Hoy día se encuentran dos capillas dedicadas a San Antonio de Padua en Alcalá la Real. Una en la iglesia de Nuestra Señora de las Angustias; y otra en la iglesia de Nuestra Señora de Consolación. Ambas debieron provenir de conventos franciscanos o templos extinguidos.
La capilla de San Antonio de Padua ya figuraba en los primeros decenios del siglo XVII. Catalina Ordónéz, esposa de Alonso Díaz de Rojas, y hermana del escribano Alonzo Ordóñez. Era natural de Alcalá la Real y vecina de Granada e hizo un testamento ante el notario granadino Martín de Navrrete- en 1620. Aunque ordenaba una manda que fuera enterrada en la iglesia de San Justo y Pastor, su ciudad de origen no la olvidaba si moría en ella. Y quí esta la clave: " mando me entierre en la capilla del Señor San Antonio de Padua en el convento del Señor San Francisco , donde están enterrados mis padres, que es mía y de mis hermanos". Lo que confirma los patronos de esta capilla, propia de la familia Ordóñez y su fundación a finales del siglo XVI.
LA FIESTA DE SAN ANTONIO DE PADUA. SU PRIMERA HERMANDAD. ANTES DE LA FERIA DE JUNIO.
LA HERMANDAD DE SAN ANTONIO DE PADUA
San Antonio bendito de Padua,
que en Padua naciste,
en Portugal te criaste,
en donde Jesucristo predicó,
predicaste,
Beato Antonio, beato Antonio,
lo perdido sea hallado,
lo olvidado acordado,
lo extraviado acercado.
San Antonio bendito, flor del desierto,
concédeme lo que te pido presto.
Divino Antonio precioso,
suplícale al Dios inmenso
que por tu gracia divina
alumbre mi entendimiento.
Para que mi lengua
refiera el milagro
que en el huerto obraste
de edad de ocho años.
Desde niño fue nacido
con mucho temor de Dios,
de sus padres estimado
y del mundo, admiración.
Fue caritativo
y perseguidor
del mal enemigo
con mucho rigor.
Su padre era un caballero
cristiano, honrado y prudente,
que mantenía su casa
con el sudor de su frente,
y tenía un huerto
en donde cogía
cosecha su fruta
que el tiempo traía.
Por la mañana, un domingo
como siempre acostumbraba,
se marchó su padre a misa
cosa que nunca olvidaba.
Le dijo: Antonio,
ven aquí, hijo amado,
escucha, que tengo
que darte un recado:
mientras yo estoy en misa
gran cuidado has de tener,
mira que los gorriones
todo lo echan a perder:
entran en el huerto,
comen el sembrado,
por eso te aconsejo
que tengas cuidado.
Se marchó su padre a misa,
a la iglesia se ausentó.
y a los pájaros llamó:
venid, pajaritos,
dejad el sembrado,
que mi padre ha dicho
que tenga cuidado.
y para poder cumplir
voy a encerraros a todos
en esta habitación.
A los pajaritos
entrar les mandaba,
y ellos muy humildes
en el cuarto entraban.
Por aquella cercanía,
ni un pájaro quedó,
porque todos acudieron
como Antonio les mandó.
Lleno de alegría
San Antonio estaba,
y los pajaritos
alegres cantaban.
Viendo venir a su padre
los mandó a todos callar;
llegó su padre a la puerta
y comenzó a preguntar:
-Dime, Antoñito
El hijo le contestó:
-Padre, no tengas cuidado
que para que no hagan nada l
todos los tengo encerrados.
El padre que vio
milagro tan grande
al señor Obispo
trató de avisarle.
Acudió el señor Obispo
con grande acompañamiento,
todos quedaron confusos
al ver tan grande portento.
Abrieron las ventanas,
Lass puertas al par,
por ver si las aves
se querían marchar.
Antonio les dijo a todos:
-Señores, nadie se agravie,
los pájaros no se marchan
a menos que yo no lo mande.
Se puso en la puerta
y les dijo así:
-¡Vaya, pajaritos,
ya podéis salir!
Salgan cigüeñas con orden,
gurripatos y andarríos, ,
salan tórtolas y ruiseñores.
Salgan gavilanes y avutardas,
lechuzas y, mochuelos.
Al instante que salieron
todos juntitos se ponen
escuchando a San Antonio
para ver lo que dispone.
Antonio les dijo:
no entréis al sembrado,
marcharos por montes,
por riscos y prados.
