LA CALLE DEL ROSARIO
Portada del Rosario y Gota Leche |
Cuando el Catastro de la Ensenada realizó la declaración
vecinal de la calle Rosario, hace más de dos siglos y medio esta calle recibía
este nombre, en honor al convento que se ubicaba al principio de su sector
vial. Era el convento masculino de la Orden de Santo Domingo de Guzmán bajo la
advocación de Nuestra Señora del Rosario. Anteriormente, se denominaba con
otros nombres relacionados con el Pozuelo e iglesia de San Juan, según
declaraba el cronista Guardia Castellano. Como la calle Real, fue calle
hidalga, con casonas de privilegiados y pegujareros, irguiéndose al
principio de su trayecto el mencionado edificio conventual, que daba a la plaza
del mismo nombre. Esta calle se seccionaba en varios tramos: uno primero hasta
la calle Luque y Trinidad, otro hasta intersección de la calle Veracruz, y un
tercero hasta la mima placeta de San Juan, donde acaba esta
calle. Todavía quedan fachadas de alguna vivienda con reminiscencias
de hidalguía, percibiéndose en su enrejado de forja o en el sillar encalado de
sus blancas fachadas, aunque se encuentra muy deteriorada desde los años
setenta del siglo XX, por las balconadas y balcones corridos que descompusieron
su fisonomía andaluza, a lo que se añadieron los zócalos de ladrillo o solería
y la pérdida de los vanos antiguos al ser sustituidos por cocheras de
puertas de hierro.
Esta calle no es una vía del primer damero de la ciudad de
la Edad Moderna. Fue más antigua, originada por el camino vecinal o
real que viene del camino de Castillo y de Charilla, enlazando con la
calle Pedro de Alba, tramo segundo de la calle Real y Rosario hasta llegar a
los arrabales de la Mota. Rompe el
damero de tiempos de los Reyes Católicos, y se convirtió en el asentamiento primero
de los caballeros e hidalgos que se mantienen hasta el siglo XIX.
Típica casa alcalañina antigua |
De hidalga pasó a ser calle de familias artesanas, lugar de
servicios con el Hospital Civil de Nuestra Señora de las Mercedes, vivienda de
campesinos y propietarios, escuela de niños de cubero de la maestra
Tomasa, algún que otro pinito constructivo modernista como la casa de las
Jaras, y mansión de vecinos en lugar de las antiguas y costeadas casas de las
familias hidalgas como los Utrilla, Garrido, Espinosa de los Monteros,
Cobaleda, o Martín.
Retumban las bombas que comenzaron a caer desde el
camino de San Bartolomé hasta la calle Real, aquella mañana de 1936, cuando las
tropas granadinas del general Queipo de Llano tomaron la Alcalá republicana.
Murieron varios vecinos de esta calle, de la familia de los Moya, y sobre
todo, en la casa de los Aranda, cayó una bomba. Por esta calle, se oyeron los
gritos de los heridos de la caída de la Plaza de Toros en los años cincuenta,
descargaron los cuerpos de los maquis en los años cuarenta, se recogieron
niños en el torno de la Inclusa, la Gota Leche con Patro Vega palió el hambre
de muchos pobres de la posguerra, se curaban los sabañones y las heridas con
Luís Regalado. Olía a las ovejas de Manuel Rosales, al vino de las bodegas
pujareras, a hornazos y roscos de los hornos familiares.
La Casa de Biedma o Mya, Hospital Civil y actual Guardería |
Tiene un encanto especial,
pues aprendí a andar en esta calle, tiré los cántaros de Baltasar hechos añicos
en los carnavales, jugué a masculillo y culón, lancé el pincho y salí en
Semana Santa vestido de nazareno del Cristo de la Salud por primera vez. Comí
majoletas de los Tajos y zarzamoras de las cunetas de las carreteras. Con
Antonio, sus hermanos, y los Marquitos celebrábamos las semanasantas infantiles
de papel de seda, y cruces pintadas por los encaladores del barrio, comíamos
castañas calientes de las estufas de Aguayo y nos calentamos con las piedras ígneas
puestas en las brasas de los lares, se nos quedaba el cuello pegajoso con el
sudor cubierto de polvo de paja en los días de agosto, y la mataluva iniciaba a
muchos en el vicio del tabaco, la Luciana nos vendía bolillas de anís, y
comprábamos vino blanco en la tienda de Francisco, muchos vecinos se marcharon
a tierras catalanas por los años sesenta, se mantuvieron los pujareros, y,
comenzamos a sustituir la escuela de alquiler de nuestros padres por las
escuelas profesionales de la Sagrada Familia.
Son nuevos tiempos y nueva gente
la que la habita actualmente, quedan pocos, poquísimos de aquellos tiempos. Era
calle de carrera oficial de procesiones, manifestaciones públicas y de pregones
de pueblo.
Todavía no es un testigo y un canto de cisne, puede ser el eje que
salve los barrios altos. Motivos y personajes la habitaron: los pintores
Jiménez, los arquitectos Martín Espinosa, los músicos de la abadía
El primer tramo |
La Casa de los Aranda, intersección con Trinidad. |
Casa hidalga y hoy de vecinos |
La casa donde pasé mi infancia hasta los trres años, casa de vecinos y anterior casa de una memoria de un hidalgo. |
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