Archivo del blog

sábado, 13 de agosto de 2016

DON JUAN DE GUEDEJA VALENZUELA

 
 





DON JUAN DE GUEDEJA VALENZUELA
De su tierra natal había dejado todo. Sus padres eran Juan Guedeja y Bernardina de Valenzuela; él de Alcaraz, hijo de un padre bastardo,  y ella de San Clemente. Tenía posesiones de censos en Alcaraz , Aína, Lecuza, como demuestra un poder a su alguacil mayor Juan Martínez de Torres en 1592.
 En el año 1574, se había presentado en Alcalá como depositario del Consejo para que se le pagaran a los frailes de la Merced de Granada los donativos recogidos de mercedes y obras pías para la redención de cautivos ([2]). En 1584,  escalaba nuevos puestos pues ostentaba el cargo de  criado de Felipe II. En el 28 de  noviembre de 1589  se recibió en Alcalá  la  carta por la  que se le había nombrado  corregidor de  la ciudad y se refería como caballero principal. El 13 de enero de 1590 se incorporó al corregimiento nombrando en Alcalá como alcalde mayor al Licenciado  Cortecededo de la Isla. Su alguacil mayor fue Juan de Toro y Bartolomé Díaz de Ceballos. En el 18 de enero de 1591 se prorrogó el corregimiento por Felipe II  En Loja, nombró por alcalde mayor al licenciado Jerónimo de Cuenca Sarmiento casado con María de la Vega, sustituido al morir en 21 de octubre de 1591 por Antonio de Montiel [1], y por  teniente de corregidor al licenciado Antonio de Piedrola, que había sido alcalde mayor de Alhama de Granada.  Por el mes de abril del año siguiente, el cabildo municipal solicitaba de nuevo la prórroga de su mandato.
. La usurpación de tierras también había sido intensa por las tierras linderas al camino de Frailes y Romera ([3]), entre los implicados se encontraban las nuevas clases artesanas como el platero Miguel :Pérez. El especiero Alonso de Aguilar o Bartolomé Ruiz de la Higuera.
El juez comisionado Alonso López de Obregón  trató de arreglar todos los desafueros de tierras roturadas en abrevaderos, cañadas y dehesas otorgando en el 1590 gran cantidad de tierras. Alguacil mayor Diego de Alanís. Alcalde Mayor Licenciado Cortecedo de la Isla.
En su tiempo se culmina el asunto  de la roturación de tierras, cuando en el año 1589, el fiscal del Reino,  Baltasar de Ledesma interpuso varios pleitos de denuncias de roturación e invasión de tierras realengas en Alcalá la Real y el Castillo, en sitios como:
-Cerro del Acebuchar
-Salinas
-Arroyo del Palomar
-Arroyo los Porteruelos


