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miércoles, 4 de mayo de 2022

EL RASTRO DEL ARRABAL DE LA MOTA.

 

 

 

EL RASTRO

 Al otro lado de la muralla del  Arrabal Viejo, estaba el Rastro, lugar destinado para vender la carne al por mayor. Desde allí se edificó una calle en 1576 hasta el Matadero y desde este se dirigía otra  a la Puerta Nueva. Además, otra calle, en forma de anillo y foso, iba  desde la puerta de Martín Ruiz hasta la de Santiago  y continuaba  pasando por el Rastro.


MATADERO



 

Cerca se encontraba el matadero. Este se realizó, en los primeros decenios del siglo XVI, la mayor obra en 1556. Todavía quedan sus cimientos y caja de estanque en una de las fincas de olivar del arrabal. Se componía de un corral cercado, donde en un gran patio se recogían los ganados, provenientes del Corral del Concejo, situado a las laderas de los Llanos, para sacrificarlos antes de ir a la carnicería, patio al que se accedía por un portón o portada, y se encontraba con algunas galerías de arcos para protegerse de la intemperie, empedrado y con un pozo en su interior junto con casa de encargado.

LA PUERTA Y ARCOS DEL RASTRO

 Al Rastro se llegaba también desde  el arrabal de san Bartolomé por un camino empedrado y desde el Arrabal Viejo por una puerta, llamada del Rastro, y que se componía de varios arcos restaurados en 1556 en forma de portales para guardar el ganado. Esta puerta, junto a la torre del Pico y la muralla del Rastro, no se conserva, salvo un arranque recientemente descubierto en las excavaciones  recientes,  comunicaba, a través de las calles de la descendida y la del Matadero, con el Rastro, el matadero, la Puerta Nueva y con la alhóndiga.

El recinto del rastro se mantuvo hasta el siglo  XVII, como lonja de ganado, COMPUESTO POR ESTA PUERTA Y UNA SERIE DE ARCOS DE ALOJAR EL GANADO. Una de sus obras más importantes se remató en 1621. (AHPJ, Legajo 4716, folio 33, 9 de febrero) en  el albañil Marcos Ruiz Cortecero. Se le entregó la planta  y diseño para que se realizara conforme a la orden, condiciones  y el dibujo del proyecto, y valorado en 3.900 reales. Consistía en la obra del rastro según la forma y orden del proyecto entregado para Pascua de este año del contrato, avalado por Juan Pérez de Castilla. Le entregaban mil reales al inicio de la obra; otros mil cuando terminaran los arcos y los otros 1.900 al finalizar y acabar la obra a toda perfección a vista de los maestros de la obra.   El avalador, que era el cantero Juan Pérez de Castilla, se obligaba a sacar y traer la cal y  la piedra de la cantera a catorce reales cada una de las varas; y la de los bolsores de los arcos, es decir cada una de las dovelas, a dos reales y cuarto.  Y, por cada vara de cahiz de  la cal, cobraba 18 maravedíes y cuarto sacado de la cantera y  11 reales y  medio  el cahiz  puesto en el rastro. (mismo legajo folio 34); a esto se añadía un mozo  y su mula que transportaban la cal y piedra por ocho reales y media cada día de jornada.

LA ALHÓNDIGA



En la alhóndiga, se comercializaba el trigo, el vino y el aceite, una especie de lonja muy famosa y necesaria, que se instituyó en tiempos de Felipe II para controlar el precio y el abastecimiento de los principales alimentos. Era uno de los muros menos consistentes de la ciudad, porque tuvo que ser reconstruido en 1591, y además fue el sitio por el que conquistó la fortaleza en su primer momento. Si nos remontáramos al  final de la época musulmana y a los primeros años de la conquista, por este lugar de la muralla, que  tenía poca altura, se introdujeron las tropas de Alfonso XI hasta llegar a la torre de la Cárcel el 20 de diciembre del año 1340  e inició la conquista de Alcalá de Aben Zayde, según el  manuscrito de don Antonio López de Gamboa,

 

SIGLO XVIII. CASI UN TERRENO DE PROPIOS

 

En el siglo XVIII,  se producen dos  acontecimientos muy  significativos en el municipio  alcalaíno: por  un lado, se completa  la  ruralización de una  importante  parte de la población  de la ciudad de Alcalá la Real estableciéndose en los partidos  la nueva  ciudad de Alcalá la Real gracias a la ampliación  y  continuidad de los repartimientos reales  entre  las  clases más populares, y , por otra parte, prácticamente  la mayor parte de la población se extendió por completo entre los dos cerros, el de la Mota y los Llanos, donde se formó un rectángulo, atravesado por el Llanillo y la  calle Real, a las que convergen `perpendicular y paralelamente una serie de calles cardinales y decumanas A consecuencia de todos estos movimientos, los antiguos solares abandonados-convertidos en  tierras de labor- comienzan a subastarse   y ser colonizados por nuevos labriegos siguiendo la línea de repartimiento establecida por Carlos III para favorecer a la agricultura  entre las clases menos privilegiadas En , en 1785, ya  aparece en el recudimiento de propios  una suerte pequeña referida a los terrenos en torno al Matadero Viejo, quedando el resto de solares  abandonados en propiedad de  la iglesia o de  particulares, porque  hasta 1823  tan sólo  se reparte este lugar entre los vecinos como bien municipal  de propios .