Al tiempo de alzar el vuelo
marchan con gran alegría,
despidiéndose de Antonio
y toda su compañía.
El señor Obispo
al ver tal milagro,
por diversas partes
mandó publicarlo.
Cuerpo de grandiosidades,
fuente de caridad,
depósito de bondades,
padre de inmensa piedad.
Antonio divino,
por tu intercesión
todos merezcamos
tu divina bendición.
En Cádiz ( otros en Sevilla) hay una mujer viuda con una hija.
Joven, de buen parecer; quince años tenía Rita.
Devota del santo era aquella joven,
lo lleva en su pecho como corresponde.
Lo tenía en su dormitorio, en una urnia metido,
le pedía a san Antonio: ―Concededme lo que os pido.
Quiere mi mamá que por el dinero
manche yo mi honor Quiere comerciar conmigo y mi cuerpo―.
Y en esto entró la madre: ―Dime qué has pensado, Rita.
que etamos pasando hambres, siendo tú tan rebonita.
Rita contestó llorando: ―Tú eres una mala madre,
que quieres vender mi cuerpo para comerciar mi sangre.
-Hay un caballero que me quiere dar bastante dinero por tu homestidad.
Tú quieres que yo, que por el dinero,
manche yo mi honor― y entró el caballero.
La madre cierra la puerta, sóla quedaron los dos
y el caballero le dice: ―Yo no he de manchar tu honor,
p
―Yo me enteré que tu madre quería vender tu honor;
yo pasaba por esta calle, solo por comprarlo yo,
y yo entré en tu casa y sobre seguro
le entregué a tu madre cuatrocientos duros.
―Me vendió como una esclava, conmigo podéis contar
pero sacadme de casa, de al lado de mi mamá.
Pues si sois soltero, os podréis casar,
solo san Antonio el premio os dará.
―Yo no me puedo casar―. El caballero contesta.
―Si a monja queréis entrar yo hablaré con la abadesa.
Os pagaré el dote, será lo mejor;
sólo san Antonio es tu defensor―.
Dice Rita: ―¿de qué forma saldré con vos en compaña?
―te haré una paloma y saldrás por la ventana―.
Llegan al convento, saltaron las tapias
y al caer adentro el santo los ampara.
Dice: ―¡Levanta, mujer!, que ya estás en salvación,
yo soy aquel de tu urna, quel que a tí te libró―.
Se hincó de rodillas, le pidió perdón;
monja de san Antonio y allí se quedó.
Más la madre cuando vio que no salía el caballero,
llegó la noche y abrió la puerta del aposento,
llegó al bofete y había una carta.
De que la suspende, en vilo la arrastra.
Le dice a la desdichada:- no tienes perdón de Dios,
tu hija ya está salvada pero ahora te devoro yo”.
Se le lió al cuello y la quebrantó,
ese fue el milagro que este santo obró.
San Antonio ha sido amparo de devotos,
que con la fe le han pedido.
Venid pronto y amparadme.
Sobre la imagen de San Antonio, ver estos datos.
Talla en madera policromada.
San Antonio de Padua con el Niño Jesús desnudo, recogiendo el episodio que relata la aparición.
La figura de san Antonio, sin apenas movimiento, tiene gesto sereno, con cabeza inclinada, túnica con pocos pliegues y capa corta que, según Martín González, envuelve como marco al Niño y define una silueta de composición cerrada. La figura del Niño en comunicación con el humilde fraile franciscano que tanta devoción despertó, esta dispuesta sobre un blanco manto.
La lucidez intelectual, el preciosismo técnico y la sencillez extrema destacan en este grácil trabajo postrero, de gran verismo y espiritualidad.
El cuidado acabado, de refinada sensibilidad pictórica, se revela en las delicadas carnaciones al pulimento y detalles como la disposición de las rayas del hábito, en contrapunto con la blancura del paño.
Alonso Cano aprovechó la importante aportación cortesana y andaluza de su tiempo en las tres artes que estudió y contribuyó a la creación de tipos, como bien ha resaltado Gómez Moreno.
Observaciones: Encargado por Alonso Antonio de San Martín siendo abad de Alcalá la Real. El nombre del abad de Jaén consta en una inscripción en la peana junto con el del artista que añade su condición de racionero y su vecindad granadina.
Nombre: San Antonio de Padua
Objeto: Escultura
Autor: Alonso Cano
Fecha: Siglo XVII. 1666-1667
Ubicación: Iglesia de San Nicolás (Ciudad de Murcia).
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