Archivo del blog

jueves, 31 de marzo de 2016

CONTINUACIÓN DE JUAN CERÓN DE LA CERDA. EL CORRAL DE LAS COMEDIAS DE ALCALÁ LA REAL.
























El corregidor Juan Cerón de la Cerda tuvo además conflictos con la etnia gitana y con los hidalgos de la ciudad, que perdieron los libros de actas. Estos últimos habían formado un grupo cerrado , cada vez más disminuido, pues ya eran muchas las familias que habían emigrado a otros lugares y solicitaban los padrones de hidalguía para el reconocimiento del abolengo de su linaje, como los descendientes de los Roldanes,que ne 1628 pedía su carta de hidalguía por medio del colegial de Cuenca don Pablos Vázquez de Aguilar.
Los grupos no privilegiados debieron sufrir las consecuencias de la sequía en primavera, pues en este mismo año tuvieron que hacerse varios repartos de trigo del Pósito a 27 reales y medio la fanega por la mucha necesidad que había en la ciudad. En el verano, el precio ya se había desorbitado y, en el momento de adquirir una cantidad valorada en 7.000 ducados, en Granada se vendía a 37 y 40 reales la fanega frente a los lugares de la campiña y de la Orden de Calatrava que mantenían los precios de mayo. Por eso se acudió Porcuna y Bujalance aunque se encareciera con el transporte. Por el otoño, la cosecha de estas ciudades de la campiña jiennense y cordobesa incluso bajaban el precio a 22 reales la fanega y en el mes de noviembre hasta 17 reales el que provenía de Castro y de la Higuera . El grupo de labradores, campesinos y jornaleros eran los más afectados por las circunstancias climatológicas, pero existía un grupo artesanal significativo que desarrollaba cierta actividad comercial derivada de la seda:

"en la ciudad hay gran trato de seda, porque se traen muchas de Murcia y se labran todas las de la tierra y se fabrican tafetanes y se venden a forasteros y naturales".
Sin embargo, los tejedores de paños, cardadores e hilanderas no se plegaban fácilmente a los nuevos precios ni a la tasa de los aranceles, y tuvieron que ser advertidos ante la denuncia del sindico personero Juan de la Chica en el mes de junio de 1629.
En el año 1629, se repitió la misma situación de sequía y de escasez de trigo que se palió con la compra de 1.000 fanegas adelantadas en el mes de agosto. Pero, debió ser más intensa ya que se trajo en rogativa la imagen de Santa Ana por el mes de mayo para celebrar un novenario. Aún más, se repartieron 1.600 fanegas para socorro de los vecinos entre los vecinos más pobres y menesterosos de los cuatro cuarteles que se dividieron la ciudad y fueron administrados por los jurados: Casas del Cabildo, San Juan, calle Llana y placeta del Llanillo. El precio del pan estaba valorado en 18 maravedís el bazo y a 16 el blanco.

El límite del término de Alcaudete, en la zona de la Sierra de San Pedro, no ofrecía seguridad alguna, pues proliferaban los enfrentamientos con los clandestinos leñadores que en patrullas de más de cincuenta hombres, bandera y seis u ocho escopetas se llevaban la leña y el ganado de la dehesa de la Rábita y Encina Hermosa1. Con los ganaderos de Martos la situación fue muy diferente porque se llegó a a un pacto de concordia similar al que años anteriores se había firmado con la villa de Priego, permitiendo el usufructo de las zonas limítrofes para evitar cualquier tipo de enfrentamientos 22.
El característico mes seco de mayo y la prevención de la peste, que se extendía por los pueblos comarcanos, obligaron a que se aplicasen todo tipo de acciones para paliar desabastecimiento de la población, en 1627 hubo que comprar trigo en la campiña jiennense ( Arjona, Higera, Martos) y se celebraran rogativas a la Señora Santa Ana en el año 1629, que, pesar de estas circunstancias, fue un año de buena cosecha. No obstante hubo que hacer conjuros en los montes por medio del padre franciscano vecino de Baza Francisco de Baza ante la extensión del gusano y langosta que podía perjudicar los cuatro mil ducados por ingresos del fruto de la bellota, concedido por los reyes a la ciudad.
Las guerras exteriores y las campañas militares incidieron de diverso modo en la ciudad. La compañía de soldados de la ciudad quedó formada en el mes de junio de 1627 ante la petición del duque de Medina, capitán general de la Costa por la llegada de unos navíos enemigos en la costa. Tampoco, se vio privada Alcalá del alojamiento de soldados, pues el 22 de febrero de 1628 una compañía del tercio de la armada de la Carrera de las Indias tuvo que alojarse, lo mismo que otras lo hicieron en Loja, Alhama y Antequera. De nada sirvieron las alegaciones de su carácter privilegiado y fronterizo, lo que no le permitía realizar dichos servicios. O las prevenciones ante los tumultos y otros inconvenientes que daban lugar a alborotos entre los vecinos y los soldados. Tuvo que aceptar la orden del duque de la Medina recibiendo dicha compañía, que provenía de Cádiz a través de Rota, Morón, Pueblo de Cazalla, el Puente por Herrera, el Gallo, Monturque, Cabra, Alcaudete hasta Alcalá la Real, lo que sería un eje básico de carretera de Andalucía en los siglos siguientes. Se le dieron lo básico para su alojamiento: sábanas, camas, aceite, pan y leña. Y, aunque se distribuyeron por la ciudad, se alojaron en las casas de alquiler de la calle de la Peste y en las que se desocuparon de sus vecinos, que fueron distribuidos desde la calle san Blas a la del Rosario, Oteros, san Bartolomé y la Mota. Una tercera medida que le afectó a la población fue la llegada de militares graduados para alistar gente para la guerra, como aconteció en julio de 1629.



