En el oratorio de la calle Rosa, se
encuentra la imagen del Señor del Ecce-Homo, de 168 cm. que representa la presentación
ante el pueblo de Jesús tras ser azotado y coronado de espinas. A mediados del
siglo XVII, en concreto 1649 se levantó un Vía Crucis que se extendía desde el
final de la calle Peso Viejo y principio de la calle Rosa hasta los Llanos a
través de veredas, donde se colocaban catorce oratorios y catorce cruces
correspondientes a cada una de las catorce estaciones de esta vía sacra. En el acta de cabildo de 13 de abril de 1649, se acuerda la primera estación: "El
licenciado Juan de Cuartas, presbítero, Francisco Hernández, tejero, Pedro
Álvarez Baeça y su hijo Pedro Álvarez,, piden licencia a la ciudad para hacer
Humilladero y Oratorio junto a la primera cruz , donde empieça el Clavario
, donde signifique donde a nuestro Salvador y Redentor Jesucristo sentenciaron
a muerte y le pusieron la cruz y, por lo visto, dan licencia a los
susodichos que hagan el dicho oratorio , como lo ofrecen, no mudando ni
quitando ninguna cruz ni paso que hoy está edificado en el dicho Calvario"
En el oratorio de la calle Rosa, se
encuentra la imagen del Señor del Ecce-Homo, de 168 cm. que representa la presentación
ante el pueblo de Jesús tras ser azotado y coronado de espinas. A mediados del
siglo XVII, en concreto 1649 se levantó un Vía Crucis que se extendía desde el
final de la calle Peso Viejo y principio de la calle Rosa hasta los Llanos a
través de veredas, donde se colocaban catorce oratorios y catorce cruces
correspondientes a cada una de las catorce estaciones de esta vía sacra. En el acta de cabildo de 13 de abril de 1649, se acuerda la primera estación: "El
licenciado Juan de Cuartas, presbítero, Francisco Hernández, tejero, Pedro
Álvarez Baeça y su hijo Pedro Álvarez,, piden licencia a la ciudad para hacer
Humilladero y Oratorio junto a la primera cruz , donde empieça el Clavario
, donde signifique donde a nuestro Salvador y Redentor Jesucristo sentenciaron
a muerte y le pusieron la cruz y, por lo visto, dan licencia a los
susodichos que hagan el dicho oratorio , como lo ofrecen, no mudando ni
quitando ninguna cruz ni paso que hoy está edificado en el dicho Calvario"
. Popularmente,
este oratorio del Ecce-Homo, realizado por devotos alcalaínos recogió esta
práctica religiosa de cuaresma simulando la de Calvario de Jerusalén. De ahí
que se denominara este barrio de las Cruces o Calvario. Dentro del oratorio colocaron un cuadro de
Ecce-Homo, cuyo marco barroco todavía se mantuvo dentro de su recinto abovedado
hasta el siglo XX. Comentaban que aquel cuadro encerraba una litografía y
anteriormente un lienzo de medio cuerpo o busto de Jesús. El maestro de obras y
vecino del barrio Saturnino López Pérez tuvo la gran intuición de sustituirlo
por una imagen de madera policromada, que procedía del convento granadino de
las novicias de Cristo Rey.
Dicha imagen de mediados del siglo XVII se encontraba algo deteriorada en su policromía y estofado con algunas capas de repintes, pero ilustraba perfectamente a esta estación pasional. Perteneciente al círculo posterior de Pablo de Rojas de la Escuela Granadina por sus características formales, y en concreto. por ser una representación algo postrera en el mundo de la pintura y escultura con relación a otros tipos como el Crucificado o el Nazareno, se puede relacionar del entorno de Pedro de Mena, que presenta varios Ecce-Homos en diversos materiales desde el barro a la madera con facciones y composición muy similar en las iglesias granadinas del convento de Zafra o de la iglesia de Santo Domingo. Recoge el motivo de una xilografía de Ecce-Homo o Varón de Dolores de Alberto Durero, y presenta al Cristo coronado de espinas cayéndosele, desde los hombros, el manto de color púrpura, cruzándose los cabos y recogiéndose con un broche por la parte delantera del pecho. Esta clámide se queda de fondo de la imagen y se recoge por la cintura cubriendo con la mano izquierda esta parte del cuerpo que envuelve un sudario muy acorde a las angulosas triangulaciones de la escuela rojeña y estofado con un dorado revestido de figuras geométricas. Mantiene de su original modelo el cruce de sus manos atadas por una soga simulada de poco grosor e invierte la posición de los pies adelantando el derecho en lugar de la izquierda de la estampa de Durero. Entre otras novedades, exhibe una mayor proporción de desnudo afectando al torso y a las piernas (exhibiendo el muslo derecho completo e insinuando el izquierdo entre los pliegues de la clámide). Incluso, el perizoma se descubre entre la túnica contrastando su estofado amarillo frente al rojo de la túnica y al blanquecino policromado de la carne desnuda y herida. Las rodillas ensangrentadas y cubiertas de cardenales y moratones sangrantes denotan mayor dramatismo a la imagen junto con la verticalidad y la leve expresividad del rostro matizada por los pocos regueros de sangre. El cabello cae partido en dos sobre su rostro más a la manera de Pedro de Mena que la de Pablo de Rojas dejando al descubierto las dos orejas lo que le asemeja a los bucles conocidos rojeños. Su rosto y, especialmente su mirada lo acercan a la gubia del primer imaginero granadino- Pero el carácter tardío de este modelo iconográfico, poco desarrollado en tiempos de Pablo de Rojas, lo encuadran con Pedro de Mena y el entorno artístico en el que se encuentran cuadros y lienzos de famosos pintores como Alonso Cano, y, sobre todo, Juan de Sevilla, que ofrecen algunas muestras de este tipo de Ecce-Homo. Obra, probablemente procesional, actualmente se ha readaptado para oratorio popular, fue restaurada meritoriamente por María Carmen Montañés Garnica y Carmen Pérez Hinojosa, quitando los repintados y los efectos de los xilófagos, carcoma y abandono dándole un aspecto muy cercano a la policromía y estofado de la primera imagen.
