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lunes, 1 de septiembre de 2014

EL AUGE DEL VINO EN LACOMARCA DE ALCALÁ (3·)


 y SEGUIMOS CON EL VINO EN LEL REFRANERO 
 
 
 

Pues nuestros antepasados vivían enraizados en  una cultura religiosa muy ligada con la Agricultura, en la que el santoral servía de pretexto para cualquier actividad y de horóscopo zaragozano anticipado:
            Así en diciembre, por Santa  Lucía,  la patrona de Frailes,  se recogía por el pueblo campesino: Que tantas fiestas envía. Y más que la noche crece el día. En otros pueblos según la devoción: "San Antón, le guarde las caballerizas y las reses a los campesinos", "Cabdelaria, San Blas, San Matías, en febrero Igual la noche y el día." "Marzo, sin embargo, sin santos, marcea marzador, pardo", Cuaresma, las máscaras de campo.

Por abril, los pastores celebraban san Marcos  y se iniciaban a recoger frutos. Hay varias romerías. Acuden las cofradías con insignias, hacen danzas de palos y espadas, convites , juegos competiciones de entre mozos, rondas sortijas, enramadas y actos supersticiosas. Como decía Quevedo en los borrachos:


                              Envainan, y en una ermita

                        Beben ya amigos con sorna

                        Su pendencia hecha mosquitos.

                        Aquí paz y despuñes gorja.

                        Mas vino han despabilado

                        que en esa hagan la ronda

                        que en un mortuorio en Vizcaya

y que en Amberes una boda.

 

Mayo, mayea,  y festero empieza con "el Día de la Cruz saca la fiesta a la luz", donde decía el poeta:


 


            Aquí dan


               En esta ermita del Santo

            Que celebra España tanto

            Caridad de queso y pan

            Y de aquella agua bendita

            (¿agua dije? afrenta fue)

            de aquel licor de Noé

            que tantos dolores quita.

 


En este Mayo, es el momento de renovar contratos los agricultores y de los clérigos cobrar el diezmo


               Al clérigo  la tunda

San Juan los busca.

Por julio, la fecha de Santiago y la a cosecha de trigo y vino:

 

Con Santa Marina en la mano y Santiago cebado.

En Agosto, el campesino vivía la fiesta por excelencia:

Agosto y Septiembre no vienen siempre

Agosto y vendimia no es cada día.

Y ligaba con la actividad de san Lucas que consistía:

Suelta el buey para las yuntas

Mata el puerco y tapa la cuba.

San Andrés, un mes después, época de matanza y recogimiento en casa.

 

 

 

 

 

Los tipos de vino más frecuentes de las fiesta:

 

            -vidueño o dulce, realizado con garnacha o moscatel,


-        el torrontés o de color amarillo, variedad española de uva blanca y muy transparente y que tiene grano, pequeño y el hollejo muy delicado. Se obtenían de viñas blancas y muy dulces.

-        Baladí. Es una variedad de cepa vinífera de Andalucía oriental, cuyo nombre procede de los árabes.

-        añejo

-        trasañejo

-        yema que se sacaba de la mitad del tonel

-        estrujón con sabor avinagrado, pus era un vino aguapie que se consegúía con la vuelta dada en la biagra o soga o d esparto al pie de  uva y apretando bien-

-        mosto

 

Solían ser almacenados en tinajas, de ahí que abunden con frecuencia las  bodegas en todas las excavaciones del cerro de la Mota, e, incluso en los cortijos de alguna que otra aldea. Frente a las costumbres de otros pueblos y  ciudades que se almacenaba en cubas y toneles, al principio en Alcalá este alamcenaje  que daba una gran calidad, también provocaba grandes incovenientes, pues se necesitaban de expertos para azarconearlo (  condimentarlo con  diversos productos químicos) y para medirlo a la hora de venderlo en grandes cantidades. Tan sólo, los medidores de vino estaban facultados para ello. Y no era poco lo que se sacaba de vino en estos siglos, pues se vendía de 1.000 a dos mil arrobas diarias en fechas importantes del mes de noviembre, diciembre, mayo y junio, más de 20.000 litros diarios. Hubo años que la comarca llegó a sobrepasar los 600. 000 litros de vino de exportación y casi la mitad de gasto de tabernas, mesones y particulares. Cifra muy significativa para una sociedad de 2.000 vecinos y unos ocho mil habitantes.

 

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            Dio lugar a nombres que hoy día se han perdido. Buenos Vinos en el Castillo, Olivo Tuerto, Fuente de la Higuera, Alamedilla, Moraleda, Tal de Arroba, Pasada Baena, Fuente Nueva, Fuente Granada y Aceitunillo.

