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martes, 13 de marzo de 2018

Jesús Nazareno 1/2 Iconografía en la revista de Semana Santa 18


Jesús Nazareno 1/2
Iconografía







         

Tras el Crucificado, la imagen de Jesús con la cruz a cuestas, conocida popularmente como Jesús Nazareno o, simplemente, Nazareno, es la más frecuente de la representación iconográfica de la Pasión de Jesús en la imaginería de Andalucía. En tierras de la abadía alcalaína se remonta su presencia a tiempos del abad Alonso de Burgos (1470-1475), con un cuadro dedicado a Jesús con la Cruz a cuestas apareciéndose a San Vicente Ferrer. Para Juan 
Lovera, formaba parte del retablo mayor de la Iglesia Mayor Abacial, y fue sustituido por otro barroco a final del siglo XVII. Esta tabla, de 46.5 X 37, 5 cm, se dispersó en varios lugares y actualmente pertenece a una colección particular, Tras esta representación, su imagen debió ilustrar algún panel de los retablos renacentistas de los conventos e iglesias locales. Y, sobre todo, el Cristo de la; Misericordia de la Mota situado en un lateral del altar mayor, no puede pasar por alto la presencia de la imagen de Jesús Nazareno en 1609, obra de Pedro Cobo, en la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús recogiendo este momento pasional. Por su gallardete de Jesús, el paso se muestra Jesús con la cruz a cuestas camino del Calvario, acompañado de Simón Cirineo y rodeado de varios sayones, una imagen muy apropiada de principios del siglo XVII a pesar de la anacrónica de la vestimenta de sus personajes. Jesús Nazareno porta la cruz y esta imagen comparte el aspecto devocional en las calles, que inaugura el maestro Pablo de Rojas, cuyo modelo iconográfico creó y estaba muy cercano en la vecina ciudad abacial de Priego.


Con Bonet, coincidimos que la imagen actual de Jesús, obra de Fernández Andes imitando a la de José de Mora “es un objeto canalizante y canalizador, primero porque hacia él van dirigidas las plegarias y canalizador porque de él son concedidas las gracias”. No es de extrañar que en la leyenda de la ménsula del arco formero de la capilla del Baptisterio, recogiera el pasaje evangélico siguiente - dicebat autem ad omnes si quis vult post me venire abneget se ipsum et tollat crucem suam cotidie et sequatur (Mat. 20.15). Traducido:Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame”. Ni tampoco, puede pasarse por alto la tradición alcalaína de acudir en romería al santuario del Cristo de Moclín, donde los peregrinos alcalaínos practicaron esta devoción nazarena y lo fijaron en sus paredes con memorias aludiendo a la sanación por diversas enfermedades.
El modelo siriaco de la imagen nazarena se muestra sola en pie con la cruz a cuestas frente a los Cristos caídos o acompañados del Cirineo. Sin acompañamiento de nadie. Representa la eterna juventud de Cristo con barba y abundante cabellera, relacionado con la directa sugerencia a la duración, plenitud, la fuerza y el poder. Como manifiesta san Ireneo para representar la majestad del Salvador “Dios se hizo hombre para el que el hombre se hiciera Dios”.  La imagen actual se muestra como un reo, representado por el fingido bulto redondo cubierto de un lujoso manto, con una cruz de plata de brazos desiguales, la cruz inmisa o capitata en su variante latina. Sigue los modelos barrocos de madera policromada, en el que se expone el tránsito hacia el Calvario.  Invita al acompañamiento y seguimiento al Cristo que va andando. A partir de los principios del siglo XVII, esta representación abunda con el nacimiento de cofradías, ermitas y la expansión de actos devocionarios como los Vía Crucis de la Subbética en el que se contaba la presencia de Jesús Nazareno, o la catequesis de los pasos representados del Viernes Santo. Estas añadieron nuevos pasajes evangélicos, que en Alcalá la Real se dramatizan como vivientes pasos en esta mañana del Viernes Santo.
Como imagen de vestir o palillera, ya que no se sabe la talla del anterior,  el actual es  de bulto sin esculpir y  de madera a la que hubo que recortar largura del cuerpo, y solo las manos y la cabeza se encuentran perfectamente tallados  La cruz de plata sustituyó a una arbórea, portada  a hombros del Nazareno, y  se identificó con trono redentor, asida por ambas manos salvadoras de acuerdo con la iconografía ravenaica  manifestando el triunfalismo simbólico junto el de instrumento de sufrimiento. La rigidez del manto, se equilibra dulcemente con la posición de los pies adelantando el pie izquierdo y hombro sobre el que soporta la cruz.  Este tipo iconografíco se vincula con el entorno del sufrimiento y la penitencia humanizados en intimista sentimiento plasmado por su devocional fisonomía dentro de la invocación dolorosa inserta en el cristocentrismo docente y catequético del barroco, plasmado por Mora. Como imagen barroca, se aparta de los primeros planteamientos manieristas, de modo que se le adosó una cabellera de pelo natural, una corona de espinas de plata y un cíngulo que cuelga del cuello, En su rostro se manifiesta el canon facial alargado que Mora imprimía en sus figuras y, de grandes ojos ocultos por unos abultados párpados, nariz grande y cejas enarcadas, aunque la huella de Fernández Andes les asemeja a otros nazarenos de su gubia como el Cristo de la Salud sevillano. También, el imaginero sevillano aporta la talla total de otros elementos del rostro, lo que no es propio del imaginero batestano, porque el pincel sustituye a la gubia para pintar bigote y barba, y solamente tallaba en la extensa perilla bífida. Es una figura de mirada cenital, llena de espiritualidad interior, el callado dolor se acompasa con el abrazo de sus manos a la cruz a la misma altura por debajo del madero más corto, de las que Mora era un maestro excelente por su estudio de los conocimientos anatómicos. Su andar procesional con el pelo al viento y el zigzagueante movimiento del cordón del cuello y del cíngulo le dan un alto grado de naturalidad, con lo que le acercaba mucho más al devoto.     

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