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jueves, 18 de agosto de 2016

SIGLO XVII. COMIENZA SU ABANDONO DEL RASTRO



  












A  partir de principios de siglo XVII, en la ciudad fortificada de la Mota y sus barrios anexos, se observa un descenso poblacional  muy significativo  que se registra en los padrones, censos  y  diversas listas de reclutamiento o  de  imposiciones., Como consecuencia de esto, teniendo como precedente que, a finales del siglo XVI,  ya se inició también el paulatino abandono del Arrabal Viejo, todo este  proceso de declive de estos barrios  se culminó  a finales del  siglo  XVIII.
.           De ello se hacen eco los   miembros del cabildo municipal de 25 de noviembre de 1586. Pues, se abre un informe para abrir una carnicería en el Llanillo, aludiendo que la ciudad tiene 3.500 vecinos, gran trato y comercio  y,  por ello,  se debía dar ventaja a los de abajo, pues no subían el ganado al matadero. Pronto surgió el debate perenne entre el mantenimiento de  la ciudad  fortificada y el progreso de la nueva ciudad a las faldas de los dos  cerros.
Varios momentos marcaron los hitos históricos de la destrucción de la Mota y su Arrabal Viejo y Nuevo. El primer aviso correspondió a la ruina  de la parte meridional de la Plaza Alta en el año 1581, lo que supuso la pérdida de su acceso por la calle del  Cañuto  y el Gabán, así como la destrucción de dos calles adosadas a la roca del barrio de Santo Domingo A largo de  los años siguientes, son continuas los acuerdos y sesiones de cabildo referentes a la reconstrucción del Gabán.

El segundo aviso, posterior a la  anterior caída del Gabán, se constata en las continuas peticiones a la  Corona para que prorrogasen la concesión de  parte de las penas de cámara con el fin de restaurar las murallas de este entorno. Claro testimonio es este acuerdo de 1605:
“La ciudad trató sobre el reparo de las torres  e murallas de esta ciudad, por ser frontera de costa y reino de Granada y tan cercana a la mar, y una de las mayores  que hay en los reinos, por lo que Su Majestad y los señores Reyes, sus antecesores, han tenido particular cuydado de mandar que las fortalezas, torres y murallas della reedificarlas y se reparen siempre como conviene, y, para ello, han hecho  merced a esta ciudad  siempre  de las penas de  su Real Cámara, mediante la qual  su merced   están y, más  reparadas que otras de otras ciudades , y ahora por las muchas aguas y tempestades  de los años pasados , y, por aver faltado el continuo reparo que se iva aciendo en ellas,  ay gran necesidad  de que esto lo vaya adelante, porque estaban aportilladas algunas murallas , y otras son las murallas  que amenazan ruyna por falta de cimientos  como son  las murallas  que caen abajo del  Rastro, y las que continúan  con la Puerta Nueva, que también se an desmantelado, y , cada día será mayor la ryuina , y ni más ni menos, las murallas que están desasidas de la Puerta de la Plaza, por todo lo qual  y por cumplir (…) se pide a S.M. prorrogar   la merced de las penas de cámara y se acomete al alcalde don Antonio López de Gamboa”[1].  
Otros nuevos  momentos importantes significaron y marcaron el hito de la historia destructiva de esta muralla  Aunque es verdad que el primer momento correspondió al año 1581, lo que supuso la pérdida de su acceso por la calle del  Cañuto  y el Gabán, así como la destrucción de dos calles adosadas a la roca. A continuación, le siguió, en 1621,  la caída de una gran parte del lienzo de barbacana, que cerraba  la fortaleza, relacionada con las murallas y el Gabán. En 1622, algo parecido le sucedía al arco de la puerta  Nueva, a  la Puerta de Martín Ruiz y al lienzo de muralla, que limitaba con la ermita de San Blas y las casas de Francisco Ramírez, que fueron reparadas, lo mismo que la Casa de la Justicia y la Audiencia que se celebraba en los soportales  bajo los corredores. Además, el abandono de los edificios públicos y religiosos ahondó la herida del abandono de estos barrios.
            Dos flancos van  a producir  el deterioro del barrio: las calles colindantes con la muralla del Gabán y las Carnicerías, y, por otra parte, el flanco de muralla que daba al Rastro y lindaba con la calle Cava. 
            Son frecuentes los arreglos de la muralla a principios del siglo XVII. En concreto, por la zona de la Puerta de Martín Ruiz, se produjo un gran deterioro, que condujo a tomar  una serie de medidas a los regidores del momento, que estaban muy acuciados con le crítica economía de aquellos años y hubo que echar mano a las rentas de los labradores de los cortijos de propios. Asís se recogían, en un legajo de la subasta del reparo de las murallas,  las  obras  programada EL RASTRO  (consistentes en  traer cincuenta perpiaños   y poner cal y arena y puntales y las cajas  para la dicha muralla)  y su correspondiente subasta:
 