 

           
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Los siglos XVI y XVII.

 

            El paisaje se gradúa de urbano hacia viñedo con zumacales, algún que otro olivar, cereal y monte. En medio, la zona molinera y de huertas( Frailes, los 3 de Cabrera, Huescar, las Juntas). El monte dedicado a la ganadería  con el pasto y el encinar. Los bueyes, cabras, ovejas y cerdos  contrataban al cabildo su servicio. Frailes, zona ganadera, paso obligado a la feria de Noalejo. En el casco  urbano, se buscaban los desniveles para bodegas, se horadaba la roca, caso de la Mota. O en la nueva ciudad se construían casas de tres plantas y una bodega, que las había hasta de 60 y 70 vasos( tinajas, condiotas y cubas.

 

Son los años en los que el comercio del vino juega un papel fundamental. Hay una extensa red de arrieros y comerciante, en manos de los moros gaçís. Sus mercados más importantes se fijaban en Granada, donde había un privilegio para entrarlo- en Granada, n su alhóndiga y en la Alhambra-, en Jaén y en muchos pueblos   Córdoba.

El vino baladí, torrontés, añejo, trasañejo, mosto, y tinto en sus variantes de yema, estrujón  y vinagre llegaba a lugares insospechados como Villacarrillo, Antequera o el mismo Madrid a la corte del Rey Felipe III en 1608.

Poco a poco se fueron reduciendo a dos únicas variantes. Tinto y blanco, prohibiéndose las mezclas. Y solía exportarse en pequeñas cantidades de cargas de 15 arrobas y en forma de yema o estrujón.

Distinguían  los viñedos nuevos y viejos, situados junto a los ruedos ( en Alcalá, carrera de San Bartolomé, ladera de la ciudad, san Marcos,  san Sebastián; en Castilo, Viñuela y Clavario; en Frailes junto a las laderas de la ribera ) y en los nuevos (Acamuña, Cerrico de Caballeros y Mentiras, Valcargado, Valdedueñas, Monterrey, Rosalejo , Barrero).

 

Un capítulo como el de los particulares que compraban el vino de Alcalá nos haría ver que era importante:

 

Si alguna personalidad lo probaba en nuestra tierra, de seguro que posteriormente encargaba a algún arriero que le enviara alguna carga. Fue el caso de Pedro Veneroso, regidor alcalaíno, que estando en Granada como alguacil mayor junto con su familia fundó el Colegio Universitario de San Bartolomé y Santiago o el del corregidor Enríquez de Baldelomar.  O el de los miembros de la Audiencia de Granada, que solían ser regalados con vino, jamones de la tierra por su fama cuando tomaban el cargo de presidentes, oidores, alcaldes del crimen  u otros cargos. Sancho de Flores en 1617. Sobre todo, los conventos eran uno de los lugares que más solicitaban este vino: los franciscanos de Úbeda, la Alhambra y Martos el convento del Rosario, el de Santa Isabel la real, los carmelitas descalazos, trinitarios en Granada en Málaga, los canónigos de Granada. Incluso a ciudades con tradición vitivinícola se enviaban como era el caso de Priego y Baeza a regidores y alcaldes mayores.

Curiosamente, los avaladores eran muchas veces regidores alcalaínos que controlaban el mercado.

Los alcalaínos que se iban de nuestra tierra hacían buena propaganda de su calidad es el caso del abad don Pedro de Moya que en 1609 como racionero de la Catedral de Málaga solictaba varias cargas de vino para el obispo de Málaga y enviaba a un arriero.  

 

 

 Entre los pueblos comarcanos, debemos citar que el vino se intercambiaba con el aceite en Alcaudete y algunos pueblos de Córdoba. En Motril, las cantidades elevadas de venta nos insinuaban un posible sitio de salida para las tierras americanas. Las ventas – hoy auténticos pueblos – eran lugares de consumo del vino alcalaíno: Puerto López, Vélez, Domingo Pérez, Agramaderos, .. Cosa frecuente era su capacidad para nutrir los estancos de una ciudad a través de algún intermediario: Iznalloz, Moclín, Campillo y Noalejo.

            Toda la población estaba comprometida en este comercio. Las bodegas surtían a las haciendas familiares y al mercado. Los artistas invertían las plusvalías de sus ingresos en el negocio del vino. El propio padre del escultor  Pablo de Rojas y sus hermanos adquirieron viñas y tenían bodegas para comercializarlo. 

