En la Semana Santa jiennense
predominan las estaciones de penitencia con diversas modalidades. Abundan las
manifestaciones religiosas en forma de procesión en torno a diversas imágenes
que conforman los diversos tramos de este desfile. Dicha celebración se
complementa de un protocolo, en el que se inicia con la cruz guía o la cruz parroquial y acaba con una agrupación
musical pasando por un cortejo de personas vestidas de nazarenos, damas
ataviadas de mantilla, insignias, símbolos, estandartería y representaciones capitulares
y de hermandades. En muchas de ellas, los anderos han sido sustituidos por los
nuevos costaleros bajo los majestuosos tronos y canastillas que portan las
devociones singulares de la Pasión. Curiosamente, esta iconografía desborda el
primer sentido o simbología del origen de muchas estaciones de penitencia. Pues
nacieron, en otros tiempos, desde que se quiso evangelizar en la calle y
catequizar con el género que más entusiasma a los vecinos, el teatro. Este
salió a las calles desde las catedrales y los templos, donde se realizaban
pequeñas escenificaciones denominadas en unos tiempos misterios, en otros autos
e, incluso Coloquios. Si se ahondara en los archivos de muchas parroquias no es
de extrañar que algunos pasajes de la Vida de Cristo se escenificara, desde
Navidad hasta su Muerte y Resurrección.
Muestra
de este variante pasional son los pasos vivientes que abundan en la Sierra Sur.
Formaban parte de un legado patrimonial que tratan de mantener todas las
cofradías y se han visto refrendadas con las denominaciones de interés
turístico. Comparten unas vivencias que, incluso, se asemejan a pueblos del sur
cordobés y de las tierras sicilianas, como se han manifestado en dos
exposiciones de Caminos de Pasión
celebradas recientemente. Este teatro en la calle recibe diversos nombres desde
la pasión viviente al más genérico de pasos. No en el sentido de la Semana
Santa más genérica, sino en pequeñas piezas
interpretadas por diversos
hermanos de cofradías interpretando pasajes bíblicos, a la manera de los autos,
en este caso, generalmente de Pasión. Se remontan estas escenificaciones en
torno al siglo XVI y no se centran en la secuencia pasional. Desborda el
contenido de la Pasión de Cristo para remontarse a los primeros capítulos de la
Biblia. Desgraciadamente, estos pasos del Antiguo Testamento han desparecido en su mayor parte y en las
propias cofradías. Con el nombre de los Planetas, la cofradía de la Veracruz de
Alcalá la Real representaba el Paraíso Terrenal, e, incluso, se atrevía a mostrar
la cosmología de su tiempo con los Planetas o su visión terrenal con el Auto de
la Muerte mediante el diálogo entablado
entre el diablo y la muerte con su guadaña. En forma de desfile procesional,
tampoco se conservan los pasos de
los Profetas, Jueces, Ángeles y Arcángeles. Sólo como una rara avis, el Paso de
Abraham se mantuvo hasta el siglo XX en
casi todos los pueblos de la Sierra Sur (Alcalá, Castillo de Locubín, Frailes
Valdepeñas y Fuensanta). No ha decaído nuca y es un símbolo semansantero en la
mañana del Viernes Santo de Alcaudete con una escenografía muy similar a la que
solía frecuentarse en los diversos pueblos del Sur. Pequeños escenarios de
madera recordando el carro de Tespis , sobre los que montaban estos ingenios y
autos provenientes de los desfiles
de máscaras de las fiestas municipales.
De la Nuevo Testamento, se conservan los pasos de los Apóstoles de Alcaudete y
Alcalá la Real, pero ha desparecido el numeroso grupo de los Discípulos de
Jesús, superando a los setenta, que en
Alcalá la Real pervive testimonialmente
con sus túnicas blancas y, adaptando su mortaja y corona con unas
pequeñas cruces y estolas portando la
mesa de la Santa Cena, estelas con los versículos del Credo o la simbología de sus oficios o
atributos devocionales.
En
la Sierra Sur, las escenas pasionales perviven, así como otros recursos
escénicos para comprender unos artificios en forma de mímesis, sin apenas
palabras y con otros personajes, que a veces asumían los soldados de la propia
tropa de la ciudad o los propios penitentes. Son los pasos o escenas de los
momentos más importantes de la Pasión de Jesús. La Cena se celebra en Alcaudete
y ha recuperado Valdepeñas o se ha adaptado a los nuevos tiempos en Fuensanta. El
Prendimiento se realiza en Alcaudete y en Alcalá (aquí en Viernes Santo
extemporáneamente y dentro de la misma manifestación religiosa sin escenario alguno),
y se ha readaptado en los otros pueblos de la Sierra Sur. La Sentencia y
Condena se mantienen en Alcaudete y en Alcalá, pero ha sustituido el diálogo
con el pregón de deje aflamencado de unos pregoneros que sustituyeron al clero
que iba acompañando a las imágenes y, junto con los ministriles, cantando o recitando
la Pasión. Incluso se conservan los textos, provenientes de pequeños libretos o
manuscritos de siglos pasados como los del Castillo de Locubín o Valdepeñas, o
a través de la tradición oral con sus deficiencias de transmisión en textos
repletos de anacronismos. Los Reos, con
el nombre del Mal y Buen Ladrón, se exhiben en Alcalá con ribetes de personajes de la Santa
Inquisición y pervive en Alcaudete; la Venta y el Arrepentimiento de Judas es
un paso que nadie puede perderse de ver en la mañana del Viernes Santo de
Alcalá la Real. La Lanzada, denominada en otros lugares como el Cristo de la
Expiración, recuerda tiempos de siglos pasado con figuras como el Lazarillo. El
Lavatorio de las Manos de Pilatos, el Juego de la Túnica, Simón Cirineo, los
Azotes, la Velada, la Verónica o el Encuentro con las Mujeres se ven recreados
por actores de la Sierra Sur, una veces a la manera de las antiguas mascaradas de
sayones, judíos, romanos y soldados de la ciudad con los rostrillos de la
Semana Santa de la Ciudad de la Mota, y otras veces, con personajes que acercan
la pasión al siglo XX, como en Fuensanta de Martos o en Frailes.
No
es extraño que estos retazos de la Semana Santa sean una joya del patrimonio
jiennense que debemos conservar e invitar a otras personas para disfrutar del
patrimonio . Pues, en palabras de los organizador de Pasos y Misterios. Semana
Santa en el corazón de Andalucía y
Sicilia, constituyen que “la historia
milenaria del Mediterráneo ha cruzado desde tiempos remotos los destinos de
Sicilia y Andalucía, cuyas regiones comparten un alma cultural común que ponen
de manifiesto todavía rituales, ceremonias y tradiciones legendarias que
mantienen vivos. (…) el particular modo
que tienen los municipios de sentir, vivir y celebrar la Semana Santa,
descubriendo al visitante las singularidades y similitudes de territorios
hermanos. Y, en Jaén, la huella quedó clara en los pueblos del Sur con sus
Semas Santas vivientes.
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