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sábado, 30 de abril de 2022

EN LA REVISTA DE ERMITA NUEVA. TRES NOTAS HISTÓRICAS SOBRE ERMITA NUEVA

 



 

Este territorio constituyó un paso natural, marcado históricamente por diversas atalayas (unas desparecidas, otras en cimientos  y algunas citadas por las visitas de términos) que protegen el camino y ha sido testigo de migraciones  como los destierros de los moriscos hacia tierras castellanas en diversas ocasiones de la historia de España.

    Ermita Nueva es una de las aldeas más dispersas del municipio de la ciudad de la Mota formada por varios núcleos, entre los que destacan  Cequia, Pilillas y el  Ventorrillo. Antaño, predominaban, en este partido de campo, tierras de cortijos de propios. Tierras  de la Ciudad, Pinillo, Piojo, dehesa de Camello, o Alcaiceruela compartían la propiedad colectiva junto con los  pertenecientes a los cartujos de Granada. Desde las Juntas hasta Matute estos frailes extendían sus tierras y mansiones adquiridas de antiguos repartimientos a los conquistadores de la frontera, y que fueron desamortizadas pasando a manos privadas.

También ha sido  sitio de paso de las partidas de asaltantes de caminos como los monfíes en los primeros siglos de los Austria, como se constata en varios documentos del archivo municipal de Alcalá la Real ; guarida  de los bandoleros que  siguieron la huella de  los  anteriores y abundaron por los montes  cercanos  a aquellos cortijos,  a los que asaltaban y debían acudir  regidores y jurados con el corregidor y alguaciles para protegerlos, así como obligaron a  establecer “caballeros de la sierra” o “guardas de campo” para proteger estas tierras en tiempos de paz, y  que se mantuvieron hasta finales del  siglo XIX; testigo vivo de tantas correrías o invasiones  de reyes, jefes militares y ejércitos  desde tierras castellanas  o del reino de Jaén  hacia el Reino de Granada ( por aquí pasaron las tropas castellanas de Alfonso XI  y sus predecesores, o de los Reyes Católicos, o la de los ejércitos que venían de tierras americanas  para forrajear en los territorios abaciales), o los  ejércitos carlistas  en retirada o  las invasoras napoleónicas, o era el sitio esperado de ataque de las tropas franquistas y cobijo de los maquis.

Todavía, en sus tierras  con la numismática pueden recorrerse periodos amplios de la historia alcalaína, frecuentándose el hallazgo de monedas romanas, no digamos sobre  el periodo califal  que viene perfectamente datado con las monedas del tesorillo de Ermita Nueva,  o la constatación de algunas monedas castellanas como los “ agnus dei” en tiempos de los reyes cristianos de la Reconquista o la abundancia de maravedíes, reales y ducados de la época moderna que muestran una zona de un intenso comercio, de paso a santuarios, a lugares medicinales,  fruto de ser una ruta muy visitada.  Por eso, su venta de Cequia aparece en los mapas más antiguos y en los itinerarios de las rutas musulmanas y cristianas.






 Se puede escribir sobre el partido de campo de Ermita Nueva, su poblamiento, su historia, su hábitat, sus gentes y sus costumbres.  De todo ello se puede  concluir  y distinguir que el territorio de su partido de campo  está claramente definido históricamente por estos factores: la travesía de su territorio por el camino real de Alcalá a Granada, que estaba enmarcado en el camino de la Corte( luego carretera N 432 y ansiada autovía) y jalonado de una serie de ventas que se remontan  a tiempos musulmanes ( y no nos extraña  la presencia de las anteriores  villas romanas y el oppidum iberorromano de la Gineta);  una  reminiscencia de tierra de frontera, estampada por su repartimiento posterior de sus tierras en grandes cortijos municipales y de realengo para funcionamiento del gasto del ayuntamiento alcalaíno- unos, como cortijos  de propios, Cequia Alta y Cequia Baja, Pinillo, Piojo y la Cruz; otros, comprados por el monasterio de la Cartuja de Granada, (Quejigal, Cartuja y aledaños, y una tierra de dehesa ( el Camello y otros montes cercanos) transformada, roturada y recudimentada  desde el siglo XVII ( con un repartimiento definitivo a finales del siglo XVIII) que transforma  el hábitat disperso  concentrándolo en  diversos núcleos rurales y   va a tender una mayor población  que vive a expensas de la tierra repartida; finalmente, en torno al río  Palancares se abre un paso natural muy importante que  marca todo su terreno donde abundaban  las tierras con nombres arabistas como Almoguel, Cequia, o Alcaizeruela

 

Como asentamiento de pueblos, se remontan a tiempos prerromanos y anteriores  con yacimientos importantes como el de la Gineta  o espejo de la ruralización que se produjo en época romana  con la presencia de varias villas romanas que dieron lugar a asentamientos de muchos de los cortijos posteriores y  muestra clara de  integración de pueblos pobladores  en las tierras roturadas y repartidas en tiempos de Carlos III, con la constitución de varios núcleos. Unos, ya olvidados como La Ciudad, y otros le dan la fisonomía actual a este partido, Cequia, las Pilillas y El  Ventorrillo. Pero sin nunca olvidar la transformación de su habitar a finales del siglo XIX y principios del XX. Y para ello, su mejor y más ilustrativo testimonio es el  plano de  1917,  obra  del Anselmo López  Nieto, donde esta parte de la comarca alcalaína muestra  un paisaje y un hábitat con una mayor proliferación de casas, chozas, cortijos nuevos y, mantenimiento de los yacimientos anteriores que en el resto del territorio municipal. Y han llegado hasta hoy día, o se han transformado en casas de segunda vivienda, turismo rural de aperos de labranza, y de otros miles de usos, hasta de servicios e industriales. El ayer fue un importante camino real, hoy ansía una inexcusable autovía ante el desarrollo de su contorno.