            Henríquez de la Jorquera, ese cronista de la Granada de finales del siglo XVI y principios del XVII, decía de este terreno, que era abundantísimo de pan y vino, lo mejor del Reino, de que abastece a Granada , con privilegio que tiene de meter vino en Granada tres meses al año, que son los de mayor gasto de Mayo, Junio y Julio.

            Incluso, unos años después, Rodrigo Méndez de Silva abundaba en los mismos términos y decía que tenía un gran trato de trigo, cebada, vino, aceite y ganados.

            En estos siglos,  la vid no sólo era importante por dar empleo a un gran número de agricultores( labradores de sus propias viñas, pequeños y grandes propietarios , labrador arrendandor de cortijo y alguna viña y cereal y pequeño artesano de fin de semana que comparte con otro oficio su labor), sino también por la serie de oficios secundarios y terciarios que se generaban desde su plantación hasta su elaboración. Los aladreros abundaban en la comarca para realizar todo tipo de instrumental que sirviera  en las distintas fases de su cultivo: azadas, tijeras podadera, esparteros para componer los zurrones, mimbreros, los canastos. Tuvieron que  venir alfareros de Jaén para abastecer a los productores y cosecheros de tinajas. Se ubicaron en la calle Tejuela y en sus inmediaciones. Los propietarios o arrendadores- de padres a hijos,  hidalgos y de origen jiennense- solían tener en su cortijo un lagar y ellos mismos vendían el producto, aunque muchas veces era controlado por los mercaderes de origen francés. Las funciones de los propietarios y viñadores eran:

            -que las viñas y olivares los labren, cultiven y amugronen, como si fueran propias, a los tiempos y sazones que se requiere y no corten cepas, aunque sean viejas.

 

            Los enteramente dedicados a la vid, que solían ser clasificados en peones de cavada, de rosada, de vendimia, los pisadores, los manigeros, los propietarios de lagares...La labor de cavar viñas se reglamentaba específicamente :

 

            Que no entren bestias  salvo las que llevaren la comida o transportaran las herramientas y se aten en los cercados, no derribaran las cepas en el cavado.

            El manigero o propietario controlaba a varios cortadores, que cobraban jornal y se les deba de comer y beber. Los arrieros o portadores se dedicaban a llevar la uva al lagar ante el apareador

 

 



Peón de cavar

Dos reales y medio

Comida del medio día y vino

El vino que se gasta en el trabajo

Peón de vendimiar

Real

Comida de tres días

 

Peón de podar

Dos reales y medio secos

Vino de dieciochocuartos

 

Peón de rozar

Real y medio

Aceite, vinagre y aceitunas o lo del tiempo

El pan por el trabajador

Los apareadores no podían cambiar las bases

            Y en el sector terciario, los corredores de vino, los comerciantes o mercaderes, los arrieros , mesoneros y los vendedores.

Los corredores de vino procedían desde la fundación de la ciudad y eran encargados de controlar las medidas, de inspeccionar las ventas y de cargar adecuadamente las tinajas- pequeñas, grandes y medianas- , condiotas y cualquier otro tipo de medio de transporte. Y no sólo se quedaban en eso, si no que conocían perfectamente el mercado del vino, los momentos álgidos y los oportunos de venta, se reservaban  el vino para sus clientelas. En suma, eran una especie, que a veces caía en el feo vicio del tráfico de influencias, y fue cuestionado en muchas ocasiones. De ahí que hubo intento que fueran elegidos anualmente y no fueran cargos vitalicios. 

            Los comerciantes o mercaderes podían ser los mismos cosecheros o productores, personas dedicadas a este oficio, con frecuencia, especializadas en los principales puntos del mercado regional: Granada, Málaga, Jaén y Motril, e intermediarios de otros puntos de venta, en sus dos vertientes, de estancos para una  ciudad o de tabernas y casas importantes.

            Los  arrieros se dividían en los que tenían su propio servicio, muchos de ellos de campesinos de otras comarcas, otros estaban relacionados con los comerciantes y mercaderes, y un tercer tipo, auténticas compañías o cooperativas de  arrieros que se encargaban del traslado de esta preciada bebida a Granada o Jaén. Suelen ser esclavos y criados y jornaleros.

            Para el comercio con la zona jiennense, solían tranportarlo los arrieros de martos, Alcaudete y Alcalá; para los de Granada , los de Colomera, que eran moriscos; para Córdoba, los de Lucena. Curiosamente, se producía otro intercambio con estos pueblos que venían trayendo el vino cordobés y a veces se llevaba la nieve de Valdepeñas.