“Estando en el Llanillo  de esta ciudad  a altas boçes pregonó  que quien  quisiere hacer postura  en una caxa  que había de hacer en la muralla de la Puerta de Martín Ruiz, de seis baras de largo, y seis de alto, que parese  de parte a parte de la dicha muralla, dejando dos caños para que el agua no se detenga”
Pero este acuerdo municipal del nueve de diciembre de 1636 ilustra perfectamente del inicio del deterioro y su urbanización en el espacio del entorno de la Puerta Nueva :

“Don Andrés de Valenzuela y Mendoza, digo que es comprado y poseo una hazas y tierras en la parte del Cubillo y Puerta Nueva, que alinda con la muralla y camino y quisiera cercarla , y,  porque junto a la dicha tierra está otro pedazo, que se hizo muladar y está indecente y contra la forma y disposición que deben tener los sitios,  que están dentro de la ciudad, y quedarse con mejor modo si cercase y se continuare la calle para sí se disponga, pido y suplico a S.S. me dé licencia para cercar con la dicha tierra que poseo,  e que alinda con ella, que es de la ciudad que de ella no se sigue  inconveniente alguna en la utilidad común y,  si me hará buena obra y para ello nombre comisarios .. (...) En cumplimiento de lo que la ciudad  cometíió el día pasado a diez de noviembre de este año,  e visto la tierra que por esta petición se pide el sitio,  y disposición, y parece que don Andrés de Valenzuela tiene arado un pedazo de tierra que va desde el Camino o calle de la Peña Horadada a parar a la Puerta Nueva, tan solamente lo que dice Peña Horadada hasta el Cubillo arrimado hasta una peña sobre que se funda una torre a la muralla , contóse continuamente la tierra que pide el dicho don Andrés de Torreblanca hasta una peña sobre la que se funda una torre antes de llegar a la Puerta Nueva, la cantidad de tierra de labor darán hasta doce celemines y son un rudadero a el parecer inútil tal que sin mostrar la ciega y berza  la dicha calle o tránsito que está empedrado , y si a la parte alta se hiciese pared, que detenga la tierra siempre está limpia la dicha calle, animismo de la dicha Peña y muralla hasta la dicha Puerta Nueva deste sitio competente, para que sirva de muladar de suerte que siendo hasta concesión que la ciudad haga precaria  y, aunque se se cargue el rodadero y queda la calle libre e paso libre parece  no tiene inconveniente y siendo servido le poder conceder mandando que se ponga estos autos en el libro de Ayuntamiento para que todo tiempo conste en esta fecha 20 de mayo de 1636. La ciudad,  habiendo visto la dicha petición y decreto del señor Juan Vázquez Mesía, le hizo merced de dicha tierra a el tiempo de la voluntad  la ciudad y que no adquiere más derechos que por el tiempo de la dicha voluntad y que se ha de poder quitar con causa o sin ella.



Otro claro ejemplo de la decadencia, concreta y precisa, de la muralla de Santo Domingo  es esta cita de finales del siglo XVI:

“La ciudad , aviendo visto el parecer de los alarifes de arvañilería, e que dizen que es muy necesario reparar cierto pedazo de muralla en el barrio de Santo Domingo , por que de dilatarse podría suceder munchos daños y que la obra  podría acerse con veinte ducados y dilatando podría costar mucho más, y entendido se cometió al alcaide don Antonio de Gamboa, comisario de murallas y, estando  impedido don Francisco de Pineda Mesía, para que haga el dicho reparo e para ello se le manda librar veinte ducados conforme al parecer en penas de cámara. Al margen que se repare la muralla  junto la casa de Bartolomé Calvo en Barrio de Santo Domingo por 20 ducados, dados por el mayordomo por no aver penas de cámara”.
           
O esta otra cita posterior perteneciente a  principios del siglo XVII, en la que  se encuentran  un arrabal poblado y un sistema defensivo en pleno deterioro.

 “Se alude una torre sobre las casas de Francisco de Herrera, que están en la calle de la Cava dentro de la qual cae y esta un torre , la que tiene una mala subida por el barrio de Santo Domingo, por donde suben muchos muchos muchachos y otras personas a jugar a la dicha torre, la qual, además de estar hecha un muladar, (…)ante la concavidad que tiene está muy maltratada y socabada con muy grande riesgo de ruina y ha que poner remedio (…)tiene a sus ojos la ruina desde otra torre que cae en el rastro de unas casas también la tienen y una casa sufre mucha por la escalera que suben a dicha torre, tienen a las casas , ……escalabradas personas y echan a perder los  tejados quebrando la teja y lo demás que hay en el patio…piden cerrar la dicha entrada y uso de la dicha torre, pide se repare”.