I

LA GINETA

Se celebra por esta fecha las efemérides del nacimiento del rey Alfonso X. Exactamente, el investigador Juan Ángel Pérez Arjona me recordaba que se conmemoraba  el 800 aniversario del nacimiento de Alfonso X el Sabio. Y lo relacionaba con las incursiones castellanas en tierras del Sur de la provincia de Jaén.  Este rey castellano estuvo en varias ocasiones en nuestra tierra y, a iniciativa de rey granadino, pactó la tregua de Alcalá de Aben  Zayde (1265), por la que el Castellano se comprometió a desamparar a los rebeldes musulmanes y Alhamar al pago de 250.000 maravedíes en concepto de parias y a ayudar a Alfonso X contra los musulmanes de Murcia, todavía sublevados.

Si es verdad que el pacto es importante, hay un topónimo de esta zona de frontera, que despierta mucho interés. Nos referimos al Cerro de la Gineta, que alinda con el río Palancares y el cerro de Malabrigo. Por el camino meridional, que parte del puente de la Media Luna del arroyo del  Velillos.  Pues relacionaban este término con la creencia de que la monta a la jineta fue un uso introducido en Al-Ándalus a fines del siglo XIII por las tropas zenetes del Magreb al servicio de Muhammad I y encadenaban con el nuevo tipo de espada, más ligera, corta, y con una  empuñadura característica del repertorio armamentístico nazarí. Soler del Campo  demuestra  que la monta a la jineta se  introdujo ya desde época califal. Y lo fundamente en la confusión e inexacta interpretación del pasaje de la crónica de Alfonso X, donde se refiere que los caballeros enviados a Granada por Aben Yuzaf “fueron los primeros caballeros jinetes que pasaron aquen la mar después que el Miramamolin fue vencido [sic]. Simplemente  indica tan solo que fueron las primeras tropas relativamente numerosas llegadas a territorio andalusí después de la batalla de las Navas de Tolosa, y no que fueran los introductores de la monta ligera, la cual ya se conocía y practicaba desde mucho antes . Con esto, se desvincula el origen y la relación entre estas espadas y  la práctica de la  monta a la jineta.  Más bien, jineta recogió el nombre de los zenetes o ginetes, que dio nombre  a la espada. Este término “jineta” recoge esta tipología de arma en la documentación bajomedieval y moderna, se  mantiene en su denominación actual. Este recinto es testigo de la GINETA, que  no tiene nada que ver  con ningún animal equino  ni el juego de la caballería de los jinetes. Procede de las tropas que ayudaron al rey nazarí Alamar  en su lucha contra Alfonso X, eran los que se denominaban zenete o genetes y, se pasó  del Cerro de la Cabeza de los genetes o gineta, y, por deformación, la Gineta. Esta  tribu norteafricana introdujo esta espada más ligera que la castellana, de nombre gineta. El ejemplar más completo que nos ha llegado se encuentra la espada jineta de Aliatar, suegro de Boabdil, fallecido en la batalla de Lucena (1483)  y donde el monarca granadino, fue asimismo apresado.

Se ofrece una ruta de acceso, que se refresca con las aguas del arroyo Palancares, y, entre cortijos abandonados, alamedas y terreno árido, recorre un camino de ruedo a la Gineta, donde puede uno detenerse  junto a la mina de almagra y contemplar la  boca atiborrada de escombros y derrumbes, y un  túnel que se infiltra en el vientre  de la Gineta. Tras llegar a las faldas y entorno del cortijo de la Jineta, se asciende por una vereda en torno a las  faldas del cerro, donde se  topa en primer lugar con una cueva, un refugio de vigías y soldados de todos los eventos bélicos de este entorno. Recuerda  el pasado de la Gineta  partiendo de  un yacimiento del Bronce Medio y  Final, una zona de paso entre la Alta y Baja Andalucía y en el que aparece cerámica con superficies muy bruñidas, y con ónfalos, de color blanco  y decoraciones reticulares. Dentro de  la cultura del Argar, aparecen el asentamiento urbano, el avance tecnológico en la alfarería y la metalúrgica y la jerarquización de la sociedad con presencia de grupos aristocráticos, economía agropecuaria, y gran transformación de las costumbres funerarias como reflejos de cambios ideológicos y sociales. Las tumbas no son colectivas como las de las cuevas sino individuales existiendo diversos tipos de ajuar.  En el museo local, se muestran aleaciones del bronce  con poco contenido de estaño, fíbulas y lanzas puñales, alabardas Responde a un movimiento comercial que nace del Cerro de la Mora de Granada y de un comercio de prendas textiles dentro de la cuenca del río Frailes/ Velillos, es decir un movimiento  desde el interior de las Sierras Subbéticas con las tierras granadinas del Sur para salir al Mediterráneo, donde toman contacto. Pero, lo más importante en el Bronce final es la aparición de un desarrollo urbano en la Gineta, debido a la influencia orientalizaste fenicia con murallas y casas.

Siguiendo por esta senda hay testigos de cerámica, restos de  muros, casas, alquerías hasta llegar a un olivar, desde donde se contempla la  necrópolis de la que dependían las villas romanas del exterior y donde se han  encontrado elementos visigodos como una hebilla colocada en una vitrina del Museo, que demuestra la ruralización del final Imperio Romano en villae potentes de su alrededor (Media Luna, Cequia…).

Se llega a la cima que rodea un escarpado tajo con elementos que sirven de muro o restos de amurallamiento. Es  poblado de difícil acceso y de fácil protección, cuyo recinto fortificado se reduce al sector más elevado o solo parte del asentamiento, que queda en manos de la mayoría de la población que son guerreros. Muestra una planificación preconcebida, con espacios comunes con calles de servidumbre y áreas de usos colectivo  para subsistencia de la comunidad. Los guerreros ejercían el control sobre los metalúrgicos y estos sobre los agroganaderos. Las casas eran ovales y rectangulares sobre un pequeño muro  una pared de barro  y adobe reforzado con vegetal., techos ramaje y suelos de tierra pisada; las  murallas eran incipientes o no existían Varios miradores  sirvieron para contemplar la entrada de Alcalá  la Real  por la Peña el Yeso, las aldeas noroccidentales ( Santa Ana, Riberas…), Los Llanos, La Martina; otro mirador fija la vista hacia el sudoeste por la dehesa del Camello, los tres núcleos de Ermita Nueva (Cequia, Pilillas y Ventorrillo , con su origen e historia) entre campos de propios y cortijos de la ciudad; en otro mirador la vista se extiende la Dehesa, Cantera y aldea  Mures;  más cercanas, un mirador  explica el paisaje mediterráneo, la vía de acceso entre Malabrigo y Cerro Mulero.. Se comprende perfectamente que se descubrieran el tesoro hispano musulmán  de Ermita Nueva por Juan Ángel Pérez Arjona  y un asentamiento del homo neaderthalensis.

