriores. Varios fueron los pleitos entre los que destacó el nombramiento de alguaciles de la ciudad, que enfrentó en 1633 al cabildo con el corregidor Diego de Guzmán que unilateralmente pretendió evadir esta suerte concedida por Alfonso XI a los miembros del cabildo. Aunque, alineado con el bando de Alonso de Cabrera con el que tenía cierto parentesco, los regidores Antonio de Gamboa, Juan Fernández de Villalta, Pedro de Góngora y Alarcón se le opusieron y fueron encarcelados, dando lugar a la paralización de la vida municipal en el que no se convocaban cabildos. Recurrieron a la  Real Chancillería de Granada e inmediatamente fueron soltados.  La situación de la hacienda municipal era desastrosa, porque  las tierras de arbitrios no habían cobrado más de mil ducados ni se habían nombrado regidores comisionados para los pleitos ni esterilidades de donde dimanaban muchos intereses de la ciudad. El abuso de los ejecutores y el nombramiento de un excesivo número de alguaciles atormentaba a muchos labradores, porque cobraban en exceso y había llegado a un límite la ciudad que

la ciudad no había visto los nombramientos y llevan más derechos de los que toca y salen al campo a denunciar, no pudiéndolo hacer y se a dado ante su Majestad en su Real Consejo el riesgo que esta Ciudad y capitulares de ella con la deuda del señor don Diego de Guzmán, por los bandos y disensiones, que han formado en particular don Alonso de Cabrera, y amenazas y excesos con el nombramiento de tantos alguaciles-

Ante esta situación, trasladaron el asunto a la Corte, protestando por la actitud excesivamente personal del corregidor que impedía la participación de los regidores en detrimento de la hacienda local, mermada por la falta de cobro del Pósito, propios y arbitrios, y lo más grave el alineamiento con un bando de ellos,  al que exigieron la prohibición de entrada en terrenos de propios :

el dicho don Alonso de Cabrera sin poder hacer, en contravención de las órdenes reales, tocantes al plantío y conservación de los Montes y a lo dispuesto en las Cortes de 1632, teniendo en su mayorazgo mucho monte de encinas. muy considerable y provechoso a esta república, muchas veces a bendido muchas encinas a carboneros y la ciudad y la justicia de ella le han hecho causas y justicias de ella y impedido a él cortar, y no obstante esto, a prozedido y con la mano poderosa del teniente y el favor del señor corregidor procede de suerte que de raíz saca encinas y talado el dicho monte y  aciendo lo mismo a lo que queda, y lo peor es que en lo público y realengo a hecho la dicha la dicha tala y bendiendo las dichas encinas a carboneros, en que se a seguido más de treinta mil ducados (cfr. 11.8.1633).

El asunto lo zanjó la resolución de José´Chumacero y Carrillo , miembro del Consejo y Presidente del Consejo, obligando al corregidor a entregar las varas  de los  alguaciles mayores de Alcalá y Castillo de Locubín  y la del alguacil de penas de ordenanza para que lo echaran en suerte entre los miembros de la ciudad (25.8). Otras veces va ser en el nombramiento de guardas de campo y alguaciles de vagabundo y penas de ordenanzas como ocurrió el mismo año con la reacción de protesta contra el mismo corregidor en el Castillo de Locubín. Alegaba el corregidor que la villa tenía más de 600 vecinos y nombró el corregidor a los guardas de las seis zonas del campo otros seis sobreguardas o acompañantes de los guardas, además que los alguaciles también solía emprender algunas acciones de ejecución y control en el campo. Por su parte, la ciudad, no admitía en el Castillo más de quinientos vecinos y tan sólo un alguacil se mantenía el orden desde hacía treinta años hasta 1633 y el actual Lorenzo Maldonado en contra de las ordenanzas vivía en Alcalá y había cometido un gran número de vejaciones contra los vecinos. La situación se describía en el dos septiembre de esta manera por el corregidor parcialmente:

la ocupación es de tan poco aprovechamiento falta ordinario que execute los autos y órdenes de la Justicia y padecen notable daño y perjuicio los vecinos de que ha tenido queja general y así mismo grandes robos y salteamientos que suceden en el campo y es forzoso hayga nuestra justicia que la visiten y requiera lo qual no es contra los privilegios que este no tiene por nombrar guarda de campo...nombró uno en particular que bisite de noche y de día el término común y bentas para obiar guertas y salteamientos y en razón de tocarle las execuciones es cosa asertada...