 Para ello, dictó una provisión real el rey Felipe II, firmada por Juan Vázquez Salazar dirigida al juez don Alonso López de Obregón ([4]), a quien se el había encargado de perpetuar las tierras realengas rotas en la ciudad de Alcalá la Real, y otros lugares de su partido y el marquesado de Priego, condado de Cabra, Alcaudete e Iznajar y Alcaudete, Luque, Lucena, Carcabuey,,Espejo, Encinaruela, Benamejí y Hernán Núñez. El descontrol de dicha situación de tierras se había ocasionado desde el año 1542 hasta el año 1589. Pues,  las disfrutaban sin título ni fundamento, personas relacionadas con los miembros del Cabildo como Francisco de Benavides, Pedro de Pineda o Diego de Cabrera los herederos del jurado Sancho de la Guardia, el conde de Alcaudete, cargos liberales o personas de la vida comercial como el licenciado Bonmmar o el cerero  Alonso  Gracia Por eso, el rey, queriendo solucionar esta situación, a la que se añadía la necesidad de tierras de labor y las obligaciones de la Corona con los gastos de la hacienda en guerras, envió al dicho López de Obregón para que las tomaran en propiedad legítima sus usurpadores sin detrimento del ganado, que consideraba que tenía suficiente pastos comunales y concejiles. Para ello se formó una comisión que tasó las tierras, las vendió , pagándose de salario mil maravedíes por cada día en un plazo de trescientos días, al escribano Alonso Mondragón, al alguacil fiscal Baltasar de Ledesma y dando razón a los contadores reales Juan Bernardo y Juan López de Vivanco[5] . Sírvanos de ejemplo entre otros muchos, el desconcierto que había en la separación de tierras comunales y usurpadas, que un propietario como Iñigo de Guevara, vecino de Granada y capitán de infantería, caballería y gente de guerras de Almería, había había usurpado y roto nada menos que doscientas setenta y una fanegas de tierra en los Coscojares en el periodo comprendido sobre el año 1542 hasta el 1589- en el cerro del Acebuchar, linderas con las de Juan de Benavides y el arroyo del Salado, tierras del dicho cerro y los caminos que iban a las Salinas del Castillo y  el otro al Navalperal con sus casas de retama y otra tierra en las Salinas del Castillo  y el camino que iba a Martos por las Salinas y en el arroyo del Palomar junto a la dicha Villa en la Alameda, linde con el dicho arroyo con  el camino que va al Castillo a la Cogolla y tierras de la capellanía de Diego Monte y en la torre de la Cogolla y en el cerro de los Porteruelos, linde con el camino de los atajos. Otro sector influyente, como el eclesiástico, estaba representado por  los licenciados  López de Montijano y Francisco de Góngora en la zona de Acequia y las Juntas, que aprovechó su condición eclesiástica, para iniciar una serie de pleitos que al final fueron resueltos por la Corona.
Pero, los terrenos roturados no quedaban reservados a estos lugares, sino que se extendía a Encina Hermosa, Majadillas, Fuente el Gato, Romeral, y monte de Mures, lugares que solían compartir la labor de secano con la de pasto de ganado. Este asunto se complicaba aún más, porque se roturaban  los campos cercanos a los cortijos de propios y por lo que llamaban deudos y amigos de los regidores y miembros del cabildo , que preferían con sus dilaciones que no se arreglara el asunto ([6])
Y además, a todo este perjuicio de la ganadería, vino un  juez de tierras para la venta de encinas, que dio lugar a una gran tala, hasta el punto que por la parte del Castillo llegaron en un cortijo a talarse más de 12.000 encinas. La ciudad propuso que con su venta se pagaran las obras del Gabán y el servicio de millones.
Es interesante conocer el procedimiento de la roturación en la que se servía de sus apeadores, y los de los cortijos vecinos. Solían contratarse jornaleros de la ciudad que contrataban en los barrios humildes como el de san Blas y se dedicaban a cortar la leña y la maleza antes que iniciaran la labor de roturación las yuntas de bueyes hasta doce yuntas. El corregidor, enterado del  asunto, enviaban al alguacil para denunciarlo, encarcelaba a los yunteros y jornaleros, iniciándose el proceso de auto contra el propietario.
Más complicados resultaban los pleitos por entrada de ganados con los vecinos de las tierras de Valdepeñas, pues hubo un conflicto entre los vecinos de Valdepeñas y los del Castillo, que acabó con la muerte de un vecino casillero y la ejecución por un verdugo de Granada de un valdepeñero ([7]). O,  uno nuevo iniciado en la ciudad lojeña, en la que los intereses  de los nuevos  regidores se contraponen con los hidalgos de sangre. Se relaciona con el nombramiento del regidor Francisco Lisón Saorín , que dueño de las tierras de Añgarinejo, fue nombrado regidor de Loja y aprovechará su red de influencia en la Chancillería para emancipar dicho terreno, porque se valía del oidor, natural  de Loja Pedro de Tapia,, casado con una lojeña hija de un regidor.


SU CONTEXTO FAMILIAR
Según  Juan Ignacio Rosa Ferrer

De los Llerena de Alcaraz a los Guedeja de San Clemente (II)



Hacia 1560 Eugenio de Salazar es enviado en comisión judicial a un lugar de Asturias llamado Tormaleo, desde allí dirigirá una carta al licenciado Agustín Guedeja, relator del Consejo y de la Cámara de Su Majestad y ahora su fiscal en la Real Audiencia de Galicia. La carta es archiconocida por mostrar con toda su rudeza, y mucho más sarcasmo, la realidad primitiva de un pueblo atrasado de Asturias.