En el poblado, los muros, y el  oppidum, se puede palpar el pasado íbero y romano, pero fue más importe su presencia en la época musulmana, fijándose  en la batalla de 1267 por  la toma de Alcalá la Real, y el asentamiento de los soldados granadinos que ayudaban al rey Alhamar.

En la bajada, se encuentran una Cruz blanca  en la que murió un soldado del ejército de Franco, el refugio y aprisco de las  ovejas y, a los pies de la Gineta, un refugio/polvorín de los soldados de  la Guerra Civil Española, porque aquí estuvo asentado un puesto de guardia que sufrió dos ataques de corregir fronteras en 1937.

 

 


 

 

 

 

 

II

TESORO DE ERMITA NUEVA. UNA DONACIÓN DE JUAN ÁNGEL PÉREZ ARJONA. 

Desde las huellas  del homo neanderthalensis hasta  vestigios de la presencia visigoda, puede encontrarse en este lugar de paso desde tierras de la depresión del Guadalquivir hacia la Costa Mediterránea a través de la ribera del Río Velillos, por estos lugares de Frailes, que recoge en el paraje de las Juntas las aguas de los arroyos Palancares, Salograr y Mures . El Cerro de la Gineta denota la presencia de un oppidum iberorromano que dejó su huella y su posición estratégica en muchos momentos históricos. En su entorno alguna que otra necrópolis y proliferan las villas romanas por las riberas del Palancares.  Entre estas villas, transformadas en alquerías, destacaban las de  Cequia, Alta y Baja. Una de ellas convertida en venta. En concreto, hay noticias siguiendo los datos del arabista Pedro Cano Ávila, que esta Cequia de Ermita Nueva se  nos remonta a los siglos X y XI del siglo XXI gracias al estudio de  las monedas encontradas de tesoro y  datadas en tiempo del emirato y califato. Incluso, se fija el final de este asentamiento o yacimiento   con la última moneda de los fatimíes del norte de África, a nombre de del califa Al–Hakam  y revela que el tesoro se ocultó en torno a 1010 d.C. Pues, está constituido por monedas y  un conjunto de piezas con una cronología comprendida entre 937 y la última  fecha mencionada.  En el caso de las monedas, aparecen muestras  de todos los califas de Córdoba y las dos norteafricanas.

Si comentamos, en el tesoro de Charilla, que  todo su material numismático corresponde a  misma época, el de Ermita Nueva agrupa monedas que abarcan más de un siglo, “lo que, sin duda, indica un proceso de formación y acumulación a lo largo del tiempo y la permanencia en uso de las emisiones anteriores”.

                El tesoro de Ermita Nueva se considera por los expertos como uno de los hallazgos más importantes relacionados con joyería de época califal. Su ajuar de joyas vislumbra los  ricos ornamentos de un lujoso  tocado  femenino. Se compone de  dos  pendientes, diez y seis  piezas de bráctea para un cinturón, cuatro anillos, tres discos de oro, uno acorazonado, una pulsera  tutes de oro, y seis de tutes de plata, dos pulseras de plata, y distintas piedras y perlas.  Los dos pendientes con vara curva  para colgar  y cierre de gancho relumbran por su destreza artística, muy semejantes a ellos se encuentran  en el Museo Bizantino de Atenas en  cuanto a su diseño de la parte inferior, compuesta de una plancha calada con  filigrana que enmarca tres rombos  de hilo de oro, a su vez enmarcado por una banda dorada  con siete semiesferas gallonadas  adosadas  y catorce pirámides. Simplemente difiere de los bizantinos en la elegancia de su fina elaboración de menor grosor que la ateniense.  Varios orificios en algunos de los elementos manifiestan que deberían estar cosidos  a alguna prenda o cinta.

El lugar del ocultamiento de  estas monedas y joyas se encontraba en la alquería  de Cequia. Un sitio que comentan los aldeanos que ocultaba bajo tierra varias canalizaciones y cuevas de agua, que fueron ocultadas en los diversos movimientos de tierras a la hora de edificar la ermita de San Isidro, que albergó la imagen de este santo al trasladarse desde la  zona de la ciudad y la capilla del Menchón, donde los monjes cartujanos veneraban y servía de centro religioso para la práctica devota de los labriegos del lugar. Probablemente, entre los momentos más críticos la familia ocultó el tesoro para evadir la presión fiscal o para proteger las riquezas en momentos de peligro o incertidumbre. Se comprende que sus monedas correspondan a varios tiempos, porque estos “tesorillos” solían corresponderse con los ahorros de una persona o de una familia y, en muchos casos, habían sido acumulados durante generaciones. Para esconder sus  joyas y monedas, en ese caso emplearon un  objeto de cerámica, el más habitual, desechando el recipiente metálico de otras ocasiones, o  las cajas de madera. Este fue el caso del tesoro de Ermita Nueva, que se hallaba en  el conocido pucherillo o pequeña vasija de barro.  Si fortuita fue la suerte de encontrarla en los años noventa del siglo XX, sobrepasó la generosidad de su donante. Juan Ángel Pérez Arjona, un joven de aquella aldea por aquellas fechas, tuvo la fortuna de encontrarlo cuando paseaba por una tierra recién arada.  Unos años más tarde del mismo decenio, y amparándose en  su  amor por la cultura patrimonial   de la comarca alcalaína lo hizo patente entregándole al ayuntamiento alcalaíno, que lo inventarió como un bien propio de su patrimonio. Actualmente se exhibe reconociendo la labor de su descubridor en una de las vitrinas de la capilla del señor abad en el Museo de Alcalá la Real, ubicado en el Palacio Abacial. Es la joya de la corona, como le gusta nombrarla al diputado actual de Cultura. Ha recorrido las  más importantes exposiciones hispanomusulmanas de los últimos tiempos como la de la Alhambra de Granada o la de Medina Zahara  en  Córdoba.