El propio síndico lo apoyaba porque los vecinos de Martos se adentraban por la zona del Castillo a medio legua con sus ganados y no había más solución que poner remedio. Este corregidor no sólo se enfrentó con el estamento civil sino que lo hizo con el clero regular. Así en 1635, fray Agustín Maldonado acudió a la Corte, en representación de los frailes de Consolación, que tuvieron una alterado con sus alguaciles  en calle pública y con escándalo y alboroto (20.7).

Si hay un período significativamente  conflictivo en la historia moderna de Alcalá, no puede señalarse otro sino el corregimiento del corregidor Diego de Guzmán. El cabildo municipal se hallaba  completamente dividido en dos bandos irreconciliables por rencillas de familias, el levantamiento del vecindario y las continuas imposiciones entre las que destacaba el conflicto de la sal. A ello se unían los clérigos y las familias hidalgas, encabezadas por Alonso de Cabrera enfrentado al escribano y regidor Luis Méndez de Sotomayor, un personaje que se había ido enriqueciendo con una serie de escalonamientos  en la vida pública y con el comercio del vino, mientras otros habían sido despojados en el consumo de oficios de los años veinte y esperaban el momento de volver a sus cargos. Raro no era el día que se le investigaba a este último, se levantaba la población, y surgían reyertas entre alguaciles y vecinos en el año 1635. A pesar de la intervención del abad, que era además Inquisidor General y residía en la Corte, , no ofrecía credibilidad las intervenciones del corregidor para atajar la alteración del orden público. Para colmo de penas, una nueva devaluación de la moneda y trueque tuvo lugar en dicho año.Relacionado con la sisa del vino hay que entender enfrentamientos personales como el jurado Jusepe Gómez de Villalba y el licenciado Martín Alonso de Herrera por un enfrentamiento con acuchillamiento en el que estaban implicado el doctor Roger alcalde mayor.     

Pero la causa del conflicto vino, sobre todo,  provocada por la entrada del vino de Lucena en Alcalá, ya que los arrieros aprovechaban los itinerarios  hacia otros lugares para abrir puntos de venta en Alcalá y la comarca como en Valdepeñas. En el año 1624, ante las quejas de los vecinos, se acordó por el ayuntamiento la entrada de vino de Lucena (cf.25,11)

En 1625 se solicitó al cabildo ayuda ante la confederación de los linajes, que pagaban la tercia directamente sin la intervención de medidores ni tabernero, provocando un conflicto con las normas de la ciudad (cf.28.1.). En 1630 se constataba la entrada de vinos, que provocaría la desaparición de los propietarios de viñas por el elevado sueldo de los trabajadores. De ahí que regularon los sueldos (13,3,). En la ciudad se formaron dos grandes grupos, uno dirigido por Rodrigo de Cabrera y otros hidalgos frente al de Luis Méndez de Sotomayor, coaligado con el corregidor, que había introducido vinos cordobeses a la ciudad provocando la decadencia. Hubo alguna muerte de un arriero y asalto a las cargas de vino foráneos e incluso enfrentamiento de armas entre los distintos bandos que hubo que atajar el corregidor. Como es lógico, los intereses y odios personales generaron una serie de acciones y reyertas  entre ellos. Al final el cabildo consciente de la importancia municipal en 1632  promulgó una nueva ordenanza del vino que impedía la entrada de  vino de fuera y nombraba comisarios a Francisco de Salazar y Alonso de Moya para redactarlos:

parte porque la ciudad temía a la consumición de los vecinos herederos de vino , porque es la principal cosecha y caudal  (cfr. 28.6.1632)