 

 

A continuación, ya avanzado el siglo XIX,  le seguirán  los de la Peña Horadada, el  arrabal de San Sebastián, el de San Bartolomé, Santo Domingo y algunos huertos del Arrabal Nuevo. Sería muy extenso clasificar todos estos nuevos terrenos convertidos en suerte de labor en manos de sus respectivos particulares, pero  ejemplos de su nuevo panorama rural frente al anterior espacio urbano. En 1771, el administrador de la absentista Baltasara de Sotomayor incluía entre sus numerosas propiedades y bienes inmuebles, dos fanegas en Barrero, cinco fanegas en el Prado de San Sebastián, una fanega en el Rastro, otro celemín en el mismo sitio, otro en la Placeta que llaman de San Juan “que antes fue solar”.  Curiosamente, este terreno se encontraba dentro de la fortaleza, como propiedad del ayuntamiento, y, por este año, ya se lo había hecho propio, porque en 18 de diciembre de 1652, se le dio licencia “ para el adarvillo de la Puerta Nueva, que lindaba con Pedro de Medina, siempre por 20 años y  reservando la propiedad municipal.. Baltasar Serrano de Pineda, cinco fanegas en Peña Horadada y una en Carrera de San Bartolomé.

               

            A consecuencia de todos estos movimientos, los antiguos solares abandonados-convertidos en  tierras de labor- comienzan a subastarse   y ser colonizados por nuevos labriegos siguiendo la línea de repartimiento establecida por Carlos III para favorecer a la agricultura  entre las clases menos privilegiadas. .En 1785, ya  aparece en el recudimiento de propios  una suerte pequeña referida a los terrenos en torno al Matadero Viejo, quedando el resto de solares  abandonados en propiedad de  la iglesia o de  particulares, porque  hasta 1823  tan sólo  se reparte este lugar entre los vecinos como bien municipal  de propios . A continuación, ya avanzado el siglo XIX,  le seguirán  los de la Peña Horadada, el  arrabal de San Sebastián, el de San Bartolomé, Santo Domingo y algunos huertos del Arrabal Nuevo. Sería muy extenso clasificar todos estos nuevos terrenos convertidos en suerte de labor en manos de sus respectivos particulares, pero  ejemplos de su nuevo panorama rural frente al anterior espacio urbano. En 1771, el administrador de la absentista Baltasara de Sotomayor incluía entre sus numerosas propiedades y bienes inmuebles, dos fanegas en Barrero,  cinco fanegas en el Prado de San Sebastián, una fanega en el Rastro,  otro celemín en el mismo sitio, otro en la Placeta que llaman de San Juan “que antes fue solar”[1] Curiosamente, este terreno se encontraba dentro de la fortaleza, como propiedad del ayuntamiento,  y, por este año,  ya se lo había hecho propio, porque en 18 de diciembre de 1652, se le dio licencia” para el adarmillo de la Puerta Nueva, que lindaba con Pedro de Medina, siempre por 20 años y  reservando la propiedad municipal.. Baltasar Serrano de Pineda, cinco fanegas en Peña horadada y una en Carrera de San Bartolomé”. En el siglo XIX,  su despoblamiento se produjo de un modo más intenso.  Pues, partiendo de  la base documental de  distintos padrones municipales., a partir  de 1822, podemos resumir la situación del barrio de Santo Domingo y alrededores  con los siguientes datos:

-Con motivo del nombramiento de alcaldes de barrio, “ que celen y cuiden de los respectivos partidos que se les asignen”, esta zona se comprendía dentro del distrito cuarto y se componía de las calles siguientes:. San Blas, La Caba, Escalerillas, Pozuelo, Mazuelos, Mesones, Trinidad,  además de Luque, Llana, Rosario y Medrano[2]. En 1832, podemos constatar el número de viviendas y la desaparición de la calle Mesones: San Blas ( 7 casas), Santo Domingo(4 casas), Caba con   7 casas y Mazuelos. Unos años después, en 1841, la despoblación es total: San Blas, con un vecino; 8 casas por encima de San Blas, una por encima de iglesia de iglesia de Santo Domingo: una Casa por encima de Santo Domingo, Cava con  16 vecinos, 4 en Calle Mazuelos y 8 en Hondiguilla. Prácticamente, en los barrios colindantes ya no existe población;  y los edificios públicos y religiosos  son “un montón de ruinas cuyos materiales fueron vendidos  hace pocos años y transportados a la población”[3].

 

 

 

 

 

 

 

 


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