La nueva ciudad que había surgido en el valle y llano a lo largo del siglo anterior, se acrecentaba por diversos motivos. Los comerciantes de la Mota se quejaban por el mal estado de las tiendas situadas en los arrabales de la Mota, ya que en el año 1624 se había caído una gran parte del adarve y había causado la muerte de un vecino. El abandono de las tiendas de la Iglesia y su transformación de otras muchas en solares comenzaban a dar un aspecto desolador a la plaza alta. Al mismo tiempo, una gran parte de los comerciantes ya había instalado todos sus establecimientos en la calle Real. No obstante, el corregidor obligó a que se cumplieran las ordenanzas consistentes en mantener las tiendas en la Mota, a que fueran restauradas, al mismo tiempo que aplicó las normas de la limpieza y basura. Las tiendas tenían un sistema de contribución basado en tablas y tercio, que alcanzaban las siete tablas, de las que participaba la Iglesia seis tercios, que, por este tiempo arrendaba para las obras de la iglesia Mayor. Pero esta postura de resistencia iba contracorriente, porque el Llanillo se reclamaba como vía comercial para las tiendas como la botica de Ana de Agreda que solicitaba su traslado desde la Mota en 1628. Un año después es palpable la ruina del comercio y tan sólo resistían en la fortaleza de la Mota la Iglesia Mayor, las Casas de Cabildo, las de la Justicia y las Abaciales, la plaza pública, las Carnicerías, la Pescadería, las tiendas de propios y  algunas casas de gente principal. Los escribanos habían comenzado a bajarse su documentación a sus casas que se habían edificado en los arrabales de la Mota, a pesar de que se les obligaba a asistir a los negocios públicos mañana y tarde y a los asuntos de la Audiencia por la mañana. Ya no servían las amenazas de ejecutorias contra los comerciantes como Diego López Núñez, Pedro Cecilio o Juan de la Cruz, porque en la plaza baja tan sólo existían las tiendas de la mazmorra y de la especería y las demás tiendas se habían colocado desde la primera puerta de la fortaleza, propiedad de Juan de la Hinojosa hasta otra tienda de Pedro Cano situado en la parte baja de la calle Real sin entrar en ninguna callejuela pues estaba prohibido.
No sólo la ruina afectaba a las tiendas, sino que las murallas estaban resentidas por la parte lindera con los corredores de los escritorios y de la cárcel pública, tal como lo manifestaba el informe del maestro alarife Miguel Sánchez Meléndez. La ciudad era consciente que la simple lluvia podía ocasionar su desprendimiento. Las casas de mampuesto y de poca consistencia como las del Matadero cercano a la Mota se habían derrumbado. Eran continuos los retejos en los edificios como la Casa de la Justicia, que en el 1628 se adecentó on un encerado.
Por otro lado, la nueva ciudad avanzaba extendiéndose en el llano, valle y las dos laderas. Los vecinos del Calvario, las actuales Cruces, comenzaban a asentarse en lugares más inhóspitos y a surtirse del abastecimiento del agua con los remanentes de dicho cerro, como era el caso de Juan Pérez de Castilla. No era extraño de petición de licencias de casas en los solares de la calle María Rosa. Ni tampoco que se construyera un nuevo pilar junto al Corral del Concejo, donde se encerraba el ganado de abastecimiento de la ciudad y que estaba cercano a la calle Corredera. Para que sirviera de consumo humano y abasecimiento del ganado se instalaron dos caños y se puso el escudo de la ciudad. 
 Con la visita de los padres capuchinos, la parte llana recibió un gran impulso, pues el ejido recibió un nuevo asentamiento en la parte más meridional, donde el abad de la ciudad les concedió licencia para edificar un convento. Anteriormente, el padre fray Buenaventura el 17 de marzo de 1629 había trasladado el convento desde el barrio alto de San Bartolomé a la calle de la Peste en medio de una procesión que fue acompañada por los vecinos y el ayuntamiento con dos danzas y 20 velas portadas por los caballeros. 
No era este el único convento que daba un nuevo aspecto a la calle de travesía de Alcalá la Real, sino que el convento de la Encarnación recibía un fuerte empuje edilicio a partir del año 1627. Pues, desde el 1610 la iglesia había quedado paralizada por las bajas rentas de sus censos que dedicaban a la construcción, tan sólo las paredes de su planta de cajón y sin techumbre, y solamente utilizaban un cuerpo de casa, en bajo y pequeño, en el que se tenía una pequeña capilla que albergaba indecentemente el sagrario. Por eso solicitaron una subvención de mil ducados para que fuera aprobada por la Corona. Cosa que fue concedida por una facultad real que permitía el uso de los arbitrios destinados con motivo de los fondos de la moneda forera. Del mismo modo en el año 1629, el prior del convento del Rosario solicitó una cantidad similar para la fábrica de su iglesia, que trataba de reedificarse y se encontraba en los cimientos, utilizando un simple oratorio como capilla del Santísimo Sacramento. La ciudad manifestó que se le había ayudado en el 28 de marzo de 1628.
Aunque en otro lugar diferente, se concedió otra ayuda y basada en los mismos fondos al convento de San Francisco en la cantidad de mil ducados para levantar su iglesia que estaba en peligro de ruina y sus religiosos apenas recibían limosnas. Y se levantó un pilar en el convento de la Trinidad.
En una ciudad que trataba de mantener el equilibrio entre la ciudad moderna y la fortificada, en 1627 las Casas de Comedias, por un lado, recibieron un fuerte impulso junto a la iglesia de la Veracruz y los Corredores de la Plaza Alta de la Mota, también se restauraron en los altozanos de la Mota. En las primeras, ligadas a la cofradía de la Veracruz, intervinieron varios maestros del momento, entre ellos Miuel de Bolívar y Pedro Arévalo del Portillo, que tasó las obras. Como canteros, Juan Pérez, Miguel Calvo, Marcos Ruiz y Juan Roldán. La obra de carpintería tan importante en este tipo de edificios corrió a cargo del maestro carpintero Eugenio de la Carrera, que hizo los bancos, escenarios y puertas. Durante el 1628, siendo hermano mayor Martín Hernández Cantarero, las obras constructivas consistieron en el aposento de la ciudad- un cuarto asentado sobre cuatro pilares, formado por cuatro columnas y enlucido bellamente-, escalera, ventanas, portada del edificio- con columnas y pedestales-, vestuario, escenario, parte cubierta de la batea con una bóveda de media naranja en cuyo centro presidía la cruz de la cofradía y cuyas paredes estaban construidas con olumnas y arcos de piedra.

