CARRERA DE LOS CABALLOS |
Nos preparó el camino José Zafra Roldań , que llegó puntualísimo a la cita. Cerca de 50 ruteros. Salimos de Plaza Juan Carlos I por las calles del recinto histórico hasta calle Campo, paramos en la calle Caridad junto a la casa del José Castillo Sanz de Tejada ( asesinado antes de la Guerra Civil, hablamos de su familia, del mariscal Paco, Atocha, la casa de maternidad, y la compra de la casa por el ayuntamiento alcalaíno) ; luego, paramos en la hornacina de San José de la calle Ancha, nos adentramos por la calle del Campo y , por una corta subida, nos adentramos el camino
de San Sebastián o de la Piedra Rodada. En una parada de entre olivos comentamos la plaza de toros de antes de la guerra y el arrabal de San Francisco. Desgraciadamente, tuvimos que abandonar este camino destruido por la indolencia y la dejadez de tirios y troyanos, parecía como si no se respetara el valor del común frente a los intereses privados. Y paramos en un bello lugar, desde donde explicamos la leyenda de la batalla de Charilla, la fundación de la ermita, las calles más importantes del barrio , desde su origen musulmán hasta el barrio cristiano, el mesón del Rey, y la entrada a la Mota; en un bello paraje que nos proyectaba hacia las tierras del parque de la subbética y por lo alto nos fijaba la vista en la muralla cristiana y nos dejaba entrever algunos restos de la primera muralla musulmana, comentamos la Peña Horadada y su origen en la Peña Hazconada, donde el caballero cristiano clavó la lanza hazconada junto al palenque. No reparamos en explicar la puerta Nueva y el Rastro con las dos rampas que subían desde el cerro de los Palacios.
Al final, llegamos al lugar de la antigua eras de san Bartolomé, junto al camino de Roahuevos, y comentamos la iglesia, el barrio , el proyecto de cementerio y el convento capuchino. De allí nos dirigimos por la carrera de los caballos al Matadero, que contemplamos desde la alturas y comentamos su fución, departamentos y el barrio. Bajamos por el Rastro y llegamos al Alhóndiga, Puerta de Granada, Torre ladeada, Puerta de Martín Ruiz o Cambrón y san Blas.
Casa de Judíos |
De allí, no fuimos a la Casa de los Judíos, donde compartimos tertulia con Juan Antonio Vega, el capitán, sobre los pasos representados, su función formativa, estructura de los pasos, tropa, sayones, judíos, pregoneros, altares familiares, cabildos de suertes, rostrillos, historia de la hermandad y otros aspectos que despertaron el interés de la sala de juntas repleta de público.
Luego las manos de Ana Martínez y Pilar vega Vega nos prepararon unos ricos pestillos, roscos, galletas y vasitos de licor y arresoli.
FOTOS DE AYER PROYECCIÓN DE LA RUTA DE CÁDIZ.
RUTA DE HOY.
por calles del casco histórico, junto casa de José Castillo Sanz de Tejada
calle Ancha
calle Campo
por el camino de la Piedra Rodada o de San Sebastián, al principio.
Entre Olivos , en el barrio de San Sebastián y peña Horadada, por ruptura del camino.
muralla del Aire
atravesando por llos lindazos y el camino abandonado en la parte baja. Un camino histórico.
Bello paisaje de la subbetica
por los barrios del Rastro y Puerta Nueva
barrio de San Bartolomé
Carrera de los Caballos
Tertulia sobre pasos representados con Juan Antonio Vega y Paco Martín
el rico pestiño y arresoli
Dejamos la siguiente antología de textos del libreto
La ciudad de Alcalá la Real jugó un papel
fundamental y estratégico entre el reino de Granada y los reinos de Castilla y
León. Pronto, la estabilidad política y el crecimiento de su población
obligaron a pasar de un castillo defensivo a una extensa fortaleza, compuesta
de diversos barrios en torno a sus correspondientes cinturones que se ampliaron
gradualmente, a lo largo de los siglos XV y XVI
con la llegada de nuevos vecinos para repoblar esta ciudad. Desde la época musulmana, la construcción
de la muralla del Arrabal Viejo
constituyó un hito fundamental
para el desarrollo urbanístico de Alcalá
la Real , ya que, con su
edificación, se pasó de una
ciudad fortificada a una nueva
ciudad que, paulatinamente, se extendió
desde el barrio de la Mota hasta el de las Cruces ya en tiempos de la Edad Moderna.. Pues, al recinto
fortificado en la cima del cerro
de la Mota , se
añadió un tercer círculo de murallas que dio lugar al Arrabal Viejo o barrio de
Santo Domingo, cuyo centro era la
antigua mezquita transformada en iglesia del santo liberador de cautivos Tras
la conquista cristiana por el rey Alfonso XI, mientras que la ciudad
fortificada de la Mota fue ocupada por las familias
nobles-estableciéndose en las casas de los caballeros musulmanes y
aprovechando cualquier rincón edificable de la fortaleza-, este barrio
atrajo, en cambio, a los vecinos que se ocuparon de los oficios básicos para el mantenimiento de la ciudad.
