NOCHE
ALCALÁINA. UNA OPORTUNIDAD EN LA NOCHE BLANCA.
Siempre que se emprende una ruta
nocturna o una visita guiada por las calles alcalaínas, me viene a a la mente
aquel famoso versos virgiliano de su famosa obra de la Eneida "ibant obscuri
sola sub nocte per umbram". Dejo atrás el comentario estilístico de este
ejemplo de magistral hipálage, en la que Virgilio y la Sibila textualmente se
presentan como oscuros, en la negritud de la noche, envueltos en la ausencia de
la luz solar y , sin embargo como contraste, la noche se determina con el
adjetivo de solitaria. No es un confusión intencionada del poeta de
Mantua, sino que, a la hora de la interpretación correcta, los que marchaba
solitarios eran aquella pareja que baja al mundo de los infiernos, y la sombra
era prolongada y oscura.
Hace sesenta o setenta años, las
calles de la ciudad de la Mota
no ofrecían a la entrada de la noche este impacto al paseante nocturno. Los
vecinos sentados en las sillas de enea, formando grandes corros,
intercambiaban noticias de la tribu como diría el famoso pedagogo Marina,
conversaban bajo la luz de la luna y despedían la noche envueltos en la
luz de las estrellas. La noche significaba encuentro y amistad tras la labor
ardua del campo. Ahora las nuevas tecnologías y los encierran a las
familias en sus casas y se invaden de la soledad o de la manipulación
televisiva o de internet. Una nueva sociedad de servicios arañó la primacía y
protagonismo del campo. Por eso ese deseo de muchos grupos y personas por
palpar la noche, y evadirse de lo cotidiano, reencontrarse con la intimidad y
con la familiaridad colectiva. Son muchas las asociaciones que promueven este
tipo de actividades. Las hay para contemplar la lluvia de las estrellas,
imitando a los griegos con las lágrimas de las Perseidas; otros se juntan para
rememorar la marcha nocturna de un acontecimiento histórico como el
asentamiento de las tropas alfonsinas en los reales de la Fuente del Rey; simplemente
quienes quieren percibir el canto y graznido de las aves; abundan
los ruteros que recorren senderos por donde pasaron los Niños de la Noche o Cencerro,
incluso, los antiguos monfíes. Los motivos son diferentes, adaptados y
apropiados a cada grupo o persona.
Recorrer los barrios antiguos y
altos de la capital de la
Sierra Sur atrae a cualquier amante de la noche. Subir por
entre las veredas de los ganados de antaño a lo largo del Cerro de la Luna y contemplar la
ciudad que se dirige a Granada es un atractivo único y variopinto en el
atardecer. Subir por la calle Utrilla, pasar por la Cruz de los Moros o de la Caserías de las Valencia
y, por el camino de los molinos de la
Ribera , dirigirse a los Llanos te invita a sumirte en la
leyenda de la Mina
y contemplar ante tu presencia en el frente la Carrera de los Caballos y
el bosque que ocupa el Arrabal Viejo de Santo Domingo.
Si al llegar a la actual Verónica
, te adentras a la calle de su mismo nombre y al barrio del Calvario, cada cruz
es un beso de ensueño y una leyenda de un barrio de los años treinta del siglo
pasado, donde la pobreza y la emigración dejaron su señal convertida en la
belleza del paisaje urbano. Detenerse en este paraje es compartir
la vivencia de aquel corregidor que encontró la figura de la Muerte cuando trataba de
abrazar a su amante. Desde allí el damero de la ciudad se intensifica con la
luminaria nocturna, pareciendo el recinto histórico un campamento romano
solamente roto por las calles de origen pecuario.
Recorrer la Corredera , junto al
antiguo Tiro de la Barra ,
hasta llegar al Pilar de las Tórtolas es envolverse en la artesanía de la
tejedora Mari Rosa y en el rincón la Cruz del Ecce-Homo. La noche incita subir
la calle Real, descubriendo la falsedad del pasadizo leyenda de la Mora y contrastando las
casas hidalgas de piedra de cantería con el caserón de la casa del Pecado hasta
llegar al Arrabal Nuevo. Allí. me vienen aquellos versos del poeta
Valente. Oscuros/ en
la desierta noche por la sombra,/habíamos llegado hasta el umbral./La mujer era
un haz de súbitas serpientes/que arrebataba el dios. El entorno del Centro
de Reptiles y el parque del Arrabal viejo parece cuadrado a
estos versos .Oh virgen, dime dónde/está el corazón del anegado bosque/el
muérdago./ Hasta llegar al Anillo de la ciudad fortificada de
la Mota y las Entrepuertas son vestigios y huellas de un ayer, de una
sociedad que se nos fue envuelta entre leyendas de fantasmas, duendes, y
cernícalos. Por eso. Volaron las
palomas/a la rama dorada./Habíamos llegado hasta el umbral/(de mares
calcinados, del infinito ciclo/de la destrucción)./Aquí desnudo estoy,/ante el
espasmo poderoso del dios./ Y en el Anillo recorrimos la muralla del Trabuquete
contemplando las plazas alta y baja, las casas de los caballeros, el barrio
militar mientras en el horizonte nos besaba la Abuela con ósculo de
fuegos artificiales en el horizonte de la
noche de verano, palmeras de color nos acariciaban en
el firmamento , bengalas y tracas sin sonido espantaban a la Osa Menor. Al llegar a
la muralla del norte, la
Mata y la
Acamuña se vistieron de luto por el amigo perdido. En la
muralla del Aire contemplamos el antiguo recinto ,
las caballerías y bajamos como decía el poeta . " Aquí está el límite./Ya nunca,/oscuros por la sombra bajo
la noche sola,/podríamos volver./Pero no cedas, baja/al antro donde/se envuelve
en sombras la verdad./Era el barrio troglodita del Bahondillo, junto a la Puerta Nueva , un
sacromonte que no distingue la visión normal de la Mota , no hay torres, ni la
silueta de siempre, se encuentra uno en la profundidad de lo eterno.
Tan
sólo si sigues por el final del Anillo te espera el duende y la casa de las
primeras dominicas. Allí te invita el poeta a "Y bebe,/de bruces, como animal herido,/ bebe su tiniebla,/al fin”
Cerrarás
el círculo con el Gabán y el mirador de Pedro Martír de Anglería Alcalá Regale,
super nubes erectum et in conspectu regni Granatae. Qué más se puede pedir en
la noche alcaláina. Llegan los festivales en la noche Y LA NOCHE BLANCA..
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