            En verdad que, los regidores de aquel tiempo eran conscientes del entramado amurallado que partía del cinturón de la muralla del Aire y alcanzaba los otros cercos, adarves y  red defensiva que se prolongaban hasta el cerco de San Bartolomé, del Rastro y Martín Ruíz. De ahí  que,  en el primer decenio del siglo XVI, no encontremos varios acuerdos referentes, al principio, al Rastro y sus corredores: Se ha caído todo el muro bajo la puerta del Rastro  y la torre que estaba junto a ella.
Por eso, solicitaban la prórroga  de las penas de Cámara, como en 1612:
“ atento  a una torre cuadrada que está en sitio  lado de la Puerta Nueva a la mano derecha se está cayendo y se teme que se lleve a otras , y el lienzo de la muralla que está en el Barrio de San Bartolomé, y así mismo , un cubillo que está delante de la misma torre amenaza  ruina  y hacerlo y otra cosa de sus propios que ella tiene y el Castillo y fortaleza , que cuando no fuera de importancia conservarlo por su antigüedad y efectos , que se hicieron contra los moros del Reino de Granada, era justo sostenello y quede mayor consideración es que si amenazase a desmantelarse y arruinarse no tiene propios ni caudales esta ciudad aunque  benda aquellos que tiene en propiedad  para reedificarlos  ni la iglesia  caudal ni renta conque hacer ninguna cosa si sus edificios y casas se perdiesen , pues notorio lo que ha pedido el prelado.

Hacia la decadencia de estos barrios

Entre  1669  y 1670, el deterioro de murallas, torres y calles del barrio  se llevó al ayuntamiento en varios cabildos que  trataron acerca del traslado de las Carnicerías Viejas de la Mota y sobre  la construcción unas carnicerías nuevas en la parte llana de la ciudad[2]. A lo largo de las  propuestas de los regidores, se aportan datos muy curiosos sobre la Mota: mientras  unos solicitaban  que se pusiera en otro sitio, había  quienes  pensaban que una estuviera en la Mota y otra en el Llano. Aluden que, desde 1658,  se había  abandonado la Mota casi totalmente y se había perdido importancia militar de la fortaleza, a pesar de que, con ello, se habían ganados privilegios  (por ser inexpugnable castillo y sus murallas), y  el título de Muy Noble y Leal Ciudad, Deducen que se “acabaría destruyendo y se acabaría la Mota y barrios circundantes, si se bajaran las Carnicerías”. Y hay datos interesantes como “estando como están las Casas de la Justicia, tan ilustres y fuertes, y conseguir últimamente e la Cárcel muy sigura, y que le siguen los escritorios de escribanos públicos y, junto a ellos, los Corredores y Casas de Ayuntamiento, y la Iglesia Mayor, que todos son edificios suntuosísimos y  fuertes, con tal orden concierto dispuestos que causan envida a otras ciudades, y también se deven conservar las plaças, pescaderías, Casass Abaciales y no dar a lugar  a que se pierda por falta de comercio”.
Pero, para  conocer la situación del Arrabal Viejo vienen muy bien estas palabras  y propuestas de Juan  Bautista Fernández de Valladolid y Antonio Mazuelos “...Cuando se hicieron las Carnicerías de la Mota , no había población en otra parte que en el arrabal de Santo Domingo(...) ahora la Mota y Santo Domingo están sin población , y solo ay  y el comercio desde mucho más abajo del dicho arrabal hasta el Llanillo, y, en tiempos antiguos, que se empezó a estender la población fuera de la dicha Mota hasta el Convento del Rosario, hubo facultad para que las tiendas de mercaderes y demás oficios se bajasen, lo que fuese conveniente para el común de los vecinos .. las tiendas estaban fuera, a pesar de ordenanzas, por deterioro de los barrios circunvecinos, falta de agua,  y aspereza del lugar, no se puede ira al  trabajo por  deshoras. (…) el barrio de Santo Domingo que recogen dichos muros y fortaleza tenía diez habitadas y demás ruina y solares, toda la población en llano.. se haga nueva plaza..”[3].
Pero no puede ser una cita más explicita que la del cabildo de 19 de junio de 1668, en la que la Carrera casi ha desaparecido y el  matadero, en 1689, ya es un edificio en ruinas, por lo que  solicitaba una restauración, o, el traslado a otro lugar. Pero no puede ser un a cita más explicita que la del cabildo de 19 de junio de 1668, en el que se ordena que “ las murallas y torres de la cerca de ella están amenazando ruina y alguna caída y, en particular, demás de ello, en el lienzo de la Muralla desde la puerta de Martín Ruiz hasta el rastro han hecho y echan muchas cantidades de estiércol y tierra, lo que ocasiona más ruina, y que el paso de la Caserías y barrio de San Bartolomé y el Matadero lo han cerrado y  y cegado.. Aluden que es necesario repararlo, para servicio de Su Majestad y por ser Muy Noble y Leal Ciudad.

