Es verdad que la feria fue
instituida y concedida a la ciudad por Carlos II por cédula concedida el treinta de julio del año 1588, sin embargo
anteriormente se celebraba en nuestra ciudad para servir de sitio de
transacción de ganado y productos agrícolas
y otras mercancías a finales del mes de agosto a partir del día de san
Agustín. Así en el cabildo del diecinueve de abril del 1655, los miembros del
ayuntamiento solicitan al rey que les
dé permiso para que se le conceda feria desde el día de san Agustín
hasta el cuatro de septiembre y se pueda cobrar
al mismo tiempo recuerdan que
era una costumbre de la ciudad dicha actividad comercial, donde vendía,
compraba y traficaba animales, enseres del campo y otras menudencias entre los
alcalaínos y otros habitantes de pueblos de la comarca por estas fechas.
Años, más tarde, en el 1688, el
cabildo del veintiséis de agosto ilustra de los preparativos de la feria que se
mantuvieron hasta el año 1984. Se establecía una aduana, en donde se
registraran todos los ganados que vinieran a la feria, en la puerta del mesón
de María Abaastro o en un pasaje que estuviera cercano, lo que durante muchos
años fue la posada o cuartel de los Álamos y hoy esquina con calle del abad
Palomino. Allí era el sitio donde concurría más gente y estaban preparados dos
regidores y jurados, los concejales de hoy, para recibir cualquier denuncia de
fraude. Además, disponían cuatro guardas de campo, montados a caballo, hoy
sustituidos por la policía municipal y el cuerpo de la guardia civil, que se
encargaban de controlar todos los ganados que entraban y salían de la feria.
Los forasteros solían poner tiendas que eran controladas por el señor
corregidor, el alcalde actual, y los anteriormente nombrados comisarios de
ferias para imponerles el impuesto del cuatro por ciento. Este impuesto y toda
transacción corrían a cargo de un corredor que no sufría alteración de sus
ingresos durante la feria.
Historia de la fiesta
A partir del 1688, la feria es
una importante actividad comercial, y, por lo tanto, no es extraño que
cualquier imposición económica recaiga sobre ella. Por eso, el ayuntamiento
nombra guardas y hace registros para que se cobre el impuesto denominado cabezón.
Aunque todas estas imposiciones
repercuten en los comerciantes y ganaderos, a los habitantes alcalaínos se les
libraba de cualquier gasto. Por ello, el señor de Noalejo se queja de que debe
pagar cuatrocientos ducados a la Corona y además sufre las consecuencias de la
coincidencia de fechas con la feria alcalaína, privada por privilegio de todo
tipo de alcabalas. De ahí que la feria de Noalejo provoque el primer cambio de
fecha retrasando la feria alcalaína hasta el doce de septiembre y respetando la
del ocho de septiembre para la del Señorío afectado. No obstante, en el año
1698, todavía hay reminiscencias de la costumbre de celebrar la feria en el mes
de agosto y su sugiere que se vuelvan a las fechas del veintiséis de agosto
hasta el doce de septiembre. Debió ser desde el principio muy populosa la
presencia de comarcanos a nuestra feria, porque los corregidores solían prevenir todo tipo de
abastecimiento y seguridad, como el del año 1688 don Manuel Hurtado de Mendoza,
que insta a la ciudad para que la nueva carnicería y la cárcel esté preparada
para cualquier incidencia. La seguridad la delegaba en el síndico procurador
que junto con diez vecinos vigilaban los caminos con armas para prevenir los
riesgos de disputas en los tratos. El ramo del viento o, lo que es lo mismo, la
actividad comercial sufría la imposición real , que por aquellos tiempos
ascendía a mil reales. El abastecimiento de la
ciudad así lo ordenaba:
así acordó que, para que la ciudad esté con el abasto de que necesita,
el caballero diputado avise a todos los panaderos para que cada día amase todo
lo que se repartiere para cada día haciendo para ello las prevenciones de
harina que sean necesarias y a los hornos se les prevenga tengan provisión de leña
y a los demás abastecedores de la carnicería el ganado en paraje cercano de
calidad, que cualquiera que ahora necesite de hacer matanza se pueda hacer y
que los contadores y fieles de la romana asistan desde el amanecer hasta las
once de la noche.
Tampoco se le olvidaba a los
corregidores la actividad de los cazadores, como dice esta orden suya
todos los cazadores que son de profesión en el lugar que se les
prevengan pongan
toda la caza que hubiere en los sitios, señalando desde el Llanillo hasta la casa de María de
Ortiz, y en la tienda de la calle del
Rosario, no permitiéndoseles que ganen más que un cuartillo por pieza.
Se regulaba el vino que se
vendía atendiendo a la calidad y a las medidas que debían estar anteriormente
controladas por el almotacén para pagar la sisa de los cientos.
Las fechas dela feria
A pesar de que sufrió algún
cambio de fecha por las actas de principios del siglo XVIII, la feria se
celebraba desde el seis de septiembre hasta el catorce de septiembre. El
control de la justicia era bastante más riguroso y algunos años como en el 1708
debió verificarse un registro especial entre los labradores. Curiosamente, la
roturación de nuevas tierras en detrimento de la actividad pecuaria va a dar
lugar a que, a partir de ahora, se controlen las transacciones agrarias de
cereales que se llevaba con gran intensidad en la feria. Al mismo tiempo, van a
ser tiempos en los que la Corona continuamente reclame los derechos y
privilegios concedidos de esta actividad, unidos a los del dosel y el
tratamiento de señoría, como síntoma de una época en la que se intentaba
recaudar de las ciudades todo tipo de recursos.
En tiempos de Fernando VI, ya se
iniciaba la feria a partir del día
catorce de septiembre, según pone de manifiesto el catastro de la Ensenada.
En el siglo XIX, va a sufrir
varias transformaciones atendiendo a las fechas de otros pueblos como
Torredonjimeno hasta fijarse a finales
de siglo el día veintiuno de septiembre, ya que ésta se celebraba por los días
comprendidos entre el ocho y diez. También , hasta el año 1834, respetó la
feria de Noalejo, que acontecía por los días del diez al doce. Y se iniciaba, a
principios de siglo desde el día quince hasta el veintidós.
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