El culto dedicado a Santa Teresa de Jesús y promovido por el rey se celebró en el cinco del mes de octubre de 1627 con una procesión solemne, luminarias e invenciones de fuego. No eran estas celebraciones esporádicas sino que cualquier motivo de defensa de la cristiandad servía de pretexto para la celebración de una fiesta y dar limonas municipales a iglesias y conventos. Sirva de ejemplo que en el primer domingo de Cuaresma de 1628, se celebró en el convento de San Francisco la beatificación de los veinte mártires muertos en Japón. Las tradicionales fiestas del Corpus contaron con la presencia del maestro de danzas Juan de Padilla, cuyos gastos hubo que pagarlos con el adelanto del cortijo de propios de la Cabeza el Carnero y del Pósito( importaron 1.010 reales).
Como curiosidad un espectáculo importante de las fiestas, las corridas de toros, comenzaba a extenderse en las clases populares, lo que no era bien visto por los grupos privilegiados que se hacían esta reflexión con motivo de unas fiestas de septiembre:
"se quieren hacer fiestas de toros por algunos moços del campo y sacar compañía y que tratan de pedir licencia a la Real Audiencia de Granada y porque de darla es la cosa más perjudicial que se puede dar en esta ciudad por las muchas desgracias que en esta fiesta suceden como gente desbastada y sin gobierno y que la ciudad debe mirar por su república y no dar lugar a semejante cosa"
Por ello, reclamaba que se impidiera el espectáculo por ser fiestas de poca estima y sin autoridad y aber começado la bendimia.
1AMAR. Acta del cabildo del 5 de marzo de 1629.

2.AMAR. Acta del cabildo del 24 de junio de 1629.

miércoles, 30 de marzo de 2016

EL CORREGIDOR JIENNENSE JUAN CERÓN DE LA CERDA

BIOGRAFÍA


Nació en Jaén. Su nombre completo fue don Juan Cerón de la Cerda y Mendoza y era hijo mayor de don Martín Cerón de Benavides  y doña  Beatriz  de la Cerda Y Mendoza. Su padre era caballero veinticuatro de Jaén , miembro de las Órdenes Militares de Alcántara y Calatrava y vivió en la colaci´çon de Santa María, ubicada en la Catedral. Como dice Pedro Cañadas, todavía se conserva una calle dedicada a su nom,bre y anteriormente con el nombre de Martín Cerón. Su madre doña Beatriz era hija del cordobés  dom Fernando de la Cerda, señor de la Vega de Armijo,  y de la baezana doña Catalina de Mendoza. Su padre fue procurador en Cortes y solicitó esto al rey  Felipe III, según este texto de las Cortes:



«Don Martín Çeron de Benavides, caballero de la orden de Calatrava. Veinte y quatro de Jaén y su procurador de Cortes dize que Fernando de Contreras su abuelo sirvió en las Cortes que se propusieron en Córdoba el año de 570 y se acabaron en Madrid donde murió y le sucedió en ellas Juan Ceron Vedma su Padre sin que por ello se les hiciese merced y que él ha mas de 34 años que sirve el dicho oficio y se halló en el crecimiento de los 15 quentos con que el Reino sirvió al Rey nro Sr. don Phelipe segundo para el salario de los consejos y en las concesiones de los ocho millones diez y ocho pasados y diez y ocho Presentes, disponiendo á sus deudos y amigos para que viniesen en Ellos y fue Procurador de Cortes en las del año de 602. En que se cumplió enteramente El servicio de los primeros diez y ocho millones y se hicieron otros de consideración. y que el año de 607 acudió al socorro que se hizo con las galeras quando el enemigo quemó los galeones en el Estrecho de Gibraltar llevando consigo mucha gente. En que gastó mucho y se ha ocupado En diferentes pruebas de hábitos de su orden. =Supp.ca á V. mag.d le haga merced del abito de vna de las tres ordenes para vn nieto ó para casar vna nieta y que de vn juro que tiene de por vida de docientos ducados de Renta de que su mag.d que aya gloria se la hizo, goce durante la suya Don Juan Ceron de la Çerda, su hijo, y del oficio de Corregidor de Guadix ó de otro conforme á su calidad.

»Parece que V. m.d le haga merced del habito que pide para vn nieto ó para casar vna nieta.» =El Rey decretó: «lo mismo,» y lo rubricó.

«Don Juan Palomino hurtado de Mendoça Veynte y quatro de la dicha ciudad y su procurador de Cortes consta que ha 24 años


En 1614 y 1615 alcanzó el  hábito de caballero  de la Orden de Santiago de las medidas del incremento de títulos del rey Felipe III. y como muestra DE HACER VALER SU PRESTIGIO PERSONAL Y FAMILIAR CON RESPECTO A OTRAS ÉLITES DE LA CIUDAD DE JAÉN,  que le ofrecieron una gran resistencia  por tener muchas desavenencias con la familia de Cristóbal de Vílchez y los Guzmán.
Ocupó el cargo de corregidor de Alcalá , Alhama y Loja desde 1527 hasta 1528.
TUvo en 1632 a Martín, que heredó LA PRIMOGENITURA   y mayorazgo, don Fernando CERÓN Y GIRÓN  CALATRAVO, DOÑA MANUELA, Y DOÑA MARINA  EN TALAVERA DE LA REINA, donde fue corregidor . FINALMENTE, María Lorenza , doña Beatriz  y doña Feliciana.
Se casó con Beatriz Girón de Salcedo y Narváez, hija de don Juan Girón , caballero de la Orden de Santiago. Fue heredera de su hermano don Sancho Girón Salcedo, caballero de la Orden de Alcántara , ante quien se concertaron el matrimonio  y se obligaron " a que don Juan Cerón, sin dejar su apellido, también usaría el apellido y blasón de los Girón, por lo que en los sucesivo lo constatamos como don Juan de la Cerda y Benavides, y don Juan Cerón y Girón". 
Falleció en su heredad de La Roda, cerca de Estepa, el 16 de enero de 1663, siendo le aplicadas misas en el Sagrario de la capital jiennense. En el mismo año falleció su esposa que fue enterrada en la capill de san Diego de San Francisco.

JUAN CERÓN DE LA CERDA (1627 -1630)

CORREGIDOR DE ALCALÁ LA REAL 
Era veinticuatro de Jaén. Fue nombrado corregidor el 27 de marzo de 1627 y tomó posesión el 27 de junio del mismo año. Por alcalde mayor fue nombrado el abogado de la Real Chancillería Matías de Soto. Su alguacil mayor fue Diego de Ávalos Rosillo.
Tuvo que afrontar uno de los periodos más delicados de la vida alcalaína, porque la nueva política relacionada con la venta de villas y de los  24.000 vasallos por parte de la Corona afectó al territorio alcalaíno. En concreto, la villa del Castillo de Locubín fue vendida en un principio a don Antonio de Bohórquez, marqués de los Trujillos e, incluso, por un periodo de un año se mantuvo independiente de la jurisdicción alcalaína para reintegrarse definitivamente al control del cabildo alcalaíno hasta el siglo XIX. Las gestiones  de Juan de Soria Ruiz, emparentado con los regidores jiennenses,  permitieron superar la complicada restitución de la villa castillera.