En concreto, tanto en el recinto
fortificado como en el Arrabal Viejo se albergaban 555 vecinos, lo que
corresponde a un mismo número de casas o
viviendas, ubicadas entre sendos espacios urbanos y militarizados. Si nos
ceñimos al exterior de la fortaleza,
podemos concluir que este arrabal, -siguiendo con reservas a este escritor por
sus deficiencias de trascripción e
inexactitudes documentales-, estaba
compuesto por las calles siguientes de 1495:
“Peña Horadada, Sebastián Díaz, Matadero, Alonso Gérez, Antonio de Córdoba, Rastro,
Puerta Nueva, Santo Domingo, Postigo, Pie de la Torre , las Entrepuertas, Albaicín, Lagares, Salto,
San Bartolomé, Santa María, San Sebastián, Martín, Alhondiguilla, Cristo de la Piedra , Pósito Bajo y Torre
Bermeja”.
Hasta finales
del siglo XVI, el Arrabal Viejo debió
formar una amplia unidad territorial a la hora de repartir los cuarteles o barrio
entre los regidores en el célebre
cabildo de suertes porque se distinguía
claramente el cuartel de Santo Domingo entendido en su amplio territorio
, con espacio delimitado con respecto a de San Juan, San Blas, San Sebastián y
el Dulce Nombre de Jesús que correspondía a la zona del Llanillo[1].
EL ARRABAL
VIEJO ANTES DE 1492. CAMINOS.
Varios
caminos, procedentes de Granada, Córdoba, Jaén, Sierras de Frailes y Riveras,
subían a la fortaleza y desembocaban en la Carrera de los Caballos,
espacio inmediatamente exterior a la muralla,
que se extendía desde la era de San
Bartolomé hasta el final de la calle Cava junto a la
Puerta del Arrabal. Lugar, donde se ejercitaban los
caballeros y servía de doma y adiestramiento de la caballería local.
El Arrabal
Viejo debió formar un espacio urbano de expansión del recinto de la ciudad
fortificada a lo largo de los siglos
anteriores de la conquista definitiva por el rey Alfonso XI, delimitado por el
muro de cerramiento y ofreciendo en su
interior un paisaje semirrural, donde se
mezclaban las casas dispersas, sin entramado urbano con huertos, solarines y algunas agrupaciones de viviendas en torno a
lugares de labranza(eras o fuentes) o algunos edificios importantes como la
mezquita y las cuevas horadadas en la roca del cerro. Una de las primeras noticias del Arrabal
Viejo se encuentra en el libro de Los
Aranda de Alcalá la Real ,
haciendo referencia al momento de la conquista:
“El qual, como una vez con otros cavalleros
hiziese una entrada llegando de noche a los muros de Alcalá, en una adarve, que está devajo de la
fortaleza, puso una escala por la qual subió sin otra compañía. Y, subido, saltó dentro de un corral que dizen
de la Moriana
y ahora es dentro de las puertas, dos de siete que la ciudad para entrar la Mota de ella tiene.
Porque la parte de adentro el andén del
adarve era poco más alto y, por parte, casi igual a el suelo del dicho corral.
A do halló un moro que estava con una manada de cabras que dormían allí de
noche, y estaba amamantando unos cabritos. Y apechugando con él y
tapándole la voca porque no diese voces,
lo ató y lo vajó por la dicha escala y lo puso por su cautivo como avido de
buena guerra, y por el buen esfuerzo que dio Dios[2]”.
Otro
aspecto de este arrabal era el carácter semifortificado de los alrededores
de la ciudad fortificada:
“Y esta vez la escaramuza fue en la era que dizen de los Palazios, que es
junto y fuera del Adarve Nuevo, que está fuera de los zimientos, en el arrabal
de la Puerta Nueva.
