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miércoles, 24 de septiembre de 2014

DESDE EL MIRADOR DE LOS CIPRESES


DESDE EL MIRADOR DE LOS CIPRESES

 

 

Desde el camino que te lleva a la antigua dehesa de la Hondonera, hay varios senderos y atajos que te conducen campo através, hacia el  paraje de los Cipreses. Se llega por el camino de la cañada del Navazo ( que no nevazo), porque se refiere, más bien, a esos huertos que surgieron en torno a las rocas del milenario mar de Tetis en estas tierras de piedras areniscas, a no ser que algún agricultor la bautizara por un una tormenta de nieve  que le cogió de regreso a la ciudad de Alcalá. Sea Nevazo o Navazo lo cierto que esta tierra te hace pasar de un pasaje, que a veces fue casi lunático,  a las puertas de la ciudad. Los  cipreses cobijan al que otea el horizonte multicolor de los dedos de la Aurora. Y, en su entorno inmediato, un paisaje desolador recuerda la antigua cantera, las tierras y  casa de verano de los capuchinos desamortizados en el siglo XIX, -y antaño mansión de convenciones de los partidos turnistas-, el basurero de los años sesenta del siglo pasado  calizas, y los  almendrales de las lindes que cercaban a las tierras de cereal transformados en pagos de olivares. La modernidad ha llegado a aquel sitio, donde las pequeñas hoyas y los suelos areniscos se han rellenado con tierras margas y escombreras, donde se han levantado varias villas de recreo y huertos familiares. Años atrás, el  ciruelo abundó en la zona.

Como primer golpe de vista, la cornisa pétrea se yergue enredada en matorral de monte bajo, zarzales y árboles frutales, entre ellos alguna que otra higuera, encubren este bastión natural. Por algunos lugares, esta ha sido atravesada

 

 

 
por la modernidad del gaseoducto y su parte superior con algún que otro poste de las nuevas tecnologías.

Si se encaminaba hacia Moclín, Mures, Iznalloz, Guadix y los montes orientales era la vía de penetración más rápida;pero, al mismo tiempo, es, actualmente,  la bajada más expedita a Alcalá la Real. La cultura se ofrece a las primeras de cambio con el afamado colegio público Alonso de Alcalá. Y, a pocos metros, cualquier nuevo residente puede contemplar la amplia oferta que en el campo de la enseñanza dispone en los aledaños de aquel paraje o descansadero que fue el Coto: una escuela primaria y residencia escolar de los años sesenta, un instituto de enseñanza secundaria de los años noventa-el fructífero Antonio de Mendoza-, varias guarderías-privadas y públicas-, un centro reciente  de idiomas del tercer milenio, casa y escuela de la música-donde se concentran a ensayar la coral y la banda de música-, un bullicioso centro de adultos, y no muy lejos el prestigioso Instituto de Enseñanza Secundaria Alfonso XI. El ciclo de formación de muchas personas se cubre desde el preinfantil hasta el tercer ciclo de la enseñanza de ciclos formativos no olvidando otras adaptaciones del sistema  educativo para atender a todas las personas. Esta zona se muestra como una ampliación de la ciudad, a la que se ha socorrido para ubicar no solo los centros educativos, sino otros espacios abiertos del mundo comercial y del tiempo del ocio. La chimenea de la vieja orujera de los años treinta es un punto de la memoria histórica de la ciudad de la M , porque se ha sustituido por una estación moderna de los años ochenta que ofrece al visitante una buena gastronomía como carta de presentación de la ciudad. El ferial se extiende, junto al colegio público, sirviendo de foro semanal de las amas de casas en el sentido etimológico, de lugar de encuentro de las personas y centro de relaciones comerciales, al mismo tiempo que  invita diariamente  al  paseo vespertino y nocturno de la cultura de la calle abierta; y cómo no,  enseña a los escolares en  la educación viaria en una sociedad del automóvil.

                                                      No es este el único sitio del ocio; cercana se encuentra la nueva Casa de la Juventud de atrevida arquitectura ( tanto en sus materiales, como en su diseño) que atrae a la juventud y al mundo del deporte; cercanos  están el Centro del Día y la antigua otra Casa de la Juventud, donde  el deporte se adapta al desgaste de la edad ( la petanca, los aparatos y salas de gimnasia, los juegos de mesa, los pasatiempos de las nuevas tecnologías..). No puede sacarse más jugo a aquel auténtico ejido y era pública, cuando se ofrece junto a la Cruz de los Blanquitos unas inhalaciones deportivas y un lugar alternativo de fiestas  en el Silo. Desde el mirador de los Cipreses,  la caminata invitaba a la descripción deportiva de la ciudad más que a una ciudad festiva por San Mateo.     

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