      Convocaron varios cabildos a campana teñida para provocar a la población y trataron de implicar a toda la población, a lo que se oponía el corregidor previendo las intenciones y la tensión que se había generado entre los bandos. En intereses y odios personales generaron una serie de acciones y reyertas  entre ellos. Al final el cabildo consciente de la importancia municipal en 1632  promulgó una nueva ordenanza del vino que impedía la entrada de  vino de fuera y nombraba comisarios a Francisco de Salazar y Alonso de Moya para redactarlos:

parte porque la ciudad temía a la consumición de los vecinos herederos de vino , porque es la principal cosecha y caudal  (cfr. 28.6.1632) 

       Convocaron varios cabildos a campana teñida para provocar a la población y trataron de implicar a toda la población, a lo que se oponía el corregidor previendo las intenciones y la tensión que se había generado entre los bandos. En el año 1633, y algo parecido sucede en 1641, el problema sigue efervesciendo por las nuevas imposiciones que hay que hacer efecto a la Corona; por eso se alude a una ordenanza que prohibía:

entrada de vinos de fuera de la ciudad en ella ni en las tres leguas a la redonda y planta de vinos y cobranza de ms los quales se reparten  para paga de Su Majestad en una cantidad de 522 reales y 22 ms.

Al mismo tiempo, Diego de Guzmán nombró de teniente de corregidor, que se ufanaba de perseguir al resto de los regidores  encarcelándolos  y provocando un vació de poder ante el absentismo del resto de los regidores a asistir a los cabildos.

Al año siguiente, un vecino Antonio Callejón introducía el vino de Lucena, dando lugar a una queja de los vecinos  que veían coartados sus ingresos y pedían que se cumplieran las ordenanzas antiguas de entrada de vinos porque es el principal caudal y hazienda que tienen (20.3).

 Lo más grave fue que la entrada de vinos se extendió  a Granada provocando la competencia en aquella ciudad, donde hubo que defenderse a lo largo del siglo en continuos pleitos  para hacer valer los privilegios que le permitían entrar en el mes de mayo, junio y julio y cada vez más se veían acosados los comerciantes por medidas impositivas y por los cosecheros granadinos (cfr.14.5.). En los años treinta y cuarenta fueron constantes los viajes de los comisarios regidores, y, hasta el propio corregidor, a Granada para defender la ciudad ante la nueva situación. 

atento al negocio de vino por esta ciudad en la de Granada es tan grave y de mucha utilidad para los vecinos de esta ciudad herederos de vinos, y en Granada se le hacen vejaciones y no les dejan vender libremente ni usar de privilegios y exenciones  que tienen de Su Majestad (16.5). 

En 1647, el asunto trascendió a la esfera de los conflictos internos y el enfrentamiento se produjo entre los productores de vino y los corredores que prácticamente habían conseguido un monopolio de la comercialización. Los cosecheros solicitaron que fueran los corredores de vino elegidos anualmente o eliminados para conseguir una mejor comercialización del vino  que es el principal caudal y cosecha que esta ciudad tiene y porque los arrendadores de los oficios de medidores de vino an resultado grandes inconvenientes. 

 No era muy regular el abasto de sal de las salinas de Filique y Rábita, porque hubo momentos que hubo de traerla de otros lugares. En 1632 se trajo del alholí de Priego (19.11.) y otras veces de Baena. Incluso, el propio corregidor obligó a la ciudad a asumir muchas veces medidas de gestionar las propias salinas  y el contraste de precios era notorio con lo exigido en por el precio real en Filique y la Rábita la fanega salía 25 reales la fanega. En 1633, de nuevo resurgen serios problemas en las cantidades consumidas, estableciendo 1038 fanegas a 86 reales , de las que el rey recibía 60 reales  sin que se consumieran por los vecinos 160 fanegas que había que repartidas por tres años en una cantidad de 31,805 reales. (7.5.1633). Pero el grado mayor de tensión tuvo lugar con la llegada del administrador de la sal en Andalucía el caballero de la Orden de Calatrava Manuel de Pantoja y Alpuche que obligó a un acopamiento voluntario de 1200 fanegas, cuya unidad debía cobrarse a 86 reales y medio, cargando  cuatro reales para la fábrica, dos reales del derecho antiguo y gastos de acarreto, mermas , y ventas, mientras hasta ahora salía a sesenta reales incluidos todos los gastos. Ello obligaba a cargar sobre los vecinos 34 reales. Un grupo de vecinos, encabezado por Pedro Gómez Pedrero, que luego será administrador y toldero de la sal, se juntó y llevó a cabo un tumulto en la ciudad negándose a pagar dicho tributo. Los regidores tuvieron noticia y lo trataron en el cabildo del 20 de mayo  en estos términos, encomendando al abogado Pedro Muñoz de los Díez abrir una  querella contra todos ellos:

