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miércoles, 14 de marzo de 2018

UN CANICULARIO Y UN MAESTRO DEL ARTE LIBERAL DE LA PÓLVORA

En los servicios, nada menos que un caniculario ( el expulsador de perros de las iglesias) Juan de Checa de la Hinojosa,  (1337) de 60 años, casado con Francisca Aguayo, tenía un hijo de 40 años jornalero. 

Su oficio caniculario proviene de canicula,( perrita, ) y arius, ( el  que se encarga de los perros). De ahí su sinónimo de echaperros y perreros en las catedrales, en este caso en la iglesias de la ciudad, principalmente en la Mayor Abacial.  Cobraba ocho ducados por caniculario y ocho fanegas de trigo y de obvenciones 550 reales. Este personaje no era de extrañar que acompañara a las procesiones y las ceremonias religiosas para espantar los perros y a todos los animales, como gatos, patos sueltos, o burri, iba siempre al frente de ellas. Solía sentarse  en las últimos bancos del templo o estar de pie entre los asistentes de al lado de la entrada para no permitir que entraran los animales en las iglesias. Se complementaba con limpiar  y barrer el templo en el que asistían a los benefiiciados  el sábado anterior a los domingos y fiestas de guardar. En algunas ocasiones, asume funciones de pertiguero y usa su misma vara. Algunos lo relacionan con la labor de mantener el orden y silencio entre los miembros de los oficios divinos. Recogemos este texto del blogg de López Mezquita
"El pertiguero de la Catedral de Ávila"
José María López Mezquita



El oficio de perrero llevaba consigo estar en la Catedral cada mañana medía hora antes de que se entrase en Prima y echar fuera del templo a todos los perros que hubiesen en él, que solían ser muchos, y mantenerlos lejos mientras se desarrollaban  las distintas horas canónigas en el coro y las misas. El perrero-pertiguero  vestía un uniforme  especial que le proporcionaba la Obra cada dos años: calzas, sayo, ropa de grana y una  gorra de terciopelo.

También estaba obligado a ir en las  procesiones delante  de la cruz,  ahuyentando a los perros. También es conocido  con el nombre de “pertiguero” quien guiaba las procesiones y abría paso en otros cortejos relacionados con la vida interna de la catedral, golpeando sobre  el suelo con su vara de plata.

Esta vara o pértiga estaba forrada de la misma tela que sus vestidos, claveteada de tachuelas de bronce, rematada en la parte inferior con un regatón de hierro con el que golpeaba el suelo para avisar del inicio y paso de la procesión, y rematada en la parte de arriba por una horquilla que servía para apoyar,  en caso necesario, la manga de la cruz que le sucedía. En ocasiones, él era también el que con su metálica vara avisaba para que cesase la música del órgano durante las celebraciones litúrgica, el que indicaba a un salmista cuando éste tenía que transmitir la orden a través del campanillo de la bóveda para que tocaran las campanas y mantuvieran su tañido durante una procesión, por dentro o por el exterior de la catedral. Tarea suya era también la de colocar los hierros entre los dos coros en los días en que acudía mucha gente al templo y siempre que se lo mandase el Obrero o el maestro de ceremonias. Sí encontraba algún hierro estropeado ó rozado, debía enviarlo a dorar y arreglar.

Fuente: Libro “La catedral de Toledo en el Siglo XVI: vida, arte y personas” de Ángel Fernández Collado

No faltaba un hidalgo de oficio, don José Salinas, maestro de cohetero, casado  doña Antonia Ibáñez y vivía también con su madre ( 1339). O lo que es lo mismo oficial del arte liberal de la pólvora, por el que ganaba 50 ducados. Por su oficio era hidalgo, ya que era un  conocedor y experto en el uso de la póvora con fines bélicos y lúdicos o pirotécnicos.  Viviía en su casa de  la calle Luque, compuesta de cuarto, segundo, cámaras, caballeriza y corral con un almendro, un mora








l, dos higueras; de 13 varas de frente por ocho de fondo, lindera con casas del regidor Antonio Durán por la parte de arriba, y por la baja del presbítero don Eladio Serrano y Contreras; gravada con un censo de 500 reales y renta de 15 reales a favor del convento trinitario. 

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