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CRISTO DE LA EXPIRACIÓN EN EL PASO DE LA LANZADA EN EL PROGRAMA DE SEMANA SANTA
º La
Hermandad del Señor del Ecce-Homo y Jesús en la Columna de Alcalá la Real incorporó en 2008 a la Semana Santa de la
ciudad de la Mota la imagen del último
crucificado como uno de sus titulares para realizar el paso de la Lanzada,
vulgarmente denominado el de Longinos y el Lazarillo. Jjunto con
los de las advocaciones tradicionales,
acrecentó el patrimonio de la hermandad en tiempos de la mayordoma Marcía del
Carmen Vega González y siendo hermana mayor Consuelo Mota Vallez. La propia hermandad, consciente de la
importancia de esta imagen, en el
discurso de la representación pasional
le denominó “ Cristo Crucificado de la Expiración en el Paso de la
Lanzada”. Esta fue adquirida por los
fondos de la propia hermanad en los
talleres “ Arte Martínez” de
Horche de la provincia de Guadalajara, un grupo colectivo artesanal de
imaginería religiosa bajo la égida de los hermanos Ricardo y David Martínez que
recogieron la antorcha artística de su abuelo y padre Juan Francisco y José
Antonio Martínez[1].
Esta imagen responde en su descripción
[2].
catalogal como C-221 y es fruto de la reproducción reducida de la imagen de un Cristo de la Expiración que los artistas bautizaron con el nombre de Cristo de San Clemente. Otras copias de la imagen se encuentran en iglesias y templos de parroquias, santuarios y conventos de España y del mundo, principalmente por haberse difundido en las tiendas religiosas del propio Vaticano. Probablemente, no responde más que a la base u origen del primer crucificado que sirvió de copia y de mayores dimensionas antes de llevar a cabo las diversas tareas de sacar puntos, tallar, esculpir y policromar
Esta imagen del Cristo
de la Expiración se cambió, en
lugar de otra de menores dimensiones,
por los delegados de traer la imagen a la casa del hermano mayordomo,
Francisco Cañadas y Francisco Martín, ya que el contrato de la primera,
denominada Cristo de los Salesianos, era más bien un Cristo Muerto, más de
plegaria, debido a que la actual con su
gesto dramático no se adaptaba mejor a la idiosincrasia de las representaciones
pasionales de la hermandad del Señor del Ecce-Homo. No desfavorece en cuanto a su belleza con respecto a la original su
disminución de tamaño, sino que se adapta perfectamente al encuadre de la
imagen dentro de la escenografía del paso de la Lanzada y a su ubicación
anual presidiendo bajo dosel y espaldera
de terciopelo rojo de la Sala-Museo de Juntas
de Juntas de la Casa de los Judíos. Por eso, se desechó la propuesta
para la compra del Cristo salesiano. Se
consideró que el Cristo debía asistir como personaje mudo a la solemne escena
del Longinos[3], y esta
imagen concordaba con el texto del evangelista de San Juan[4], que lleno
de fe por haberla visto escribió “ Uno
de los soldados abrió su costado con una lanza, y luego al punto salió de la
herida sangre y agua, y el que lo vio por sus propios ojos es el que da
testimonio de ello. Y él sabe y está cierto que dice en ello la verdad, para
que también vosotros también seguramente creáis”.
Por cierto fue
el único que recogió esta escena y que luego fue adaptada por Santa Brígida en una de sus
revelaciones: “Estando rodeado el
cuerpo del Señor por las turbas, vino uno de los soldados corriendo con
grandísima furia, atravesóle una lanza
por el lado derecho con tanta fuerza y
vehemencia, que parece que que quería sacarla por la otra parte, y quedó tan
cruentamente herido que no paró hasta que la lanza penetró de todo el corazón
de una parte a la otra de él”[5].