Pedro gómez pedrero y otros se juntaron y han concitado y alborotado esta ciudad diciéndolo lo más público de ella delante de mucha gente, que no se dé esa cantidad en Jaén que se a cargado y ha sido injusticia el pedirla, y otras palabras descompuestas con la justizia y reximiento, diciendo que todos los vecinos no pagasen y que él los libraría, ascribiendo  muchos que reducía obligandoles a que abían de dar dineros, con lo qual lebantó los ánimos de los vecinos de suerte que no se puede conseguir el servicio de Su Majestad ni cobrar lo que se daba, porque todos fiados en las promesas del dicho pedro Gómez y consortes se escusan de pagarlos y las prendas que se le sacaron no ay quienes las compre, por cuya causa está detenido un ejecutor despedido por el dicho señor Manuel Pantoja, que viene a la cobranza de la que resulta debiendo de la dicha sal y que se resta debiendo  y por que demás de lo referido el dicho pedro Gómez es hombre sidicioso en esta república y que todas las veces que se ofrece de escribir a Su Majestad siempre mal de los acuerdos del cabildo y lebanta a los vecinos; para que no lo haga, importa que se le castigue de oficio por la Justicia.         Ante el mal cariz del asunto  se trasladó el 23 de mayo a la Real Chancillería de Granada por lo que significaba el desacato al Rey en el impago de la sal, solicitando al mismo tiempo que se castigara al promotor del alboroto por parte del administrador de la sal y enviando a varios regidores a entrevistarse con él y se constata que era real la situación: el lebantamiento de algunos vecinos de esta ciudad se impide la cobranza a Su Majestad de lo que se debe el resto del acopiamiento voluntario de esta ciudad 

A finales de mes el pleito se encuentra en manos de los abogados y el propio síndico de la ciudad se entrevistó con él para emprender todo tipo de acciones judiciales. El asunto era bastante difícil  porque los nuevos receptores del impuesto de la sal veían que la merma que se producía les obligaba a grandes desfases en el balance de las cuentas y, por otra parte, los ejecutores acuciaban con continuos apremia la ciudad. Aún más, el propio Pedro Gómez seguía incitando a la ciudad, porque los regidores se habían obligado a pagar 16 reales por fanega de sal en el acopiamiento voluntario sin permiso ni facultad real. La ciudad, ante los compromisos, no tenía otra solución que proseguir el pleito emprendido. Por otra parte, el administrador de la sal nombró al alcaide de Porcuna Diego del Rincón subdelegado para que asumiera el asunto en el apartado judicial y se presentó en Alcalá con un alguacil. En el mes de marzo Manuel de Pantoja se trasladó a Granada para resolver el conflicto. En el mes de septiembre, se cobró el primer pago de acopiamiento de la sal a un precio de 56 reales la fanega. Pero en el mes de diciembre hubo que traerse de Baena setenta y dos reales. El recargo que los vecinos soportaban en la sal queda manifiesto en estas cifras: 52 reales para el rey, dos reales a Baena por el derecho antiguo, 3 reales al fiscal, 4 reales y medio por el acarreto y conducción y 5 reales por ventas y mermas. En 1634 se sacaba la sal de Filique y su precio con el acarreto y costos no alcanzaba la suma de 27 reales por fanega en el mes de septiembre. Casi siempre el mejor remedio era otorgar el cargo a los incitadores, y el 1635 vemos a Pedro Gómez, nombrado toldero y receptor de la administración, realizando un reparto y una distribución en tres puntos de Alcalá( Mota, Trinidad y Llanillo) y en el Castillo, aunque causó en los mismos defectos que los anteriores y se vio obligado a cesar en los pocos meses ante la queja general. En el año 1635, proseguía el levantamiento de la sal y el corregidor tuvo que acudir a medidas drásticas, apoyado por algunos regidores y enfrentado a un sector que encabezado por don Luis Aranda y Leyva, opuesto al resto de los regidores  y denunciador de la malversación de los fondos de los arbitrios y de las malas administraciones del Pósito. Estos  apoyaban al corregidor en el pago del impuesto de la sal a la Corte y exigía el castigo de los culpables(27.8). En el mes de noviembre vino un pesquisidor a investigar todos los delitos que se habían cometido hasta el punto que se llegó al apresamiento que el administrador de la sal, Diego de Umbría, hizo a varios vecinos. Con diversos aplazamientos, se retardaba el asunto y se enconaba la situación entre el cabildo y los vecinos que eran dirigidos en su protesta por el clero. La propia ciudad reclamó la ayuda del gobernador de la Abadía, don Alonso de Bustamante para que mediara en el enfrentamiento. Muestra de la situación de la ciudad son estas palabras del corregidor ante la denuncia realizada por unos vecinos en la Chancillería:

