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lunes, 22 de septiembre de 2014

FESTEJOS DESAPARECIDOS EN ALCALÁ EL TORO EMBOLADO..


CON MOTIVO DE LA PAZ ENTRE CARLISTAS Y TROPAS NACIONALES


 
Es muy prolija la enumeración de actividades que tuvieron lugar con motivo de la finalización de la guerra civil entre los carlistas y las tropas reales en 1876. El mismo nombre de Fiesta de la Paz da muestra del deseo de los españoles para conmemorarla durante tres días de públicas fiestas, que se iniciaron el día veinte del mes de  a las ocho de la mañana con el repìque de campanas, y la detonación de veinticuatro cohetes anunciando las fiestas y la hora de adornar las fachadas y balcones. A esto se unía la izada de la bandera Nacional en las Casas Capitulares y en el Castillo de la Mota. Es curioso que la campana del Reloj, a las once de la mañana, hacía la señal al resto de las torres de las demás iglesias para que repicarán a vuelo, al mismo tiempo que intervenía la Banda de Música tocando la marcha real y se descubría el retrato del Rey, colocado de antemano en la central del balcón del municipio y bajo el dosel de terciopelo y escoltado por la Guardia Civil con uniforme de gala con doble centinela. A continación el ayuntamiento, autoridades y personas notables, previamente convocadas, se dirigíán precedidas de la Música Marcial desde la Casas Consitoriales hasta la Iglesia Mayor por las calles acostumbradas. Allí se se cantaba un solemne Te deum de acción de gracias al Todopoderoso por la anhelada paz de la Península que nos ha concedido.

A las doce del mismo día tenía lugar una compañía enmascarada y a caballo, compuesta de unos veinticinco jinetes que recorrían las calles de la población iniciándose por la plaza y anunciando el baile  vespertino.

A las cuatro de la tarde la susodicha comparsa, a pie, entraba en la Plaza, precedida por el director y bastonero, donde ejecutaban preciosos bailes de vistosas figuras, al mismo tiempo que alternaban con una estudiantina, numerosa y bien organizada, que amenizaba las horas hasta la caída del sol.

A las ocho de la tarde, los vecinos iluminaban sus balcones y ventanas, lo mismo que las Casas Consitoriales, adornadas desde las primeras horas de la mañana, encendían un precioso juego de faroles, diseñado al profeso para dicho acto. Durante este acto, alternaban campanas, cohetes y música y finalizaba a las once de la noche.

Al día siguiente, el veintiuno de dicho mes, por la mañana, las comparsas de baile y la estudiantina paseaban por las distntas calles de la ciudad y se postula por las familias de los ocho hijos que habían muerto y tres heridos en la batalla. Esto lo hacía la Estudiantina y a las cuatro de la tarde, se organizaban premios de cucañas de esmeradísimo ingenio  y en las que , si se hace difícl conseguir el lauro, ofrecen en cambio la respetable ventaja de que no sean sencibles ala caída.

A las ocho de la tarde de nuevo se iluminará toda la población y la música, cohetes y campnas repetirán los actos del anterior día. Un repique general de campanas era la señal de finalizar la jornada.

El día veintidós, la comparsa y la Estudiantina anunciaba los actos recorriendo las calles. A las cuatro, un torete envolado se lidiaba por los aficionados. Por la noche, las mismas, campanas y la música se organizaban en el fin de fiestas  que se componía de mangas de fuego, bengalas y lanzamiento de cohetes.

El día veintisiete, tenía lugar en la Iglesia de Consolación solemnes misas con la asistencia de la corporación y la ciudad porel sufragio de los fallecidos en guerra, adornándose el templo para dicho fin con crespones, colgaduras, trofeos y catafalcos.



[1] AMAR. Actas de los cabildos del cuatro, seis, quince y veintitrés de juliode 1837.
[2] AMAR. Acta del cabildo del nueve y dieciséis de febrero del 1852. Los actos tuvieron lugar el día dieciséis.
[3] AMAR. Acta del cabildo del veintinueve de julio de 1843.
[4] AMAR. Acta del cabildo del 30 de septiembre de 1868.
 
EL TORO EMBOLADO




El toro embolado es un festejo tradicional  en el que se colocan a un TORO dos bolas de fuego en sus astas. No se conocen realmente sus orígenes, pero junto a otros festejos taurinos en los que no se le da muerte al animal pueden tener su origen en la CULTURA DE MINOS u otras tradiciones prerromanas.[

 

Embolamiento de un toro.
El recinto donde se realizan estos actos suelen ser las propias calles de la población donde se celebra. Se acotan las salidas mediante barreras, siendo éstas de forma piramidal para evitar que el toro consiga derribarlas. Ello a su vez sirve para dar un refugio a los participantes del festejo.
Se coloca un pilón,[2] preferente en una zona amplia como en una plaza; luego se pasa por el centro una soga la cual va ligada a las astas del toro, que se encuentra dentro del corral o encima de un camión que lo transporta.
Defensa en la que los participantes del encierro pueden trepar para protegerse del toro.
Una vez se da salida al astado un grupo de hombres tira de la cuerda para atraer el toro al pilón; esta operación es bastante delicada puesto que hay que evitar que se enrolle o lastime el animal.
Una vez se consigue tener al toro junto al pilón, se coloca una pinza que agarra la soga y que impide que el toro pueda retroceder, cortándose el resto de la soga, quedando el toro sujeto.
Una vez el toro está fijo en el pilón, comienza el trabajo de insertarle los herrajes con las bolas o el embolado.[3] Ello no siempre es así, a veces los toros ya vienen con el montaje a punto y sólo es necesario prender las bolas.
Los herrajes deben adaptarse perfectamente al pitón del toro, llevan dos abrazaderas que sujetan firmemente los mismos. Las bolas de encima del herraje se tienen que distanciar de la faz del animal para no causarle daño. Las mismas suelen estar compuestas por estopa de cáñamo impregnada de materiales inflamables.
Cuando los herrajes están colocados, se prende fuego a las bolas para inmediatamente después cortar con un cuchillo la cuerda y dejar libre al toro.
En este momento se queda sólo el individuo que cortará la cuerda, y un compañero de confianza que le sujetará al toro por el rabo para intentar frenar la salida del toro, ya que el cortador se encuentra en franca desventaja frente al astado.

 

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