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viernes, 19 de septiembre de 2014

¿habrá feria en Priego?


 

¿HABRA ESTE AÑO FERIA EN PRIEGO?

 

Legajo 138, pieza 1.



 

 


 

 

            El 17 de julio de 1837, ante el alcalde primero don Antonio de Utrilla, se presentó una demanda por don Francisco Romero, acompañado de Manuel de Castillo, hombre bueno, contra Justiniano Velloso, vecino de Priego acompañado de otro hombre bueno do Antonio Sanz. Los personajes del litigio eran los siguientes. El acusado don Francisco Romero y Alcaide vivía en la calle Veracruz, estaba casado con  doña Francisca Sales y formaban un joven matrimonio con una hija de nombre Concepción; el confidente, don Plácido Villuendas, hombre mayor de 68, maestro de capilla, también vecino de la calle Veracruz, propietario, viudo y con su hijo Francisco  y su hermana Dolores bajo su tutela y una criada Ana María Gallardo, también vecino de la calle Veracruz; estos dos pertenecían a la Milicia Nacional; de Justiniano Velloso no se puede decir otra cosa que fue el enredador del asunto y era jefe de la Milicia Nacional. 

            En días anteriores a la demanda, algunas personas habían robado diversos objetos litúrgicos  en la ermita o santuario del Santo Sepulcro, extramuros de esta ciudad, y  Francisco Romero le manifestó que, el día quince, por la noche,  don Plácido Villuendas le había manifestado que, en la tienda de su hermano Clemente  ante varias personas,  Justiniano Velloso le había implicado el dicho asunto. Romero se sintió enojado y recurrió a la Justicia  para que solucionara el entuerto, porque resultaba bastante gravoso este  atentando contra su honor y por la reputación que gozaba entre la población al ser miembro de Caballería de la Milicia Nacional.

            El juez abrió investigaciones sobre el asunto. Convocó al propio Justiniano y este le manifestó lo siguiente:

 

            “En la mañana del día dieciséis de julio, estuvo de compras en el Llanillo. Salió desde  la tienda de Clemente Villuendas hasta la de don Antonio Oria y le llamó Francisca Serrano, mujer de Antonio Peñalver. Esta le preguntó:     

-Justiniano, ¿Cómo han estado las funciones de Priego?¿Ha sucedido algo?

-Francisca, ¿ha acaecido algo? Que yo sepa nada ha acaecido, ¿por qué?

-Pues, mira lo que aquí en Alcalá ha sucedido.

-¿Qué ha sucedido? Interrumpió Justiniano, muy extrañado.

-En la ermita del Santo Sepulcro, han entrado unos ladrones y han maltratado a los santos.-Le  expuso Francisca con cara de horrorizada.

-¿Quiénes han sido los autores? ¿Se sabe algo de ellos?

-Dicen, -interrumpió Francisca-, que iba entre ellos Paco Romero.

 

No se llegaba a creer esta versión de Justiniano y quiso confirmarla con las declaraciones de la propia Francisca Serrano, a la que convocó a las oficinas bajas de las Casas Consistoriales. Tras manifestarle:

-Jura, usted, decir toda la verdad.

-Sí lo juro.

Le  conminó con este interrogatorio.

-¿Cuando se encontró con Justiniano Vicioso?

-  No sé, si fue l día dieciséis o dicecisiete.

-¿De qué hablaron?

- Cosas de cortesía y saludos.

-¿Acaso no lo hicieron sobre el robo de la ermita de Santo Sepulcro?

-Ni mucho menos- respondió Francisca.

-Y ¿sobre las fiestas de Priego?

-Menos aún.

-¿No le dijo que aquí se había profanado la ermita del Santo Sepulcro?? Que estaba implicado Paco Romero?

-Pare, pare, señor juez. No le he dicho nada de eso y menos aún he tratado de este asunto. Por Dios, qué barbaridad.

El juez convocó a los hombres buenos, defensores de Francisco Romero; estos se  consideraban muy afectados por el cariz que había tomado el asunto entre la gente. Ya no se insinuaba, era vox populi que el Romero había sido el autor de aquellos hechos tan criminales y que lo afirmaba solemnemente Justiniano, el miliciano nacional, todo con pelos y señales. Querían resarcirse de esta infamia y restablecer el honor de su defendido. No hacían sino conminar al Juez:

-Señor juez, mi cliente exige que usted  imponga una pena para que recaiga la responsabilidad de dichas calumnias en Justiniano Vicioso. Que las haga con toda la fuerza de la ley y , así poder establecer la buena fama de Paco Romero.

Siguieron las quejas, las demandas contra este miliciano ;y  a la palabra castigo se le  añadía la sanción de una fuerte multa por el crimen  por parte de los abogados. Pacientemente el juez, las escuchaba hasta que resolvió tomar cartas en el asunto y  fallarlo en los próximos días.

Así lo hizo. El día 21 de  julio de 1837, Francisco Utrilla emitía el siguiente fallo judicial:

 

“Sobre las expresiones dictadas Justiniano Velloso contra Francisco Romero, declaro ser falsas en todos sus extremos, con el fin de conciliar la paz entre ambas partes entre ambas partes en las que están convenidas, y a evitar actuaciones que , además de ser costosas, han de producir mayores desazones en las familias, mando que el Justiniano Velloso dé una satisfacción al don Francisco Romero, en el mismo modo y forma con que las propaló, apercibido  que lo sucesivo se abstenga de proferir palabras injuriosas a persona alguna mayormente a los que gozan de la reputación que el Romero, dejando a este en su buena opinión y fama , sin que se ha visto que las palabras producidas contra él, no pueden perjudicar lo en la opinión que goza, por tanto, por si cuanto por corresponder al tercio de Caballería de las Benemérita  G.N. L. librándosele certificado literal de este juicio y providencia a costa del Justiniano Velloso, en cuya pena le condeno por esta primera vez, y por deferencia prestada a este hecho por el don Francisco Romero, con el fin de que este pueda hacer constar en todo tiempo la falsedad del hecho que se le atribuye, con cuy providencia , oída por las partes e informándose con ella, terminó el acto que firman conmigo los concurrentes y no por Justiniano que dijo que no sabía escribir”.

 

¿Habrá este año feria en Priego? O ¿Qué paso en la feria de Priego? Que más da. Un asunto que quedó en el anonimato, cortado tajantemente por la Justicia. Un símbolo ante las habladurías y falsas acusaciones, maledicencias y difamaciones de personas, cuando se hace sin pruebas. Como se quedó el juez, así nos quedamos nosotros ¿ Pasó algo en las funciones de Priego?. .

  

      

 

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