 el tiempo que ha servido a Su Majestad en este corregimiento es notorio el celo con que a procurado cumplir con su conciencia y obligación y a goçado esta república de mucha paz y conformidad entre todos sin tope de diferencia y de tres a cuatro meses a esta parte aviendo entendido  su merced nacían algunas desaveniencias y  el daño que de ellas podían resultar procuró todos los medios posibles para atajarlas y, valiéndose de los más suaves y eficaces, pidió a don Luis de Aranda y Leyva  que, por quien es le ayudase a deligenciar el efecto de estos deseos y lo mismo consultó con otros caballeros de esta ciudad, , que, siendo lo  tanto, debían mostrarse  mis partes en estas demonstraciones, y nada a vastado con mucho sentimiento de su merced y esperando lograr a este intento y el que la ciudad tiene grande de que su república goce de paz general a que a mirado siempre y a servir a Su Majestad y que a consultado su Merced con su Señoría el Presidente y señores de la Real Audiencia de Granada el estado de estos encuentros y de pleitos que cada día se recrecen . espera conseguir su ánimo ,el de esta ciudad y todos en general quietud, valiéndose asímismo de medios de paces  acepta con este  con este fin e intenta otra cosa el ira a servir a la ciudad.

 Ante la llegada del administrador de la sal se opone el propio Luis de Aranda. Además implicó a varios regidores en los débitos del Pósito y los Propios y en la mala administración  de las tierras de los arbitrios que se habían gastado en otros usos a los que estaban destinados, implicando al corregidor, y al alcalde mayor. En el mes de noviembre varios regidores Juan de Villalba, Luis de Ortega y Luis de Aranda fueron apresados y el 27 de noviembre así el clima social:

la ciudad dijó que está inquieta la república por muchos medios a tratado y trata de sus sosiego y quietud y a esperimentado que fomentan las inquietudes y dan causas a ellas algunos clérigos, y para que se eviten la ciudad acordó se con don Alonso de Bustamante, gobernador de la abadía para que lo remedie con la brevedad necesaria sino, que se dé quenta a Superioridad a su Majestad. 

El asunto se llevó a la Corte  con el envío del regidor Luis Méndez. Sin embargo, a una actuación del mencionado se le respondía con su correspondiente denuncia y provocaciones de venganzas entre los dos bandos. El abad fray Antonio de Sotomayor escribía en el mes de febrero del año 1636 se ofrecía a procurar la paz de la ciudad con todos sus medios. Algunos regidores eran conscientes de que la nueva situación se había generado por reverdecer un asunto que ya se había zanjado años con la prohibición de la entrada de vinos en la ciudad por parte de luis Méndez de Sotomayor y el haber implicado al cabildo en las querellas propuestas por el bando de Luis de Aranda. A esto se añadía que el corregidor se había alineado con  Luis Méndez y este fue apresado en Granada ante una nueva denuncia del bando de los Cabrera que habían querido vengarse de anteriores situaciones. De ahí que el cabildo intentó desligarse ante la nueva situación por no incumbir a la ciudad y fruto de venganzas personales. Y en el mes de mayor Luis Méndez fue condenado a seis años de presidio y 7.500 ducados  por el oidor de la Chancillería y el regidor Pedro MUñoz de los Díez que era uno de sus partidarios. Aunque huyó de la cárcel ,sin embargo, días después el bando de los Aranda intentaron atacar con armas a su criado y esposa. No acabaron con  estos pleitos la vida azarosa de este personaje, sino que en el 1638 es acusado de tomar trigo del Pósito junto con el alguacil, siendo descubiertos por el corregidor y obligados a perder la vara de justicia este último. No era fruto de la situación de  mano poderosa que le permitía invadir todos los terrenos en una sociedad donde la norma legal era el papel mojada frente a la fuerza de las corruptelas y el  enriquecimiento personal de algunos de los hidalgos.

