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miércoles, 10 de septiembre de 2014

TRES COFRADÍAS EN LA IGLESIA DE SAN JUAN (VII)





 
 
LA COFRADIA DE LAS VARAS DE PALIO DEL SANTISIMO SACRAMENTO
 
 

Fue fundada por Francisco de Haro Portocarrero en la Iglesia Mayor Abacial, pero se trasladó a la iglesia de San Juan.               Guardaba todos sus títulos un mayordomo, que en el año 1730 era Francisco Garrido Espinosa de los Monteros. En el año 1743, con Ceferino de Torres, notario mayor del juzgado eclesiático y administrador de la capellanía, se nos ilustra de que una de ellas, en concreto la de don Cristobal de Luque poseía un cortijo de ciento cincuenta fanegas de tierra en la Rábita. El arrendamiento consistía en ochenta fanegas de trigo y cebada y de los restantes productos de ocho partes dos, la conservación y el pago de cuaqluier tipo de obra y deterioro de bien mueble, un fielero eran nombrado por  el administrador y  a su  cargo antes de emparbar y alzar gabilla para averiguar toda la cosecha, tenía nueve senadas de paja, que debían conservarse en el pajar para el pago del impuesto de pie de altar, y el administrador recibía cuatro gallinas y cuatro ducados por el cortijo.
Sus ingresos se otorgaban a la obra pía, que era encargada de acompañar y llevar el Santísmo a los enfermos. Estaba compuesta por seis capellanías.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
LA COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA PAZ
 
Procede de la Iglesia Mayor Abacial a través de varias capellanías que celebraban la festividad de la Virgen de la Paz por el mes de enero,, Y  en el  siglo XIX se mantuvieron  en esta iglesia de san Juan. Se encontraba la imagen en la capilla de su nombre frente a la del Cristo de la Paciencia, fundada por Bartolomé de Melgar. Fueron muchas las memorias que tenía esta cofradía para que se dijesen misas en sufragio de las personas que la habían fundado. En algunos documentos, aparece incluso con el nombre de Cofradía de San Juan y Nuestra Señora de la Paz.    Recibió la herencia más importante de misas a través del cura don Casimiro de la Torre.
 
 
 
LA COFRADIA DE LA LIMPIA CONCEPCIÓN
 
Se remontaba  al siglo XVI, en la que comienza a propagarse la advocación de la Inmaculada a lo largo de las iglesias andaluzas. En la iglesia de san Juan, estaba ya organizada una cofradía, que en tiempos del corregidor Gómez de Mesía ya llevó a cabo un informe de todos sus miembros en el 1568.  Pronto debió transformarse e integrarse en la de San Juan. A finales del siglo, el año 1584, se levantó la capilla de la Limpia Concepción, diseñada por Ginés Martínez de Aranda y construida por Miguel de Bolivar, donde se celebraban los cabildos anuales y las fiestas en honor a María. Eran los hermanos mayores de los años de construcción Antonio Leonés y Miguel Muñoz, quienes llevaron a cabo el levantamiento y embovedamiento de la capilla junto con las quince sepulturas que tenía en su suelo. Entre ambos hermanos mayores hubo conflictos en los que debió mediar el abad Maximiliano de Austria el año 1586. El propio abad impidió que se pusieran títulos de los patronos por ser obra de muchos devotos y para evitar la ostentación.

En esta capilla también se llevaban a cabo todo tipo de juramentos. El sacristán de la iglesia de San Juan era el encargado de realizar las funciones de ministril, avisando de las citaciones para las procesiones del día de la Inmaculada y en las generales que organizaba la Iglesia Mayor Abacial.
El número de cofrades variaba en torno a la veintena, que procedían de los diversos estamentos y oficios de la ciudad- regidores, jurados, clérigos, carpinteros, albañiles, comerciantes y artesanos y labradores-. Se reunían en el domingo de la Octava de la Inmaculada Concepción para celebrar el tradicional cabildo de acuerdo con las constituciones que tenían aprobadas bajo la presidencia del Vicario- Provisor de la Abadía  ya que era un cofradía dependiente del clero secular, y, por lo tanto, del abad como la de la Veracruz. Solían recaudar limosnas para recibir las indulgencias anuales de Su Santidad. Tenían concedidas bulas de enterramiento en la capilla, donde reservaban algunas para los pobres de colemnidad y celebraban la fiesta el día de la Inmaculada en la que recogían limosna y daban cera a los hermanos.
Al convertirse en festividad municipal, se trasladó la devoción a la Iglesia del Convento de san Francisco, desde donde salía una procesión que se acercaba a las Casas del Ayuntamientoi, que se fue perdiendo a lo largo del siglo XVIII.
 
 
 
 
 
 
 

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