Popularmente, este oratorio del Ecce-Homo, realizado por devotos alcalaínos recogió esta práctica religiosa de cuaresma simulando la de Calvario de Jerusalén. De ahí que se denominara este barrio de las Cruces o Calvario. Dentro del oratorio colocaron un cuadro de Ecce-Homo, cuyo marco barroco todavía se mantuvo dentro de su recinto abovedado hasta el siglo XX. Comentaban que aquel cuadro encerraba una litografía y anteriormente un lienzo de medio cuerpo o busto de Jesús. El maestro de obras y vecino del barrio Saturnino López Pérez tuvo la gran intuición de sustituirlo por una imagen de madera policromada, que procedía del convento granadino de las novicias de Cristo Rey.
Dicha
imagen de mediados del siglo XVII se encontraba algo deteriorada en su
policromía y estofado con algunas capas de repintes, pero ilustraba perfectamente
a esta estación pasional. Perteneciente
al círculo posterior de Pablo de Rojas de la Escuela Granadina por sus
características formales, y en concreto. por ser una representación algo
postrera en el mundo de la pintura y escultura con relación a otros tipos como
el Crucificado o el Nazareno, se puede relacionar del entorno de Pedro de Mena,
que presenta varios Ecce-Homos en diversos materiales desde el barro a la
madera con facciones y composición muy similar en las iglesias granadinas del
convento de Zafra o de la iglesia de Santo Domingo. Recoge el motivo de una
xilografía de Ecce-Homo o Varón de Dolores de Alberto Durero, y presenta al
Cristo coronado de espinas cayéndosele, desde los hombros, el manto de color
púrpura, cruzándose los cabos y recogiéndose con un broche por la parte
delantera del pecho. Esta clámide se queda de fondo de la imagen y se recoge
por la cintura cubriendo con la mano izquierda esta parte del cuerpo que
envuelve un sudario muy acorde a las angulosas triangulaciones de la escuela
rojeña y estofado con un dorado revestido de figuras geométricas. Mantiene de
su original modelo el cruce de sus manos atadas por una soga simulada de poco
grosor e invierte la posición de los pies adelantando el derecho en lugar de la
izquierda de la estampa de Durero.
Entre otras novedades, exhibe una mayor
proporción de desnudo afectando al torso y a las piernas (exhibiendo el muslo
derecho completo e insinuando el izquierdo entre los pliegues de la clámide).
Incluso, el perizoma se descubre entre la túnica contrastando su estofado
amarillo frente al rojo de la túnica y al blanquecino policromado de la carne
desnuda y herida. Las rodillas ensangrentadas y cubiertas de cardenales y
moratones sangrantes denotan mayor dramatismo a la imagen junto con la
verticalidad y la leve expresividad del rostro matizada por los pocos regueros
de sangre. El cabello cae partido en dos sobre su rostro más a la manera de
Pedro de Mena que la de Pablo de Rojas dejando al descubierto las dos orejas lo
que le asemeja a los bucles conocidos rojeños. Su rosto y, especialmente su
mirada lo acercan a la gubia del primer imaginero granadino. Pero el carácter
tardío de este modelo iconográfico, poco desarrollado en tiempos de Pablo de
Rojas, lo encuadran con Pedro de Mena y el entorno artístico en el que se encuentran
cuadros y lienzos de famosos pintores como Alonso Cano, y, sobre todo, Juan de
Sevilla, que ofrecen algunas muestras de este tipo de Ecce-Homo. Obra, probablemente procesional, actualmente
se ha readaptado para oratorio popular, fue restaurada meritoriamente por María
Carmen Montañés Garnica y Carmen Pérez Hinojosa, quitando los repintados y los
efectos de los xilófagos, carcoma y abandono dándole un aspecto muy cercano a
la policromía y estofado de la primera imagen.
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