Subir
de los barrios modernos a los antiguos arrabales ofrece una aliciente físico y
cultural. Aleciona confrontar el pasado, que se marchó como el viento,
con el presente vivencial que prepara el futuro a las
generaicones que vendrán tras nuestra estancia vital. Con la asociación
vecinal Huerta de Capuchinos, hemos
practicado muchas rutas, históricas, senderistas y de naturaleza, pero esta ofreció, en días pasados. un encanto especial. Salimos de Plaza Juan Carlos I por las calles
del entorno del recinto histórico hasta calle Campo, y , tras una parada en la
calle Caridad junto a la casa del José Castillo Sanz de Tejada ( asesinado
antes de la Guerra Civil ,
donde hablamos de su familia, del mariscal Paco, Atocha, la casa de maternidad,
y la compra de la casa por el ayuntamiento alcalaíno). y otra, junto la hornacina de San José de la
calle Ancha, nos adentramos por la calle del Campo y , por una corta subida,
emprendimos la marcha por el camino de
San Sebastián o de la
Piedra Rodada. En una parada de entre olivos comentamos la
plaza de toros de antes de la guerra civil
y el arrabal de San Francisco, cuya plazoleta , algunas casas y la calle
del mismo nombre son los unicos
testigos del barrio.
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Desgraciadamente,
tuvimos que abandonar este camino destruido por la indolencia y la dejadez de
tirios y troyanos, de modo que parecía como si no se respetara el valor del
común frente a los intereses privados. Y, esta visita se abortó de raiz por su
camino natural y propio del común, contemplando que la mano interesada del
hombre permite que una vía de comunicación excelente para comunicar los
diversos barrios de Alcalá la
Real se encuentra
invadida de portillos caídos, arbustos y matorrales por doquier cortando la
vereda, y desviando la senda con el arado moderno o las nuevas técnicas del no
cultivo. El camino se transformó más bien en una carrera olímpica de salto de
vallas o una marcha de casi tres mil metros de obstáculos que en un paseo
agradable e histórico. Topamos con el
intento de destruir del mapa local la
circunvalación más natural y llana que en esas alturas pude comunicar los
barrios antiguos nororientales con la expansión suroriental. Como propiedad colectiva, no necesita de desmonte ni de
máquinas invasoras, el trazado está marcado y es patrimonio local. Pues
no sólo son propiedad municipal o
pública las calles, las plazas y los
parques de la ciudad sino también todos
los caminos de campo: desde las
servideras hasta las calles de campo que
dieron lugar a las aldeas pasando por las veredas, sendas, trochas, caminos
rurales y otras vías de comunicación que
se utilizaron en el pasado y nunca se registraron en notarías o documentos
privados.
Luego,
paramos en otro rincón envuelto de la leyenda de la batalla de Charilla, el
barrio de San Sebastián, donde comentamos desde su origen musulmán hasta
el barrio cristiano, el mesón del Rey, y la entrada poterna a la ciudad
fortificada Mota; en un bello paraje que
nos proyectaba hacia las tierras del parque de la Subbética y por lo alto
nos fijaba la vista en la muralla cristiana y nos dejaba entrever algunos
restos de la primera muralla musulmana. A continuación nos trasladamos a los
derredores de la Peña Horadada , más
bien llámala Peña Hazconada, donde el caballero cristiano clavó la lanza
hazconada junto al palenque. No reparamos en explicar la puerta Nueva y el
Rastro con las dos rampas que subían desde el cerro de los Palacios.
Al final, llegamos al lugar de la antigua eras de San Bartolomé,
junto al camino de Roahuevos, e hicimos
una visita virtual sobre la iglesia, el barrio , el proyecto de cementerio y el
convento capuchino. De allí nos dirigimos por la carrera de los caballos al
Matadero, que contemplamos desde la alturas palpando su fución, sus departamentos
y los restos del barrio. Bajamos por el Rastro y llegamos al Alhóndiga, Puerta
de Granada, Torre ladeada, Puerta de Martín Ruiz o Cambrón y san Blas.
No nos faltó
tiempo para mostrar a las autoridades municipales la importancia de un pasado legendario y
mágico que habíamos palpado, pero ofreciendo la aamenza de un delicado
presente que se escapaba de la
conservación patrimonial si no se ponían manos a la obra. Fueron receptivos y
prometieron hacer valer su dominio colectivo que pide a gritos una intervención inmediata para
no llorar una pérdida más.. En la casa de los Judíos, compartimos tertulia con Juan Antonio Vega,
el capitán, sobre los pasos representados, su función formativa, estructura de
los pasos, tropa, sayones, judíos, pregoneros, altares familiares, cabildos de
suertes, rostrillos, historia de la hermandad y otros aspectos que despertaron
el interés de la sala de juntas repleta de público.
Luego las manos
de Ana Martínez y Pilar Vega Vega nos prepararon unos ricos pestillos. roscos, galletas
y vasitos de licor y arresoli.
Fue una tarde
rutera completa que comenzó con el
patrimonio histórico artístico. Y ahora comprendemos este texto del libreto que
se nos entregó “ Si nos ceñimos al exterior de la fortaleza, podemos concluir
que este arrabal, estaba compuesto por las calles siguientes de 1495: “Peña Horadada, Sebastián Díaz, Matadero,
Alonso Gérez, Antonio de Córdoba, Rastro, Puerta Nueva, Santo Domingo, Postigo,
Pie de la Torre ,
las Entrepuertas, Albaicín, Lagares, Salto, San Bartolomé, Santa María, San
Sebastián, Martín, Alhondiguilla, Cristo de la Piedra , Pósito Bajo y Torre
Bermeja”. Hasta finales del siglo
XVI, el Arrabal Viejo debió formar una amplia unidad territorial a la hora de
repartir los cuarteles o barrio entre los regidores en el célebre cabildo de
suertes porque se distinguía claramente el cuartel de Santo Domingo entendido
en su amplio territorio , con espacio delimitado con respecto a los de San Juan, San Blas, San Sebastián y el
Dulce Nombre de Jesús que correspondía a la zona del Llanillo“- Pero acabó con
el patrimonio etnológico y gastrónómica. Se hizo vivencial y reivindicativa.
También, comprendimos que este es el sentido de las asociaciones y su conexión
con la sociedad.
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