Aparte de recomendar la lectura de la carta, nosotros pondremos nuestra atención en el destinatario, Agustín Guedeja, o tal como era conocido en su villa natal, San Clemente, el licenciado Guedeja (3). La familia tenía sus casas principales en el pueblo en la proximidad de la plaza junto a las de Juan Jiménez y allí vivirán sus herederos en 1586, tal como nos dice el padrón de alcabalas de ese año. Sus orígenes como hemos visto estaban en la ciudad de Salamanca, ciudad desde la que, fruto de una moza desflorada por un estudiante alcaraceño, una nueva rama familiar se había instalado en la ciudad de Alcaraz y luego en la villa de San Clemente de la Mancha (4).

El licenciado Agustín Guedeja, oidor de la Audiencia de Galicia, murió en la Coruña. El cuatro de agosto de 1592 dicta un testamento, que es incapaz de firmar por hallarse postrado por la enfermedad. Este hombre, ante la muerte, estaba lejos de la tierra que le vio nacer y en tierra extraña. Dejó a voluntad de su mujer el lugar de enterramiento. En su carrera, administrativa lo había conseguido todo: miembro del Consejo Real, oidor de la Audiencia de Galicia y su alcalde mayor. De su tierra natal había dejado todo. Sus padres eran Juan Guedeja y Bernardina de Valenzuela; él de Alcaraz, hijo de un padre bastardo; ella, de familia hidalga. El camino hacia la Corte se lo había preparado su padre. Al licenciado Guedeja, su buen hacer y fama como abogado, hizo que San Clemente le fuera pequeño y buscara en la Corte la proyección a su carrera profesional. En el ayuntamiento del 9 de noviembre de 1548 ya se dice que el licenciado Guedeja se lleva de la villa un salario excesivo de 9.000 maravedíes por unos negocios que en realidad no ejercita. Su ambición se vería colmada con un salario mensual de 40.000 maravedíes en la Corte, según nos consta para el año 1554.

Del matrimonio bachiller Juan Guedeja y su mujer Bernardina Guedeja conocemos seis hijos: Juan Guedeja Valenzuela, corregidor en Alcalá la Real y diversos partidos del Reino de Granada, y posteriormente, escribano mayor de rentas; Agustín de Guedeja, relator del Consejo y oidor de la Audiencia de Galicia; Jerónimo de Guedeja, racionero de la colegiata de Belmonte, y Jerónima Guedeja. Habría que añadir dos hermanas, María que profesó como monja en el convento del Espíritu Santo de la ciudad de Alcaraz, renunció a sus legítimas de la herencia, a cambio recibe 300 ducados como dote conventual (19 de abril de 1569). Y Juana Guedeja Peralta, casada y sin sucesión con el hombre quizás más influyente de la villa de San Clemente en el último cuarto de siglo: don Francisco de Mendoza, biznieto por línea varonil de Hernando del Castillo, alcaide de la fortaleza de Alarcón.

Dote conventual de María Guedeja para ingreso en el convento del Espíritu Santo de Alcaraz (1569). ARCHIVO MUNICIPAL DE SAN CLEMENTE. ESCRIBANIAS. Leg. 28/10

Jerónima de Guedeja casaría con Juan Gallo de Andrade, secretario del Consejo Real. El marido de Jerónima hemos de suponerlo clave en la conexión gallega de la familia y en las futuras aspiraciones del licenciado Agustín.

El licenciado Agustín Guedeja, sustituyó a su padre en 1563 como relator del Consejo Real. Pero su carrera administrativa le llevaría a la Coruña, donde ocuparía diversos cargos en la Real Audiencia de Galicia: fiscal, oidor y alcalde mayor. Casó dos veces. La primera con doña Catalina Muñoz Iranzo. De este primer matrimonio nacerían dos hijas, Bernardina Guedeja y María Guedeja. El segundo matrimonio sería con una noble gallega, María Pardos de Andrade, del que nacerían Juan Guedeja y Micaela Guedeja.

