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miércoles, 30 de marzo de 2016

EL CORREGIDOR JIENNENSE JUAN CERÓN DE LA CERDA

BIOGRAFÍA


Nació en Jaén. Su nombre completo fue don Juan Cerón de la Cerda y Mendoza y era hijo mayor de don Martín Cerón de Benavides  y doña  Beatriz  de la Cerda  y Mendoza. Su padre era caballero veinticuatro de Jaén , miembro de las Órdenes Militares de Alcántara y Calatrava y vivió en la colaci´çon de Santa María, ubicada en la Catedral. Como dice Pedro Cañadas, todavía se conserva una calle dedicada a su nombre y anteriormente con el nombre de Martín Cerón. Su madre doña Beatriz era hija del cordobés  dom Fernando de la Cerda, señor de la Vega de Armijo,  y de la baezana doña Catalina de Mendoza. Su padre fue procurador en Cortes y solicitó esto al rey  Felipe III, según este texto de las Cortes:



«Don Martín Çeron de Benavides, caballero de la orden de Calatrava. Veinte y quatro de Jaén y su procurador de Cortes dize que Fernando de Contreras su abuelo sirvió en las Cortes que se propusieron en Córdoba el año de 570 y se acabaron en Madrid donde murió y le sucedió en ellas Juan Ceron Vedma su Padre sin que por ello se les hiciese merced y que él ha mas de 34 años que sirve el dicho oficio y se halló en el crecimiento de los 15 quentos con que el Reino sirvió al Rey nro Sr. don Phelipe segundo para el salario de los consejos y en las concesiones de los ocho millones diez y ocho pasados y diez y ocho Presentes, disponiendo á sus deudos y amigos para que viniesen en Ellos y fue Procurador de Cortes en las del año de 602. En que se cumplió enteramente El servicio de los primeros diez y ocho millones y se hicieron otros de consideración. y que el año de 607 acudió al socorro que se hizo con las galeras quando el enemigo quemó los galeones en el Estrecho de Gibraltar llevando consigo mucha gente. En que gastó mucho y se ha ocupado En diferentes pruebas de hábitos de su orden. =Supp.ca á V. mag.d le haga merced del abito de vna de las tres ordenes para vn nieto ó para casar vna nieta y que de vn juro que tiene de por vida de docientos ducados de Renta de que su mag.d que aya gloria se la hizo, goce durante la suya Don Juan Ceron de la Çerda, su hijo, y del oficio de Corregidor de Guadix ó de otro conforme á su calidad.

»Parece que V. m.d le haga merced del habito que pide para vn nieto ó para casar vna nieta.» =El Rey decretó: «lo mismo,» y lo rubricó.

«Don Juan Palomino hurtado de Mendoça Veynte y quatro de la dicha ciudad y su procurador de Cortes consta que ha 24 años


En 1614 y 1615 alcanzó el  hábito de caballero  de la Orden de Santiago de las medidas del incremento de títulos del rey Felipe III. y como muestra DE HACER VALER SU PRESTIGIO PERSONAL Y FAMILIAR CON RESPECTO A OTRAS ÉLITES DE LA CIUDAD DE JAÉN,  que le ofrecieron una gran resistencia  por tener muchas desavenencias con la familia de Cristóbal de Vílchez y los Guzmán.
Ocupó el cargo de corregidor de Alcalá , Alhama y Loja desde 1527 hasta 1528.
TUvo en 1632 a Martín, que heredó LA PRIMOGENITURA   y mayorazgo, don Fernando CERÓN Y GIRÓN  CALATRAVO, DOÑA MANUELA, Y DOÑA MARINA  EN TALAVERA DE LA REINA, donde fue corregidor . FINALMENTE, María Lorenza , doña Beatriz  y doña Feliciana.
Se casó con Beatriz Girón de Salcedo y Narváez, hija de don Juan Girón , caballero de la Orden de Santiago. Fue heredera de su hermano don Sancho Girón Salcedo, caballero de la Orden de Alcántara , ante quien se concertaron el matrimonio  y se obligaron " a que don Juan Cerón, sin dejar su apellido, también usaría el apellido y blasón de los Girón, por lo que en los sucesivo lo constatamos como don Juan de la Cerda y Benavides, y don Juan Cerón y Girón". 
Falleció en su heredad de La Roda, cerca de Estepa, el 16 de enero de 1663, siendo le aplicadas misas en el Sagrario de la capital jiennense. En el mismo año falleció su esposa que fue enterrada en la capill de san Diego de San Francisco.

