COMIENZA EL CURSO
Tras la feria
de Septiembre (da igual que la llamemos de San Agustín, San Mateo o de San
Miguel porque las fechas no coinciden con las festividades religiosas),
comienza realmente el curso. Para los más jóvenes, se inicia el curso escolar; otros lo hacen , propiamente,
con el agrícola para emprender la tareas
del campo tras recoger el fruto del Agosto e iniciar el arado, la plantera y siembra; para la mayoría, esta última
semana da el primer pistoletazo para pasar del tiempo compartido con el ocio a
centrarse exclusivamente en la vida
productiva; incluso, los habrá que fijen el inicio de su calendario cultural,
religioso o político a partir de entonar el “ Pobre de mí” llevando a cabo una
amplia programación de actos, actividades y encuentros. Es el momento esencial
para ponerse bien los espartos, armar de un modo adecuado las mimbres de los
canastillos o abrir bien los cimientos
para que no se caiga el edificio futuro o se derrumbe el castillo de naipes.
Todos los sueños de estos días, sino se fijan con los pies en el suelo, pueden
venirse abajo en las primeras de cambio. En unos casos, simplemente un nudo mal
trenzado o un ajuste de un codo defectuosamente colocado ajusta cuentas cuando
uno no lo espera.
En las mañanas
y tardes alcalaínas, salvo los días del veranillo del membrillo o el de San Miguel,
el caminar invita a pasear y a cargar las pilas en un diálogo entre el disfrute
y observación de la naturaleza y la vista dirigida a la utopía de los cielos
turquesa que rodean a la fortaleza de la
Mota. El escenario se completa con un aderezo exterior, algo emborrascado,
donde la crisis condiciona todas las apetencias, los proyectos y los buenos deseos de las personas; pues
vivimos un espejismo que parece como si el maquillaje de cifras de estos días
ya hubiera abierto las puertas del paraíso terrenal, cuando no encontramos en
un valle de lágrimas de cocodrilo. Pues, las reglas de juego son difíciles de cambiar en un mundo muy complicado
que coquetea entre la globalidad y el soberanismo de la
patria chica. Y a la globalidad
casualmente no le preocupa mucho el cambio social sino que esta ha hipnotizado
hasta el rincón más olvidado. Por eso, en medio de los cantos de sirenas, se
recibe con agrado un buen consejo para la planificación de un año que, en el
ámbito local, se presenta muy convulso y guerrero, de modo que viene a cuento
convertirse en Ulises y no en sus compañeros del barco de la Odisea, porque el hechizo
musical de tanto canto de sirenas puede
llevar a que se viva la fingida liberación y es mejor apretar aún más fuerte las ataduras en el
palo del serio devenir.
Con este
planteamiento, tenemos asegurado que, gracias a esta estratagema Ulises, fue el
único hombre que oyó el canto y sobrevivió a las sirenas, porque estas devoraron a los ilusos que se dejaron
embaucar, mientras las sirenas no
pudieron resistir y se precipitaron al abismo al verse vencidas.[.
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