XIX. HACIA LA UNIFICACIÓN DE
LAS COFRADÍAS. EL CRUCIFICADO
A esto hay
que añadir las medidas reales contra la desaparición de las cofradías a
primeros de siglo XIX, Solamente se permitió a la cofradía del Dulce Nombre de Jesús al unirse a la de
Santa Caridad y mantener el acervo pasional integrando todos
los elementos de la religiosidad popular a través de los pasos y cuadrillas semanasanteros. Pues la mayoría de las cofradías pasaron a ser hermandades de
Ánimas y quedaron las que se consideraron sacramentales. En concreto, la más importante cofradía de Ánimas de Alcalá
tenía su residencia en el Convento de san Francisco, y, en los años anteriores,
en la iglesia de la Mota y de Santo Domingo de Silos; sin embargo, a
finales del siglo XVIII, va a quedar reducida a la de la iglesia de la
Veracruz, al reconvertirse el antiguo legado de su hermandad pasional en este
tipo de cofradía en el siglo XIX. En este contexto, no impide que se mantenga el culto
devocional de muchos templos y conventos y la manifestación pública de los
crucificados de los siglos anteriores quede reducida a la imagen del Cristo de
la Salud y el de la Misericordia en los primeros domingos de Septiembre como
fiestas de gloria en torno a la Exaltación de la Cruz. Clara muestra aparece documentada en
los crucificados de templos, las
sacristías y coros de muchas iglesias
y conventos. Algunos como el del
Rosario y San José de Capuchinos albergaban crucificados en su varios
departamentos de su interior e Iglesia. Para la iglesia del Rosario sirve esta
cita, de la que entresacamos algunos enseres relacionados con el Crucificado
[1]“ Otro altar con un retablo con Señor
Crucificado, manteles, candelero y cruz de palo(...) En el Coro, . Un
señor Crucificado, la Sillería de Nogal que se compone de 17 asientos Sacristía
un crucifijo. Y para Capuchinos, esta nueva
cita[2]:
I “primeramente la Iglesia con siete altares y adorno de seis
retablos, dos marcos de lienzo, trece quadros a la Vía Sacra, u, una
cruz de madera con el Santo Cristo de la Misericordia, fue entregado
dicho R.,P. Guardián y Comisionado en cuya ….
No es de extrañar que
el patrimonio se viera afectado por las diversas medidas desamortizadoras y las diversas guerras, sobre todo la de la
Independencia, dando lugar a la pérdida de ese legado o que muchas imágenes, cuadros y otros enseres
fueran trasladados a otros lugares religiosos e, incluso, a la capital de la
diócesis. Pues hay constancia de algunas de ellas en otros templos y en
los museos provinciales. Y, en medio de
ese contexto, viene a bien estas palabras
del sermón comentado del cura castillero para dar pleno sentido
iconológico al mantenimiento de la representación del ciclo pasional :
Resta, pues, católicos que la contemplación de
estos pasos de la Pasión del Salvador, nos mueva a penitencia de nuestros
pecados, causa de tan lamentable tragedia, y que nos encienda en amor hacia el
Señor que tanto hizo por redimirnos, para que de este modo participar de los
frutos de esa redención en la gloria.
Amén”.
Además,
desde mediados del siglo XVIII, se erigieron muchas ermitas en las aldeas que
abrieron sus puertas al culto dando lugar a la presencia de los ciclos
pasionales mediante viacrucis, alguna imagen del Crucificado y cruces. Hay que
destacar la ermita de la Santa Cruz que se remonta al siglo XVI en el partido
de Cantera Blanca y el Cristo del Perdón en la Pedriza[3].
Pero, ese periodo coincidió con la Ilustración y dio lugar a un fuerte
reformismo por el clero abacial que contrastaba con la religiosidad popular de
modo que influyó sobre todo en la decadencia de los pasos representados.