III

EL CORTIJO DE VERDUGO

Cercano al antiguo camino de la Corte, actual N-432, existe un cortijo bajando de Ermita Nueva y cruzando el Palancares para dirigirse hacia el cortijo de la Mesa de Juan Carnicero, y lindero con tierras de  Pernías, recibe el nombre de CORTIJO VERDUGO. Estas tierras fueron repartidas a los conquistadores de la ciudad de Alcalá la Real y mantuvieron sus descendientes en forma de caballerias y peonías.  Ha sido recientemente vendido y fue propiedad del convento trinitario de Nuestra Señora de los Remedios y de la Fundación del Mármol. Pero siempre resultaba una incógnita la figura de su primer propietario, o al menos, el que más  tiempo lo mantuvo. Incluso se inventó una leyenda sobre un verdugo oculto en el  cortijo. Precisamente, lo adquirió en tiempos de Carlos V, en los decenios treinta del siglo XVI, y no fueron los únicos terrenos que adquirió, Y se encuadra dentro de un grupo de funcionarios y élites granadinas y malagueñas que ostentaron cargos oficiales y se beneficiaron de su influencia en lo que era el reino de Granada y limítrofes, como el caso de Alcalá. En concreto, Francisco Verdugo fue  proveedor de la Armada de Carlos I, por los años  treinta y cuarenta, recibió la merced de actual Cortijo del Verdugo y compró varios terrenos y haciendas en Alcalá la Real. También fue vecino de Granada, regidor de Málaga  y Granada. Por varios  contratos ante Francisco Ordoñez en 4 de septiembre de  1543, uno con Gonzalo Pérez de Mendaña, su mayordomo el capitán Pedro de Pacheco contrata una huerta, con su viña  casa  en las Juntas lindera  con el arroyo del Chupete, su haza y molino de Pedro de Córdoba, y otra  se firmó  entre García Alonso de Puerta Nueva  como arrendador y  el administrador de Francisco Verdugo, una haza del Palancares de cuarenta fanegas, a pan terciado, que solían ser arrendadas a Diego Fernández de Mazuelos, linderas con camino de Acequia, tierras de Pedro del Corral y las de Bartolomé González .

En concreto, compró, también cerca de la Hortichuela, y del Villar, en los Loberones. Lo hizo con Pedro de Aranda, vecino del Castillo, y casado con Guiomar de Escavias. Estos eran los bienes adquiridos un haza de tierra de 21 y media de aranzadas y 42 estadales, que eran linderas con tierras del comprador, y capellanía de Alonso Cabrera, hijo de Cristóbal de Frías, y por otra parte con tierras de Sebastián Ruiz, y por la hondonada con tierras de Alonso Álvarez. Pagó cada fanega a 1120 maravedíes y alcanzó la cifra de 24707 maravedíes. Se firmó 27 de febrero de 1538  cerca de la fortaleza del Castillo de Locubín (sic). Y en el mismo recinto, se realizó, el mismo día, el juramento entre los dos comprador y vendedor y la esposa, asistiendo el alcalde de la fortaleza  Francisco de Álvarez por el magnífico caballero corregidor don Pedro de Henao, siendo testigos su hijo  Pedro de Aranda, el médico Juan de Villareal, y el clérigo beneficiado Francisco de  Escabias, comprometiéndose a las cláusulas comentadas colocando las manos sobre la cruz  de la vara de la justicia. Estas tierras se mantuvieron entre la familia de los Verdugos de Málaga, el primero descendiente fue su hijo Pedro, también regidor de la ciudad costera.

jueves, 28 de abril de 2022

LA CAPILLA DEL CRUCIFICADO DE SAN FRANCISCO DE ALCALÁ LA REAL

 Hemos tratado en aneriores artículos sobre el convento de San Francisco. Sobre todo, sus capillas u la capilla mayor. Fue fundado en 1500, según Guardia Castellano y estuvo en obras más de cincuenta años.  Este era el estado de la iglesia, según el Diccionario de Madoz en 1815 al NO. de la c., fue destruido hasta los cimientos en la guerra de la Independencia, quedando solo la igl., ruinosa ya , sin mas que las paredes,  POR  haber sido vendidos los 10 altares, los retablos y las campanas que habia en él; la capilla mayor fue costeada por D. Benito Lopes Gamboa y Doña Beatriz de Herazo, su mujer, otorgando escritura de patronato en 1580: los frailes habitaron últimamente en una casa particular, contigua á la iglesia. 


AMPLIACIÓN DEL CLAUSTRO  Y PATIO

Por los propios de la ciudad y las donaciones de la familia de don Antonio López de Gamboa, el convento llegó a hacerse una realidad. Pero, ante, ante Alonso Ramírez de Molina ( Legajo 4722), folio 409 v) en  dos de septiembre de 1567, a las puertas de su nueva iglesia, el convento franciscano , comenzó ampliando sus dependencias, entre ellas las del patio y claustro con la compra de los solares de su derredor. Se firmó con  Juan de Frías, hermano de Rui López de Frías. Se reunieron a cabildo presididos por  el prior  y delegaron en su síndico Gutierre de Padilla. El objeto del concierto era una tercia parte de un corral  de Juan de Frías, lindero con el monasterio  y las casas de Pedro de Frías, que lol poseía por eherencia de su madre Juana López de Frías. Se fijaba en la cantidad de cinco mil maravedíes.  Sin embargo viene esta nota para aclarar su ubicación con motivo de dos de varios documentos relacionados con la familia de Juan de Frías.  Ante Alonso de Castro (legajo 4588, fecha de 15.10.1570)  hay varios documentos muy similares. El primero entre Juan de Frías, casado con Benita de Santisteban e hijo de doña Juan López de Frías, y el  convento de los frailes de la Orden de San n Francisco, representados por el síndico Gutierre de Padilla, por el que hacía donación de una tercera parte de una casas " que todas juntas alindan con el monasterio del Señor San Francisco y casa de Juan de Aranda Guillén y con la calle al lado En que está el monasterio, y la otra a la iglesia y ermita de San Sebastián, qual dé esta parte de la casa sin tinajas que ellas están dentro"; se valoraban en 13.125 maravedíes.

En otro segundo testamento, Antón Cano y Juana López de Frías  cedían la novena parte de las casas anteriormente mencionadas   con los mismos términos aporta el detalle " que todas juntas alindan con el dicho monasterio de San Francisco y con casas de Juan de Aranda Villén y con dos calles al lado una que está el dicho monasterio y la otra la iglesia y ermita de San Sebastián, se valora en 4312 maravedíes en la misma fecha. E
El tercer documento, del mismo día Teresa de Frías casado con Rodrigo de Cueto, ya difunto,  también concedió la novena parte por su abuela Juan López de Ávila, también concedió otra novena parte valorada en la misma cantidad que la anterior donación.


CUARTO DEL CONVENTO

Por un contrato ante el monasterio de San Francisco de Alcalá la Real y el albañil Andrés Sánchez, conocemos otras partes de su historia constructiva en el escribano Francisco Jiménez (Legajo 4697 folio 50, 8 de mayo de 1588), al tratar sobre la construcción de  el quarto de la casa del convento. 

-En primer lugar, se comprometió a hacer y acabar la pared que daba  al testero de la ermita de San Sebastián y se dirigía hacia la calle que se dirigóia a la ermita.  La tapiería debía ser de mampuesto, salvo las ventanas  con las lumbres de dar luz a las celdas y las esquinas, que debían ser de piedra labrada; y la parte de interior que daba al convento, de mampostería y lo mismo la que daba al claustro.  Con este tipo de construccción, se llegaba hasta el suelo del dormitorio, y , a partir de este cuarto con tapiería de rafas cuchilladas, lo mismo que el cuerpo que ya se encontraba hecho.

-En segundo lugar, se había de realizar una cornisa sobre la pared, de la misma forma del cuerpo construido.

-En tercer lugar, los materiales ( piedra, yeso, cal y agua) debían ser puestos por el convento; y el alabañil  solamente debía poner manos de personal y trabajo. 

-Se le pagaba cuatro reales por cada tapia conforme iba realizando la  obra; y de anticipo diez ducados.

-Debían entregar la obra finales de septiembre de 1588, y ser aprobadas por el el prior del convento, que le pagaba el resto de los  cinco reales que se valoraba la obra bien hecha y acabada por tapia. 

Debía respetar los cimientos propuestos en las trazas, e insiste el contraro en las ventanas y puertas han de ser planas de piedra aguchillada y se contaban como maciezo el hueco o vano.  

LA CAPILLA DE LOS GUTIERRE DE BURGOS

El monasterio de San Francisco creó uno de los primeros barrios nuevos que surgieron conforme se bajaba el pueblo desde la ciudad fortificada de la Mota. Es verdad que, a mediados del siglo XVI, vivió un momento de un fuerte impulso constructivo comprando casas de su derredor para su ampliación, nuevo templo y nuevas capillas y patronos, Entre ellas, se encontraba la de la familia del escribano Gutierre de Burgos. Fueron tres hermanas Ana, Catalina y Margarita Gutiérrez. Por el testamento de Ana ante el escribano Alonso de Castro podemos ilustrar sobre la colaboración e impulso que dio a este monasterio con la instauración de una capilla familiar, donde ordenó ser enterrada tras el acompañamiento y responsos de todos los beneficiados, clérigos y frailes de la ciudad y la entonación del salmo (salvo) Miserere mei antes de salir de su casa. Nada menos que 300 misas fueron dichas por su alma, 200 en San Francisco, 50 en Consolación y 50 en Santo Domingo de Silos, donde fue enterrado su padre. No quedaron solamente en ese si no     que se hicieron muchas más: por el oficio de Cristo (33), su alma (33), san Francisco (5) San Agustín (5), almas del Purgatorio (15), esposas de su padre Gutierre de Burgos (4). Las mandas tradicionales de redención de cautivos, cera para el Santísimo Sacramento de Santo Domingo de Silos, acompañamiento de cruz y cera por las cofradías son recogidas con una aportación superior a la normal.

Y lo más interesante desvelaba que tenía un título de un arco y enterramiento en el monasterio de San Francisco, al que considera que debe estar bien adornado y con un retablo, que debe colocarse lo más pronto posible y con la participación de sus hermanas, disponiendo que se hicieran las imágenes y tallas y obra que a ellas les pareciere. Para ello reservó ya para iniciar este retablo 20.000 maravedíes. 

Se deshizo de unos sarcillos de plata y una imagen para donar con su precio un cáliz y una patena de plata para poder decir misa en el altar y enterramiento.  Con dos de sus sayas (una morada y otra encarnada guarnecida de carmesí) costeó la confección de dos frontales para la capilla; de manteles de tiradizo un alma, una casulla, y faldones y mangones para el altar; las guarniciones del pañol de altar y casulla con un paño que tenía de loanda con seda y red. Fundó una memoria de misas por su alma que dejó como patrona a su hermana Margarita y descendientes.  Se debían decir dos misas rezadas todos los lunes por los frailes de este monasterio colocando sobre su tumba unos cirios por los frailes a los que deba 40 maravedíes por su sustento, y un candelero con dos libras de cirios en el Día de Todos los Santos y Difuntos, y lo que sobrare para las almas del Purgatorio. No quedó solo en la capilla, sino que donó 15.000 maravedíes con el fin de comprar órganos que atendieran el culto divino, y si faltare se sacara de las limosnas. 

Otra memoria estaba ligada con varias misas (en Cuaresma por la Resurrección de San Lázaro (3) y la Encarnación de Nuestra Señora, en la iglesia de Santo Domingo de Silos por su alma y la de sus padres, a la que dejó como patrón su hermano Alonso Gutiérrez de Burgos y sus descendientes sobre una viña en el pago de la Fuente de la Higuera. 

En obras de Caridad empleó 10.000 maravedíes, dos colchones y dos sábanas para los pobres del hospital del Dulce Nombre de Jesús insistiendo que se darán por la necesidad que pasarán y dando cuenta de ello. En la misma línea y nombrando a personas dio dinero para vestir a seis hombres y seis doncellas con saya, sayuelo, calza, caperuza, zapatos y camisas. Como mujer bienhechora, dejó de sus bienes las siguientes cantidades: para la obra y reparo del monasterio de la Santísima Trinidad 3.000 maravedíes y no para otra cosa, para la obra del monasterio de Consolación otros 3.000; para iglesia de Santa Ana tres ducados, para el Hospital e iglesia de La Veracruz 3.000 maravedíes, dos ducados para la obra de las iglesias y ermitas de San Juan, San Bartolomé, Santa María y Santo Domingo y la Coronada dos ducados. 

Como mandas más concretas, deja a su hermana una esclava; la donación de sus atuendos de cama a su sobrina Inés, hija de Alonso; el mato a María del Castillo, su cuñada; 30,000 maravedíes para su sobrino Andrés de Medina como parte de dote; otros a su hermana María y un monjil, 3.000 maravedíes para su sastre Juan de Pareja y el vestido de su hijo, 15. 100 maravedíes para sus hijas y a Santa Cruz de Pareja un vestido. 5.000 maravedíes a los hijos de su hermana Catalina. 

Señalaba sus herederos de sus bienes a sus hermanos Gutiérrez, Lorenzo, Ana, Inés, Catalina o sus descendientes. La fecha del tesamente seis de octubre de 1560. 

Años después, se hizo el contrato del retablo por sus hermanas ante Jusepe de Burgos en 1568, como dice Lázaro Gila no llegó a llevarse a cabo y este retablo manierista hubiera aportado grandes novedades. Se terminó por fin por los hermanos Melchor, Miguel y Nicolás Raxis en 1576 realizaron un retablo dedicado a la Virgen y fue un encargo de las hermanas Ana y Margarita. 

 





CAPILLA DE LOS MONTIJANOS

Ya, en 1573,  se encontraba avanzada la obra del monasterio e iglesia de San Francisco de Alcalá la Real, varias familias colaboraron en el levantamiento. Sobre todo, las capillas, por ejemplo la de la familia de los Peña o Gutierre de Burgos. También la familia de  Bartolomé Lopez Montijano, un labrador y gandero que regentaba tierras por Fuente Államo y las Juntas de Mures, y vecino del barrio de san Francisco, fundó una capilla. Por el testamento de su mujer María de Molina (Hernán Sánchez, Legajo 4671 AHPJ. Fecha de  11 de enero de 1573, Folios 9 y ss, testemnto y codicilo), ante los testigos Pedro López Mejorada cura de Santo Domingo de Silos y Hernando de Moya Arrabal manifestaba que fuera enterrada en la capilla de los Montijanos del convento franciscano. Fue acompañada por beneficiarios y capellanes y cofradías de Santas Ana y Nuestra Señora de la Concepciñon. Pero no nos vamosw detener en ele elenco misas, semjenate al de otros devotos, sino en esta manda:

"Mando de mis bienes se pongan 20.000 maravedíes en depósito en uno de mis albaceas, el qual de ellos haga con la nodad posible un retablo y un frontal de damasco carmesí para la capilla y altar y enterramiento que tene,mos  la carta y sea el retablo de la historia y por el orden que el dicho mi albacea paresciere"..

Lo costeó con 30 fanegas de una haza de sesenta fanegas ne la parte de las Juntas , lindera con las tierras de los frailes de la Cartuja de Granada y marca que se encontraba en la hondonada junto con una casa de cortijo. Como obligación debía decuirse una misa de Pasión de Jesucristo todos los Viernes del año en dicha iglesia. Dejaba como heredero y patrón a su hijo Pedro López Montijano  y, en su ausencia , a su hijo Martín López Montijano, y, en tercer lugar, Felipe de Montijano. 

En esta capilla, se añadía otra  con 20 misas dedicadas a su marido en el Día de Todos los Santos y su Octava, sobre otras veinte fanegas del mismo lugar, alindando con las anteriores, y se inscribía en las tablas del convento.  También se añadía otra dedicada a Nuestra Señora de la concepción, para que luciera una libra de cera en su día. Se cargaba sobre aranzada y media de todos vidueños en Viñas Viejas.

De esta patrona son muy curiosos los detalles de su entorno familiar, Tenía una esclava de nombre con un hiji esclavo de nombre Juan, de diez años, que dejaba en herencia para su hijo tras 10 años de mantenerla en su servicio. Asu hija Quiteria Montijano, dejaba una bodega y su lagar con varias tinajas, lo que nos muestra su comercio vitivinícola y comercio del vino. En un mundo, donde los conflictos se dirimían con las armas, pagó la pena de 20.ooo maravedís a  Maria Fuentes, casada con Francisco Montijano que mató a su hermano Martín, en su hijo Felipe. 
Fundó por un codicilo  una memoria dejando a su hijo Pedro cmo patron, con 20 misas para que se celebrara la memoria de requiem y exequias  en la dicha capilla por su alma.

Como ornamento de la capilla donó una alfombra nueva y otra vieja que " sea para el ornato de la dicha capilla y enterramiento que tiene en San Francisco con más de dos pares de manteles, que tienen tres varas cada uno, la qual se la entregué a dicha mi hija Quiteria Montijano, para que ella la daministre. La cargaba la memoria con ñla bodega mencionada y dos fiestas en el monasterio, dedicadas a la  la Limpia Concepción y al Nacimiento del Señor Jesucristo". Donaba a dem´ñas cuatro libras de cera para la capilla.  

Por las diversas mandas, concluimos que eran hijos suyos y del matrimonio Lorenzo,  Bartolomé López Montijano,  Pedro, Martín, y Francisco Montijano y Quiteria Montijano. 


los demás menesteres". 