El panorama del año 1629 no era lo suficientemente despejado para Alcalá, mientras  don Antonio de Bohórquez lograba mayor influencia en la Corte con la concesión del título de marqués de los Trujillos. A primeros de enero, se presentó de nuevo el licenciado Ogazón para hacer diligencias sobre la villa del Castillo y el regidor Juan Vázquez todavía se mantenía negociando en  la Corte. Descubría los malos negocios de su compañero de ayuntamiento Ruí Díaz, que había vendido por 1.000 ducados el cuarto de legua de Cofrida, que, por lo menos, estaba valorado en 100.000 ducados. Y, lo peor de todo, se habían hecho todo tipo de escrituras de compra y cesión ante el fiscal general Bartolomé Espínola y con la orden del Contador General del Estado, lo mismo que las facultades y escritura de cesión correspondientes. Era curioso que, según escribía el regidor, el tiempo lo sacaba todo y  fruto de ello era que el marqués había comprado cinco pueblos de Jaén y Granada. Ya no le quedaba a la ciudad sino hacerse un nuevo censo de 20.000 ducados, que se pagaba con los arbitrios  de las tierras roturadas que habían sido permitidas por el rey[2]. Fueron los prestamistas  familias de Jaén como don Alonso de Vélez y Anaya, Gaspar de la Cueva y Ludeña- relacionado con el mayorazco del alcalaíno  don Francisco de Narvaez y Alfaro-  y el licenciado Ameida Vallejo. En el mes de abril, el regidor Juan Vázquez comenzaba a encontrar solución al conflicto y la dificultad de hipotecar los bienes propios y las tierras de arbitrios mediante la presencia de intermediarios en Madrid y, clara muestra de ello era una carta del día tres de abril en la que comunicaba: ...estando en el mayor aprieto ....hallé el cielo abierto. Por el mes de junio de 1629, la ciudad era consciente de que los compromisos adquiridos con el marqués debían afectar a todas las obligaciones con los vecinos de Alcaudete y Priego. Por lo tanto, el pacto de concordia de usufructo del pasto para los ganados también incluía a estos ganaderos desde la salida del sol. Sin embargo, en este interim de negociaciones la villa del Castillo estaba regida por un gobernador, que no asumía facilmente los acuerdos municipales de la ciudad de Alcalá. Por eso se negó al pasto común con las ciudades vecinas y a que se le impusieran las imposición de un maravedís en productos de consumo con motivo de un donativo reciente.               


Relacionado con el asunto anterior, un nuevo donativo de tres mil ducados  se solicitó por parte del Cardenal-Presidente del Consejo de Castilla para colaborar con las guerras de Italia, donde intervenía Gonzalo de Córdoba en el sitio de Cassul el dos de abril de 1629. El panorama de la economía local no podía ser más desalentador: los bienes de propios se encontraban totalmente empeñados por anteriores compromisos, la paga anual del puente de Medellín- cifrada en 53.000 maravedía-, donativos, uno reciente de cuatro mil ducados, la moneda forera y el interés de los censos que alcanzaba en el compromiso de las alcabalas setenta mil ducados y el muy reciente de la compra de la villa del Castillo de Locubín. Era frecuente la llegada de receptores de arbitrios que acudían a la ciudad para poder pagar a los genoveses afincados en Granada. No había más solución que vender ciento cincuenta fanegas de tierra en la dehesa del Hituero. A ello se unía la baja de la moneda y los fondos del Pósito no alcanzaban ni las tres mil fanegas, que, además de estar retenido por segundas personas, no podían conseguir el objetivo de paliar el hambre de los más desfavorecidos por estar hipotecadas en deudas de pleitos y dietas de los regidores. El 29 de junio del año anteriormente mencionado de nuevo se concedió al Rey un donativo de 24.000 ducados a pagar en seis años por mediación de Juan Chumacero, miembro del Consejo del Estado, que había trasladado la urgencia y necesidad  de esta nueva imposición por las guerras de Flandes, Italia y las Indias. Se le permitió a la ciudad romper otras mil fanegas de tierra, que fueron gestionadas por el jurado Francisco Muñoz de Orduña, pues aportó la cantidad del préstamo para poder resarcirse con su beneficio y a partir de este momento se le denominó con el nombre de las tierras de Orduña.  estas se roturaron en diversas dehesas de Alcalá y el Castillo de Locubín. Aunque la medida entraba en conflicto con los ganaderos, se justificaba porque todavía quedaban otras treinta mil fanegas de tierras por cultivar y se ubicaban en las zonas de vertientes. Además, se le complementó  con la imposición de un maravedí por arroba de aceite, y precio doblado de la carne. También recibieron otras compensaciones al concederse el privilegio de nombrar anualmente entre sus regidores los alguaciles de Alcalá y Castillo, y al fiscal, al mismo tiempo que, en medio de la política austera de consumo de oficios, se eliminaba uno del Castillo, nombrándose anualmente, aunque se podían reelegir. Sin embargo, todas estas medidas no conseguían el efecto, pues inmediatamente sufrían las consecuencias de la bajada de la moneda como una muy importante que aconteció en el mes de agosto de 1629 o de los registros de imposiciones sobre  los artesanos de la seda y el ganado. Para ello, llevarlas a efectos dividían la ciudad en dos secciones administradas por los regidores correspondiente a las dos parroquias de la ciudad Santa María y Santo Domingo.
Los propios regidores tenían embargadas muchas fuentes de ingresos de la ciudad, como era el caso del alcaide Antonio de Gamboa que tenía un censo familiar y obligó a pagarle mediante varias ejecutorias. Además, este regidor había sido marginado de sus derechos con la anterior reducción de oficios promovida por Gilemón de la Mota y se encontraba  en una situación de enfrentamiento con el grupo poderoso de regidores. Por eso, hizo lo imposible para volver a conseguir sus derechos anteriores, que fueron reconocidos en el mes de julio de 1629.
La relación entre el binomio ganadería y agricultura, cada día se veía descompensado al alcanzar la agricultura un predominio sobre la ganadería de tal modo que los ganaderos veían reducidos los terrenos donde pastar con sus ganados; primero con la venta de una parte de terreno en Cofrida, y, en segundo lugar con la roturación de gran parte de parte de los aguaderos, criaderos, descansaderos y abrevaderos. A ello se añadía que el grupo influyente de la mano poderosa, formado por la oligarquía municipal y los hidalgos ligados a ellos, ponían cada vez más trabas a los ganaderos mediante ordenanzas que prohibían la entrada del ganado en los campos, provocando el abandono de los criados de los ganaderos, que eran continuamente castigados cuando entraban en los montes y barbechos de las tierras de los poderosos. Consecuencia de lo anterior era la disminución de cría de todo tipo de ganado, el desabastecimiento de carne de la ciudad y la caída del mercado lanero. La dehesa de las Entretorres había quedado prácticamente en tierra de labor con un sistema de prórroga contínua para afrontar los servicios a la Corona y basado en un sistema de repartimiento de permitir tan sólo dos suertes de seis fanegas por persona en un periodo de seis años y con la prohibición de talar árboles. En esta misma línea se dictaban normas para cortar la leña concedida a los fabricantes de jabón.