La administración de la sal dejó sus coletazos por los años  cincuenta en que las deudas con la Corona eran excesivas en 1650 por la mala administración del toldero y los fraudes de los vecinos del Castillo y hubo que administrarla directamente por el corregidor. En medio de esas circunstancias, a río revuelto, ganancias de pescadores, en el año 1654, fueron detenidos algunos extraños que se hacían pasar por receptores y guardas de la sal, cobrando excesivos impuestos por los cortijos de la ciudad y tuvieron que ser apresados( 1.9) . 

Una muestra de lo que daba lugar la política real de guerras en varios frentes  eran y sus consecuencias en la ciudad y los efectos causados en los vecinos de Alcalá. Hasta 1635, en unos dieciséis años se habían aportado entre donativos y servicios cerca de doscientos mil ducados. A ello se añadía que muchas tierras roturadas estaban en un abandono tal que ni se habían remedido y la anarquía imperante daba lugar a que sus arrendatarios entrasen en los montes y abandono de otras muchas que no resultaban productivas.

Y aún más, en el mes de abril, una nueva compañía de soldados marchó hacia Lisboa a la guerra de Portugal .La ciudad se encontraba en una situación angustiosa ante la  llegada del oidor de Granada, pidiendolo para  la ciudad de la Alhambra en la que

 mucha necesidad que ay en esta y se a visto por el gran clamor que los vecinos tienen la necesidad de pan y consta que por el registro y secretos que el dicho ser don Francisco hizo y no aver otro más trigo en esta ciudad que lo contenido en dicho registro y que es totalmente la destrucción y ruina de esta ciudad si se sacase el dicho trigo (cfr. 8.4.)

 Como en otros momentos se pidió en el mes de agosto que el abad ayudara a paliar el hambre con la parte decimal, se hicieron registros. Si a ello  añadimos el pago de los dos donativos que ascendía a 33.OOO ducados y un nuevo resello devaluatorio de moneda el panorama no podía ser más desolador(4000reales). Para mayor fatalidad, la armada francesa se sumaba por las costas mediterráneas y había que apremiar una compañía de milicia bajo las órdenes del Capitán General de la Costa en mayo de 1636.

En 1637 renacieron las disputas entre los partidarios de Cabrera y Luis Méndez en las que se ve implicado el corregidor Diego de Guzmán  viniendo un corregidor provisional de la Chancillería para solucionar el conflicto; el propio corregidor fue apresado durante su estancia en la Corte. El desgobierno era total: diez caballeros regidores tenían pleitos pendientes con el corregidor. Sin embargo el Consejo de Su Majestad volvió a enviar a don Diego de Guzmán a Alcalá, donde ya se fue calmando la situación en medio de unos años de escasez de alimentos y acuciados por otros problemas como la peste en e 1638.     

    El carácter privilegiado que les eximía de todo tipo de alcabalas obligaba al ayuntamiento a gran cantidad de pleitos con otras ciudades que se dilataban en la Real Chancillería. En 1621, destaca la protesta de los vecinos que se veían agravados por las nuevas imposiciones y es curiosa la postura de la ciudad que expresa su protesta con una frase significativa se arremoline Zamora.