El  licenciado Agustín Guedeja invirtió sus ganancias en rentas y juros en su tierra de procedencia. Disponía de un censo de 750.250 maravedíes sobre los propios del concejo de Campillo de Altobuey, un juro de 1.078.650 maravedíes sobre las salinas de Iniesta (sitas en la recién emancipada villa de la Minglanilla), un juro de dos cuentos cien mil maravedíes de principal y una renta anual de 150.000 maravedíes, a catorce al millar, situado sobre las alcabalas de Utiel, cedido el 29 de abril de 1573 por Francisca Sanvítores, viuda de Luis Falaguer, vecino de Valladolid.; otro juro de un 1.312.500 maravedíes sobre las alcabalas del Marquesado de Villena, más de 870.000 maravedíes adeudados por los herederos del Alonso de Valenzuela, regidor de San Clemente; 1.130.520 maravedíes invertidos en el banco y compañía de Pedro Villamor; un censo sobre los propios de Ayna de 300.000 maravedíes; además de 266.552 maravedíes de tres juros situados sobre las rentas de las alcabalas de Alcaraz y Alcalá de Henares..

La fortuna amasada por el licenciado Agustín Guedeja era inmensa. A su muerte la debió dividir entre los herederos de sus dos matrimonios, teniendo en cuenta que el hijo varón Juan fue mejorado con el quinto y tercio. Las herederas del primer matrimonio, Bernardina y María recibieron 7.446.652 maravedíes y el juro de 2.100.000 maravedíes sobre las alcabalas del Marquesado de Villena.

Agustín de Guedeja nunca olvidó su tierra natal. La hija mayor, Bernardina Guedeja Iranzo, casó con el sanclementino Gregorio de Valenzuela, regidor perpetuo de la villa de San Clemente. Ambos fundarían capilla en la Iglesia parroquial de Santiago. Así, parte de los bienes ( cerca de 3.800.000 maravedíes y 787.500 maravedíes del juro de las alcabalas de Utiel), volverían de nuevo a unos Valenzuela. Posteriormente por testamento de Bernardina Guedeja de nueve de octubre de 1597, ésta dejaba a sus cuñados Pedro de Valenzuela y Diego de Valenzuela, hermanos de Gregorio, dos mil y mil ducados respectivamente. Pedro Valenzuela y su hermano Diego recibirían el valor de esos tres mil ducados en bienes raíces y rentas por ejecución judicial del años 1604. Gracias a la cual conocemos los bienes poseídos por la difunta en la villa de San Clemente:

  • Una era de despajar pan alinde de las beatas Alarcón y Fajardo en las eras de la Cruz
  • Una haza cebadal bajo del cerro de las Torcas, alinde de hazas de doña Catalina MUñoz, viuda del capitán Oropesa.
  • Un juro de 2.100 ducados sobre las alcabalas de Utiel y el censo sobre los propios de Campillo de Altobuey
El juro de los dos mil cien ducados serían vendidos por los hermanos Valenzuela a don Rodrigo Ortega nada más ejecutados. Don Rodrigo pagaría al contado 1.400 ducados a Pedro de Valenzuela y su mujer Juana Manuel y 700 ducados a Diego y su mujer María Muñoz.

La herencia de los Guedeja se deshacía. Juan Guedeja, hermano de Agustín Guedeja, vio finalizada su carrera administrativa en 1610. Había llegado a ser escribano mayor de rentas, encontrando la muerte un 23 de febrero de 1610; poco después, el 23 de diciembre, le siguió su mujer doña Catalina de Peñalosa. Sus cuerpos fueron enterrados en la bóveda de su capilla de la Santísima Trinidad de la villa de Madrid.