Este Cristo de la Expiración es una
imagen más pequeña del tamaño natural, con una altura del crucificado de un metro y diez centímetros y una
brazada de un metro, sobre una
cruz arbórea de 2 metros de leño del suplicio y 1.30 del travesaño, y ambos marcados con tajos sin dorar policromados de blanco. Sus
brazos y el travesaño de la cruz dibujan una perfecto triángulo invertido. Es
una copia de un Cristo de La Expiración manierista, de madera tallada y
policromada, cuyo primer autor, cercano a la Escuela granadina[6] y en el
entorno de Pedro de Mena, debió
inspirarse en un dibujo que Miguel Ángel realizó para Victoria
Colonia en 1540. Pues, las copias de los dibujos corrieron por toda
España y fueron la fuente de inspiración de muchos artistas renacentistas que
divulgaron esta tipología del Cristo Crucificado de la Expiración[7]. En nuestra comarca tuvo algunos precedentes
en los cristos de la Expiración de las RRMM Dominicas y en el Cristo de
Alcaraz. Pero, al incorporarse a los pasos de Semana Santa , denota un importante hito en la secuencia del
decurso pasional, como expresábamos “Menos frecuente aún es este paso de La
Lanzada, que sólo se encuentra en el
llamado Tríptico del Gran Capitán, donde aparece el tal Longinos a caballo
intentando atravesar el costado de Jesús, rodeado de una caterva de soldados. En
ningún retablo ni cuadro, actual o perdido de Alcalá la Real, se encuentra esta
variante narrativa. Por lo tanto lo que
no ofrecía el templo, fue suplido por la representación del hombre. Así está
constatado que, desde el año 1664, se escenifica este paso de Longinos y el Lazarillo en la
procesión del Viernes Santo por la mañana, y no en otras, como la del Jueves
Santo de la Veracruz”[8].
La imagen no tiene telas encoladas en el sudario que envuelve el cuerpo de
Jesús sino que todo los elementos, ajenos a la anatomía y miembros de su
cuerpo, participan de la misma madera al estar integrados perfectamente
formando una unidad y sin ser postizos. Corona
y cabellera se interrelacionan
unidos los espinos con los rizos del peinado
hacia atrás de las espaldas de la
imagen. La curva serpetiìnata parte del movimiento de los pies
suavemente girando hacia la derecha para
subir desde los muslos y torso hacia la derecha y culminar con el giro de la
cabeza hacia la misma dirección
compensando muy levemente la
escena. La barba, el bigote y la cabellera dejan traslucir sus anchos labios ,
su nariz hebrea y sus ojos suavemente
enarcados por unas prolongadas cejas manifestando una paz y senequismo de su mirada. El rostro dirigiéndose en su último alarido
al Padre representa la dulzura de una muerte aceptada y sufriendo, por la salvación humana, el sacrificio martirial
que se incrementa con los regueros de sangre que se extienden en su frente
abierta sin ninguna guedeja en su peinado;
una barba con su bigote cubre la
parte baja y deja traslucir los labios
musitantes del Cristo. El INRI , en
forma de cartela on los bordes apergaminados rotos por el centro, recogen el anagrama de IESUS NATHARENUS , REX IUDEORUM.
Esta imagen fue
adquirida adrede para ser posesionada y
participar en el paso de la Lanzada en la manifestación religiosa de la mañana
del Viernes Santo. Su carácter clásico se
eligió para estar concorde con la imaginería de la posguerra, en este caso con las imágenes que
procesionan junto a él, la de Jesús Nazareno, San Juan y Madre de Dios del
Rosario[9]. Fue
primero portada manualmente por miembros de la propia cofradía vestidos
de sayones y, actualmente, en unas andas
de madera, obra de la familia Cubero,
por un grupo de hermanas anderas
dirigido por una capataz. Dentro del segundo tramo de la procesión matutina de
Jesús Nazareno, se coloca como hito final del tramo de su hermandad
tras el paso del Gallardete de Jesús Nazareno y delante de la cruz de los Discípulos que abre paso a la cofradía
del Dulce Nombre e Jesús.
Desarrolla en la manifestación
religiosa el cierre de la Pasión de Jesús con la certificación de su muerte ya
que representa el antiguo Paso de la
Lanzada junto con los personajes del
Longinos y Lazarillo. Este último es una figura popular recreada de la vida, en
la que un niño vestido de soldado romano guía a Longinos en el acto de la
Lanzada para medir la distancia para apuntar con su arma. Es, además, el único
paso en el que aparece la figura de Cristo, pues los anteriores organizadores
de este auto no permitían en modo
alguno su presencia de tal modo que se produjeron algunos desajustes a la hora
de integrar la figura de Jesús en la representación de los pasos. Así, como
relataba la poetisa María del Pilar en los últimos años del siglo XIX y
constatamos hasta finales 2008, esta imagen era sustituida por la de Jesús
Nazareno, que solemnemente recibía la lanzada en el paseillo del pilar de la
Mora, hasta que, al final del siglo XX, se multiplicaron las puestas en escena a lo largo del
recorrido de la carrera ofical. En aquel tiempo era comprensible dentro de la escenificación de los pasos que
partían de sacrificio de Isaac como preludio profético del sacrificio de Jesús
y, que, como muy bien recogió en 1808 la petición de la cofradía ante el Real
Consejo de Castilla, la finalidad no era otra sino “ ...para aumentar más la devota determinaron sacar el Viernes
Santo una devota procesión con el título del referido Santo Nombre, representado en la devotisima imagen de Jesús Nazareno, con los principales
atributos de la Sagrada Pasión, que desde aquel tiempo hasta el presente ha
permanecido en esta ciudad con la edificación mayor, conmoviendo no sólo a sus
moradores sino aún también a los pueblos de la Comarca paa adorar tan
santos ejercicios y que por quanto hasta
hora no han premeditado que estos pasos deben ser con la Superior Aprobación
del Real Consejo”.