La persecución del fraude daba lugar a situación de máxima  tensión. Los apremios en las deudas de las tierras roturadas, la remedida de las tierras arrendadas por la ciudad o el exceso de  terreno cultivado en los cortijos de propios era una constante  en todas las intervenciones de la justicia.

La gran masa de jornaleros y pequeños pujareros-propietarios y arrendadores   de pocas tierras- era muy propensa a quedar desabastecida. Los propietarios de grandes extensiones solían autoabastecerse de trigo y de cebada para su alimentación y  el excedente solía venderse a otros lugares, incluso, muchos de  su productos solían quedar en manos de algunas rentas forasteras. Esto daba lugar a que en los momentos de sequía y esterilidad de los campos los primeros fueran los más perjudicados, obligándose a sufrir las duras restricciones del reparto de pan.

También en los años treinta del siglo XVII tuvo lugar el despoblamiento paulatino de los barrios cercanos a la Mota. A pesar de que  los capuchinos intentaron fundar el convento en San Bartolomé,  en el año 1632 los vecinos son muy pocos y se ven obligados a trasladarse al ejido de la Alameda, recibiendo mil ducados  de donativo en la fundación del convento  procedente de una anterior donación del convento capuchino del Castillo ( cfr. 5.6.1632). Con este barrio, comenzó a decaer el de la Peña Horadada, el Rastro y san Sebastián. En 1634, la subida de las Entrepuertas en el sitio donde estaba el colegio  y el Albaicín, estaba caído y convertido en solares, ya no valían medidas de urbanización; sin embargo, al menos, se asistía a su despoblamiento y ruralización y se permitía que se cercaran y se convirtiera en corrales para animales domésticos como los conejos, ya que los vecinos no hacían caso de las ´ordenes de los regidores (4.3.) En 1634, los escribanos solicitaron una plaza o despacho en medio de la ciudad, porque allí se encontraba toda la vecindad y la Mota prácticamente despoblada (5.5.1634)  

 La sanidad obligaba a que nuevos servicios se ubicaran lejos del hacinamiento de la ciudad fortificada. Así el remojadero del pescado, se ubicó cerca de la Fuente Tejuela junto a la casa de Juan Méndez Zamorano en el año 1623 (cfr.9.12.) y en el 1633 se inicia el debate sobre una instalación de una carnicería desde la calle Real hacia Trinidad para evitar la venta instan de carne mortecina.      En el 16 de enero del año 1629 se establecieron los capuchinos fundando un convento, porque era una religión tan santa y de edificación de las almas. A pesar de que se ubicaron en lugares apartados siempre con la intención de acercarse a los vecinos que no tenían cercana la institución eclesiástica- san  Bartolomé, donde se trasladaron en un pedazo de tierra entre el camino y la ermita (25.8.1631), y la Peste- y lo intentaron en la calle Rosa, al final se establecieron en los aledaños de la Alameda de acuerdo con el criterio de no verse co, en la que participaba con veinte velas. Tras la estancia de dos años en este lugar solicitaron el traslado, concediéndosele por la ciudad en un terreno baldío del camino de san Marcos bajo las donde está el Calvario. Al oponerse algunos vecinos, y, sobre todo, los  frailes de Consolación, se trasladaron de la casa pública que les concedió la ciudad en el camino de san Marcos, costumbre que solía hacerse con el resto de monasterios y conventos, a la Alameda. En el cabildo del 14 de abril de 1631, se le concede el solar de Rui Díaz de Mendoza, permutándole el sitio del Lavadero de la Fuente Nueva que se había trasladado a la Fuente Beber de la Tejuela;

 

 desde las casas de Gadea  hasta las casas que han de fundar los dichos padres capuchinos ha de haber calle y calzada de dieciocho pasos y desde el horno de Moyano hasta la cerca de la  huerta otros dieciocho pasos, dejando fuera todos los álamos  grandes y por la parte baja del haza de don Alosno Cabrera  hasta donde se ha de hacer zanja y cerca ha de aber veintidós pasos , dejando todos los álamos y una calzada de otra parte ha de quedar otros dieciochos pasos señalada.

En 1633, los conventos de la Encarnación, del Rosario y el de los capuchinos comenzaron a cubrirse recibiendo madera de álamos del ejido (cfr.15.11.) 