No obstante, el fomento de la ganadería era patente por las diversas políticas reales que desde el año 1621 trataba de promocionar la crianza y raza de caballos a través del cruce de razas de las autóctonas con las llamadas chirinas y el mantenimiento de las dehesas en los montes comunales que se ubicaban en el Chaparral de Nubes, Maleza Prieta, Camello, Mures, Encina Hermosa, el Robledo, Jaralejos y Maleza de Santo Domingo, Cueva del Moro, Loberuelas, Romeral, las sierras de Frailes y las dehesas de la Rábita y Fuente Álamo. En el mes de junio del año 1629, una nueva cédula real obligaba a que se cumpliera la defensa de la raza y cría del ganado.  Lo que era evidente que el ganado vacuno había caido en gran manera frente a otro tipo de ganador menor como el porcino, ovino, y caprino. La encina y el quejigo eran las dos variantes de arbolado predominante, que abastecían  con la bellota al ganado que se alimentaba en un doble sistema; el cerrado para una raza y con un canon por res, y el abierto para todo tipo de ganado. Simplemente en los montes de Frailes, acudían 4.000 cerdos medianos.  
Por otra parte, la mayoría de los regidores conseguían las tierras de arbitrios y cualquier tierra de labor, lindera con sus peculios, a cantidades irrisorias, limitando los ingresos impositivos de la Corona. Tierras que en este año se volvieron remedir ueron las de Charilla. Se dio el caso de que un regidor y escribano había llegado a obtener en el 1629  por sí solo 500 fanegas de tierras, o el propio negociador del litigio de la villa del Castillo Juan Vázquez Mesía conseguía la subasta de la dehesa de la carne a mitad de precio, cuando se sacaba la tierra en beneficio de los pobres. Todo ello se realizaba mediante el sistema de personas interpuestas en el que:

 "con todo el común se puede verificar por sus cuenta y que sus esclavos quienes los benefician"[3]        

martes, 29 de marzo de 2016

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LOS CORREGIDORES JIENNENSE EN ALCALÁ LA REAL

EVOLUCIÓN HISTÓRICA

 El estudio de todos los corregidores del tiempo de los Austrias Menores y de los Borbones nos permite constatar una tendencia cada vez más significativa de la presencia de los corregidores de origen jiennense o ligados con otros cargos de  nombramiento real, que estaban asentados  en la capital del Santo Reino durante el reinado de los Austrias. Estos últimos son miembros de la familia relacionados con el duque de Lerma y del Conde Duque de Olivares, que ocupaban los beneficios y sedes catedralicias u otros órganos de jurisdicción en detrimento de las familias granadinas que habían ocupado el control del corregimiento durante el siglo XVI y principios del siglo XVII. Los naturales de Jaén o de otros pueblos provincianos, principalmente de Andújar y Úbeda, son regidores emparentados con los procuradores en Cortes a los que se les recompensaba su apoyo a las medidas económicas  en la Corona. Sus apellidos y sus títulos lo ponen de manifiesto claramente: Cerón de la Cerda, Soria, Contreras,   Messia y Serrano, López de Mendoza, Cea y Angulo..


Como en el siglo anterior, no decayó la influencia del poder granadino, pues éstos sieguieron ejerciendo su influencia, aunque en este caso más profesional que política, a través de la segunda jurisdicción nacional como eran los alcaldes mayores, en su mayoría, miembros de la Real Chancillería de Granada y formados en la universidad granadina. También se denota que en momentos de mayores dificultades se envíen a personas ligadas con personalidades influyentes en la  mencionada Chancillería- cosa que se repite en el corregimiento jiennense, como el nombramiento de don Gregorio de Chaves y Mendoza, oidor de la Audiencia de Granada jes, en 1647.  
 Sin embargo, en tiempos de los Borbones, se invierte la línea de precedencia de los corregidores mediante un control más directo de personas, nombradas por la Corona y en clara sintonía con el nuevo centralismo nacional. Es la época, en la que muchos de ellos son  elegidos entre los escalafones más inferiores de las escalas cortesanas, aunque abundan los procedentes de Andalucía Occidental, ligados con las ciudades de Sevilla y Jerez. Tan sólo, un sólo corregidor se encuentra ligado con la capital jiennense José Medina y Rincón.