 

            Los vendedores  tenían una variada tipología: en primer lugar estaban los particulares, que traficaban desde sus mismas casas y desde los lagares; los mesoneros que expendían vino al por menor y mayor;  en  Alcalá dio lugar a una calle llamada de los Mesones e, incluso, una de las aceras del camino del Llanillo, llegó a llamarse la de los Mesones; las tabernas de otras ciudades, las alhóndigas, las ventas en los terrenos rurales, los estancos, la lonja del puerto de Motril.

            Con frecuencia, aparece en los puntos importantes, un especialista o corredor de venta, representante del vino alcalaíno, en ciudades importantes como Granada, Málaga y Málaga, que controlaba la venta del vino a los compradores para su abastecimiento o para transportarlo a América.

            En la propia Alcalá  hubo necesidad de crear una alhóndiga, cercana a la fortaleza de la Mota para regular el trato entre comerciantes. Pues hubo años que sobrepasaron los 505.000 litros de exportación.

            Esto dio lugar a que se evitara el almacenamiento que hubo a hasta 169 puntos en Alcalá.  Los grandes propietarios eran los que más acumulaban en las bodega. Es el caso de Juan de Aranda Italia que llegó a tener 56 tinajas en diversas bodegas.

 

            Una viña producía quinientas arrobas de yema. A la que se quitaba el diezmo y se quedaba en 452, sesenta y ocho arrobas de estrujón, aplicado el diezmo 61. El trabajo que necesitaba era de 4 o5 cortadores durante 9 días, acarreadores a real y medio, el pisador costaba diez día a 3 reales, l burro del acarreador a real y medio, el pan 11º. En total 5.585 ms.

            El vino era importante con fines religiosos para la misa y era una de las ofrendas de los devotos junto con  la cera, y el pan.

            La fiesta del Corpus con el desfiles de comparsas y diablillos y danzas y la del quince de agosto se celebrar con gran derroche de espectáculo y de vino para sus participantes. Unos meses antes, se hace la Candelaria que anncia la Víspera en Alcalá y aldeas con fogatas y vino.

 

            El vino impregnaba todas las facetas de la vida, acompañado de garbanzos y almendras o sustituido por el arresolí  solía ser un ingrediente primordial de las fiestas de campo, los días de rifas, bautizos, bodas y romerías. En las bodas los brindis por todas aquellas personas que regalaban tras la bandeja con el vinodel mismo vaso

-        me da licencia para hacer una dádiva a su hija

 

-        haga la dádiva y Dios se lo premie

-        quisiera que fuese una cosa como él se merece

-        - brindo por fulano

-        y- usted una de ellas

            E, incluso, en los entierros de los niños y los adultos. Curiosamente, en los primeros solían bailar los presentes el baile de castañuelas en derredor del cadaver y depués se le repartían  vino y garbanzos. En los adultos, los hombres se topaban con un pañuelo de colores en la cabeza para manifestar el sentimiento.

 

            Era lo único que se podía beber en los días de fiesta tras la ceremonia de la Misa Mayor, que era cuando estaba permitido abrir los mesones  para disfrute de todos los trabajadores que no podían ejercer trabajo alguno.

Cultura de este tiempo era la fiesta de aldea o casa rural tras la recolección de los frutos de la vendimia. En ella se personaban amigos y extraños a la casa de los labradores, cantaban la tania y el fandango de Cádiz, baile que se prolongaba hasta la madrugada con los sonidos de una guitarrra de cinco cuerdas, el moterete, los platillos de metal,  y la carrañaca, cosa que también lo usaban las comparsas de Carnaval y en las fiestas extraordinarias las comparsas del campo. Solían acabar dicha fiesta con alguna que otra riña, pues María Pilar Contreras dice que los celos, los triángulos de amor, los enfrentamientos entre mozos acababan como el rosario de la Aurora o de las Cuevas.
           Un momento clave para la caída de los vinos fue la entrada de los vinos cordobeses, que traían fingidamente sus vinos hacia Valdepeñas y aprovechaban sus cargas de regreso con nieve.

            Esto provocó una auténtica liga entre los comerciantes y productores alcalaínos en 1632. Hicieron Concejo abierto. Destruyeron las cargas de los arrieros. Hubo luchas de bandos entre los Cabreras y los Sotomayor.    Se produjo la intervención del corregidor Soria y Vera: castigó a los culpables y prohibió la  venta de vino de fuera.

 

            Esto fue el canto de cisne de los hidalgos. La competencia de los viñeds granadinos. Las sequías y la peste hicieron rozar muchas viñás a finales del siglo XVIII.

 

 

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