Las calles del nuevo camino de la Corte suelen ser las que generalmente se empiedran y adecentan para ofrecer un mejor ornato de entrada de la ciudad desde el Humilladero hasta los Álamos (cfr.26.5.1632) y lo mismo los empedrados del Llanillo entre la mora Vieja y nueva, que tenía un aspecto irregular por los remanentes de agua (cfr.22.8.1633)

Los nuevos servicios e industrias artesanales se van extendiendo también hacia el llano. Un claro ejemplo son los diversos tejares que se ubica en la Tejuela, aprovechando los remanentes de la Fuente de la Mora (23.6.1623)   

Fue acusado en el juicio de residencia que le realizó el corregidor Luis de C ontreras  por algunos agravios del abogado Rodrigo de Quesada.


 



[1] Estos fueron los hidalgos que se opusieron que citamos por la representatividad de sus familias: Rodrigo Cabrera y Luna,  Martín de Gamboa, Antonio de Gamboa, Gonzalo de Narváez y Padilla, Martín Fernández de Villalta, Alonso de Valenzuela y Mendoza, Rodrigo Alfonso de Clavijo, Pedro de pineda Méndez, Pedro de Góngora Pineda, Fernando de Cabrera y Aranda, Pedro de Góngora Alarcón, Antonio de Pineda Narváez.

 


5 comentarios:

  1. DOÑA ISABEL DE MENDOZA, ERA DESCENDIENTE DE LOS PRIMEROS 200 REPOBLADORES DE TARIFA QUE VINIERON, CON SANCHO IV A SU CONQUISTA Y REPOBLACIÓN EN 1292. SU LINAJE ERA DE LOS MÁS ANTIGUOS DE LA POBLACIÓN Y ESTABAN ENLAZADOS FAMILIARMENTE CON LOS PIÑA. ADEMÁS COMO VERÁ ANDRÉS DE VELASCO SE CASÓ CON ELLA EN TARIFA DE DONDE ERA NATURAL Y TENÍA EL TRATAMIENTO DE DOÑA, ALUSIVO A SU CONDICIÓN HIDALGA. PUEDE ACLARARME SI SE REFIERE A ELLA, COMO LA TENDERA GRANADINA DE ORIGEN HEBREO. LE AGRADECERÍA LA ACLARACIÓN. UN CORDIAL SALUDO.

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  2. EN CUANTO AL PATRONAZGO SOBRE EL CONVENTO, SOLO LO ERA DE SU CAPILLA MAYOR. VER REAL CONVENTO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD DE LA CIUDAD DE TARIFA.

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  3. Gracias, por la concrección del patronazago, es lógico que no sea toda la iglesia, de una apilla, o de la capilla mayor, muy bien aclarado el dato,

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  4. He citado estos datos de rivados del AHN. Mi interés en mi estudio de los corregidores alcaláinos recae en su gobuerno en Alcalá, más que en los datos genealógicos.

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    1. Naturalmente, lo comprendo, pero puede aclararme si esta persona, doña Isabel de Mendoza, era la tendera granadina de origen hebreo. Llevo ya tiempo tratando los pormenores de los alcaides, cuando Tarifa revertió a la Corona y se suprimió el señorío jurisdiccional de los Enríquez de Ribera, que eso si siguieron conservando las dehesas arrebatadas al concejo.
      Consiguió el nombramiento de alcaide muy joven, luego primer lugar de asiento y voto en el concejo municipal, pasó luego a la corte y mantuvo primero una actitud de colaboración con el concejo de Tarifa, para luego tener choques, sobre todo por culpa de sus tenientes en el castillo, con los corregidores, él y sus tenientes eran unas buenas piezas, en un lugar fundamental en la defensa de Tarifa como era su castillo. Algunas de estas cuestiones están en imprenta en la Revista Cuadernos del Archivo Municipal de Ceuta, y otras las estoy desarrollando en un trabajo sobre la fortificaciones y medios de defensa de la ciudad bajo los Austrias Menores. Por ello, me es importante que me confirme el dato de posible origen hebrero de los Mendoza de Tarifa. Muchas gracias.

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