Y después de cansados de escaramuzar los unos y los otros se retiraron los moros al cabo de dichas eras, hazía las viñas que
juntan con ellas. Y los christianos, arrimados a un palenque de madera que para
su defensa tenían hecho, que iva desde el dicho adarve asta zerrar y juntar con
una torre que dizen del Espezería, que está poco arriba de la peña Hazconada,
a do Juan Sánchez de Arjona, su padre, como arriva se dijo, avía enclavado el
moro[3]”.
No
es de extrañar que en su derredor, también
se instalaran algunas viviendas
dispersas como mesones, ermitas, y
posadas:
“como el príncipe don Enrqiue , en vida de
su padre don Juan el Segundo, biniese poderosamente a hazer la guerra a los
moros, señaladamente a los de Montefrío, y su entrada se avía de ser por
Alcalá., (1439-1445); porque le constava
que estava en desgrazia del rey , su padre y confederados con los
Infantes de Aragón, sus tíos, que tenían guerra con él ; pareziale poderosos
como venía que podría hazer algún sinsabor a su padre, y apoderarse de la
ciudad. Y por esto, el día que el príncipe avía de entrar, él y Gonzalo Monte
que eran los más principales, acompañados de los otros deudos y parientes,
dejando sin embargo aderezado el Mesón
de la Torre ,
que estava junto a la hermita de San Sevastián, a do se aposentase fuera de la
de la ciudad(...) Y por esto le suplicavan que tuviese a mal de se
aposentar fuera, ni aquello lo reziviese por esacatado, pues se hazía por
guardar toda la lealtad a su rey[4]”-
O el siguiente
texto que muy bien describe la parte noroccidental de los exteriores de este
arrabal::
Un aspecto
especial lo ofrecía el espacio denominado Entrepuertas
y Albaicín, muy cercano por la parte
norte al barrio de Santo Domingo. Pues el cabildo municipal tenía por fuente de ingresos para su desenvolvimiento varios bienes inmuebles como varias casas,
algunos solares y tiendas de estos entornos.
Entre
los mesones, destacaba uno de ellos, la
Casa de la Mancebía , propia del cabildo municipal y diseñada por Martín de Bolivar, que se trasladó desde la fortaleza de la Mota a esta calle en 1568, porque comenzaba a no ser muy bien visto que, cerca de la Iglesia Mayor ,
estuviera nada menos que la casa de las mujeres prostitutas, curiosamente una
importante fuente de ingresos municipales que el cabildo municipal no
quería perder y tenía dicho servicio en
arrendamiento. Estaba situada cerca del pozo, que recibía el nombre de pozo de la Mancebía en 1574. Ahora
nos puede extrañar que, en la
España católica, apostólica
y romana, hayan existido esas
casas en manos del cabildo municipal., pero, en tiempos de los
Reyes Católicos y Austria, era, como decían entre ellos, cosa muy
necesaria e, incluso, tardaron mucho las
autoridades civiles en prohibir que las mujeres ejercieran la prostitución,
incluso hasta 1576, se ganaban la
vida fuera de la casa de mancebía. A
ella se entraba por una puerta de la ciudad, que llamaban de la Mancebía , probablemente,
sean los restos de un arco que se insinúa antes de la de las Lanzas. Solía
arrendarse a un vecino que pujaba por ella y , como norma se cobraba medio real
por cada prostituta en el siglo XIV y en
toda Andalucía. Respondía a la costumbre de situar estas casas en las afueras
de la ciudad a partir del siglo XVI y en zona próxima al mercado, lo que correspondía todo este espacio de las Entrepuertas,
porque, mientras Alcalá fue ciudad de frontera, esta casa ocupaba uno de los
arrabales cercanos a la calle del mercado. En concreto, en el denominado barrio
del Albayzin junto a las Entrepuertas hubo una casa, donde las mozas ofrecían sus servicios a los hombres. Curiosamente, junto a esta casa de propiedad municipal se ubicaban el hospital de pobres y muchas viviendas
dedicadas a actividades artesanales y a tiendas: herreros, tejedores, tenderos, zapateros,
sastres... No debió ser una casa
con una estructura muy firme, pues tuvo
que ser restaurada a mediados del siglo XVI por el arquitecto Martín de Bolívar
para finalmente pasar a una casa de la
calle Cava, a las afueras del recinto fortificado en 1569 y por último en las afueras de la
ciudad junto al molinillo. . Su feliz
final acabó fue transformada en escuela de niños. Por su situación, debió ser un sitio muy
transitable, ya que los mesones se encontraban
un poco más abajo de ella, el comercio se desarrollaba a su lado y los viajeros debían frecuentarla con
asiduidad. Lo que está claro, que el aislamiento con la ciudad se conseguía
porque el antemural y la entrada a la
fortaleza ofrecían un sitio abrupto que obligaba un esfuerzo a subir a la
Casa de la Mancebía. Debía
ser un callejón sin salida al que había
que accederse directamente.
