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sábado, 19 de agosto de 2017

SEGUNDO y ÚLTIMO CAPÍTULO DE LA SAL


Casilla de la  Sal en las  Salinas de Filique
Se encontraban  en el cabildo tratando sobre el asunto de la  sal. Y todos querían apuntar argumentos sobre el repartimiento del impuesto de la sal. Fue Gamboa  el que abrió fuego y dijo:
-Ya sucedió lo que se esperaba. Hubo una cabeza de turco. El primer responsable. Pues como se negaba  la gente a comprar sal y pagar esas nuevas  imposiciones que reclamaba el rey,  pagó  con sus huesos en la cárcel el ejecutor de Pantoja. No  había manera de hacer frente a los que nos reclamaba el rey.
-Claro, y los Tercios de Flandes esperando fondos.
-Y qué culpa tiene el  pobre ejecutor para estar la cárcel. Quien debería estar encerrado en la cárcel es el mismísimo Pedro Gómez.
-Y los que lo apoyan con los disturbios-espetó Utrilla. 
- Pues evidentemente, por sediciosos con esta república.
-Sí en contra de la ciudad, su cabildo, sus privilegios...
-Por haber levantado a los que quieren escribir al Rey.
-¡Cómo si no tuviera calentamientos de cabeza!
-Le apoyo-dice y corta el corregidor.
-Además, palabra que sale del cabildo, acuerdo de la ciudad ..
-sÍ ...pero ... por orden de usía, , y sin que tenga que ver con la sal, sienta mal a los vecinos, los pone a rabiar,  ye incita a la desobediencia
-Pues, en palabras claras y rotundas, señor escribano, escriba. Por orden mía  ordeno que se castigue ejemplarmente a Pedro Gómez y sus secuaces.
-Pero, si en parte tiene razón el pueblo. La sal es más barata con nuestros tolderos. Y este conflicto no es ajeno.-corrige Góngora.
Se levanta el regidor más antiguo y da su voto refrendado por todos los presentes. Lo hace solemnemente con estas palabras:
-. Pues que se nos aclare  con un auto judicial,  y el abogado Pedro Muñoz de los Diez tome las riendas del asunto, sí incluso querellándose con el comisario Pantoja. Que vaya a la Chancillería.

-………
Se marchan todos los presentes al cabildo. Mientras el  escribano no hacía sino darle vueltas a la cabeza sobre la labor de Manuel de Pantoja y su ejecutor. Le vino a cuenta  las relaciones que este último año había tenido  en el conflicto con los comerciantes extranjeros por el 1622, cuando se quejaba ante el rey que lo había dejado al descubierto  al lamentarse sobre la anulación de su autoridad para el pago del almojarifazgo  en los tiempos de la guerra comercial con los barcos extranjeros. Había sido la ruina de Castilla, pues se empleó para vengarse contra los extranjeros enemigos de la patria,  pero afectó al desabastecimiento de las ciudades y al impago de muchos ingresos por el impuesto. Aquello correspondía a las luchas intestinas entre el rey  y su Gobernador, el capitán general del Mar Océano,  el duque de Medina Sidonia. Este pleito no era sino  una   nueva batalla, una escaramuza, entre la Corona y la ciudad. Por una parte, los que se aliaban con  su proyecto bélico y, por otra parte,  los que querían vivir en paz  recogiendo los frutos de sus tierras. Pero, aunque lo dejó con  la casa puesta, no lo dejó sin méritos pues en 1626 le agració con el título de la  caballero calatravo. Y l o elevó a corregidor de la ciudad Salamanca en 1628. 
El escribano dejó de darle vueltas  al pasado del  eyector Pantoja.  Acabó el
escrito de apelar a la Chancillería. Y buscó unos cosarios que lo trasladaran a Granada.
Pero, tres días después,  esta vez quien quiso intervenir en el asunto es el corregidor, trajo una Comunicación de la Chancillería de Granada  y se convocó  a los regidores y jurados. El escribano  y , a la orden del corregidor, leyó la provisión real emanada de la Audiencia de Granada.  La resumió e el secretario de esta manera:
-Lo que se nos pide está muy claro. Se impide a los vecinos dar largas y a prolongar  el pleito del cupo de la sal. Ordena que se detuviera a Pedro Gómez  y a los vecinos levantiscos. También deja una puerta abierta a las negociaciones.
Enviaron a regidor Luis Mendez de Sotomayor y el abogado de la ciudad , para que se le dieran poderes para  acudir a  Cádiz y Écija y a Sevilla con el fin de entrevistarse con Manuel Pantoja. Se le pagó al alcalde mayor a un tal Diego Álvarez  250 reales, porque se limpiaron todas las pozas de la sal  a instancias y orden del corregidor. Se impidió que se hicieran   ventas hasta que se trajera la orden Manuel Pantoja. Se leyeron las cuentas de los libros, donde aparecía un precio de la sal a 25 reales la fanega y  4 el celemín.
El corregidor no quería  confundir a la ciudad. Una cosa era el pleito de la sal, y otra el acto violento de Pedro Gómez. Por eso,  de nuevo  envió a la Chancillería al síndico Juan Sánchez para dwefenderse.
            En el mes de junio el corregidor andaba inquieto por la visita de un nuevo  ejecutor, que no cejaba de exigir el impuesto del cupo de la sal  para poder pagarlos al rey. Este  cumplía órdenes reales, exigía  la cobranza a los vecinos. Se había informado de  que se habían sacado muchas  partidas clandestinas. Incluso exigía que debían responder  a la imposición de  16 reales la fanega. Puso  bandos y edictos para que los vecinos pagasen  las cantidades  que  les había correspondido. 
Salinas de Filique. Grabado de Baldi. Finales del siglo XVII.
Entretanto, el toldero miraba a otro lado del cielo. No era en modo alguno tonto Pedro Gómez, pues se asesoró de buenos abogados y respondió al corregidor que el no tenía facultad para cobrar los 16 reales en este acoplamiento de la sal, ya que no tenía facultad para cobrarlos a los vecinos  y, por lo tanto, no se debía nada a la Corona. Y estalló el conflicto. Otra vez. Los regidores se enfrentaron al ejecutor y apelaron de nuevo  a la Chancillería. Otra vez se siguió enredando el ovillo de la madeja…
-No te metas en pleitos, que sales malparado…-comentaban entre sí los regidores entre sí,  mientras el toldero Gómez se frotaba las manos y las introducía en el bolsillo, donde resonaba el cobre de los maravedíes.  




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