        El matadero, en 1689 , ya es un edificio en ruinas, que solicitaba una restauración, o, el traslado a otro lugar: “El matadero se encuentra muy arruinado y no se puede matar reses ningunas, se acuerda su aderezo por la albañil Juan Calvo y se le dan dos ducados”.
            Y, en un momento posterior, a finales del siglo XVII,  en que comienzan a venderse los antiguos solares abandonados por solarines, huertos y pequeños predios, se acuerda lo siguiente, lo que demuestra el ambiente desolador de la zona:
“Las murallas y torres de la cerca de ella están amenazando ruina y algunas caídas  y en particular en el lienzo de muralla desde la Puerta Martín Ruiz hasta el Rastro, han echado y echan muchas cantidades de estiércol  y tierra lo que ocasionan más ruina y que el paso  de la Carreras y barrio de San Bartolomé  y el Matadero lo han cerrado y cegado.  Ante esto, se ordena que se pague el reparo”.
           

DECADENCIA TOTAL

Y , como resumíamos en el  segundo tomo de  la Historia de Alcalá la Real.: “A mediados del siglo XVII, Alcalá  se  había quedado completamente arruinada  y endeudada por los diversos  esfuerzos económicos que tuvo que aportar a la política nacional  en las guerras y  otros servicios  a la Corona; además, durante seis años,  sufrió las  duras consecuencia de la sequía y de una peste que culminó en  1682, esto sin olvidar la baja de la moneda  y la ausencia de comercio. En medio de estas circunstancias, la Mota se encontraba, por esta fecha,  completamente despoblada  y no vivían sino cuatro o cinco vecinos, los corredores de la  plaza  se habían transformado en los pajares de las caballerizas de los regidores y jurados,  los pocos vecinos de los barrios de San Bartolomé  y de la Peña Horadada  abandonaban sus casas y solares , en los de la nueva ciudad hacia el Llano,  construían nuevas mansiones con materiales reutilizados de sus antiguas casas; edificios públicos como el Matadero se encontraban en similares  circunstancias. Este panorama recogía un  acta de 1682:“la peste a obligado a dejarse de cultivar muchos de sus campos, que eran el fruto  con que se mantenían los naturales, por lo qual dejan sus casas y se ban  a otras probincias, como se a reconocido en la ruina,  que,  desde  dos años a esta parte,  se hallan barrios y calles, acortándose el número cada día, pues en el de la Mota que había 350 vecinos sólo an quedado quatro, en el de Santo Domingo de setenta an quedado catorce o quince, en el del Rastro  de sesenta y cien, sólo an quedado doce; el de san Bartolomé y Peña Horadada, de ciento cincuenta o cien sesenta . dieciocho; en el de san Sebastián, de cien vecinos  an quedado veinticuatro; el de San Blas, Cava hasta la Cruz de Piedra; en la Cava de ciento sesenta  a treinta ; y, en el de la Cruz, la tercia parte que avía , sin otras muchas casas arruinadas  y dejadas perdidas del todo, lo que no llega  el número de los que perviven en esta ciudad, tomando pobres y viudas, de 1.500 vecinos, quando se regulaba  tres mil”.
. Como  consecuencia  de ambos movimientos de poblamiento,  estos barrios, de predominio campesino, fueron los primeros en sufrir las consecuencias y se vieron obligados a trasladarse a los nuevos núcleos rurales para asentarse en los nuevos poblamientos  que se ubicaban en terrenos de propios y eran concedidos  por el propio ayuntamiento, y, por ende, el recinto fortificado mostró un declive significativo, no apreciándose en este tiempo la continuidad ni la habitabilidad en el barrio de Santo Domingo, que sólo, mantenía en pie su iglesia y el lienzo meridional de la muralla, mientras gran parte del poblamiento de  la zona  oriental había desparecido en torno a la ermita de San Blas y la Puerta de Martín Ruiz. Como decíamos  anteriormente: “ Dentro de la fortaleza, se observa en el grabado de Piero María Balde en 1669 , el Arrabal Viejo  de Santo Domingo de Silos, con su iglesia y un barrio de trama musulmana comunicando por la alta con los majestuosos edificios del barrio de la Mota ,que sirven de tapial y segunda muralla  debido a su elevada altura que  alcanzaba los tres pisos en contraste de  las casas del arrabal”.



[1]      AMAR.  Acta de cabildo de 9 de diciembre de 1605.
[2]      AMAR . Acta de  8 de octubre  de  1669.
[3]      AMAR. Acta de 1668.

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