La
composición de esta casa solía estar compuesta de varias mujeres dedicadas
al oficio de la mancebía y de varios rufianes que les buscaban sus encuentros
con los vecinos de la ciudad. Un padre de mancebía se ocupaba de que se cumplieran todo tipo de
regulaciones, administrativas, fiscales y sanitarias, tal como establece las
ordenanzas de 1520. Al estar cercana a la calle de los Mesones permitía, el trasiego de personas hasta dichos lugares, lo que beneficiaba a los
cargos conejales como a los alguaciles que solían cobrar por permitirles el
desplazamiento.
Pero, por
una memoria de la capellanía de la
parroquia de Santa María la
Mayor , podemos
hacernos una idea del aspecto urbanístico que ofrecía este barrio: la
vivienda se unía con la tienda, y, esta, a su vez, con otras viviendas a través de los miradores de
sus alturas, aspecto muy similar que
deberían ofrecer las partes altas del barrio de Santo Domingo, como la calle
del Postigo cercano a la Puerta
de la Imagen ,
las calles linderas con el Gabán por la parte baja, y las viviendas de la Puerta Zayde[5]
“Ana Martínez Pareja vivía en casas, tiendas
y dos moradas a ellas anejas en las Entrepuertas, que los miradores suben al
Albaicín, linderas con tiendas de Catalina de Aranda y Teresa de Ávalos”.
Curiosamente,
el mismo día que se tomó Granada, los Reyes Católicos emitieron un cédula real a la ciudad de Alcalá la Real , fechada en Córdoba y otorgaba al la ciudad la posibilidad de
vender solares, hacer hornos y censos para que, con sus ganancias, se pudieran
sufragar los propios de la ciudad, que permitían afrontar los servicios a la Corona. Antes de iniciar esta
operación urbanística, tan sólo se
encontraban el Mesón de Yeguas, el mesón
de la Torre , el
Mesón de Hernando de Aranda, la
Alhóndiga y las cantarerías.
El mecanismo
de adquirir los solares se iniciaba con la petición vecinal, la zona de
ubicación solía ser dentro de la fortaleza, si la hubiere, y en el Arrabal y,
sobre todo, en la Era
de los Palacios. Tras la conquista se pagaron muchos solares en el Arrabal Nuevo y surgieron los primeros escollos de la población, porque
hubo casos de malversación de fondos a la hora de la venta y distribución de
los solares.
El Arrabal
Viejo y sus alrededores ofrecían, a veces, un aspecto desalentador en sus
exteriores, con muladares por doquier,
acumulación de excrementos de animales,
basura y
desechos del matadero dando un aspecto maloliente, tal como señalaba el
libro de Ordenanzas a principios del
siglo XVI:
“Item por quanto en la ordenanza
antesdicha, de da lugar a los dichos menuderos de la dicha carnicería que
puedan vaciar las dichas panzas, cuajares e tripas del adarbejo a esa parte , e podía que
sobiese del dicho adarbejo, se se volviese a la calle real o llegase al
camino por debajo, ordenamos e mandamos
que , en ellegando a emparexar el estiércol con el dicho adarbejo o al camino
abaxo, los dichos obligados hagan a los dichos menuderos a las personas que dieren cargo de limpiar el
dicjho matadero , que se eche el estiércol
en el mirador de la ciudad o en
las hazas a la redonda donde le dieren lugar de manera que pueda volver el
estiércol a la calle Real[6]”.
El Matadero
era un edificio primordial de este lugar, donde se encontraba un
compartimento con un solo cuerpo, donde se romaneaba, un patio
con varios nogales, y, otros cuartos de
encerramiento para los animales y se llevaban
a cabo los primeros momentos de la matanza de animales.