En esta panorámica de los corregidores alcalaínos, se advierte también la carrera política y la movilidad de algunos de ellos. Aunque, como hemos manifestado anteriormente, su hidalguía le daba ocasión para recibir en las ciudades de origen regimientos, juraderías, opciones en alcaldes de barrio, alcaide de las Santa Hermandad, familiares del Santo Oficio, es frecuente que inicien su corregimiento en Jaén o Alcalá para alcanzar el cenit de su escalafón en la sede del corregimiento granadino. Es el caso del conde de Torrepalma, que gobierna el corregimiento jiennense en los años ochenta del siglo  XVII para  administrar el alcalaíno en los primeros años del siglo XVIII y, en el 1707, trasladarse a Granada. A veces, el camino era el inverso, iniciándose en la ciudad de la Mota y posteriormente en la jiennense, con lo que favorecía unas mejores relaciones en el conflicto de jurisdicciones antes mencionadas.     













lunes, 28 de marzo de 2016

CORREGIDORES JIENNENSES EN ALCALÁ LA REAL



CORREGIDORES JIENNENSES EN ALCALÁ LA REAL



La nueva situación del corregimiento alcalaíno:

-la influencia del corregidor de Granada y de Jaén.
-las Juntas de Millones
-Los servicios de milicias
Las Cortes y la influencia de las ciudades: los procuradores de Jaén en la Corte, control de la nueva política económica.
-Juán Cerón de la Cerda.
-Juan de Soria Vera
-Los Vera y Soria.
-Luis de Contreras.
-Los Caballero.
-El Vizconde de Linares: Antonio Manrique y Vargas.
     - Luis LÓpez de Mendoza.
- Fernando de Cea y Angulo.
-Silverio de Villavicencio.
- Manuel Hurtado de Mendoza
-Bartolomé Mesía Serrano.
Corregidores de influencia cortesana: Alonso de Sandoval y Ayala, Diego de Guzmán, Juan Liñán de Zúñiga, Fernando de Alarcón y Zúñiga. Tomás de Fontanet, Antonio Enrique de Lara y Madera , JUan María Alfaro y Milán, Gabriel Guerrero y Sandoval,Diego de Obando y Cáceres, Pedro Ariz de Yanguas, Diego de Galarza y obando y Francisco de Pinedo y Sotomayor.
Corregidores de influencia granadina: Fernando de Agreda; Enrique de Baldeolomar, Pedro Carrillo de Mendoza, Gregorio Chaves y Mendoza, Gabriel Herrero y Sandoval
Corregidores cordobeses: Alfonso de Sosa y Córdoba.



lA DIFÍCIL CONVIVENCIA DEL CORREGIMIENTO ALCALAÍNO


Los años de  vida fronteriza, comprendidos entre 1340 y el 1492, y todo el siglo XVI habían constituido en el territorio alcalaíno un sentimiento de exención e independencia, difícil de superar en la nueva situación que se iniciaba con el reinado de los Austrias Menores. El propio  cabildo tardó mucho tiempo en poder afrontar  la nueva política real que esquilmó  su hacienda municipal a través de las medidas militares  y que tuvo que afrontar ante las contínuas solicitudes de cooperación a la politica nacional.


Sin embargo, no sólo ofreció dificultades la propia estructura institucional del territorio, formado por un corregimiento integrado por los términos de Alcalá, Loja y Alhama, sino que fueron muchos  los contínuos conflictos que se generaron a lo largo del siglo XVII hasta que, en el reinado de  Felipe V, el corregimiento quedó estructurado  definitiva y jerárquicamente dentro del corregimiento de Jaén.
No es extraño que, en este contexto histórico, la ciudad alcalaína se negara a depender de cualquier reino constituido en su entorno: el de Granada y el de Jaén. Aún más, desde el primer momento no quiso ver canalizadas las órdenes regias  por ninguno de aquellos reinos ni por los representantes gubernativos en las  ciudades de Jaén o de Granada. De ahí que trate de canalizar su colaboración con la Corona a través de una línea directa con la que trata de boicotear cualquier tipo de orden o mandato emanado a través de la mediación de los corregidores jiennenses o granadinos. Algunas campañas, incluso, fueron ejercidas por corregidores de ciudades como Córdoba o Martos. Menos aún, considera que su voz estuviera representada en las Cortes españolas por los procuradores de las ciudades jienneses o granadinas.  Estas eran las palabras del cabildo alcalaíno, bstante claras y tajantes, ante la Corte a principios del siglo  XVII, ante la embajada de Pedro Veneroso a Madrid para resolver el conflicto jurisdiccional:
"hable con los letrados, que allí tiene, para que la ciudad de Jaén no hable en Cortes por esta ciudad "[1]
Incluso, llega a considerar una hipótesis de un origen participativo en anteriores reinados que nunca llegó a plasmarse.