LA CAPILLA DEL CRUCFICADO

No siempre estuvo en el mismo lugar. 


 



A mediados del siglo XVI, se levantó el monasterio de San Framcisco en el arrabal de su mismo nombre, y por los años ochenta se iniciaron las obras de la capilla mayor bajo las trazas del arquitecto grandino Ambrosio de Vico y el patronazgo de la familia de los Gamboa y Eraso. 

No sólo fueron importantes las obras del templo, sino también las de su claustro y otras dependencias, que hemos comentado en otras publicaciones. También una referencia especial merecen sus capillas, de las que hemos comentado algunas como la de La Soledad, Descendimiento, Ángeles, Frías, Inmaculada....Viene a colación la  del Crucificado. Según el escribano Alonso Ordoñez en 14 de septiembre de 1590 (LEGAJO 4612, FOLIO 461) , Carlos de Mendoza , vecino de Alcalá la Real manifestaba que por quanto tiene en el monasterio de  San Francisco de esta ciudad una capilla y entierro que le nombran la colateral donde está un crucifijo  de bultom la qual dicha capilla e tenido y poseído, y, de presente, tengo y posseo". Y nos indica la situación que es "a la mano izquierda desde el altar mayor junto  a la capilla mayor ".  Y citaba el concierto que mantuvieron el notario abacial Diego López de Villalobos con el camildo monasterial ( el ministro provincial  fray Pedro de Aspitia de la provincia de Andalucía, fray Antonio de San Francisco, su vicario,  fray Francisco de Velasco, fray Francisco de Buenaventura, fray Francisco de Salamanca, fray Juan de Aguilar, fray Melcho de Bustos, sacerdotes; y los coristas fray Jun de Míres y fray Juan de la Cruz. En dos de diciembre de 1555, ya dispusieron de ella con título, licencia y posesión la familia de Carlos de  Mendoza.

El documento se levantaba por que el regidor don Fernando de Ocón Alarcón cedía el derecho de la capilla por estar casado con doña Juana de Mendoza, sobrina de Carlos de Mendoza, para los sucesores de esta capilla en el uso de enterrmiento. 

CONCLUSIÓN

 Una nueva capilla se localiza en el ala de la Epístola, propiedad de la familia Mendoza, que estaba dedicada al Crucificado desde 1555. Probablemente, ete crucifijo bajó a una iglesia  como la franciscana de Consolación. 



Por otro documento de Francisco Jiménez, en 1611, La capilla del Crucificado era la tercera del ala del Evangelio, se le concedió en su bóveda alta y baja, acabada a todo punto por el convento,  a Licenciado  y cura Diego de la Puerta , su madre  y su hermano el regidor Pedro de Barrionuevo. Aragonés Se encontraba el Crucificado, grande  y de bulto, que no lo podían sacar de la iglesia, y si se sacare, el convento ordenaba que el dispondría como propio suyo; y se obligaba a que tuviera un retablo, reja, altar y todos los demás ornamentos y todos los reparos  a costa de esta familia. El guardián del convento Luis Méndez y su cabildo recibían 185 ducados para la capilla, al mismo tiempo que  manifestaba que la iglesia era la nueva del convento. 














                                   5.-DESCRIPCIÓN DE MADOZ

 

            La plaza albergaba, a finales del siglo XIX, dos casas: una pertenecía a don Juan de  Ortega y era residencia de cuatros jornaleros; por otra parte el propio convento poseía otra, que solía ser usada por algún sirvientes, sacristán o empleado del convento. 

        Pero, con sus datos recogidos de otros archivos, podemos ampliar su descripción. En concreto, Madoz alude a que " fundado en 1828, al oeste de la ciudad, es irregular, con un claustro pequeño y celdas reducidísimas. La iglesia, de tres naves sumamente  pequeñas, con algunas pinturas medianas y portada  de orden dórico, tiene dos coros, y en el bajo, un Apostolado, de mediano mérito, de Giménez y con otros cuadros del mismo autor, que también lo es en el refectorio. En el coro alto, además de otras muchas pinturas, efigies y niños de mediano mérito, se conserva en un relicario de plata, adornado de pedrería y bajo un arca grande, el llamado  Niño del Coro, que está en la mayor veneración tanto dentro como fuera del convento, aunque sean pocas las personas que lo hayan visto; nunca expone al público ni se saca del coro. Para no dar a las monjas d la Encarnación derecho de llevárselo , y esta misma dificultad aumenta la veneración, representa al Niño Jesús  recién nacido , de longitud de dos pulgadas,, pero tan hecho y un colorido tan natural , que difícilmente podría mejorarse; ignoramos la materia de que está formado,, y acerca de su aparición, se cuentan hechos más o menos confirmados con documentos que la comunidad posee.[8] A  principios del siglo XX, se mantiene la casa de la fábrica del convento  y el convento  mantiene su vecindad con el número 91.

MONASTERIO DE SAN FRANCISCO

                              

 

 

Nos dirigimos a este Convento franciscano de los siglos XVI-XVII. Entre los artistas de la obra y su decoración intervinieron: Ambrosio de Vico, Ginés Martínez de Aranda, Miguel de Bolívar, Pedro de Mena, Manuel del Álamo, Melchor Sardo, Nicolás y Miguel de Raxis, Jusepe de Oliva…

En 1840 se desprendieron algunas bóvedas, por lo que el convento se abandonó definitivamente y se clausuró la iglesia, aunque la casa de los venerables o sacristía sirvió de hospedería a los exclaustrados ancianos que careciesen de familia. En estos años fue desamortizado y pasó a propiedad particular. Con los sillares de las ruinas se levantó una plaza de toros en la huerta del antiguo convento, que se mantuvo hasta el año 1936. En la posguerra se desmontó la plaza y los sillares se utilizaron para hacer casas y cercas de solares.


 Descripción:

 

La iglesia estaba conformada en planta por una nave rectangular y una capilla mayor cuadrada, que se cerraba con una bóveda de medio cañón con arcos formeros. Presidía el retablo la Inmaculada Concepción. Poseía tres capillas a cada lado y otra a los pies, bajo el coro. Estaban dedicadas a Nuestra Señora de la Soledad, Crucificado y Santo Entierro, Nuestra Señora de los Ángeles, San Vicente Ferrer, San Antonio, San Diego entre otras…

La portada tenía dos columnas de orden dórico y sobre la cornisa una hornacina con el santo titular, rematándose con una bella espadaña. En cuanto a la casa franciscana hay pocos datos; tan sólo se sabe que los claustros y el patio estaban contiguos a las capillas laterales del evangelio junto con la capilla de enterramiento de Juan Ramírez del Postigo, la cocina y la sala capitula. Las habitaciones daban por la parte  alta con la iglesia de San Sebastián y casas de la familia Frías.

Los restos que quedan en pie son el lateral de la epístola y la capilla mayor lateral, algunas estancias en el subsuelo (como las bóvedas y criptas), la portada principal tabicada (la imagen del santo titular se encuentra en el museo local), la basa de la cruz que presidía el patín y las estancias de la casa de los venerables, que se ha mantenido en pie hasta hace pocos años, cuando se derrumbó el tejado.


 Estado de conservación:

Abandonado y en ruina progresiva, con derrumbe de paramentos y bóvedas, y acumulación de vegetación. 


Con motivo de la desamortización de Mendizabal, el monasterio de San Francisco de la Observancia pasó a manos privadas. Quedaron en pie algunos edificios de vivienda: celdas, refectorio, corredores; templo, sacristía y otras dependencias. Se les adjudicaron a varios vecinos de la ciudad en nueve partes, tres para Vicente García Ibáñez, tres para José Montañés, una para Vicente  García Taheño, y dos para Antonio Arjona. En concreto, el 18 de marzo de 1856 se firmó un contrato de venta de estas dos partes que pasaron al hacendado liberal Juan de la Cruz Sánchez Cañete, persona que había adquirido más posesiones en este proceso desamortizado. Las cláusulas del documento son muy interesantes. Reflejan claramente que la plaza de toros se hallaba inclusa en el exconvento de San Francisco, en concreto por la zona del claustro, cuyos corredores se transformaron en el graderío, y la parte central en el coso.

Hoy, es una calle  a medio camino entre el campo de los arrabales de la Mota. En el siglo XIX, resonarían los cantos de los auroros, cuando cantaban en torno al monasterio de San Francisco de la Observancia, fundado a mediados del siglo XVI y que gozó del patronato de la familia de los Gamboa y Eraso en su capilla principal, y  los Frías, los Peñas, Gutierre de Burgos en las otras capillas. San Francisco, la Inmaculada, la Esperanza , la Soledad, el Santo Entierro eran las  devociones de esta iglesia. La mano de Ambrosio de Vico diseñó su fábrica, que ofrece  los restos de asu presbiterio y de las paredes del claustro. Sus frailes eran muy diestros porfiadores que declamaban sermones en los acontecimientos y festividades más importantes y maestros de la ciudad, donde mantenían escuela secundaria para los hijos de las familias más hacendosas :














El demonio, como es tan travieso, 
cogió una piedra y rompió un farol,
y llegaron los padres francisco,
y lo apedrearon hasta el callejón.
Ángeles, bajad, 
con coronas de lirios y flores
para los devotos que al Rosario van. 
Al principio de la calle vivían los más hacendados y campesinos con tierras, para dar las casas de los pobres  con los callejones de la ermita de San Blas.  

Predominaba el sector primario y, dentro de ellos, los jornaleros:
Francisco Ortiz, y pujarero (1159),
 José Ceballos (1164), que también era pujarero, con tres hijos menores y una hija. 
Francisco González de la Morena (1160), casado con dos hijos menores.
Francisco Relimpios, solo casado  con dos hijos menores y otros dos mayores (1161).
Juan Manuel Relimpio, con dos hijos menores (1165)
Juan Ruiz , casado  ( 1168).
Juan González de la Morena con una hija (1170).
Pedro de Torres con un hijo menor y tres hijas (1176).
Cristóbal de la Rosa, con un hijo menor y dos hijas (1177). 

Pujareros: Andrés de Torres, casados con su mujer y un hijo menor (1156).
Juan Mateo de Frías, con dos hijos de más de 18 años,  que trabajaban de jornaleros, otro menor y dos hijas (1170)
Manuel Hermanándolo García, con dos hijos menores (1171)

En el sector de servicios Juan de Tel, aguador, casado con una hija (1166).
Viudas Magdalena Pérez, viuda, con un hijo de más de 18 años jornalero (1175)

Y Pobres como Isabel del Castillo (1162), con un hijo oficial de zapatería mayor de 18 años y dos hijas.
Juana Berlango (1167) con dos hijas, pobre
Isabel de Navas (1163), sola.


Doncellas
María Monterrubio, soltera, con una hermana, ambas pobres (1173).
María Francisca Rivera Sánchez (1175).

La excepcionalidad fueron los hidalgos. Uno de sangre, y muy resistente al cambio de vivienda. Don Álvaro de Clavijo Valenzuela (57), caballerizo del  rey,  de estado mancebo y de 70 años de edad, con cuatro sirvientes y tres mozas sirvientes.
Otro de oficio, don Domingo Martínez de la Barrosa (1158), teniente de alguacil mayor eclesiástico, de 76 años, viudo,  con una hija viuda  y un hijo menor.
De seguro que si san Francisco se perdiera escucharía por este callejón actual y la rinconada empedrada  en forma de placeta que encierra la sacristía, los pies de la iglesia y el callejón olvidad estos versos
San Francisco se perdió ayer por la tarde,
su hermano glorioso lo salió a buscar,
 se lo encuentran en el Paraiso,
recogiendo las rosas del Santo Rosal. 
Ya se ha caído hasta los restos de la sacristía y entre escombros quedan columnas, y tejas que abren un ángulo de mirador hacia el muro del testero con la huella de Ambrosio de Vico. El resto no es sino un solarín sembrado de huerto y sementaer