El Arrabal
Viejo debió ofrecer, como señalan las Ordenanzas Municipales posteriores , un
aspecto y ambiente asfixiante para los
vecinos, que, conforme se acercaban a la fortaleza,
vivían en calles estrechas, y en casas completamente amontonadas , como si quisieran
trepar hacia la roca de la ciudad fortificada y ,al mismo tiempo, se cobijaran en el seno de sus profundidades
cavernarias. Hasta muy avanzado el
siglo XVI, el aspecto que circundaba la muralla, quedaba establecido de acuerdo
con un criterio defensivo que impedía cualquier tipo de obstáculo para el
tránsito de la milicia urbana en el caso de un posible ataque y se encaminaba,
al mismo tiempo, a presentar la mayor dificultad
de tránsito entre la muralla y la vivienda urbana, creando un espacio vacío de
adarve o anillo amurallado:
“Debía mantener en buen estado
los muros del recinto ciudadano, procurando tener alejado de sus cercanías todo
cuanto pudiera dañarlos, que, en definitiva, en una población marcada por unas
condiciones profundamente rurales, se reducían a apartar el estiércol que sobre
las murallas solían amontonar los vecinos, evitar que se hiciese fosa o
estancal en los lugares perjudiciales a
las murallas, procurar el mantenimiento de un notable espacio entre muros y
casas de vecinos de diez pasadas de ancho, y procurar que no hubiese brechas en
el recinto murado, fuera de su puerta o puertas ´que no finque cosa alguna
por donde quepa hombre”[7].
En su
interior, las ordenanzas nos recogen
varias normas para mantener el orden, la urbanidad y la disciplina urbanística,
que nos ilustran de su tipología de
vivienda y diseño urbano. En primer lugar, se daba una primordial importancia
a los edificios públicos (en este caso
la iglesia de Santo Domingo, horno, Casa de Mancebía, Alhóndiga., Posito.) y se
obligaba a mantenerlos reparados juntamente con otros elementos de uso público
como puertas de acceso, calles, o medianerías. En segundo lugar, este espacio
urbano se nos presentaba como una
importante unidad de concentración
urbana dentro del recinto amurallado, en
donde no se permitía, antes de la conquista, ninguna construcción de viviendas
fuera de su reinito amurallado, tal como se manifiesta muy explícitamente en
esta ordenanza:
El ARRABAL VIEJO EN LOS REINADOS
POSTERIORES A LOS REYES CATÓLICOS. LOS NUEVOS BARRIOS.
A partir del
reinado de los Reyes Católicos, se amplió la ciudad desde la puerta del Arrabal de Santo Domingo, con diversos
arrabales, entre ellos el Arrabal Nuevo, donde se encontraba las calles Cava y de los Mesones, y, por la parte de la puerta de Granada, el Rastro y
Matadero, el entorno de la
Puerta Nueva y el barrio de San Bartolomé. A través del
estudio de varios documentos del Archivo
de la Chancillería Real
de Granada María José Guerrero y Lorenzo de Castro, sacaban estas conclusiones
con las que estamos de acuerdo para el periodo comprendido entre finales del siglo XV y principios del
siglo XVI:
“Sin duda, el aumento de población determina
que l concejo diera solares para la construcción de viviendas a todos aquellos
que los requería. Desde tiempo inmemorial, la ciudad de Alcalá la Real tenía potestad para
otorgarlos a los pobladores de dentro y
fuera de la Mota. En
el primer caso, siempre que hubiera un solar público. Todos los terrenos que en
torno a 1520 ahora están edificados e los
arrabales habían sido concedidos por el concejo a los vecinos y este
además había señalado por donde iban las calles, y que la anchura podría
oscilar entre ocho y nueve pies”[15].
De ahí que
muchas zonas del Arrabal de Santo Domingo se vio afectado por esta política
municipal urbanística y su aspecto
semiurbano anterior había quedado definitivamente urbanizado con varios viales
y la edificación de las viviendas en
torno a las calles del Postigo, Pie del Torre de la Cárcel , Francisco de la Torre , de la Puerta del Arrabal en torno
a los pies de la roca y el muro de la ciudad fortificada; las calles e Hernando
de Moya, d la
Escaleruela. de
Sánchez de la Guardia y
otra calles en torno al adarmillo de Moya, y en su interior, desde la Iglesia de Santo Domingo
hasta la muralla que daba a las puertas
de Cambrón / Granada, las calles de Pedro
Jiménez de Martos, y de Pedro
Fernández Torrevejano
Pero, donde se
amplió el espacio urbano fue en la parte exterior de la muralla del barrio de
Santo Domingo, lo que los anteriores historiadores ponen claramente de
manifiesto:
Por la
zona de la puerta de Martín Ruiz, había crecido mucho el barrio. Unos
treinta años antes aquella parte era un muladar
y en el momento a que nos referimos estaba muy edificada, aún mucho más
habitada, y construida la Era
de los Palacios, donde se habían levantado más de cien casas. También habían
aumentado las obras en la calle de los
Mesones y junto al adarve de la puerta del Arrabal”
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