Diecisiete años antes le había precedido en la muerte su sobrina María, que dejó su testamento en Alcalá la Real (donde su tío Juan era corregidor) un 13 de julio de 1593. Su testamento se abriría el 15 de octubre, fecha sin duda posterior a la de su muerte. Dejó como heredero de todos sus bienes a su tío Juan de Guedeja Valenzuela, escribano mayor de rentas y corregidor de Alcalá la Real. entre ellos dos mil ducados para hacer frente a las mandas testamentarias. Pero no se olvidó de la villa originaria de la familia, San Clemente, dejando una renta de cincuenta mil maravedíes para casar doncellas parientes de su linaje
quiero y mando que de la dicha mi hazienda e mexor parado en ella se conpren en la dicha villa de San Clemente cinquenta mill maravedíes de rrenta en cada un año a rrazón de catorze mill mrs. el millar en juros e zensos que estén bien ynpuestos y seguros a voluntad del corregidor o su theniente o del guardián deon conuento del señor Sant Francisco de la dicha villa e rregidores della más antiguos
 AGS, CME, 0134, 016, 0048. Testamento de María Guedeja
El interés de los Guedeja por la villa de San Clemente era propio de toda la familia. Aunque con fines menos altruistas. Los tíos de María, Juan, el escribano mayor de rentas, y Juana, la viuda de Francisco de Mendoza, acudieron en socorro de la villa tras la debacle provocada por la crisis de 1600. Un concejo acuciado en 1601 por la necesidad de pagar el privilegio de la escribanía pública concedida a la villa tres años antes, empeñaba sus dehesa de Villalpardillo y los Pinares, como garantía de los 1.300 ducados prestados por Juana Guedeja de Peralta, viuda del regidor Francisco de Mendoza; previamente, había prestado otros 2.050 ducados para compra de trigo. Su hermano Juan de Guedeja, por entonces escribano mayor de rentas en Valladolid, prestará en 1605 la suma 4.000 ducados con el mismo fin, pero las garantías ahora serán desorbitadas. Prácticamente la totalidad de los propios de la villa, excluidos aquéllos ya hipotecados a su hermana, además del caudal del pósito. Diego Torrente Pérez ha calculado en cerca de 10.000 ducados la garantía; aunque podamos dudar del cálculo, tomamos como buena una cifra que marcará dos años después el umbral deficitario de la villa.

Juan Guedeja Pardo, el hijo del licenciado Agustín moriría años después de sus hermanas María y Bernardina, creemos que en 1608. Sería sepultado en una capilla del convento franciscano de la villa de Vivero.Ninguno de ellos dejó sucesión. La heredera de los bienes era pues la hermana pequeña, Micaela Guedeja, casada con Jusepe Camaño y Mendoza. En ella recaería la herencia de los Guedeja, descontados los tres mil ducados, ya mencionados, que volvieron fugazmente a los Valenzuela para acabar definitivamente en manos de don Rodrigo Ortega.

Así, los bienes de los Guedeja, en su mayoría, acabaron en manos de Jusepe Camaño y Micaela Guedeja, que los vincularon a la casa y mayorazgo de Rubiañez en el Reino de Galicia.


(3) SALAZAR, Eugenio: Cartas a muy particulares amigos suyos. Ribadeneyra. Madrid. 1866, pp. 81 y ss.
(4) RAH. Colección Salazar y Castro. Tabla genealógica de la familia Guedeja, vecina de Salamanca. [33, fº 103 v.]

AGS. CME, 134, 16, Juro a favor del licenciado Agustín Guedeja. (Mi agradecimiento a Valentín  Casco Fernández por haberme facilitado el conocimiento de este expediente)

No hay comentarios:

Publicar un comentario



[1] AHML. Acta  del cabildo del 6 de noviembre de 1591.
[2] AMAR. Caja 32. Legajo sin clasificar. Provisión real . Madrid 1574. Agosto , siete, dirigida al corregidor de Alcalá la real ,para que envíe a poder del licenciado Juan Guedeja, 26.626 maravedíes , que había para redención de cautivos a manos de fray Blas García  de Villagrán, del monasterio de la Nuestra Señora de las Mercedes de la ciudad de Granada
[3] AMAR- Legajo  87 . Pieza 2.
[4] AMAR. Caja 233 legajos 2, 19 y 21. Se contiene en el primer legajo la concesión de tierras de aparicio López de Arjona, hijo de Alonso Fernández de Arjona, se pagó a 1.100 maravedíes por fanega al total de doce fanega roturadas ilegalmente. El sitio era en la Cueva del Moro, linde con vereda de Charilla y el monte de la cueva  y el camino que iba a ella. En el segundo, la venta a Bartolomé Calmaestra Hinojosa de 56 fanegas en Salobrar; en el  tercero la venta a Antonio López de Gamboa en el 1590 de 66 fanegas en el Salobral camino de los molinos de Arjona, junto al arroyo del Salobrar.
[5]AMAR. Caja 49.Pieza 2. Real Provisión de San orenzo del Escorial 18 de junio  de 1588.
[6] AMAR. Acta del 14 de marzo de 1592.
[7] AMAR. Acta del cabildo del 17 de noviembre de 1592.

No hay comentarios:

Publicar un comentario