JUAN CERÓN DE LA CERDA (1627 -1630)

CORREGIDOR DE ALCALÁ LA REAL 
Era veinticuatro de Jaén. Corregidor desde 1624. Fue nombrado de nuevo  corregidor el 27 de marzo de 1627 y tomó posesión el 27 de junio del mismo año. Por alcalde mayor fue nombrado el abogado de la Real Chancillería Matías de Soto. Su alguacil mayor fue Diego de Ávalos Rosillo y menor Jerónimo de Castañeda que vendió el esclavo  de doña Isabel de Carvajal, mujer de Luís López de Mendoza.. Por aquel tiempo, era corregidor de Granada Sosa y Vera. 
Tuvo que afrontar uno de los periodos más delicados de la vida alcalaína, porque la nueva política relacionada con la venta de villas y de los  24.000 vasallos por parte de la Corona afectó al territorio alcalaíno. En concreto, la villa del Castillo de Locubín fue vendida en un principio a don Antonio de Bohórquez, marqués de los Trujillos e, incluso, por un periodo de un año se mantuvo independiente de la jurisdicción alcalaína para reintegrarse definitivamente al control del cabildo alcalaíno hasta el siglo XIX. Las gestiones  de Juan de Soria Ruiz, emparentado con los regidores jiennenses,  permitieron superar la complicada restitución de la villa castillera.


El panorama del año 1629 no era lo suficientemente despejado para Alcalá, mientras  don Antonio de Bohórquez lograba mayor influencia en la Corte con la concesión del título de marqués de los Trujillos. A primeros de enero, se presentó de nuevo el licenciado Ogazón para hacer diligencias sobre la villa del Castillo y el regidor Juan Vázquez todavía se mantenía negociando en  la Corte. Descubría los malos negocios de su compañero de ayuntamiento Ruí Díaz, que había vendido por 1.000 ducados el cuarto de legua de Cofrida, que, por lo menos, estaba valorado en 100.000 ducados. Y, lo peor de todo, se habían hecho todo tipo de escrituras de compra y cesión ante el fiscal general Bartolomé Espínola y con la orden del Contador General del Estado, lo mismo que las facultades y escritura de cesión correspondientes. Era curioso que, según escribía el regidor, el tiempo lo sacaba todo y  fruto de ello era que el marqués había comprado cinco pueblos de Jaén y Granada. Ya no le quedaba a la ciudad sino hacerse un nuevo censo de 20.000 ducados, que se pagaba con los arbitrios  de las tierras roturadas que habían sido permitidas por el rey[2]. Fueron los prestamistas  familias de Jaén como don Alonso de Vélez y Anaya, Gaspar de la Cueva y Ludeña- relacionado con el mayorazco del alcalaíno  don Francisco de Narvaez y Alfaro-  y el licenciado Ameida Vallejo. En el mes de abril, el regidor Juan Vázquez comenzaba a encontrar solución al conflicto y la dificultad de hipotecar los bienes propios y las tierras de arbitrios mediante la presencia de intermediarios en Madrid y, clara muestra de ello era una carta del día tres de abril en la que comunicaba: ...estando en el mayor aprieto ....hallé el cielo abierto. Por el mes de junio de 1629, la ciudad era consciente de que los compromisos adquiridos con el marqués debían afectar a todas las obligaciones con los vecinos de Alcaudete y Priego. Por lo tanto, el pacto de concordia de usufructo del pasto para los ganados también incluía a estos ganaderos desde la salida del sol. Sin embargo, en este interim de negociaciones la villa del Castillo estaba regida por un gobernador, que no asumía facilmente los acuerdos municipales de la ciudad de Alcalá. Por eso se negó al pasto común con las ciudades vecinas y a que se le impusieran las imposición de un maravedís en productos de consumo con motivo de un donativo reciente.               


Relacionado con el asunto anterior, un nuevo donativo de tres mil ducados  se solicitó por parte del Cardenal-Presidente del Consejo de Castilla para colaborar con las guerras de Italia, donde intervenía Gonzalo de Córdoba en el sitio de Cassul el dos de abril de 1629. El panorama de la economía local no podía ser más desalentador: los bienes de propios se encontraban totalmente empeñados por anteriores compromisos, la paga anual del puente de Medellín- cifrada en 53.000 maravedía-, donativos, uno reciente de cuatro mil ducados, la moneda forera y el interés de los censos que alcanzaba en el compromiso de las alcabalas setenta mil ducados y el muy reciente de la compra de la villa del Castillo de Locubín. Era frecuente la llegada de receptores de arbitrios que acudían a la ciudad para poder pagar a los genoveses afincados en Granada. No había más solución que vender ciento cincuenta fanegas de tierra en la dehesa del Hituero. A ello se unía la baja de la moneda y los fondos del Pósito no alcanzaban ni las tres mil fanegas, que, además de estar retenido por segundas personas, no podían conseguir el objetivo de paliar el hambre de los más desfavorecidos por estar hipotecadas en deudas de pleitos y dietas de los regidores. El 29 de junio del año anteriormente mencionado de nuevo se concedió al Rey un donativo de 24.000 ducados a pagar en seis años por mediación de Juan Chumacero, miembro del Consejo del Estado, que había trasladado la urgencia y necesidad  de esta nueva imposición por las guerras de Flandes, Italia y las Indias. Se le permitió a la ciudad romper otras mil fanegas de tierra, que fueron gestionadas por el jurado Francisco Muñoz de Orduña, pues aportó la cantidad del préstamo para poder resarcirse con su beneficio y a partir de este momento se le denominó con el nombre de las tierras de Orduña.  estas se roturaron en diversas dehesas de Alcalá y el Castillo de Locubín. Aunque la medida entraba en conflicto con los ganaderos, se justificaba porque todavía quedaban otras treinta mil fanegas de tierras por cultivar y se ubicaban en las zonas de vertientes. Además, se le complementó  con la imposición de un maravedí por arroba de aceite, y precio doblado de la carne. También recibieron otras compensaciones al concederse el privilegio de nombrar anualmente entre sus regidores los alguaciles de Alcalá y Castillo, y al fiscal, al mismo tiempo que, en medio de la política austera de consumo de oficios, se eliminaba uno del Castillo, nombrándose anualmente, aunque se podían reelegir. Sin embargo, todas estas medidas no conseguían el efecto, pues inmediatamente sufrían las consecuencias de la bajada de la moneda como una muy importante que aconteció en el mes de agosto de 1629 o de los registros de imposiciones sobre  los artesanos de la seda y el ganado. Para ello, llevarlas a efectos dividían la ciudad en dos secciones administradas por los regidores correspondiente a las dos parroquias de la ciudad Santa María y Santo Domingo.
Los propios regidores tenían embargadas muchas fuentes de ingresos de la ciudad, como era el caso del alcaide Antonio de Gamboa que tenía un censo familiar y obligó a pagarle mediante varias ejecutorias. Además, este regidor había sido marginado de sus derechos con la anterior reducción de oficios promovida por Gilemón de la Mota y se encontraba  en una situación de enfrentamiento con el grupo poderoso de regidores. Por eso, hizo lo imposible para volver a conseguir sus derechos anteriores, que fueron reconocidos en el mes de julio de 1629.
La relación entre el binomio ganadería y agricultura, cada día se veía descompensado al alcanzar la agricultura un predominio sobre la ganadería de tal modo que los ganaderos veían reducidos los terrenos donde pastar con sus ganados; primero con la venta de una parte de terreno en Cofrida, y, en segundo lugar con la roturación de gran parte de parte de los aguaderos, criaderos, descansaderos y abrevaderos. A ello se añadía que el grupo influyente de la mano poderosa, formado por la oligarquía municipal y los hidalgos ligados a ellos, ponían cada vez más trabas a los ganaderos mediante ordenanzas que prohibían la entrada del ganado en los campos, provocando el abandono de los criados de los ganaderos, que eran continuamente castigados cuando entraban en los montes y barbechos de las tierras de los poderosos. Consecuencia de lo anterior era la disminución de cría de todo tipo de ganado, el desabastecimiento de carne de la ciudad y la caída del mercado lanero. La dehesa de las Entretorres había quedado prácticamente en tierra de labor con un sistema de prórroga contínua para afrontar los servicios a la Corona y basado en un sistema de repartimiento de permitir tan sólo dos suertes de seis fanegas por persona en un periodo de seis años y con la prohibición de talar árboles. En esta misma línea se dictaban normas para cortar la leña concedida a los fabricantes de jabón.


No obstante, el fomento de la ganadería era patente por las diversas políticas reales que desde el año 1621 trataba de promocionar la crianza y raza de caballos a través del cruce de razas de las autóctonas con las llamadas chirinas y el mantenimiento de las dehesas en los montes comunales que se ubicaban en el Chaparral de Nubes, Maleza Prieta, Camello, Mures, Encina Hermosa, el Robledo, Jaralejos y Maleza de Santo Domingo, Cueva del Moro, Loberuelas, Romeral, las sierras de Frailes y las dehesas de la Rábita y Fuente Álamo. En el mes de junio del año 1629, una nueva cédula real obligaba a que se cumpliera la defensa de la raza y cría del ganado.  Lo que era evidente que el ganado vacuno había caido en gran manera frente a otro tipo de ganador menor como el porcino, ovino, y caprino. La encina y el quejigo eran las dos variantes de arbolado predominante, que abastecían  con la bellota al ganado que se alimentaba en un doble sistema; el cerrado para una raza y con un canon por res, y el abierto para todo tipo de ganado. Simplemente en los montes de Frailes, acudían 4.000 cerdos medianos.  
Por otra parte, la mayoría de los regidores conseguían las tierras de arbitrios y cualquier tierra de labor, lindera con sus peculios, a cantidades irrisorias, limitando los ingresos impositivos de la Corona. Tierras que en este año se volvieron remedir ueron las de Charilla. Se dio el caso de que un regidor y escribano había llegado a obtener en el 1629  por sí solo 500 fanegas de tierras, o el propio negociador del litigio de la villa del Castillo Juan Vázquez Mesía conseguía la subasta de la dehesa de la carne a mitad de precio, cuando se sacaba la tierra en beneficio de los pobres. Todo ello se realizaba mediante el sistema de personas interpuestas en el que:

 "con todo el común se puede verificar por sus cuenta y que sus esclavos quienes los benefician"[3]        

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