Antes de que, en el reinado de los Reyes Católicos, estos permitieran bajarse al llano a los vecinos de
Alcalá la Real, se llamaba esta parte del pueblo la Selva de Madroñal, por
estar cubierta de robles y de madroños. Más tarde, se llamó Cerro de los
Palacios, donde se levantaban las Torres Bermejas ( nombre que se mantuvo durante muchos años). No es de
extrañar el Corral del Concejo, la
Corredera y el Tiro de Barra aludan a un tiempo en el que se mantenían
las prácticas caballerescas de un pasado de frontera. Luego,
en el siglo XVI, se levantó un Vía Crucis-Cruz estacional y oratorio-, y este
barrio o arrabal se denominó del Calvario o Cruces.
A finales del
siglo XVIII, se abandonaron muchos barrios cercanos a la Mota, trasladaron
muchos edificios públicos a la nueva ciudad en torno a la calle Real y Rosario. Los conventos y las nuevas
iglesias formaron nuevos barrios: la
Veracruz y Consolación y Llanillo. El
perímetro de la ciudad se fue cerrando por los aledaños del cerro de los Llanos, delimitándose con el
Corral del Concejo, el pilar de Mari
Ramos ( hoy desparecido, cercano al Pilar de las Tórtolas) y la cruz de los
Moros, los cuales comienzan a ser nuevos testigos de la nueva ciudad,
abriéndose la calle Nueva. Cuando en 1680 los regidores se dan cuenta de la
necesidad de trasladar la cárcel pública de la Mota a la Tejuela, la situación
era más que lamentable en la fortaleza de la Mota: “ no había quedado en ella más de tres cassas y que las abitan dos
caballeros viudos y un lego capellán y la cárcel y estaba amenazando todo la
ruina”.
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