Realmente,
la imagen es una meditación de los
momentos póstumos que sufre Jesús hasta
su último suspiro, parece como si recogiera una de las últimas palabras del
evangelio. Nos referimos a la frase ¡Dios mío, Dios mío, ¡por qué me has
abandonado! En suma, es latente su agonía
final del martirio de Jesús con extensas manchas y regueros de sangre por los
hombros frente, rodillas y brazos. Parece como si sus
brazos tensaran sus músculos y las
propias manos al emitir su voz final ,
los mismos que de un hombre que los abriera
con tanto esfuerzo que se signfica en la manifestación realista de las vértebras
y en la oquedad del vientre. El perizoma, muy de la escuela granadina, sujeta con un cordel los blanquecinos paños y
deja al descubierto la pierna derecha que se remata con la moña anudada de un
extremo del sudario. Algo muy típico del entrono de Sebastián de Solís y de los
Raxis que compartieron taller y escuela.
Sus dedos intenta curvarse en
ambas manos están extendidos como si estuvieran agarrándose al último momento
vital. Sin embargo, su rostro tiene una expresión dulce , de una belleza
singular: dirige su mirada hacia el cielo y, según el punto de vista de donde
se mire, la expresión es distinta, no solo de dolor, sino de oración y
contemplación al Padre de modo que se han convertido en una nueva imagen
titular y de culto de la hermandad del
Señor del Ecce-Homo, además de parte esencial del Paso de la Lanzada..
Este taller surgió en n 1942, originalmente
con el nombre de Talleres El Pilar, al que muy pronto se unió su hijo José
Antonio, y varios años más tarde, los hijos de este, Álvaro y David, tercera
generación consolidada.Este taller desde sus orígenes, se ha dedicado
principalmente a la construcción de retablos, aunque hace todo lo relacionado
con el arte sacro, sus obras se realizan en madera, dorado en todas sus
versiones y policromía, tanto en altares, ambones, hornacinas, repisas, pedestales, tronos e imaginería.
[2] Nos es difícil relacionarlo con un Cristo
de la Expiración conocido. Pero esta
imagen del entorno de los Mena, Alonso y
Pedro. Ver, para su estudio comparativo Alonso de Mena y Escalante
(1587-º1646) de Lázaro Gila Medina en la obra
La consolidación del Barroco en
la escultura andaluza e hispanoamericana. Obra colectiva editada en Granada en 20013.
[3] Este personaje es recogido por los martirologios romanos y el de Usardo
como un ciego por haber llevado
la lanzada de Jesús; otro como
san Isidoro de Sevilla, lo hacen de un solo ojo , vćitma de una acción
guerrera anterior en las legiones romanas. A partir de este momento, el agua y
la sangre se sacraliza y lleva a cabo el milagro de la recuperación de la visa
del soldado.
[4] Jn, 19, 34.
[5] Revel, I, 7, C prope finem.
[6] DOMÍNGUEZ CUBERO, José. La escultura del
crucificado en el Reino de Jaén. IEG 2013.
También , de Varios Autores, La escultura del primer Naturalismo . Andalucía e
Hispanoamérica. Granada 2010.
[7] En nuestra abadía hay constancia de que la
familia de los Raxis solían viajar a su patria de origen y se traían cuadernos
y dibujos de los pintores y escultores
romanos.
[8] MARTÍN ROSALES, Francisco. Paso. 1999. pág.
112.
[9] Para el estudio de la imaginería de la
posguerra , el artículo y separata del
Programa de la Virgen de 1983. Imaginería de la Posguerra., de Domingo Murcia
Rosales.
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