LAS NUEVAS MEDIDAS DE LOS AUSTRIAS MENORES

Sin embargo, no coincidía esta postura con la nueva línea administrativa y hacendística del Estado que trataba de controlar a sus reinos con la creación de nuevos órganos como la Junta de Millones, la potenciación de los corregidores de las capitales de los reinos y el fortalecimiento de los procuradores de las ciudades representadas en las Cortes, a los que recompensaba sus servicios con los cargos y oficios que emanaban de su decisiones, valiéndose de familiares y de adeptos a la hora de poder contar con su apoyo. En esta línea, hay que comprender el gran número de corregidores de origen jiennense que proliferan en el siglo XVII en el corregimiento alcalaíno. Y, además, el convecimiento de las autoridades jiennenses que asumían una nueva distribución territorial, en la que daban por supuesto la ubicación de la capital de la Junta de Millones en la sede del Santo Reino. Por eso, respondían rotundamente a las alegaciones del cabildo alcalaíno con estas palabras:


"la ciudad de Jaén respondió al dicho requerimiento que le ha hablado en todas las cortes por sí y su tierra, partido y provincias en que se comprehende la dicha ciudad de Alcalá la Real e la villa del Castillo de Locubín e que ansí contribuyeran en el servicio de los ocho millones, que se otorgío a el rey nuestro Señor, que aya gloria, en virtud de la real cédula que se le envió, fecha del ocho de septiembre de 1590, en que se mandó que, sin perjuicio de los dichos privilegios, se pagasen un quento y quatro cientos diecisiete maravedís, que se imponga de dicha sisa"[2]
A todo ello coadyuvaba la urgencia y la perentoriedad para  afrontar las necesidades militares de las guerras, la difícil situación económica, y, lo que era más evidente, la tendencia a  un estado cada vez más centralizado, donde la influencia de las ciudades era menos notoria por medio de otros modos de organización, en los que se rompiera el difícil equilibrio entre los súbditos y la Corona. Ahora, interesaba más la creación de un cuerpo nacional organizado del ejército que las milicias urbanas, que no ofrecían suficiente garantía para asumir guerras en lugares alejados de su entorno y en detrimento de la producción económica al dejar abandonados sus campos y sumida la población en la pobreza. Interesaba también una organización hacendística en la que las fuentes de ingresos fueran estables  y no agobiaran a los vecinos con continuos repartimientos, impuestos y donativos. Este era el objetivo, pero la realidad alcalaína quedaba sumida en un periodo de transición por el que no llegó a liberarse hasta muy avanzado el siglo XVIII. En esta situación hay que enmarcar a los corregidores del siglo siglo XVII.




[1] AMAR. Acta de cabildo del 17 de abril de 1601.
[2]AMAR. Acta del cabildo. Ibidem anterior de la nota 1.












domingo, 27 de marzo de 2016

CARIDAD Y PASCUA DE RESURRECCIÓN CON FOTOS DE HOY


Añadir leyenda
No obstante, no debían ser muchos los gastos sociales relacionados con las clases más desfavorecidas. A principios de siglo XVII, el Hospital del Dulce Nombre de Jesús se ocupó de los gastos de pobres transeúntes, y, tan sólo, se comprendían en este grado de pobreza los conventos, que todavía no tenían bienes ni tierras con las que afrontar los cultos y la manutención de  sus miembros. De ahí  que unos gastos ordinarios que se mantendrán serán los carneros que se donaban por el Cabildo a todos estos y a los pobres de la cárcel en las fiestas de Pascua de Resurrección, Carnestolendas y Navidad. Generalmente los patronatos y obras pías cuidaran de las huérfanas, los pobres, los transeuntes, los encarcelados e impedidos. El patronato de huérfanas fue una institución que también se mantuvo durante el siglo XVII. Todas estas instituciones estaban controladas por la iglesia o patronos y fundaciones a fines. Un resumen del año 1787, nos muestra el cuadro siguiente, adjunto 

ii 
siglo XVII

 
Principios del siglo XVII(15-4-1599) Obra Pía de Juan Fernández, segunda mujer de Miguel de Utrilla Fin: dotes para parientes.Siglo XVII Patronato de Juan de Mora Garrido

Hospital del Pradillo


Obra pía de Francisco de Rivilla

Antonio de Lara y Rueda

Juan Pérez Matute

Pedro Fernández de Alcaraz


Fin recoger los pobres
Pan y maravedís en Pascuas

Pan para los pobres en las Pascuas


Pan para los encarcelados 
III 

Como gastos de justicia la ciudad mantenía la casa del corregidor que se encontraba en la Mota, reconstruida a finales del siglo XVI y, posteriormente, abandonada y alquilada en las cercanías de las casas capitulares. Relacionada con la justicia era la cárcel real que se hallaba en la Mota y poco a poco se traslada a principios del siglo XVIII a la calle de la Tejuela y se mantendrá hasta muy avanzado el siglo XX. Otro aspecto esencial era la comida y la asistencia espiritual de los presos  generalmente pobres, que era ejercida por el capellán del cabildo y alimentados por el cabildo con un aguilando especial por  las Pascuas de Navidad y Resurrección. A esto había que añadir el traslado de reos de nuestra ciudad a la cárcel de la Chancillería de Granada o al penal de Granada o a las Galeras  de Cartagena.