[1] Este dato muy interesante, es el
inventario de la Iglesia donde se ubicaba Jesús Nazareno y María Madre de
Dios del Rosario. Lo conocemos a través de la pieza 26 del legajo cinco del
Archivo Municipal de Alcalá la Real y se realizó años antes de la
exclaustración de los dominicos, en torno al 1820. Y, en el Archivo de las
Cortes Españolas, está el legajo 20
/número 57 y con fecha del 23 de junio de 1813 se titula” Escritura sobre
entrega de su convento a religiosos de Santo Domingo de Guzmán de aquella
ciudad” Para el estudio de los crucificados, subrayamos en negrita “Ocho santos de bulto, seis escaños, dos cajones, ocho
puertas nuevas de una bandera, un confesionario, una silla de baqueta, dos
asientos de terciopelo, un facistol, una cajonera rota con dos cajones,
dos atriles, un pie de cirial, dos ciriales, una banderola, una escalera para el
sagrario, dos frontales viejos, una vidriera grande, nueve candeleros,
dos cruces de cristal, un cajón envevido en la pared, una camilla de un
crucifijo, nueve farolas chicas y grandes, nueve lienzos con marco, otros
dos sin él, tres marcos grandes dorados, un pedazo de retablo con otros varios
de lo mismo, un friso sin dorar, una mesa de altar, un cajoncillo de
Sagrario, una puerta de alacena, otras de farolera, un quarterón, tres
cruces de madera, cinco cuadros grandes rotos, la sillería del coro con
puerta de dies y siete, el armazón de madera del órgano y dos fuelles, una
campana de la torre, otra pequeña en la Sacristía, una mesa, dos lámparas de
metal, quatro cerrajas de quadros, una efigie de Nuestra Señora de bulto, seis
horquillas, cuatro almohadillas, un frontal, quatro aras, un San Miguel, un
quadro de lienzo, otro grande, un Crucifijo y dos láminas, veinte y
seis libros, un trono de la Virgen del Rosario, una banderola y un
crucifijo, dos cojines dos candeleros, y dos cruces, dos láminas, una
campana pequeña, una lámina de Dolores, un retablo y cristaleras, una lámpara,
ostiarios y yerros de hostias, una cruz de guión y dos cruces, dos
cortinas de Sagrario, un frontal y un paño de púlpito, tres almohadas, un
ornamento encarnado, cuarenta y ocho manípulos, cinco manteles, seis frontales,
dos paños de púlpito, cuatro capas, treinta y un collares, cincuenta y una
estolas, dies y seis paños de cáliz, doce bolsas de corporales, dos
hijuelas, doce sobrehostias, cuatro mangas de cruz, cinco cíngulos,
veinte y nueve casullas dalmáticas, tres paños de atriles, un velo morado y dos
banderolas, dos cajones de la Sacristía, doce llaves, .
[2] I
DOCUMENTO SOBRE EL CONVENTO DE CAPUCHINOS DE ALCALÁ LA
REAL Archivo del Congreso de los Diputados. Legajo 20 /nº 56. Se
titula “Alcalá la Real, cinco de junio de 1813. Escritura sobre entrega de su
convento a los religiosos capuchinos de aquella ciudad”
Es una copia
de una escritura realizada por el notario González de Lara Reflejaba
el momento histórico de la devolución a los frailes del convento que se
les había desamortizado años antes. Dicho acontecimiento partió de la
nueva política real de devolución de bienes a las comunidades religiosas
desamortizadas a partir de la Real Regla promulgada el 14 de enero de 1813 y
que en las provincias ejecutaron los intendentes, nombrando administradores de
bienes nacionales en cada partido judicial. En el caso de Alcalá, se cambiaron
a los antiguos administradores afrancesados( Vicente Mirasol) por otros nuevos,
precisamente fue Manuel Durán y el acto de toma de posesión y entrega se llevo
a cabo el dos de abril del mismo año. El Intendente de Jaén extendió el decreto
de la obligación de levantar ante el notario el documento de restitución de
bienes con fecha de 30 de mayo de 1813 y días más tarde, el cinco de junio se
hizo en Alcalá la entrega al guardián del convento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario